martes, 27 de diciembre de 2016

Mini píldoras de cine (Diciembre 2016)

Probablemente serán nuestras últimas píldoras cinéfilas del año 2016, un año, como de costumbre, abundante en películas buenas y menos buenas (sobre ésto haremos también nuestra peculiar estadística).  Para dar este último repaso a alguno de los estrenos de las últimas semanas, iniciamos sin más demora nuestra dispensación de cine en pequeñas dosis…

EL FARO DE LAS ORCAS
Una madre y su hijo autista recorren cientos de miles de kilómetros hasta la Patagonia argentina, simplemente porque han visto en televisión que el guardafauna de un remoto faro tiene una especial comunicación con las orcas que llegan hasta la orilla.  La premisa argumental de este film de Gerardo Olivares, al parecer inspirada en un hecho real, me pareció tan rocambolesca como poco creíble, al menos de la manera en que está narrada en esta, por lo demás, preciosa película llena de belleza:  hermosísimos paisajes, naturaleza argentina explosiva y agreste…  y un elenco de actores que casi parecen modelos de pasarela.  Aunque la parte romántica me pareció forzada y pillada por los pelos, el trasfondo naturalista y humanista me encantó, así como el descubrimiento de un Joaquín Furriel a quien no conocía pero que me impresionó.
Calificación:  7 (sobre 10)



BELLEZA OCULTA
Unanimidad de críticas (negativas) en torno a esta nueva película de David Frankel (“El diablo viste de Prada”), que pretende mezclar el espíritu de “Qué bello es vivir” con la fantasía de “Cuento de Navidad”.  Desde luego, hay que reconocer que esta película realizada a mayor gloria de Will Smith desaprovecha vergonzosamente a un super reparto de secundarios de lujo (Kate Winslet, Edward Norton, Helen Mirren, Keira Knightley…) y que se embauca y manipula al espectador con mucha menos sutileza que, por ejemplo, “Un monstruo viene a verme”.  Todo eso es verdad, como también es cierto que, al final, un servidor no pudo evitar emocionarse y salir del cine deseando vivir el resto de las navidades haciendo felices a los demás.  Sólo por esos buenos sentimientos que provoca, soy capaz de perdonarle la mitad de sus defectos.
Calificación:  6 (sobre 10)

ASSASSIN’S CREED
Basada en un famosísimo videojuego, la adaptación al cine de esta ficción ambientada parcialmente en la España de la Inquisición pretende convencernos de que todos tenemos un código genético que nos conecta con nuestros antepasados y que, si éste se estimula adecuadamente, podemos vivir una vida llena de aventuras medievales que serían la envidia de cualquier personaje de “Juego de tronos”.  La película transcurre mitad en 1492 y mitad en el presente, y en ambas épocas la estrella es un Michael Fassbender que además ejerce de productor.  El resultado:  un producto lastrado por el exceso de parafernalia digital y los inevitables diálogos de besugos, mal endémico de las mayor parte de los guiones de la actualidad.  Fassbender, Marion Cotillard y Jeremy Irons poséen un talento y un prestigio que se merecían un proyecto de mayor envergadura.
Calificación:  6 (sobre 10)


VILLAVICIOSA DE AL LADO
Otra ficción basada en hechos reales, aunque en esta ocasión derivados hacia la comedia costumbrista de aspiraciones berlanguianas.  Los habitantes masculinos de un pueblo han sido agraciados con el Gordo de la Lotería de Navidad, pero no pueden cobrar el premio porque tendrían que reconocer que los décimos los compraron en el puticlub local.  Nacho García Velilla, uno de los creadores de las series “Siete vidas” y “Aída”, dirige esta película menos vulgar de lo que insinúan los traílers y que incluso tiene cabida para que humoristas como Leo Harlem manifiesten más que prometedoras dotes actorales.  Le acompañan Carmen Machi, Jon Apaolaza, Macarena García, Carlos Santos o el ubicuo Arturo Valls.  Lo mejor que puedo decir:  es menos mala y más inteligente de lo que me esperaba, aunque también un poquito menos divertida.

Calificación  5 (sobre 10)

lunes, 19 de diciembre de 2016

Cine actualidad/ “ROGUE ONE: Una historia de Star Wars”

Episodio III y medio

La descomunal inversión realizada por Disney para la adquisición de Lucasfilm tenía que tener consecuencias a corto plazo.  A falta de continuar con las aventuras de Indiana Jones, los directivos del estudio del Ratón Mickey le han hincado pero bien el colmillo a la space opera que transcurre en cierta galaxia muy, muy lejana y, en este sentido, no hay año que no tengamos una historia relacionada en mayor o menor medida con Luke Skywalker y sus amigos.  Entre medias de los Episodios VII (estrenado en 2015) y VIII (que se estrenará en 2017), nos llega ahora esta aventura titulada “Rogue One”, que pretende servir de puente entre los Episodios III (último de la “trilogía de precuelas”) y IV (primero de la “trilogía clásica”) y al mismo tiempo narrar una historia ya conocida pero nunca desarrollada en su totalidad.

Todos sabemos que el malvado Imperio Galáctico, dirigido con mano de hierro por el siniestro Emperador Palpatine y su fiel sicario Darth Vader, construyó una gigantesca estación espacial de destrucción masiva denominada “Estrella de la Muerte”, cuyos planos la Princesa Leia Organa introdujo en el interior del robot R2D2, los cuales, gracias a Obi Wan Kenobi, Luke Skywalker y Han Solo, llegaron finalmente a manos de la Alianza Rebelde.  Pero ¿cómo se obtuvieron esos planos?  ¿Quiénes realizaron la hazaña de conseguirlos y cuál fue el precio que tuvieron que pagar…?

Tras el éxito de público (espectacular) y crítica (algo más ambiguo) del Episodio VII, “El despertar de la Fuerza”, que narraba lo sucedido tras el Episodio VI (“El retorno del Jedi”), Disney nos presenta este año el primero de los spin-offs o “derivados” del tronco principal, que se irán alternando, como ha quedado dicho, con los “Episodios” oficiales.  Como decía anteriormente, cualquiera que haya visto alguna vez el Episodio IV (“Una nueva esperanza”, más conocido en España como “La guerra de las galaxias”), recordará que en una escena se habla del “elevado precio” que unos espías rebeldes tuvieron que pagar para hacerse con los planos de la Estrella de la Muerte.  “Rogue One” es el nombre de ese comando cuya peligrosa misión era hallar el único punto débil del arma definitiva del Imperio y transmitirlo a la Alianza aun a riesgo de poner en peligro sus vidas.  Dando por hecho que ésta y no otra era la historia que había que narrar ahora, los chicos de Disney pusieron el proyecto en manos de Gareth Edwards, recién salido de la última versión de “Godzilla”, la cual, recordémoslo, gozaba de una puesta en escena espectacular pero adolecía de unas carencias argumentales bastante insalvables.  Más o menos lo mismo se repite ahora en “Rogue One”, razón por la cual, con el rodaje ya concluido, fue necesario volver a filmar multitud de escenas, según parece porque el estudio no quedó nada complacido con el material entregado por Edwards.

Una vez vista la película (nuevamente en un preestreno, al igual que el año pasado), tengo que decir que la puesta en escena me pareció deslumbrante y absolutamente fastuosa.  Los efectos visuales, la visualización de nuevos mundos, los planos de naves espaciales surcando los cielos, las secuencias de combate que recuerdan al viejo cine bélico y, especialmente, el primoroso cuidado con el que se recrean los vestuarios y peinados “demodé” que aparecían en el Episodio IV son, sin duda, para quitarse el sombrero.  Esas son las buenas noticias.  Por lo que respecta a las malas, vuelven a tener su origen en la parte puramente literaria del producto.  Al menos para quien esto suscribe, la historia que se nos cuenta (cuyo desenlace es de sobras conocido) carece de garra, no siendo hasta la última media hora cuando el film alcanza por fin su cénit, y no precisamente a causa de las habilidades de sus guionistas.  Todos los nuevos personajes me parecieron insulsos y prescindibles (incluyendo esa especie de monje oriental que supuestamente era de lo más atractivo…  sobre el papel), siendo en esto la película claramente inferior a su predecesora, aquel denostado (al menos, por mí) Episodio VII de J.J. Abrams, que, al menos, sí aportaba caracteres trascendentes (Rey, Finn, Maz Kanata y sobre todo Kylo Ren).  Además, los actores elegidos o bien me pasaron desapercibidos (Mads Mikelsen, Forest Whitaker) o bien me provocaron antipatía (caso de la protagonista Felicity Jones), cuando no me defraudaron directamente (un Diego Luna totalmente carente del más mínimo carisma).  A decir verdad, de los recién llegados sólo me llamaron la atención el robot K2SO y el perverso Director Krennick a cargo de Ben Mendelsohn.  En cuanto a la recuperación de viejos conocidos, Darth Vader tarda en resultar creíble pero luego recupera su legendaria majestuosidad, mientras que los dos cameos recreados digitalmente no me parecieron sino criaturas de un videojuego ascendidos por un día a estrellas de cine.

“Rogue One” cumple moderadamente su papel de “eslabón perdido” y cuenta con algunas escenas memorables, pero, al menos para mí, cualitativamente se sitúa incluso por debajo del Episodio VII, lo cual sí ha decepcionado mis expectativas, que venían alimentadas por los supuestos parabienes de fans entusiastas.  Ya no se encuentra uno seguro ni en la galaxia de las redes sociales…

Luis Campoy

Lo mejor:  los efectos especiales, toda la faceta visual
Lo peor:  los nuevos personajes y sus insípidas historias
El cruce:  “La Guerra de las Galaxias” + “El Imperio contraataca” + “Tora! Tora! Tora!”

Calificación:  6,5 (sobre 10)

lunes, 12 de diciembre de 2016

Cine actualidad/ “HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE”

“Por favor, que pueda salvar a uno más…”

Diez años después de su último trabajo como realizador, el actor Mel Gibson nos presenta por fin una nueva obra, lo cual debería tener visos de constituir un acontecimiento.  Gibson es famoso, además de por sus legendarios ojos azules, por su no menos famosa bocaza, de la cual suelen brotar,  con demasiada facilidad, toda suerte de disparates e improperios.  Algunas de las víctimas de sus ataques han sido colectivos como el de los homosexuales o el los judíos, ambos con probado peso en el seno de la industria del cine, lo cual explica en parte esta sequía creativa que ha durado una década (desde la estupenda “Apocalypto”).  A la hora de afrontar su quinto largometraje en calidad de director, el intérprete criado en Australia se ha decantado por la historia real de Desmond Doss (fallecido en 2006 a los 87 años), el primer objetor de conciencia galardonado con la Medalla de Honor del Congreso de los Estados Unidos.

Nacido en un pueblecito de Virgina, el joven Desmond Doss se crió en el seno de una familia de arraigadas y rígidas creencias religiosas.  Para sus padres, pertenecientes a la Iglesia Adventista del Séptimo Día, no existía razón alguna por la que un hombre tuviera derecho a arrebatar la vida a otro hombre, fueran cualesquiera que fuesen las circunstancias.  Así, aunque Desmond consideraba que su deber era alistarse en el ejército tras el bombardeo japonés a Pearl Harbor, lo hizo esgrimiendo su férrea negativa a empuñar un arma, lo cual le acarrearía no pocos problemas con sus superiores y sus compañeros de reclutamiento…

Basándose en la historia real de tan legendario personaje, el guionista de cabecera de Mel Gibson, Randall Wallace, retocó el libreto original de Gregory Crosby, acentuando los componentes habituales de la obra gibsoniana:  enfrentamiento de un individuo heroico contra un colectivo que no le acepta, exaltación de los valores morales y/o religiosos llevados hasta sus últimas consecuencias y visualización sin pudor de la violencia más brutal y descarnada.  Estos elementos temáticos, en mayor o menor medida, pueden encontrarse tanto en “El hombre sin rostro” como en “Apocalypto”, y alcanzan su cénit en “Braveheart” y “La pasión de Cristo”, el genuino legado cinematográfico de Gibson.

En “Hasta el último hombre” (en inglés, “Hacksaw Ridge”, nombre del acantilado en el que se desarrolló la cruenta batalla de Okinawa durante la que Desmond Doss salvó la vida a ¡75 personas!), da la impresión de que Mel Gibson tenía tantas ganas de dirigir que nos ofrece no una sino tres películas, todas ellas diferentes entre sí.  En la primera de ellas, que adolece de un tono bucólico y rural que resulta bastante cargante, se nos presenta la infancia y juventud de Desmond, así como su virginal romance con la enfermera Dorothy Schutte.  El segundo fragmento nos traslada a una base militar calcada de las de “La chaqueta metálica” o “El sargento de hierro”, en la que Doss se convierte en saco de boxeo de algunos reclutas que piensan que su negativa a usar armas se debe a pura y simple cobardía.  Finalmente, el tercer acto transcurre en el campo de batalla japonés en el que Desmond Doss llevó a cabo su hazaña, y la barbarie de la guerra se muestra de una manera tan bestial que por poco convierte al arranque de “Salvar al soldado Ryan” en una comedia romántica.

De las tres “películas” arriba reseñadas, ni que decir tiene que su calidad e interés van de menos a más, siendo el inicio más bien prescindible y el final absolutamente impresionante (en todos los sentidos).  Si el romance de juventud coquetea descaradamente con el ridículo y el episodio central es un calco de cien películas ambientadas en cuarteles de instrucción militar, es al final cuando Mel Gibson demuestra una vez más sus cualidades como cineasta, aun a riesgo de convulsionar el estómago de los espectadores más sensibles (algo que finalmente acabó por encumbrar a su celebrada “La pasión de Cristo”).  Miembros amputados, intestinos desparramados y sangre a raudales son algunos de los ingredientes de un particular guiso que Gibson cocina con una sabrosa inclinación hacia el gore dela que demuestra ser todo un masterchef.  Sin duda, la intención del realizador es no sólo idealizar la figura del objetor de conciencia, sino también fomentar la existencia de nuevas objeciones, y se esfuerza al máximo para conseguirlo.

Andrew Garfield, el penúltimo Spiderman cinematográfico, encarna con convicción y entrega a Desmond Doss, y muy probablemente será nominado al Oscar;  eso sí, una vez más se enfrenta a uno de los retos recurrentes que han condicionado su carrera:  tener que parecer más joven de lo que realmente es.  Cuando Doss llevó a cabo su gesta, tenía apenas 24 años, mientras que Garfield tiene ya 33, y en algunos momentos la edad le delata.  El casi olvidado Sam Worthington (¡qué lejos quedan los tiempos de “Avatar”!) y un estupendo Vince Vaughn interpretan a los mandos militares de Doss, mientras que Teresa Palmer da vida a su esposa y el gran Hugo Weaving encarna a su padre.

Lastrada por un arranque poco prometedor aunque siempre filmada con buen oficio, “Hasta el último hombre” tiene su razón de ser en un pretendido alegato antibelicista que, con todo, se convierte en terrible escaparate de aquéllo que pretende condenar.  Es un poco como el pacifismo del protagonista, que, por negarse a utilizar una arma, obliga a sus compañeros a que maten el doble para mantenerle a él a salvo.  Contrasentidos de dos polos opuestos (la guerra y la paz) que no sólo se atraen sino que no significan nada el uno sin el otro.

Luis Campoy

Lo mejor:  la brutal y terrorífica batalla de Okinawa
Lo peor:  un inicio plagado de tópicos románticos
El cruce:  “Forrest Gump” + “La chaqueta metálica” + “Salvar al soldado Ryan”

Calificación:  8 (sobre 10)

lunes, 5 de diciembre de 2016

Cine actualidad/ "ANIMALES NOCTURNOS"

Realidad y ficción

Tom Ford (n. 1961) es uno de los más famosos modistos (perdón, diseñadores de moda) de hoy en día.  Tras sus etapas en las firmas de Yves Saint Laurent y Gucci, Ford inició una carrera como director creativo de su propia marca, lo cual no debió parecerle suficiente, ya que poco después se decidió a probar fortuna en el mundo del cine.  Siete años después de su primer film como realizador cinematográfico, la reputada “Un hombre soltero”, Ford nos presenta ahora su segundo trabajo, titulado “Animales nocturnos”.

Susan Morrow (Amy Adams) es una galerista de arte en apariencia rica y feliz, pero durante uno de los frecuentes viajes de su marido recibe un paquete que contiene un inesperado regalo de su primer esposo, Edward:  un libro recién terminado y todavía no publicado.  Mientras trata de sobrellevar su fría y solitaria existencia, Susan se sumerge en la lectura del libro, titulado “Animales nocturnos”, y lo que en él se cuenta le hace experimentar poderosas y muy vívidas sensaciones…

Basada en una novela de Austin Wright, “Animales nocturnos” cuenta no una sino dos historias, ambientadas ambas en varios lapsos temporales.  Por un lado, presenciamos el presente de engañoso bienestar de Susan, en el cual se suceden diversos flashbacks en los que vemos cómo era la vida de ella durante su primer matrimonio con Edward;  por otro, se visualiza la novela que Edward ha escrito, en la cual el protagonista no es sino un alter ego del propio Edward, Tony, a quien unos pandilleros han abandonado en pleno desierto de Mojave tras haber secuestrado a su mujer y a su hija adolescente…

Ya la secuencia inicial de créditos de “Animales nocturnos” me dejó con la boca abierta.  En un escenario bellamente iluminado y decorado (que luego sabremos que es la galería de arte en la que trabaja Susan), varias mujeres gordas bailan desnudas de manera provocadora, mientras suena una banda sonora maravillosa obra del polaco Abel Korzeniowski, que en nada tiene que envidiar a las que, en los años gloriosos del cine negro, compusieron Miklos Rozsa, Max Steiner o Alfred Newman.  Cuando aún no te has repuesto de un inicio tan impactante, te apabulla la gélida pero hermosa puesta en escena de Tom Ford, retratando un mundillo muy semejante al que él, en su faceta de diseñador de moda, tan bien conoce.  Y entonces sale del interior de una caja el libro escrito por el primer marido de Susan, y desde sus páginas cobra vida una inolvidable historia llena de crueldad, tristeza y dolor, que no tarda en acaparar el máximo interés dramático del film-

Como he dicho en más de una ocasión, de vez en cuando surgen películas en las que la factura estética, lo puramente visual, nos recuerda que el cine es, ante todo, arte, belleza y fotografía.  En este sentido, “Animales nocturnos” constituye todo un regalo en el que la composición de planos y el tratamiento de la luz demuestran lo bien que se ha adaptado Tom Ford a la mecánica del cine.  Por si éso fuera poco, el film se beneficia de una extraordinaria interpretación de Jake Gyllenhaal, que borda el papel del hombre sencillo desbordado por unos acontecimientos a los que no sabe plantar cara en una primera instancia.  Le acompañan un entrañable Michael Shannon y un odioso Aaron Taylor-Johnson, en un registro sorprendente y muy meritorio.

Si no fuese por el desigual tratamiento y desequilibrado peso específico de sus dos relatos entrelazados, quizás estaríamos ante un peliculón muy cerca de ser una obra maestra.  Con todo, para mí ha constituído uno de los mejores films que he degustado en estos meses, y su muy visceral compendio de belleza y brutalidad perdurará en mi memoria durante años.

Luis Campoy

Lo mejor:  Jake Gyllenhaal, la puesta en escena, la fotografía, la banda sonora
Lo peor:  la historia principal peca de fría y sosa, mientras que la trama secundaria es un prodigio dramático que se merecía  un film completo sólo para ella
El cruce:  “Carretera al infierno” + “Las horas”

Calificación.  8,5 (sobre 10)

lunes, 28 de noviembre de 2016

PÍLDORAS DE CINE: Noviembre 2016 (y III)

Poco antes de despedir este lluvioso mes de Noviembre, pienso que apetece una dosis de Séptimo Arte hábilmente liofilizada para comprimirla en nuestras inimitables PÍLDORAS DE CINE…

ALIADOS
La alargadísima sombra de “Casablanca”, el inmortal clásico de Michael Curtiz, sobrevuela este fallido film de Robert Zemeckis, autor de “Regreso al futuro” y “Forrest Gump”.  Un trasfondo bélico, la misma exótica ciudad marroquí, nazis ominosos, un smoking blanco, un amor condenado…  Brad Pitt (con el rostro oliendo a botox) y Marion Cotillard protagonizan una película en la que son no sólo las máximas estrellas sino también los únicos actores con nombre conocido.  ¡Star system hollywoodiense en estado puro!.  Los diálogos bobalicones se suceden sin pausa y lo inverosímil acaba resultando simpático, de tan ridículo.  Lo único salvable, el clasicismo de la dirección y la planificación de las dos únicas secuencias de acción.
Calificación:  6 (sobre 10)

ANIMALES FANTÁSTICOS Y DÓNDE ENCONTRARLOS
Harry Potter sin Harry Potter;  un guión original de JK Rowling ha dado lugar a un nuevo viaje al universo mágico, que esta vez, transcurre en la Nueva York de los años veinte del siglo pasado.  El oscarizado Eddie Redmayne da vida a Newt Scamander, el autor de uno de los libros de texto que décadas después estudiarían Harry, Ron y Hermione.  A pesar de que da la sensación de que todas sus bazas ya se hallaban condensadas en sus (estupendos) trailers, su apabullante acabado formal (ambientación, diseño de producción, vestuario, fotografía y música rozan la excelencia) a los fans y alumnos eméritos de Hogwarts les dejará un delicioso sabor de boca.  Atención a los novatos Dan Fogler y Alison Sudol, que se comen con patatas a una insípida Katherine Waterston y un hipersobreactuado Redmayne, que repite todos los tics de “La teoría del todo” y “La chica danesa”.
Calificación:  7,5 (sobre 10)

MAREA NEGRA
Mark Wahlberg, el ídolo proletario de América, repite en el género catastrofista después de “La tormenta perfecta” y “Transformers:  La era de la extinción”.  En esta ocasión encarna a un técnico de una plataforma petrolífera, la Deepwater Horizon, que el 20 de abril de 2010 explotó en mitad del Golfo de México, vertiendo al mar 780.000 toneladas de petróleo crudo y provocando la muerte de 11 trabajadores.  Indiscutiblemente bien realizada por el director de la estimable “El último superviviente”, a “Marea negra” puede reprochársele que tarda casi tres cuartos de hora en arrancar (el efecto “Titanic”:  escenas de acción apabullantes, escenas de relleno soporíferas), pero sus efectos especiales son una auténtica virguería.  También aparecen Kurt Russell, John Malkovich, Kate Hudson y la televisiva Gina Rodriguez.

Calificación:  6,5 (sobre 10)

lunes, 21 de noviembre de 2016

Cine actualidad/ "LA LLEGADA"

Comunicación y lenguaje

Hablar de extraterrestres en el cine casi nos obliga a mencionar al insigne Steven Spielberg, uno de los más afamados y reconocidos creadores de la Historia del Séptimo Arte.  Spielberg nos ha deparado al menos tres películas que narran la llegada de alienígenas a nuestro planeta, abordándola desde dos diferentes puntos de vista:  el de los visitantes buenos y pacíficos (“Encuentros en la tercera fase”, 1977 y “E.T. El Extraterrestre”, 1982) y el de los agresivos y violentos (“La Guerra de los Mundos”, 2005).  “La llegada”, el nuevo film del canadiense Denis Villeneuve, se alinea decididamente del lado de la primera corriente expuesta, ya que, digámoslo ya, sus viajeros de allende las estrellas no tienen como propósito inmediato el exterminio de la Humanidad.

Un buen día y sin previo aviso, doce gigantescas naves espaciales de origen extraterrestre se posicionan sobre doce localizaciones diferentes de nuestro planeta.  ¿Quiénes son?  ¿De dónde vienen?  Y, lo más importante, ¿qué quieren?  Para averiguarlo, el ejército norteamericano recluta a una prestigiosa lingüista, la doctora Louise Banks, para que averigüe la forma de dialogar con los recién llegados.  Pero ¿cómo comprender y hacerse comprender ante una especie que, en apariencia, nada tiene que ver con la nuestra…?

“La llegada” se basa en un relato breve del escritor chino-americano Ted Chiang, publicado en 1998 con el título “La historia de tu vida”.  Se trata de una historia en la que se entremezclan la ficción y la ciencia, la fantasía y el realismo, el intimismo y la tensión.  Partiendo de los mismos postulados, Denis Vileneuve y su guionista Eric Heisserer construyen un ensamblaje en el que los extraterrestres acaban siendo catalizadores de un proceso de regeneración que no sólo afectará a la doctora Banks.

En este nuevo mundo dominado por la tecnología y surcado por infinitas redes sociales, un film como “La llegada” está destinado a hacer correr ríos de tinta.  Su punto de partida y su desarrollo cautivará a millones de adeptos a la ficción científica…  al tiempo que decepcionará a quienes esperaban que esta enésima visita extraterrestre fuese como las narradas por H.G. Wells (o el propio Spielberg), o, lo que es lo mismo, como las que hemos visto en “Independence Day”, “Mars Attacks” o “Invasión a la Tierra”.  Obviamente, la narración de Chiang y Villeneuve es tan lícita y digna como cualquier otra, y en ningún tráiler ni merchandising se da a entender que la película vaya a ser un pirotécnico espectáculo de acción y efectos especiales.  Lo que pretende “La llegada” es visitar nuestros corazones, espolear nuestros cerebros, hacernos elucubrar sobre lo que se nos muestra y lo que se nos oculta.  Porque en “La llegada” no todo es lo que parece, y lo que importa no es tanto lo que sucede como lo que sucederá o podría suceder.

Vinculada a una corriente de películas fantásticas en las que lo que predomina es la exposición sosegada y científica (“La amenaza de Andrómeda”, “Naves misteriosas”, “Solaris”, “Contact”, “Interstellar”), “La llegada” se beneficia de una realización lúcida e inspirada en la que se suceden momentos destinados a albergarse en nuestro imaginario colectivo.  La llegada de Louise a la nave alienígena, el primer encuentro con los extraterrestres y la visualización de cómo éstos se comunican, todo ello al son de la misteriosa y metafórica partitura de Johann Johansson, pasarán a la Historia del género.  Por otra parte, el enigma de las visiones de la doctora Banks o el exceso de protagonismo de cierto personaje más relevante de lo que parece, sólo quedarán medianamente explicados al final, aunque incluso después de que éste haya llegado, son muchas las cuestiones que podemos continuar planteándonos... lo cual es la esencia de un buen cine-fórum, ¿no?.

No cuesta trabajo imaginar que “La llegada” recibirá no pocas nominaciones para los próximos premios Oscar, y que estará representada en categorías como la de Mejor Actriz Protagonista (Amy Adams), Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión Adaptado, Mejor Fotografía o Mejor Banda Sonora Original.  Con todo, el mayor premio ya lo ha recibido:  la acogida enfervorizada por parte del público que era su destinatario natural, el que gusta de contemplar, asimilar, meditar y, posteriormente, teorizar y compartir sus teorías.  No siempre se consigue que todos nosotros nos atrevamos a sacar a pasear al Carl Sagan o Isaac Asimov que llevamos dentro.

Luis Campoy

Lo mejor:  las secuencias a bordo de la nave alienígena;  la interpretación de Amy Adams
Lo peor:  el exceso de expectativas que sus admiradores más kamikazes han ido difundiendo
El cruce:  “Contact” + “Encuentros en la tercera fase” + “Interstellar”

Calificación:  8,5 (sobre 10)

lunes, 14 de noviembre de 2016

PÍLDORAS DE CINE: Noviembre 2016 (y II)

Por segunda vez en este mes de Noviembre, abordamos los últimos estrenos cine en este formato que tanto os gusta:  las sabrosas y reconfortantes ¡píldoras de cine!

QUE DIOS NOS PERDONE
Como decía el danés Nicolas Winding Refn, “Sólo Dios perdona”…  y es a El a quien hay que recurrir buscando sosiego espiritual.  Así lo ha visto el joven realizador Rodrigo Sorogoyen (35 años), quien ubica la acción de su tercer largometraje en un Madrid patas arriba a causa de la visita del Papa Benedicto XVI.  En tan aparentemente católico escenario, un psicópata hace de las suyas entre la población femenina de la tercera edad, y dos policías poco convencionales reciben el encargo de echarle el guante.  Ya el argumento reviste una cierta complejidad dramática, un punto escabroso, y Sorogoyen elige como protagonistas a dos detectives muy peculiares y contrapuestos en métodos y actitud.  Decir que Antonio de la Torre cuaja una buena interpretación no es noticia (siempre lo hace), pero los que más sorprenden son Roberto Alamo y Javier Pereira, el primero como un poli incapaz de controlar sus brotes violentos, y el segundo bordando su odioso papel de asesino.  Toda la película goza de un firme pulso narrativo, los diálogos están cuidados y la tensión aumenta in crescendo conforme va a acercándose el (aparente) final.  Que Dios nos perdone… si dejamos escapar esta estupenda película.
Calificación:  8,5 (sobre 10)

100 METROS
Alguien debería decirle a Dani Rovira que las películas no se hacen en churrerías.  El simpático showman y protagonista de “Ocho apellidos vascos” ha caído en una dinámica peligrosa en la que enlaza una película con otra, sin descansar y seguramente sin pensárselo muy bien.  Como espectador, me cansa ver al mismo actor en tres o cuatro títulos al año, y máxime cuando existen en España decenas de intérpretes tanto o más cualificados.  Por otra parte, a alguien se le ha ocurrido que el actor idóneo para darle la réplica dando vida a su suegro no es otro que Karra Elejalde, quien ya hiciera lo mismo en “Ocho apellidos vascos” y su desangelada secuela.  La combinación de Rovira y Elejalde no es que no funcione bien, pero, de cara a un asiduo al cine patrio, acaba por perder toda credibilidad.  Por si fuera poco, la historia (real) del atleta aquejado de esclerosis múltiple Ramón Arroyo está narrada de forma rutinaria, como si de un vulgar telefilm de sobremesa se tratara, un “Estrenos TV” lleno de buenas intenciones pero vacío de cualidades cinematográficas.  Lo siento pero, aun reconociendo que la fuerza de voluntad de Arroyo se merecía sin duda una película, el film que ha llegado a nuestras pantallas me pareció ñoño y, lo que es peor, aburrido.
Calificación:  5 (sobre 10)

JACK REACHER:  Nunca Vuelvas Atrás
Tom Cruise cumplió en julio 54 años.  Ciertamente, no los aparenta…  o, al menos, no todos ellos.  Su estupenda forma física, los rumores de que se comió la placenta y el cordón umbilical de su hija y su reciente operación de cirugía estética son claros ejemplos de que el bueno de Tom ha emprendido una carrera sin fin contra el Tiempo.  De hecho, en su última película, da vida a un personaje que “sólo” tiene 40 años, y se pasa el tiempo corriendo, saltando y, sobre todo, repartiendo estopa a tutiplén.  ¿Complejo de Peter Pan?  Todo pudiera ser….  El caso es que, si la primera aventura cinematográfica de Jack Reacher (basada en los libros del Lee Child), ya me pareció poco satisfactoria, en esta segunda parte el listón se ha bajado tanto que casi creí sentirme teletransportado a los lejanos tiempos de “Ejecutor” (1986).  Situaciones inverosímiles, villanos de traca, diálogos que dan risa, y un héroe que ya le puedes machacar hasta la muerte mil veces, que siempre se levanta.  Ni siquiera una estrella con el carisma de Cruise puede solventar un producto tan endeble, que sólo se sustenta en sus correctas secuencias de acción.  Una pena que Edward Zwick, realizador de “Tiempos de gloria”, “El último samurái” y “Diamante de sangre” haya caído tan bajo.

Calificación:  5,5 (sobre 10)

lunes, 7 de noviembre de 2016

Cine actualidad/ "SULLY"

Despegó de LaGuardia...  pero no bajó la guardia

Cuando viajo en avión, desde el mismo momento en que arribo al aeropuerto de salida, lo que más deseo es…  aterrizar en el aeropuerto de destino.  Es decir, lo intento pero no logro disfrutar el vuelo en sí, no consigo relajarme, por mucho que me dicen (y yo entiendo, y acepto) que el transporte aéreo es el medio de comunicación más seguro que existe.  Unos nacieron con estrella…  y otros tan sólo no queremos estrellarnos.

El día 15 de Enero de 2009, el vuelo 1549 de US Airways tuvo un final imprevisto.  El avión, un Airbus A320, acabó amerizando en el río Hudson pocos minutos después de haber despegado del aeropuerto de LaGuardia de Nueva York.  Su veterano capitán, Chesley Sullenberger, conocido familiarmente como “Sully”, logró lo que ha sido bautizado como “el aterrizaje de emergencia más exitoso de la historia de la Aeronáutica”, dado que consiguió salvar la vida de todas y cada una de las 155 personas que viajaban en el aparato.

El capitán Sullenberger se retiró de la aviación activa en 2010, un año después de su heroica acción, y pronto publicó un libro autobiográfico en el que narró en primera persona las circunstancias reales de lo que casi todo el mundo consideró una hazaña.  Basándose en dicho relato, el veteranísimo realizador Clint Eastwood (86 años) ha plasmado en la pantalla una odisea de profesionalidad y coraje en la que lo que predomina es una grandiosa interpretación ( de Tom Hanks), y los avatares de la catástrofe en sí quedan relegados a un segundo plano.  No lo habíamos dicho antes, pero si comenté que “casi todo el mundo” consideró a Sully un héroe fue porque no toda la Humanidad compartió esa misma opinión, y los ejecutivos de US Airways consideraron que tal vez el amerizaje fue una decisión desafortunada, ya que se podía haber regresado a LaGuardia.

Involucrado en un juicio profesional en el que la heroicidad es tachada de irresponsabilidad, Sully se convierte nuevamente en carne mediática, y éste es el momento en que transcurre la película que Eastwood acaba de estrenar entre nosotros.  A diferencia de “El vuelo” (Robert Zemeckis, 2014) en la que Denzel Washington protagonizaba un caso muy, muy similar a éste, el presente film es en todo momento comedido y sosegado, con una narrativa clásica y con claras ambiciones de postularse en la carrera hacia los Oscar.  Desde luego, la nominación de Toma Hanks me parece cantada, y es que el simpático sinvergüenza de “Despedida de soltero” se ha convertido en uno de los mejores y más respetados actores de la actualidad.  En cuanto a otros aspectos, reseñar que todas las escenas en las que el protagonista habla por teléfono con su esposa (interpretada por Laura Linney) para mí están totalmente de más, ya que rompen el ritmo y no aportan nada a excepción de los manidos y muy socorridos “Te quiero” y “Diles a los niños que les quiero”.  También el personaje del co-piloto al que interpreta el excelente Aaron Eckhart queda un poco desdibujado, relegado a comparsa del protagonista y carente de entidad propia.

Por lo demás y sobre todo, “Sully” es un drama muy correcto, fantásticamente bien rodado e interpretado, en el que (no hace falta adivinarlo) el final es positivo y feliz, como no podía ser de otra manera tratándose de una historia real en la que el valor y el coraje tuvieron una recompensa en forma de vidas humanas preservadas.

Luis Campoy

Lo mejor:  Tom Hanks, Tom Hanks y Tom Hanks
Lo peor:  tontorronas conversaciones entre Sully y su mujer
El cruce:  “Aeropuerto” + “El vuelo” + “Héroe por accidente”

Calificación:  8 (sobre 10)

jueves, 3 de noviembre de 2016

MINI-PÍLDORAS DE CINE (Noviembre 2016)

Llega Noviembre y ya han quedado atrás la polémica Hispanidad, el polémico Halloween importado de los USA e incluso la polémica “cobra” de Bisbal a Chenoa.  Es un buen momento para hablar de cine, o mejor, para tomar nuestra habitual ración de cine en píldoras…

LA NOVIA
Suelo decir que, para disfrutar una película, es conveniente saber qué es lo que vas a ver;  así, nos ahorraríamos perder el tiempo con productos que no nos interesan o que simplemente no se adecúan a nuestros gustos o necesidades.  En concreto, si uno es admirador declarado de la obra de Federico García Lorca y espera una adaptación canónica y fiel de su gran “Bodas de sangre”…  mejor que ni se acerque a ver “La novia”.  Porque lo que hace la película de Paula Ortiz es aprovechar el hilo argumental de la pieza lorquiana para crear un espectáculo de pirotecnia audiovisual en la que lo importante no es el fondo sino la forma.  ¡Y qué forma!  Vuelvo a insistir en que el séptimo arte es un compendio de los otros seis, pero lo que realmente le caracteriza es la imagen.  Para muchos creadores, la película ideal sería aquélla en la que las imágenes lo contasen todo, sin tener que recurrir a los peajes de las palabras y los diálogos.  El film que nos ocupa no es ni mucho menos ideal, pero sí cumplió (y rebasó) todas mis expectativas.  La fotografía, la composición de planos, el montaje y el sonido me parecieron excepcionales, así como la música del japonés Shigeru Umebayashi.  Inma Cuesta está apasionada y apasionante, Asier Etxeandía correctito pero desaprovechado, y los secundarios Luisa Gavasa y Carlos Alvarez-Novoa (fallecido poco después de finalizar el rodaje) dan lo mejor de sí;  al melenas Alex García le recetamos lo mismo que a Mario Casas: un curso intensivo de dicción y fonética.  El Teatro Guerra de Lorca acogió la exhibición de esta película rescatada por el simpar Cine Club Paradiso.
Calificación:  7 (sobre 10)

DOCTOR STRANGE
Nunca me gustó el Doctor Extraño.  O sea, el diseño del personaje me encanta, con esa barbita entrecanosa y esa preciosa capa roja, pero sus aventuras caleidoscópicas a través de universos lisérgicos y multicolores me parecían de lo más aburridas.  Sin embargo, hay que reconocer que Disney/Marvel suele saber a la perfección cómo trasladar a la pantalla sus productos.  “Doctor Strange”, la película, respeta las claves de la historieta pero le confiere un acabado visual que combina la fantasía de “Más allá de los sueños” con la imaginería arquitectónica de “Origen”.  Supongo que, para no abusar del componente estrictamente mágico, es por lo que se han metido con calzador tantas escenas de combate cuerpo a cuerpo;  jamás pensé que unos hechiceros tuvieran que estar tan en forma como para pasarse media película corriendo de acá para allá.  En la parte interpretativa, hay que reconocer que, con Benedict Cumberbatch al frente del reparto, la mitad del camino ya está andado.  El londinense es sin duda uno de los mejores actores de la actualidad, y está en un permanente estado de gracia en el que es capaz de mimetizarse en cada nuevo personaje.  Chapeau!  Chiwetel Ejiofor y Tildas Swinton le acompañan, y Mads “Hannibal” Mikkelsen se esfuerza por hacer creíble a un villano demasiado esquemático.  A destacar los efectos visuales, un paso más allá en todas las direcciones, demostrando que todavía es posible la magia en la pantalla (nunca mejor dicho).
Calificación:  7,5 (sobre 10)

EL CONTABLE
Desgraciadamente, los trailers suelen contar demasiado de una película:  revelan sus mejores momentos, destripan sus diálogos más afortunados y, lo que es peor, muestran sin tapujos cuál va a ser su tono, su idiosincrasia.  En el caso de “El contable”, me llevé una grata sorpresa al comprobar que, además de desarrollarse según los parámetros argumentales recogidos en los avances, se detenía con la suficiente parsimonia en un aspecto que para mí es muy interesante:  la descripción del autismo.  El protagonista, encarnado por Ben Affleck, padece un autismo muy acusado, para cuya superación se ha entregado a las artes intimidatorias de la defensa personal.  Al mismo tiempo, la particularidad de sus pautas cerebrales le lleva a poseer un dominio rocambolesco sobre las matemáticas.  Tan compleja personalidad de lugar a una película bastante entretenida que, como digo, retrata el autismo…  y la manera en la que NO hay que afrontarlo.  Un hierático Ben Affleck, aún con más cara de palo que de costumbre, encarna al protagonista, apoyado por dos secundarios de auténtico lujo:  el siempre magistral J.K. Simmons y una sensible Anna Kendrick, quien sin embargo resulta poco creíble como interés sentimental del contable asesino.
Calificación:  7 (sobre 10)


lunes, 24 de octubre de 2016

Cine actualidad/ “LA CHICA DEL TREN”

Suspense ferroviario

Publicada en 2015, la novela “La chica del tren”, de la escritora inglesa Paula Hawkins, llegó a vender, en el Reino Unido, un ejemplar cada 16 segundos.  Su éxito fue, simplemente, arrollador, impulsado por el fervor del boca a boca de los lectores (que la ensalzaron a través de Twitter y Facebook) y desafiando la opinión de los críticos más sesudos, que llegaron a tacharla de “basura”.  El caso es que, ante uno de estos best-sellers tan incuestionables, las productoras de cine hacen cola con vistas a hacerse con sus derechos para la pantalla, y, apenas un año después de su lanzamiento en papel, ya tenemos en nuestras salas la correspondiente película.

Rachel es una mujer con graves problemas de alcoholismo, a la que su marido ha abandonado para formar otra familia.  Sola y decepcionada, Rachel toma cada día el mismo tren a la misma hora, y, mientras está detenida, mira desde la ventana de su vagón e imagina cómo será la vida de una pareja a la que supone idílica y feliz.  Pero, como es natural, las apariencias engañan considerablemente…

No he leído la novela de Paul Hawkins, aunque he investigado un poco y las reseñas hablan de un par de diferencias significativas entre libro y película.  Para empezar, la heroína literaria es una mujer gris y poco atractiva, mientras que en el film la protagonista es nada menos que Emily Blunt, una de las actrices más guapas de los últimos años.  Por otro lado, me cuentan que la estructura narrativa del relato peca de un exceso de linealidad, mientras que en la versión al cine abundan los flashbacks más imprevistos y alevosos.  Precisamente ésto fue lo que me descolocó desde el principio, sumiéndome en un vórtice de ignorancia y extrañeza del que me costó casi una hora recuperarme.

La película comienza narrando la deprimente vida de Rachel, y de repente empiezan a aparecer personajes que uno no sabe muy bien quiénes son y qué pintan en todo ese tinglado.  Además, por alguna extraña razón, el director de casting ha considerado divertido o necesario introducir a dos actrices de aspecto físico y complexión  idénticos, de modo que el pobre espectador no tiene más remedio que preguntarse:  “Pero ¿qué y quienes son esas señoritas?  ¿Hermanas?  ¿Primas?  ¿Amigas y residentes en Nueva York?”.  La sensación de no saber de qué iba todo aquel asunto, de que me estaban tomando el pelo con una trama rocambolesca en la que la acción iba constantemente hacia delante y hacia atrás me desesperó y me llegué a plantear seriamente abandonar la sala.  Por fortuna, tuve un poco de paciencia y, repentinamente (gracias a que hice trampas y consulté la trama del libro en la Wikipedia), comencé a comprender y entender, lo que me hizo finalmente apreciar e incluso disfrutar.

Me parece muy, pero que muy arriesgada la apuesta del director Tate Donovan (“Criadas y señoras”) al narrar la película de un modo que sólo complacerá a los conocedores del libro y que confundirá al resto de los mortales.  Con todo, parece que los resultados en taquilla no han sido del todo malos, y ello se debe no tanto a la convencional trama de misterio como al buen hacer de un reparto en el que brilla con luz propia una oscarizable Emily Blunt, quien realiza la mejor interpretación de su carrera.  La acompañan Rebecca Ferguson, Haley Bennett, Luke Evans, Justin Theroux y Edgar Ramirez, todos ellos correctos y entregados a un thriller alcohólico que, si se le presta un poco de paciencia, regala un desenlace inesperado.

Luis Campoy

Lo mejor:  Emily Blunt, directa al Oscar
Lo peor:  el galimatías narrativo de los primeros cuarenta minutos;  el ¿intencionado? juego de equívocos entre Rebecca Ferguson y Haley Bennett
El cruce:  “La ventana indiscreta” + “Extraños en un tren” + “Perdida”

Calificación.  6 (sobre 10)

jueves, 20 de octubre de 2016

Cine/ “CEGADOS POR EL SOL”


Belleza mediterránea

De vez en cuando me apetece ver “otro” tipo de cine.  No espectáculos de acción, no thrillers, no fantasía, no dramas románticos, no, comedia, no terror.  Simplemente películas en las que lo que importa no es tanto el fondo como la forma, en las que lo atractivo y lo relevante es el modo, el “cómo” por encima del “qué”.

“Cegados por el sol” (“A Bigger Splash”, 2015) me enamoró desde que hace meses ví su tráiler.  Dirigida por Luca Guadagnino, italiano de 45 años, la película cuanta una historia en apariencia simple:  el reencuentro, durante unas vacaciones de verano, de una estrella del rock y su antiguo representante, acompañados del actual novio de ella y de la joven hija de él.  Mas, como he dicho anteriormente, lo que cuenta no es el tema , sino la manera en la que Guadagnino enfoca su puesta en escena.

Rodada en exteriores de Pantelleria (una bellísima isla italiana ubicada entre Sicilia y Túnez), la película consigue que el paisaje se erija en uno más de los protagonistas.  Su luz, su color y toda su atmósfera arropan envuelven y, en cierto modo, condicionan las acciones de los cuatro protagonistas.  Luca Guadagnino comprende ésto perfectamente y, lejos de imprimir al relato una narrativa al uso, echa mano de un sinfín de imaginativos recursos de puesta en escena.  La fotografía, la planificación y el montaje se alían para dar lugar a un despliegue de virtuosismo ya casi inhabitual.  Pero a las reseñadas (y exuberantes) maravillas estéticas se une el gran trabajo de su elenco actoral.  Además de un contenido Mathias Schoenaerts (el nazi de “Suite francesa”) y una sugerente Dakota Johnson (“Cincuenta sombras de Grey”) que hace de irresistible y lujuriosa Lolita, nos encontramos a una compleja y frágil Tilda Swinton (“Las Crónicas de Narnia”) cuya limitación física (es una cantante operada de las cuerdas vocales y, por tanto, prácticamente muda) la hace especialmente débil y, sobre todo, a un magnífico, adorable y arrollador Ralph Fiennes (“La Lista de Schindler”), capaz de componer prodigiosamente un personaje absolutamente fuera de su registro;  una interpretación de Oscar.  Chapeau!.

Irreverente, audaz, provocadora, amoral, sensual y sexual son algunos de los adjetivos que se le pueden aplicar a “Cegados por el sol”, una película que en su día no proyectó el cine de mi ciudad y que traté de que fuera programada por mi querido Cine Club Paradiso.  No pudo ser y, finalmente, me resigné a verla en mi pequeña gran pantalla doméstica, donde la disfruté…  mucho menos de lo que la hubiera gozado en el lienzo mágico de una sala de cine.

Luis Campoy

Lo mejor:  la puesta en escena, sublime;  la interpretación de un genial Ralph Fiennes
Lo peor:  la caracterización (caricaturización) de los personajes italianos

Calificación:  8 (sobre 10)

lunes, 10 de octubre de 2016

Cine actualidad/ “UN MONSTRUO VIENE A VERME”



Una lágrima cayó en el cine

Nuestro Juan Antonio Bayona (Barcelona, 1975), realizador de “El Orfanato” (2007) y “Lo imposible” (2012) ha sido el elegido por Steven Spielberg para dirigir la quinta entrega de “Parque Jurásico”;  como leeremos más abajo, esta decisión no ha sido casual ni aleatoria…

La historia de “Un monstruo viene a verme” se centra en el joven Conor, de 12 años, solitario hijo único de padres separados.  La vida del muchacho, ya de por sí complicada y triste a causa del acoso escolar al que le someten los abusones del colegio, se vuelve aún más dramática cuando su madre, con la que vive, cae enferma de cáncer.  Incapaz de afrontar la amargura y el dolor, Conor inventa la presencia de un enorme amigo imaginario que cada noche acudirá a su encuentro y, a través de historias simbólicas, le ayudará a mirar en su propio interior…

Le génesis de “Un monstruo viene a verme” se inicia en un boceto de novela que la escritora Siobhan Dowd redactó mientras ella misma sufría un cáncer terminal.  Por desgracia, falleció antes de poder terminarlo, y la editorial le pidió al novelista Patrick Ness que aprovechara el material de Dowd para completar la obra.  El libro subsiguiente vio la luz en 2011 y muy pronto se convirtió en un éxito de ventas y, lo que es más importante, en objeto de culto para adolescentes…  y no tan adolescentes.

Considerado un experto en dramas materno filiales que tienen a la muerte como telón de fondo (véanse sus anteriores “El Orfanato” y “Lo imposible”), Juan Antonio Bayona fue contratado para ocuparse de la dirección de la adaptación de “Un monstruo viene a verme”, que ha abordado con un reparto internacional y rodando en inglés, aunque, eso sí, contando en los principales cargos técnicos con artesanos españoles.  El resultado es una película de ésas que te entran por los ojos y los oídos y que, más que al cerebro, acaban apelando a los sentimientos que se agitan en nuestro corazón.

Con una realización impecable, una ambientación prodigiosa y ejerciendo una fabulosa dirección de actores, Bayona sabe muy lo que quiere y cómo conseguirlo.  Las interpretaciones del niño Lewis MacDougall, la madre Felicity Jones y la abuela Sigourney Weaver son de por sí conmovedoras, pero a Bayona no le basta con ello y utiliza la hermosa música de Fernando Velázquez y la fotografía de Oscar Faura para acorralar al espectador y llevarle a un callejón sin salida donde lo único que puede hacer es…  emocionarse.  De hecho, el género al que se adscribe descaradamente “Un monstruo viene a verme” es el de las películas-kleenex, aquéllas concebidas para que la platea derrame sin pudor todas aquellas lágrimas que llevaba años reprimiendo.  ¡Sollozar en público libera!

Al principio decía que no era casual que Spielberg hubiera contratado a Bayona para dirigir “Jurassic World 2”, y es que la influencia de la obra maestra de don Steven, “E.T., El extraterrestre” me parece tan evidente como reconfortante.  Porque, sobre todo en los momentos finales, son muchos los encuadres, los movimientos de cámara, las composiciones de plano y la utilización de las notas musicales que nos hacen que al ver a Conor pensemos en Eliot y al mirar al árbol parlante (con voz, en la versión original, del gran Liam Neeson) nos retrotraigamos hacia el bondadoso alienígena.  Cuando Conor pregunta su amigo arbóreo dónde estará y éste le responde “Estaré aquí mismo”, el homenaje se patentiza definitivamente.

Creo que algunas personas podrían sentirse molestas con Juan Antonio Bayona por conseguir llevarles hasta un estadio lacrimógeno en el que uno se avergüenza un poco de caer, pero el director catalán lo hace tan bien que casi se le agradece habernos desnudado de nuestro caparazón y permitirnos exteriorizar la sensibilidad que casi siempre reprimimos.

Antes de acabar, quisiera manifestar un detalle que me sorprendió y me dejó en estado de shock.  Lo que la película (y el libro de Patrick Ness) propone como desahogo del dolor más insoportable es un par de arrebatos de violencia física que me causaron una cierta preocupación.  Yo entiendo que los seres humanos somos dramáticamente imperfectos y más a una edad tan temprana como la de Conor, pero, como padre, no puedo aprobar que en una película familiar se justifique la violencia como elemento liberador.  Por favor, tengamos cuidado con esos temas.

Luis Campoy

Lo mejor:  la fotografía, la música, el pequeño protagonista, el dominio de Bayona sobre la técnica y sobre nuestras emociones
Lo peor:  el papel del padre ausente;  los momentos en que el protagonista recurre a la violencia para desahogarse
El cruce:  “Un puente hacia Terabithia” + “Quédate a mi lado” + “E.T., El Extraterrestre”

Calificación:  8 (sobre 10)

miércoles, 5 de octubre de 2016

Mini-Píldoras de Cine (Octubre 2016)

Tras una semana escribiendo largos artículos sobre algunas de las películas que tenemos en cartelera, en esta ocasión me apetece redactar nuestras recurrentes y enternecedoras…  píldoras cinematográficas.

VIENTOS DE LA HABANA
No tenía previsto ver esta película, pero la insistencia de un amigo cinéfilo propició una tarde francamente interesante.  Basada en la saga novelística del escritor cubano Leonardo Padura, “Vientos de La Habana” es una aventura del inclasificable policía Mario Conde, al que da vida un recuperado Jorge Perugorria.  Además de la investigación de la violación y asesinato de una profesora demasiado liberal, el film constituye un retrato cálido y vivo de La Habana, cuyas gentes, colores y vientos nos presenta de modo muy realista el realizador navarro Féliz Viscarret.  Más interesante a nivel étnico que policíaco, posée un variopinto reparto en el que destacan Juana Acosta, Mariam Hernández o Vladimir Cruz, inolvidable partenaire de Perugorría en “Fresa y chocolate”.
Calificación:  8 (sobre 10)




EL HOGAR DE MISS PEREGRINE PARA NIÑOS PECULIARES
Es hora de decirlo:  del genial Tim Burton de “Eduardo Manostijeras” o “Ed Wood” ya sólo quedan efímeros coletazos.  Los últimos títulos del realizador californiano no han contenido ni de lejos la magia de sus primeras películas, con puntos decididamente negros (en lo cualitativo) como “El planeta de los simios” o “Alicia en el País de las Maravillas” y demasiados lunares del tipo “Sweeney Todd” o “Sombras tenebrosas”.  A mí me encantó su anterior “Big Eyes”, pero hay que reconocer que parecía filmada por otro realizador, y en cuanto a su nueva propuesta, “El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares”, las buenas sensaciones que deja durante su visionado se evaporan a los pocos minutos de haber acabado la proyección.  Publicada en 2011, la novela de Ransom Riggs utilizaba la palabra y la imagen fotográfica para contar una historia inequívocamente basada en los comics Marvel de “La Patrulla X” (“X-Men” para los no iniciados).  La adaptación de Tim Burton es demasiado luminosa, demasiado ligera, demasiado infantil, y sólo funciona mientras los peculiares protagonistas aparecen en pantalla;  cuando la trama de los villanos “huecos” cobra entidad, el film se resiente y oscila hacia lo bufonesco, pero sin lograr el equilibrio que en este apartado imprimía el Burton de los mejores días.  Asa Butterfield y Eva Green (sustituyendo a la ex-esposa de Burton, Helena Bonham-Carter) lideran el elenco.
Calificación:  6,5 (sobre 10)

CUERPO DE ÉLITE
La sombra de de “Ocho apellidos vascos” es alargada.  El film de Emilio Martínez-Lázaro no sólo ha provocado una secuela directa, “Ocho apellidos catalanes”, sino que gracias a su impulso se ha originado una especie de subgénero en el que el mismo tipo de humor y los mismos chistes idiosincráticos campan a sus anchas sin cortapisas.  “Cuerpo de élite” es uno de sus clones más afortunados, si no el que más;  el planteamiento basado en los tópicos geográficos, los gags directos y carentes de sutileza…  Un agente de movilidad madrileño, una guardia civil andaluza, un mosso d’Esquadra catalán, un ertzaintza vasco y un legionario ecuatoriano obligados a trabajar juntos pueden generar muchas carcajadas, y, en definitiva, a falta de un humor más inteligente o elaborado, buenas son incluso las risas más viscerales.
Calificación:  6 (sobre 10)


jueves, 29 de septiembre de 2016

Cine actualidad/ “CAPTAIN FANTASTIC”

Cine para pensar

Fue en Discos Sellés de Alicante donde compré el cassette de “Captain Fantastic (And The Brown Dirt Cowboy)” de Elton John en algún momento de 1976 (meses antes de que, en aquel mismo y añorado lugar, un par de dependientas muy poco cinéfilas se carcajeasen cuando les pregunté por la banda sonora de “King Kong” de John Barry…  pero ésa es otra historia), que exhibí entre mis amistades como si de una especie de trofeo se tratara.  El sábado pasado, tras cuatro décadas de aquéllo, me senté en una cómoda butaca para asistir a la proyección de otra “Captain Fantastic”, esta vez una película que venía precedida de cierto éxito de crítica al haber sido presentada en diversos festivales indies…

Escrita por su también director Matt Ross, “Captain Fantastic” recupera la misma premisa en la que se basaba la popular “El Señor de las Moscas” de William Golding:  ¿qué sucede cuando un grupo de niños y jóvenes crecen aislados del mundo, en un entorno agreste o selvático, sin relacionarse con nadie más y obligados a autoeducarse y autoabastecerse para sobrevivir?  En este caso, se trata de la voluntad de un padre, Ben Cash, que, junto a su esposa ahora enferma, decidió criar a sus seis hijos en mitad de los bosques de Nuevo México, siendo él el mentor, tutor, profesor e instructor de los muchachos, el único autorizado para educarles y permitirles conocer la realidad (subjetiva) del mundo.

Ante una película como ésta, el análisis puramente cinematográfico puede esperar.  Lo que más me interesó fue el postulado ideológico, el punto de partida social (o antisocial).  ¿Es bueno que una sola persona (por muy superinteligente y superdotada que sea) se erija en líder espiritual y moral de su familia, jamás discutido ni contestado por nadie?  ¿Es bueno o malo que los chicos y chicas de entre 6 y 18 años acepten la convicción de que, si quieren comer, han de proveerse por sus propios medios, incluyendo la obligación de cazar y matar ciervos, ovejas, vacas, cerdos o lo que se tercie?  ¿Es posible que esas seis personas asociales se integren en un futuro en la Sociedad, a sabiendas de lo prejuiciosa, injusta y castradora que ésta pueda llegar a ser?  ¿Qué precio tiene la libertad de conciencia y de pensamiento?  Estos interrogantes podrían constituir la base sobre la que se asentase un excelente coloquio o cine-forum, y sólo por eso estoy recomendando a mis amistades que acudan a ver esta película.

Ciñéndonos a lo cinematográfico, diremos que la película en sí es inequívocamente deudora de títulos como “La costa de los mosquitos” (Peter Weir, 1986) o la versión de 1990 de la citada “El Señor de las Moscas”, que dirigió un tal Harry Hook.  El protagonista casi absoluto es un actor tan marcado ideológicamente como Viggo Mortensen, por lo cual su interpretación es especialmente convincente (a título anecdótico, reseñar su más bien innecesario desnudo frontal, que recuerda al que ya nos sorprendió en “Promesas del Este”).  Todos los demás actores secundarios (con Frank Langella y Steve Zahn como nombres más conocidos) resultan tanto o más creíbles cuanto más anónimos nos resultan, de modo que la identificación del espectador con ellos es absoluta.

Sustituir la celebración de la Navidad por la del cumpleaños de Noam Chomsky (filósofo de ideología anarquista y anticapitalista) o incinerar a un ser querido y luego arrojar sus cenizas por el retrete son algunas de las excentricidades que caracterizan a ese padre hiperinteligente pero aislacionista al que da vida Viggo Mortensen.  ¿Quiénes tienen la razón, los que eligen la Naturaleza como único entorno vital o los que se conforman con vivir la hipocresía y artificiosidad que impera en la civilización?

Luis Campoy

Lo mejor:  Viggo Mortensen;  la necesidad de dialogar sobre sus postulados ideológicos
Lo peor:  el final, notablemente inadecuado
El cruce:  “La costa de los mosquitos” + “El Señor de las Moscas” + “Pequeña Miss Sunshine”

Calificación:  8 (sobre 10)

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Cine actualidad / “LOS SIETE MAGNÍFICOS”

El remake del remake

Cuando yo era niño, los anuncios de tabaco se pasaban una y otra vez por las (dos) televisiones nacionales, la Primera y la Segunda cadenas.  El más famoso de ellos, sin duda, era el de Marlboro, que tenía de banda sonora un maravilloso tema instrumental que sólo años después supe que pertenecía a una no menos maravillosa película del oeste:  “Los Siete Magníficos”.  Por cierto, el actor Wayne McLaren, el más popular de aquellos Marlboro Men que montaban a caballo y fumaban sin parar, murió años después de cáncer de pulmón, maldiciendo a la empresa que le había otorgado su efímera fama…

El caso es que, como decía, “Los Siete Magníficos” (John Sturges, 1960) se había convertido en un título mítico, en parte debido a aquella melodía compuesta por Elmer Bernstein y en parte gracias a un reparto espectacular e irrepetible en el que estuvieron Yul Brynner, Steve McQueen, James Coburn, Charles Bronson, Robert Vaughn, Horst Bucholtz, Brad Dexter y Eli Wallach, éste último dando vida al villano que asola un pequeño pueblo mexicano, cuyos habitantes contratan a un grupo de pistoleros para que los defiendan.  La película ya era un remake de un film japonés de Akira Kurosawa (“Los Siete Samurais”, 1954), pero su popularidad dio la vuelta al mundo y generó varias secuelas cada vez más decepcionantes.

La idea de realizar un remake del remake llevaba años dando vueltas por los despachos y mentideros de Hollywood, y actores como Tom Cruise, Harrison Ford, Morgan Freeman, Sylvester Stallone, Arnold Schwarzeneger, Mel Gibson o Bruce Willis sonaron en algún momento para subirse al caballo.  Finalmente, en cuanto se supo que el director Antoine Fuqua (“Training Day”, “Objetivo:  La Casa Blanca”), muchos nos imaginamos que el protagonista no sería otro que su actor fetiche, el excelente Denzel Washington, cosa que finalmente sucedió.

Como decía hace unas semanas al respecto del (deplorable) remake de “Ben-Hur”, la existencia de una nueva versión de un título clásico tiene que venir motivada o bien por la intención de realizar una re-lectura del original desde una nueva perspectiva, o simplemente por la certeza de que se puede mejorar sustancialmente algún aspecto.  En el caso del bodrio orquestado por Timur Bekmambetov, la verdad es que absolutamente nada merecía la pena, pero, por el contrario, debo decir que en algunas cosas, el film de Fuqua mejora determinados apartados del entrañable título de Sturges.

Partiendo de la base de una propuesta argumental que resucita los viejos clichés por todos conocidos (siete aventureros son contratados por unos pacíficos campesinos a quienes tiene sojuzgados un terrateniente sin escrúpulos), el guión que Fuqua ha tomado como base denota claramente que se trata de un proyecto que lleva años pasando de mano en mano y que ha recibido mil y una reescrituras:  situaciones que huelen a tópico por los cuatro costados, personajes a medio pulir y, sobre todo, diálogos infumables (qué triste el modo en que se está perdiendo la creación de buenos diálogos, directos y sutiles sin parecer pomposos o engolados).  Tampoco el reparto es para lanzar cohetes.  Denzel Washington compone uno de los peores papeles de su carrera, Ethan Hawke no tiene relevancia y los “magníficos” Vincent D’Onofrio, Byung Hun-Lee, Manuel García-Rulfo y Martin Sensmeier destilan el mismo carisma que cualquier figurante sin frase.  Sólo el solicitadísimo Chris Pratt resulta adorablemente encantador, erigiéndose en el mejor de entre todos y teniendo a su cargo los momentos de mayor lucimiento.  También el villano al que da vida Peter Sarsgaard tiene su aquél, aunque no resistiría la comparación con el Calvera al que inmortalizó Eli Wallach.

Al principio decía que un remake sólo tiene sentido cuando puede superarse algún apartado de la obra original, y en este caso, los productores han decidido apostar por una revolución tecnológica que, ciertamente, funciona a las mil maravillas.  Uno de los pocos defectos de la película original de John Sturges era la puerilidad con la que estaban resueltos algunos tiroteos, en los cuáles el bueno simplemente apuntaba al malo y aquél se tiraba torpemente, al tiempo que sonaba un disparo que olía también a falso.  Sin embargo, la experiencia de Antoine Fuqua en films de acción se nota en todas las secuencias en las que hay peleas o se desenfundan las armas, logrando una puesta en escena espectacular.  Aquí, los tiroteos resultan fascinantes y atronadores, merced a unos efectos especiales de primera que, para mí, constituyen lo mejor de la función.  Sólo por estas escenas, merece la pena acercarse al cine, con el listón bajo, eso sí, que nos hallamos ante un producto que sólo proporciona diversión y para nada pasará a la historia.

He dejado para el final la banda sonora, último trabajo para el cine del llorado James Horner (muerto el año pasado en un accidente de aviación), que compuso a partir de la lectura del guión y ha sido finalizada por su colaborador Simon Franglen.  Con todo, la partitura no aporta nada nuevo al género (al contrario, parece un desganado plagio de los compases del score original de Elmer Bernstein) y será preferible recordar a Horner por “Titanic”, “Braveheart” o “Leyendas de pasión.

Luis Campoy

Lo mejor:  Chris Pratt, las excelentes secuencias de acción
Lo peor:  el predecible guión, los bobalicones diálogos, la deprimente ausencia de carisma de los supuestos “magníficos”
El cruce:  “Los Siete Magníficos” + “Grupo salvaje” + “Arma joven”

Calificación:  6 (sobre 10)