Cine actualidad/ “ROGUE ONE: Una historia de Star Wars”
Episodio
III y medio
La descomunal inversión realizada
por Disney para la adquisición de Lucasfilm tenía que tener consecuencias a
corto plazo. A falta de continuar con
las aventuras de Indiana Jones, los directivos del estudio del Ratón Mickey le
han hincado pero bien el colmillo a la space opera que transcurre en cierta
galaxia muy, muy lejana y, en este sentido, no hay año que no tengamos una
historia relacionada en mayor o menor medida con Luke Skywalker y sus
amigos. Entre medias de los Episodios
VII (estrenado en 2015) y VIII (que se estrenará en 2017), nos llega ahora esta
aventura titulada “Rogue One”, que pretende servir de puente entre los Episodios
III (último de la “trilogía de precuelas”) y IV (primero de la “trilogía
clásica”) y al mismo tiempo narrar una historia ya conocida pero nunca desarrollada
en su totalidad.
Todos sabemos que el malvado
Imperio Galáctico, dirigido con mano de hierro por el siniestro Emperador
Palpatine y su fiel sicario Darth Vader, construyó una gigantesca estación
espacial de destrucción masiva denominada “Estrella de la Muerte”, cuyos planos
la Princesa Leia Organa introdujo en el interior del robot R2D2, los cuales, gracias
a Obi Wan Kenobi, Luke Skywalker y Han Solo, llegaron finalmente a manos de la
Alianza Rebelde. Pero ¿cómo se
obtuvieron esos planos? ¿Quiénes
realizaron la hazaña de conseguirlos y cuál fue el precio que tuvieron que
pagar…?
Tras el éxito de público
(espectacular) y crítica (algo más ambiguo) del Episodio VII, “El despertar de
la Fuerza”, que narraba lo sucedido tras el Episodio VI (“El retorno del Jedi”),
Disney nos presenta este año el primero de los spin-offs o “derivados” del
tronco principal, que se irán alternando, como ha quedado dicho, con los “Episodios”
oficiales. Como decía anteriormente,
cualquiera que haya visto alguna vez el Episodio IV (“Una nueva esperanza”, más
conocido en España como “La guerra de las galaxias”), recordará que en una
escena se habla del “elevado precio” que unos espías rebeldes tuvieron que
pagar para hacerse con los planos de la Estrella de la Muerte. “Rogue One” es el nombre de ese comando cuya
peligrosa misión era hallar el único punto débil del arma definitiva del
Imperio y transmitirlo a la Alianza aun a riesgo de poner en peligro sus vidas. Dando por hecho que ésta y no otra era la
historia que había que narrar ahora, los chicos de Disney pusieron el proyecto
en manos de Gareth Edwards, recién salido de la última versión de “Godzilla”,
la cual, recordémoslo, gozaba de una puesta en escena espectacular pero
adolecía de unas carencias argumentales bastante insalvables. Más o menos lo mismo se repite ahora en “Rogue
One”, razón por la cual, con el rodaje ya concluido, fue necesario volver a
filmar multitud de escenas, según parece porque el estudio no quedó nada
complacido con el material entregado por Edwards.
Una vez vista la película
(nuevamente en un preestreno, al igual que el año pasado), tengo que decir que
la puesta en escena me pareció deslumbrante y absolutamente fastuosa. Los efectos visuales, la visualización de
nuevos mundos, los planos de naves espaciales surcando los cielos, las
secuencias de combate que recuerdan al viejo cine bélico y, especialmente, el
primoroso cuidado con el que se recrean los vestuarios y peinados “demodé” que
aparecían en el Episodio IV son, sin duda, para quitarse el sombrero. Esas son las buenas noticias. Por lo que respecta a las malas, vuelven a
tener su origen en la parte puramente literaria del producto. Al menos para quien esto suscribe, la
historia que se nos cuenta (cuyo desenlace es de sobras conocido) carece de garra,
no siendo hasta la última media hora cuando el film alcanza por fin su cénit, y
no precisamente a causa de las habilidades de sus guionistas. Todos los nuevos personajes me parecieron
insulsos y prescindibles (incluyendo esa especie de monje oriental que
supuestamente era de lo más atractivo…
sobre el papel), siendo en esto la película claramente inferior a su
predecesora, aquel denostado (al menos, por mí) Episodio VII de J.J. Abrams,
que, al menos, sí aportaba caracteres trascendentes (Rey, Finn, Maz Kanata y
sobre todo Kylo Ren). Además, los
actores elegidos o bien me pasaron desapercibidos (Mads Mikelsen, Forest
Whitaker) o bien me provocaron antipatía (caso de la protagonista Felicity
Jones), cuando no me defraudaron directamente (un Diego Luna totalmente carente
del más mínimo carisma). A decir verdad,
de los recién llegados sólo me llamaron la atención el robot K2SO y el perverso
Director Krennick a cargo de Ben Mendelsohn.
En cuanto a la recuperación de viejos conocidos, Darth Vader tarda en
resultar creíble pero luego recupera su legendaria majestuosidad, mientras que los dos cameos
recreados digitalmente no me parecieron sino criaturas de un videojuego
ascendidos por un día a estrellas de cine.
“Rogue One” cumple moderadamente su
papel de “eslabón perdido” y cuenta con algunas escenas memorables, pero, al
menos para mí, cualitativamente se sitúa incluso por debajo del Episodio VII,
lo cual sí ha decepcionado mis expectativas, que venían alimentadas por los supuestos
parabienes de fans entusiastas. Ya no
se encuentra uno seguro ni en la galaxia de las redes sociales…
Luis Campoy
Lo mejor: los efectos especiales, toda la faceta visual
Lo peor: los nuevos personajes y sus insípidas
historias
El cruce: “La Guerra de las Galaxias” + “El Imperio
contraataca” + “Tora! Tora! Tora!”
Calificación: 6,5 (sobre 10)
Comentarios