Confieso que no la ví en su momento sino hace apenas unas semanas, pero “Como Dios”, me sorprendió positivamente por la esforzada composición de Jim Carrey (actor payaso como él solo pero que sabe dotar a sus composiciones de un punto preciso de grandilocuencia gestual), la magnífica presencia del soberbio Morgan Freeman y tres o cuatro escenas francamente logradas. El caso es que el film amasó una apetecible fortuna en las taquillas de todo el mundo, y los productores no dudaron en poner en marcha su inevitable secuela. Han tardado cuatro años en conseguirlo, y por el camino se ha quedado su protagonista, que se negó a repetir papel y obligó a modificar la denominación de la franquicia, ya que su personaje, Bruce Nolan, era quien daba título original a “Como Dios” (“Bruce Almighty”, algo así como “Bruce Todopoderoso”) y cuya ausencia, al tener que derivar el foco de atención a otro de los caracteres que participaban en el primer film, Evan Baxter, hizo que la segunda parte pasase a denominarse (al menos originalmente) “Evan Almighty” (ya sabéis, “Evan Todopoderoso”).
Una vez se supo que Jim Carrey no iba a estar en “Sigo como Dios”, los productores se decidieron por otorgarle el protagonismo al emergente Steve Carell, secundario en el film original y que desde entonces no ha parado de trabajar, cosechando éxitos inesperados como “Virgen a los 40”. Su personaje, Evan Baxter, ya no es presentador de informativos televisivos, sino que se ha convertido en congresista (prueba de que en los USA cualquier petimetre puede ostentar un cargo público de importancia…. aunque me temo que tal cosa no sucede SOLO en los USA), hasta que Dios (nuevamente Morgan Freeman) se le aparece para ordenarle que construya un Arca a imagen y semejanza de lo que hiciera el bíblico Noé. Obviamente, sólo la presencia de Baxter y la reaparición de Dios mantienen el vínculo con la historia precedente, porque ya no se trata de que un hombre ateo y descreído alardée de que podría hacer las cosas mejor que el Creador, sino de que el propio Creador elige a un hombre deseoso de cambiar el mundo para que ejecute su divino plan.
Perjudicada por un presupuesto desorbitado que jamás de los jamases podrá recuperar, “Sigo como Dios” contiene, a pesar del terrible currículo de su director Tom Shadyac (responsable de “maravillas” como “Ace Ventura”, “Patch Adams” o “El Profesor Chiflado” y su secuela, además de la original “Como Dios”), varios momentos de buen cine, o al menos de lo que comúnmente solemos denominar “buen cine”: secuencias bien planificadas y montadas, excelente fotografía y música y una correcta interpretación de su actor principal (en un papel ciertamente difícil, pues debe pasar constantemente del drama a la comedia y de ésta nuevamente al drama, sólo para derivar de golpe a la mímica más gesticulante en el mejor estilo de… Jim Carrey). Morgan Freeman roza la perfección encarnando a un Dios al que cualquiera, cristiano o no, podría encomendarse con la convicción de ser atendido, y el fabuloso despliegue de miles de parejas de animales (imposible de distinguir cuáles son reales y cuáles están generados por ordenador) genera algunos chistes realmente hilarantes. Pero no todo es tan satisfactorio. El gag de la barba y melena crecientes del protagonista está copiado de “Vaya Santa Claus”, las buenas sensaciones cómicas que genera el aluvión de animales acaban por hacerse insoportable a fuerza de ser tan reiterativas y, sobre todo, a la mayoría de los personajes secundarios dan ganas de estrangularlos, especialmente a la repelente y chillona secretaria de Baxter que encarna Wanda Sykes.
Indudablemente, lo mejor de “Sigo como Dios” es la posibilidad que nos brinda de reencontrarnos con un “divino” Morgan Freeman capaz de resultar creíble y adorable en cualquier personaje que interprete, aunque también es gratificante la buena labor de un Steve Carell que, si logra moderar sus tics y aspavientos, podrá convertirse en un buen actor. Mucho menos divertida de lo que promete, pero mucho menos mala de lo que cabía esperar, “Sigo como Dios” tiene una buena factura técnica y es una pena que su hiperpoblación de animales computerizados haya multiplicado hasta el infinito un presupuesto que en otras circunstancias no tendría razón de ser.
Luis Campoy
Calificación: 6 (sobre 10)
Una vez se supo que Jim Carrey no iba a estar en “Sigo como Dios”, los productores se decidieron por otorgarle el protagonismo al emergente Steve Carell, secundario en el film original y que desde entonces no ha parado de trabajar, cosechando éxitos inesperados como “Virgen a los 40”. Su personaje, Evan Baxter, ya no es presentador de informativos televisivos, sino que se ha convertido en congresista (prueba de que en los USA cualquier petimetre puede ostentar un cargo público de importancia…. aunque me temo que tal cosa no sucede SOLO en los USA), hasta que Dios (nuevamente Morgan Freeman) se le aparece para ordenarle que construya un Arca a imagen y semejanza de lo que hiciera el bíblico Noé. Obviamente, sólo la presencia de Baxter y la reaparición de Dios mantienen el vínculo con la historia precedente, porque ya no se trata de que un hombre ateo y descreído alardée de que podría hacer las cosas mejor que el Creador, sino de que el propio Creador elige a un hombre deseoso de cambiar el mundo para que ejecute su divino plan.
Perjudicada por un presupuesto desorbitado que jamás de los jamases podrá recuperar, “Sigo como Dios” contiene, a pesar del terrible currículo de su director Tom Shadyac (responsable de “maravillas” como “Ace Ventura”, “Patch Adams” o “El Profesor Chiflado” y su secuela, además de la original “Como Dios”), varios momentos de buen cine, o al menos de lo que comúnmente solemos denominar “buen cine”: secuencias bien planificadas y montadas, excelente fotografía y música y una correcta interpretación de su actor principal (en un papel ciertamente difícil, pues debe pasar constantemente del drama a la comedia y de ésta nuevamente al drama, sólo para derivar de golpe a la mímica más gesticulante en el mejor estilo de… Jim Carrey). Morgan Freeman roza la perfección encarnando a un Dios al que cualquiera, cristiano o no, podría encomendarse con la convicción de ser atendido, y el fabuloso despliegue de miles de parejas de animales (imposible de distinguir cuáles son reales y cuáles están generados por ordenador) genera algunos chistes realmente hilarantes. Pero no todo es tan satisfactorio. El gag de la barba y melena crecientes del protagonista está copiado de “Vaya Santa Claus”, las buenas sensaciones cómicas que genera el aluvión de animales acaban por hacerse insoportable a fuerza de ser tan reiterativas y, sobre todo, a la mayoría de los personajes secundarios dan ganas de estrangularlos, especialmente a la repelente y chillona secretaria de Baxter que encarna Wanda Sykes.
Indudablemente, lo mejor de “Sigo como Dios” es la posibilidad que nos brinda de reencontrarnos con un “divino” Morgan Freeman capaz de resultar creíble y adorable en cualquier personaje que interprete, aunque también es gratificante la buena labor de un Steve Carell que, si logra moderar sus tics y aspavientos, podrá convertirse en un buen actor. Mucho menos divertida de lo que promete, pero mucho menos mala de lo que cabía esperar, “Sigo como Dios” tiene una buena factura técnica y es una pena que su hiperpoblación de animales computerizados haya multiplicado hasta el infinito un presupuesto que en otras circunstancias no tendría razón de ser.
Luis Campoy
Calificación: 6 (sobre 10)