miércoles, 29 de noviembre de 2023

Cine actualidad/ "LOS JUEGOS DEL HAMBRE: Balada de pájaros cantores y serpientes"


Cuando Suzanne Collins, escritora y guionista que tenía entonces 46 años, publicó su novela “Los juegos del hambre” en 2008, seguramente no era consciente de la repercusión mediática de la que iba a gozar, tanto en la vertiente literaria, como posteriormente en la cinematográfica.  La trilogía de libros dio origen a cuatro películas, que se estrenaron con un éxito superlativo entre 2012 y 2015.  Cinco años después, en 2020, Collins se animó a volver a la carga con una nueva novela, “Balada de pájaros cantores y serpientes”, una especie de precuela que narraba la juventud del Presidente de Panem Coriolanus Snow, papel que en las películas había encarnado Donald Sutherland, y que, como no podía ser de otra manera, también se ha materializado en forma de film.

 

Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes” (diría que es más largo el título que la película… pero no, no es así) transcurre 64 años antes de la trilogía original y cuenta cómo fueron los décimos Juegos del Hambre, esa bárbara competición anual en la que los “tributos” procedentes de los doce distritos tenían que viajar a la capital de Panem, el Capitolio, para batirse en un duelo mortal que generaba estratosféricas audiencias televisivas.  El joven actor Tom Blyth, de 28 años, debe aparentar diez menos y sólo a medias lo logra, pero sí es cierto que se parece a un joven Donald Sutherland cruzado con un no menos joven Jude Law.  La que no logra eclipsar para nada la ausencia de la hasta ahora estrella de la franquicia, Jennifer Lawrence, es Rachel Zegler, que interpreta a la tributo del Distrito 12 Lucy Gray, una heroína que ni por un segundo hace olvidar a Katniss Everdeen; ¡miedo me da su encarnación de Blancanieves en el remake que prepara Disney!.  Lo mejor del reparto son los ilustres secundarios, entre los que destacan Peter Dinklage. Viola Davis, Jason Schwartzman y el estupendo Josh Andrés Rivera, que ya había trabajado con Rachel Zegler en la “West Side Story” de Steven Spielberg.

 

Mi impresión de “Balada de pájaros cantores…” es básicamente positiva.  Hay que alabar el trabajo de dirección de Francis Lawrence así como la ambientación y el vestuario (esa falda pantalón que luce el futuro presidente Snow no tiene precio), por no hablar de la extraordinaria música de James Newton Howard, que, por ponerle algún defecto, no para casi nunca, ¡con lo efectivo que resulta a veces algún silencio!.

 

Película elegante y bastante madura, esta quinta entrega de “Los juegos del hambre” es un claro ejemplo de que a veces una colección de novelas juveniles puede dar lugar a una saga cinematográfica resuelta con inteligencia y ambición, a la que, como suelo decir, sólo se le puede objetar su abultada e innecesaria duración.  ¡Casi tres horas no eran para nada necesarias, por muchos pájaros y muchas serpientes que cantaran la balada!


Luis Campoy

Calificación: 7,5 (sobre 10)

domingo, 26 de noviembre de 2023

Música/ THE BEATLES: Rojo y Azul

Lo recuerdo perfectamente: los primeros discos que me compré (o, para ser más exactos, me compraron) de los Beatles fueron el Rojo y el Azul.  Es decir, los álbumes recopilatorios “oficiales” que se editaron en 1973 y que contenían los mayores éxitos de la banda.  El primero, el Rojo, recogía los años 1962-1966 y el segundo, el Azul, reflejaba su trayectoria durante el período 1967-1970.  Las portadas de ambos mostraban, en sí mismas, la evolución del grupo desde sus inicios hasta su final; la primera, que era la misma imagen que ilustraba la carpeta de “Please Please Me” (1963) fue tomada en las escaleras del edifico de discos EMI en Manchester Square (Londres), con Ringo, Paul, George y John jovencitos y con cara de no haber roto nunca un plato, y la segunda, que constituía una réplica exacta de la anterior pero obtenida seis años después, fue realizada en el mismo lugar pero en 1969, ya con los Escarabajos más vividos y bohemios y a punto de separarse.  Mis padres me regalaron ambos LP’s allá por 1975, y, durante varias semanas, todas las noches me acostaba provisto de mis viejos auriculares (cascos, los llamaban entonces) y los escuchaba hasta quedarme dormido, pudiendo, además, leer las letras de las canciones que venían recogidas en las fundas de los discos, letras que acabé memorizando.  Ahora, coincidiendo con el 50 aniversario de la publicación de los discos originales, se acaba de lanzar una versión “actualizada” de los mismos, que incluye la adición de un montón de canciones que antes no formaban parte de estas selecciones (como "I Saw Her Standing There", "This Boy", "Roll Over Beethoven", "You Can't Do That", "Taxman" o "If I Needed Someone", en el Disco Rojo, y "Within You Without You", "Dear Prudence", "Hey Bulldog", "Oh! Darling", "I Want You (She's So Heavy)" o "I, Me, Mine", en el Disco Azul).  Asímismo, se ha producido una remasterización concienzuda de todos los temas, que mejora bastante la grabación en stereo de los más viejos, y, como colofón, el último de los CD’s se cierra con “Now And Then”, la “canción de despedida” de los Beatles que se difundió hace unas semanas y que, con la voz de Lennon grabada en 1979 en una cinta de cassette y un solo de guitarra de Harrison que se grabó y desechó en 1996, han completado McCartney y Starr, apoyándose, cómo no, en una Inteligencia Artificial.  ¿Qué os puedo decir?  Volver a tener entre mis manos estos discos, recién prensados y con olor a nuevo y con un sonido que me parece espectacular, ha sido como un sueño hecho realidad, como un regalo de Reyes anticipado (aunque me ha venido en la semana del Black Friday).  Os los recomiendo sin dudar, fervientemente.  ¡Vivan por siempre los Fab Four!.

viernes, 24 de noviembre de 2023

Cine actualidad/ “THE CREATOR”


Ella, robot

 

Titulo Original: The Creator  Nacionalidad: USA, 2023  Dirección: Gareth Edwards  Guión: Gareth Edwards & Chris Weitz  Fotografía: Greig Frasier  Música: Hans Zimmer  Intérpretes: John David Washington, Madeleine Yuna Voyles, Gemma Chan, Allison Janney, Ken Watanabe, Sturgill Simpson, Ralph Ineson…

 


Son muchos los fans de “Star Wars” que consideran que “Rogue One” ha sido el mejor título surgido en los últimos años en el seno de la franquicia galáctica.  Su realizador, Gareth Edwards, y uno de sus guionistas, Chris Weitz, vuelven a formar equipo para hacer posible “The Creator”, nuevamente encuadrada en el género de la fantasía y la ciencia ficción.

 

The Creator” es una consciente, deliberada y afortunada amalgama de decenas, cientos de comics, libros y películas de corte fantástico de los que se pueden percibir fácilmente todas y cada una de sus referencias.  Blade Runner”, “Yo, Robot”, “Avatar”, “Akira”, “Alita”, “Aliens”, “Desafío total” e incluso “Metropolis” son algunos de los contenidos que cualquier espectador mínimamente atento puede hallar convenientemente citados en esta película, distribuída internacionalmente por 20th Century Studios, actualmente propiedad de Disney.

 

En un futuro desolador, la Humanidad está en guerra contra la Inteligencia Artificial, algo que parece que incluso hoy en día empieza a gestarse tímidamente.  Cada uno de los dos bandos cuenta con sendos ejércitos que les apoyan, pero el ex-soldado Joshua Taylor se halla dividido, y máxime cuando le encomiendan la misión de destruir a El Creador, el líder de la IA que guarda secretos lazos en común con su esposa fallecida.  En el transcurso de su viaje, Joshua se encontrará con una niña robótica, Alfie, que pondrá a prueba su lealtad y le hará cuestionarse si milita en el lado correcto…

 

Los primeros minutos de “The Creator” me apasionaron.  El ritmo, los efectos especiales, el sonido, la música de Hans Zimmer, la mirada de John David Washington (hijo de Denzel Washington que lleva 13 años actuando pero que aquí se gradúa cum laude)…  Luego, poco a poco, algunas decisiones argumentales me parecieron erróneas y me distancié un poco de ella, pero, repito, sólo en cuanto al fondo temático y nunca con respecto al apartado cinético y visual.  La influencia de la citada “Avatar” se hace notoria no sólo en lo estético y tecnológico, sino, sobre todo, en un posicionamiento ideológico que equipara a los Estados Unidos con el totalitarismo y, por ende, con el Mal.  No soy yo mucho de extraer moralejas, y, por eso, elijo quedarme con lo que me parece bueno de cualquier obra, y, en el caso de “The Creator”, fue mucho lo que me satisfizo.  La prevalencia del Amor, la búsqueda a toda costa de lo humano incluso en lo artificial, el heroísmo, la pureza, la bondad….  Todo ello, vestido con un manto de belleza e imaginación como hace tiempo que no veía, convierte a esta película en una sorpresa agradable y una diversión inteligente y necesaria.

 

Luis Campoy

martes, 21 de noviembre de 2023

Cuatro inquietudes

 


Cuando tienes mucho tiempo libre, si eres un poco reflexivo, te das cuenta de cosas en las que antes no reparabas.  Por ejemplo, de que lo único que vale realmente la pena es lo sentimental, lo espiritual, lo intangible.  Los sueños, las ilusiones y, sobre todo, las personas, son lo que verdaderamente importa.  Somos seres sensibles, vivimos en un mundo interrelacionado y deberíamos llevarnos bien con quienes queremos, con quienes nos importan.  Pero no siempre es fácil, no siempre las relaciones fluyen con la facilidad o la naturalidad que nos gustaría.  Hoy quiero contar, a modo de desahogo, cuatro historias en las que soy co-protagonista y que, aunque no os lo creáis, me atormentan y me crean una ansiedad difícil de contener.  Voy a bautizar a cada uno de sus personajes con un nombre supuesto, y los voy a ordenar según la frecuencia de mi trato cotidiano con ellos.

 

Mi “Top Cuatro” particular lo encabeza, lógicamente, Fulanito.  Es una de las personas que más me importan y, a lo mejor, la que más me necesita.  O eso pienso a veces, aunque tengo que leer entre líneas.  Con él, los sentimientos se guardan en un cajón cerrado con llave del que él posée la única copia, y sólo se abre para que afloren las frustraciones que elige revelarme.  Existe una razón de peso, claro que sí, que es causal y también puede servir de coartada, pero, a mis ojos, daría lo mismo si no existiera.  Responsabilidad y cariño conforman un cocktail muy poderoso, y los desplantes y los gritos cuentan con un perdón preconcedido.  Siempre.

 

El segundo de estos compañeros de vida es Menganito.  Todo el mundo se pregunta por qué: por qué sigo, por qué estoy ahí, a pesar de todo, de todos los todos.  Una personalidad peculiar, humor a toda costa, rozando la burla, a menudo traspasándola.  Le gusta sentirse importante, ser el foco de atención.  Todos pasamos a segundo plano, como figurantes en su show particular.  Pero, ay de mi, le profeso cariño, un afecto indestructible, perenne, incomprensible.  Creo que veo más allá.  Veo su necesidad de recibir afecto, de desafiar la soledad, de retener a alguien con las suficientes dosis de paciencia y comprensión.  Y a mi me ha tocado ejercer esa función, la cual asumo sin renegar de ella… más que en la primera instancia de cada enésima trifulca.

 

Perenganito podría ser el nombre del tercero en concordia.  No hace tanto tiempo, teníamos una relación modélica, de esas que te hacen sentir orgulloso de ser tan valorado e incluso admirado.  De repente, algo se torció.  Un destripe inconsciente, una réplica desmedida, yo tratando de mediar…  En mi ingenuidad, pensaba que decirle a alguien que le aprecias, que le valoras, que es importante para ti, iba a ser la cura milagrosa para todos los males, pero me equivoqué.  Simplemente nos alejamos más.  No lo pude entender, y sin entenderlo continúo.  De esa salimos tras una charla cara a cara que tampoco fue tan aclaratoria, pero diríase que el aprecio y admiración, que desde tiempos inmemoriales había creído percibir, parecieron aumentar.  Tras ese lapsus gozoso, vino otro desentendimiento, y, de nuevo, expresar con palabras mi afecto sólo hizo que la brecha se hiciese más grande.  Un mes de sufrimiento interno e intransferible, una posterior charla también poco trascendente, pero un nuevo período de sosiego que ha vuelto a resquebrajarse.  En esta última ocasión, ni siquiera tengo claros los motivos, pero he fracasado, como de costumbre, al aplicar la que parece ser la solución errónea: mostarle a las claras mi aprecio.  Es como chocar contra un muro.  Yo digo “blanco”, y es como si él entendiera “negro”.  Me rindo… temporalmente.

 

Cierro esta confesión hablando de Zutanito.  De los cuatro, es el caso más extremo y más complicado.  Alguien que vive solo, en una especie de burbuja, como en una dimensión paralela.  Nunca sabes si está o no está, si vive o no, si se dignará a dar señales de vida.  Cada día es una incógnita.  Vivimos a una hora de camino, pero es como si habitáramos hemisferios opuestos.  Cuando yo me despierto, él aún no se ha acostado; cuando me acuesto, él se acaba de levantar.  Yo desayuno, y él está empezando a cenar.  Le llamo, y su teléfono suena hasta que salta el contestador.  Le escribo, y es como si mis mensajes le esquivaran, le resbalaran sin rozarle.  Y cuando amanece el día milagroso en el que, ¡oh, Cielos!, le apetece reaparecer en el mundo de los vivos, es sólo para informar de la emisión de algún evento televisivo o para impartir postulados ideológicos que sabe perfectamente que nos separan.  A veces me muerdo la lengua, pero otras veces le replico, y él se esconde aún más profundamente en su concha, y su siguiente reaparición se hace aún más de rogar.  Así, todo es muy difícil.  Y yo me siento culpable.  Y la culpabilidad me angustia y me asfixia y no sé cómo digerirla.  Qué mala es la ansiedad cuando quieres a alguien pero desconoces cómo encauzar ese sentimiento…

domingo, 19 de noviembre de 2023

Cine actualidad/ "THE MARVELS"


No tan maravillosas 

En el ya lejano 2019, la factoría Marvel obtenía el que sería su mayor triunfo comercial con la supertaquillera “Vengadores: Endgame”, penúltimo capítulo de su llamada Fase 3.  Desde entonces, y, tal vez, lógica pero lamentablemente, el éxito y, lo que es peor, la calidad de sus productos ha ido descendiendo inexorablemente.  No era difícil imaginar que un estudio que se había autoimpuesto la producción de 4 ó 5 películas para cine y, por si fuera poco, otras 4 ó 5 series de televisión cada año, acabaría sucumbiendo al cansancio, la reiteración y la falta de ideas.  Bueno, ideas no le faltan a Marvel, o, mejor dicho, ideología, porque se ha erigido en una de las máximas abanderadas del wokismo y el progresismo en general.  Una de las escenas finales de la citada “Endgame” mostraba cómo todas las heroínas marvelitas se juntaban para darle una paliza al supuestamente imparable villano Thanos, y en el espíritu de ese momento se halla el origen de “The Marvels”  Tres personajes salidos de una película (“Capitana Marvel”) y dos series (“Bruja Escarlata y Visión” y “Miss Marvel”) se unen para formar equipo y plantarle cara a la némesis de turno, que, evidentemente, también es una mujer.  Que tanto las tres protagonistas como la villana sean del género femenino lógicamente no es un demérito, pero que lo sean simplemente por cubrir un cupo ideológico tampoco es un mérito en sí mismo.  O sea, habría que ser imbécil para sentirse ofendido porque haya heroínas y no héroes, pero habría que ser igualmente idiota para conformarse simplemente con eso e ignorar los múltiples defectos de los que adolece “The Marvels”.  Para empezar, el tono pretende ser de comedia, pero se acaba convirtiendo en caricatura.  Personajes como el Nick Furia de Samuel L. Jackson dan auténtica pena, por no hablar de la familia pakistaní de Kamala Khan, que hace que, a su lado, la familia mexicana de “Blue Beetle” resulte un prodigio de encanto y atractivo.  La trama no interesa absolutamente nada y tanto la villana como la actriz que la interpreta tienen carisma cero.  A todo esto, la mayoría de los efectos visuales son tan increíblemente penosos que remiten a la ya vetusta “Superman IV”, ejemplo inmortal de torpeza y cutrez.  Como aspectos positivos, y siendo muy, pero que muy benevolente, podríamos citar la buena camaradería entre las tres protagonistas y una única escena más o menos afortunada, que parodia la canción “Memory” del célebre musical “Cats”.  Muy poco, poquísimo bagaje para un film impensablemente flojo e inútil que no sólo constituye lo peor de Marvel sino que, por desgracia, a mucha gente le quitará las ganas de seguir viendo más productos de esta antaño infalible factoría.

Luis Campoy

Calificación: 4 (sobre 10)


sábado, 18 de noviembre de 2023

Como en una pesadilla


La última vez que hablamos fue cuando te propuse colaborar en el podcast especial que iba a realizar sobre los Beatles, tu grupo favorito y, por supuesto, uno de los míos.  Te excusaste alegando que no ibas a estar a la altura, pero yo sé que, en realidad, tu timidez te jugó una mala pasada.  Por desgracia, ya no habrá otra ocasión para que hablemos juntos de los Escarabajos de Liverpool.  La violencia, un idioma más oscuro y triste que el de la música, se interpuso cruelmente en tu camino.  Dos balazos disparados a traición abrieron el manantial del que brotaron ríos de lágrimas, y un impetuoso clamor de venganza que ojalá no se llegue a concretar.  Al final, has acabado igual que tu admirado John Lennon...  Tantos años posponiendo el viaje que me permitiera darte un abrazo en persona, y tu persona ya no se halla en este mundo.  Como en una pesadilla, revivo una y otra vez las circunstancias de tu muerte, y cada vez me parece más imposible que una persona como tú haya podido acabar de esta manera.  Sólo cabe esperar que se haga justicia, una justicia mesurada, imparcial pero contundente, y que quienes han urdido y ejecutado esta acción obtengan la contrapartida necesaria. Ojalá te hubiera podido tratar más, pero ya no será posible en esta vida.  Deseo que el lugar en el que ahora estás, aquel al que conduce el camino largo y tortuoso que es la existencia, te merezca realmente la pena.  Hasta siempre, tocayo.  Hasta siempre, cuñado.

miércoles, 15 de noviembre de 2023

Píldoras de Cine (Noviembre 2023)



Como todo el mundo sabe, me gusta el cine.  Es más, adoro ir al cine, estar en el cine.  Pero la experiencia que se vive en la pantalla no siempre es positiva, y, a veces, llega a ser muy frustrante.  Hoy, a modo de desahogo, voy a hablar un poco de varias películas que me han dejado muy mal sabor de boca.

 

RETRIBUTION

Si el nombre de Liam Neeson no hubiera encabezado el reparto de esta película, ni me hubiera planteado acudir a verla.  Se trata de un remake de la española “El desconocido” (Dani de la Torre, 2015) en la que Luis Tosar interpretaba a un hombre que viajaba en su coche junto a sus dos hijos y ninguno podía bajarse del vehículo al enterarse de que llevaba una bomba adherida a él, que estallaría si se producía algún cambio en el peso ejercido sobre el chásis del mismo.  El húngaro-estadounidense Nimrod Antal (49 años), artífice de la muy estimable “Predators”, firma esta nueva versión sumamente tediosa y poco llamativa, que se limita a copiar de manera rudimentaria el sustrato del original, realizando los mínimos cambios y perdiendo por goleada en la comparación, incluyendo la que puede ser la peor interpretación de Neeson, que hace de sí mismo con el piloto automático puesto.  Lamentable.

Calificación: 4 (sobre 10)

 

HYPNOTIC

Robert Rodriguez en la dirección y Ben Affleck de protagonista….  Parece un buen reclamo, ¿verdad?  Dicen que Rodriguez (55 años) llevaba dos décadas tratando de llevar a la pantalla esta historia, que tiene que ver con hipnotistas, conspiraciones y una organización similar a la CIA.  El resultado de tanto tiempo de espera es una serie B (o C, o Z) mal desarrollada, peor dirigida y con Affleck incapaz de cambiar de expresión en todo el metraje (tal vez las cirugías faciales no se lo permiten).  Sólo el villano William Fichtner sale airoso (es un decir) de este envite que juega descaradamente a copiar la estética de “Origen” de Christopher Nolan pero que acaba siendo tan cutre como la “Reminiscence” de Hugh Jackman.

Calificación: 4 (sobre 10)

 

LA BALA DE DIOS

No tenía intención de ir a ver esta película (hasta yo me saturo en ocasiones de tanto ir al cine), pero un amigo me la recomendó… y, en aras de esa amistad, voy a omitir lo mucho que me acordé de él mientras la sufría.  El director es Nick Cassavetes (64 años), hijo del gran John Cassavetes y conocido sobre todo por “El diario de Noa” y el reparto lo encabezan Nicolaj Coster-Waldau (“Juego de tronos”) y Maika Monroe (“It Follows”).  La trama versa sobre una especie de secta conformada por tipos sucios y tatuados que se dedican a asesinar y secuestrar impunemente en una América rural y polvorienta, hasta que cometen el error de matar a la ex-mujer y raptar a la hija del protagonista, un hasta entonces aburrido e ultrarreligioso policía que, nada más tatuarse como los malos, enseguida aprenderá a comportarse igual de perversamente que ellos, asesorado por una superviviente de la secta (Monroe) y con el apoyo de un Jamie Foxx también ridículamente hipertatuado.  Cassavetes perpetra un telefilm mediocre con aspiraciones de autor, indigesto de ver y sumamente desagradable, con diálogos pésimos, interpretaciones absurdas (salvo Monroe y, un poco, Foxx) e incluso un final feliz imposible que no se cree nadie.  Sólo me atrevo a destacar un par de tiroteos visceralmente violentos pero razonablemente bien filmados, en el contexto de una película que pretende ser como “Logan” y se queda en una versión amateur de “Mandy”.

Calificación: 4,5 (sobre 10)

 

domingo, 12 de noviembre de 2023

Cine actualidad/ "FIVE NIGHTS AT FREDDY'S"


Terror y supervivencia

 

Antes de ser película, “Five Nights At Freddy’s” (es decir, “Cinco noches en el local de Freddy”) fue un famoso videojuego de terror y supervivencia creado por el estadounidense Scott Cawthon en el año 2014, alcanzando tal éxito que ya se han generado un montón de secuelas, precuelas y spin-offs en formato también de videojuego, así como cinco libros y, por fin, el film que ahora nos ocupa.  Se trata, pues, de un verdadero fenómeno que lleva casi una década arraigado entre los jóvenes, hasta el punto de que la mayoría de los espectadores potenciales de “Five Nights At Freddy’s” son adolescentes e incluso niños.

 

El argumento de la película, como sucede en el juego, tiene como protagonista a un hombre que, en busca desesperada de empleo, comienza a trabajar como guardia de seguridad nocturno en una enorme pizzería abandonada llamada Freddy Fazbear’s Pizza.  El local, muy popular en los años ochenta, cuenta con la particularidad de que lo habitan una serie de muñecos animatrónicos que de noche cobran vida, y con no muy buenas intenciones.  El protagonista es Josh Hutcherson, al que hemos visto crecer desde “Un puente a Terabithia” y que fue uno de los personajes principales de “Los juegos del hambre”.  Hutcherson ejerce de improbable hermano mayor de una niña cuya custodia se disputa con una repelente tía (o una tía repelente) y da vida al sufrido guardia nocturno que lo va a pasar de miedo (nunca mejor dicho) durante cinco noches que se le harán inolvidables.

 

Lo de los guardias de seguridad sobrepasados por circunstancias muy extrañas se ha convertido en una especie de subgénero (ahí están “El resplandor” o “Noche en el museo”), e incluso hace un par de años el ínclito Nicolas Cage protagonizó una película titulada “Willy’s Wonderland” en la que interpretaba a un conserje que encontraba trabajo de noche en un local poblado por una especie de robots zoomorfos con tendencias asesinas (sí, era obvio que se trataba de un plagio de “Five Nights At Freddy’s”).  El problema de esta adaptación canónica (bendecida por el creador del videojuego) es que hace aguas en todos los terrenos: no resulta creíble como drama familiar y no da nada de miedo en cuanto a película terrorífica.  Parece que todo tiene que ver con lo que se llama el target, el público objetivo al que va dirigido el producto y que, como acabamos de decir, en el caso del videojuego se trataba de gente muy joven, a la que moralmente no podría ir encaminada una película excesivamente gore ni sangrienta.  Un quiero y no puedo, vamos, una indefinición que la hace quedarse en tierra de nadie y que, aun así, está generando una expectación que, sinceramente, visto lo visto, soy incapaz de comprender.

 

Luis Campoy

 

Lo mejor: ver a tanta gente (joven) volviendo a llenar las salas de cine

Lo peor: constatar lo mal educados que están la mayoría de esos jóvenes espectadores, que, al salir, dejan las salas hechas un terrorífico desastre

El cruce:Noche en el museo” + “Terrifier” + “Willy’s Wonderland

Calificación: 6,5 (sobre 10)

sábado, 11 de noviembre de 2023

Preocupación, frustración


 

No hace tanto tiempo, pensé afiliarme al Partido Socialista.  Lo prometo.  De eso hará unos diez años, antes de que Pedro Sánchez fuese elegido Secretario General.  Quería hacer algo que me pareciera útil, ejercer una actividad social, ayudar de alguna manera a mis conciudadanos, desde el seno del partido político al que siempre había votado, aquel que había regido los destinos de mi país durante mis años más felices.  Entonces, las cosas cambiaron.  El clima fue empezando a enrarecerse.  Una parte de los catalanes (menos del cincuenta por ciento) trató de imponer sus ansias de independencia al resto, y, saltándose a la torera las leyes y la Constitución, el entonces “President” Carles Puigdemont proclamó la Independencia y, acto seguido, se fugó a Bélgica, escondido en el maletero de un coche.  En aquel momento, Pedro Sánchez ya era Secretario General del PSOE, y apoyó con dignidad y firmeza la aplicación del Artículo 155 de la Constitución, que reseteaba las instituciones catalanas y propugnaba la convocatoria de nuevas elecciones autonómicas.  Poco después, el mismo Pedro Sánchez, que había sido defenestrado como líder de su partido, logró volver a ser elegido e incluso encabezó una moción de censura contra el presidente pepero Mariano Rajoy que le llevó a la presidencia del Gobierno.  Sánchez es un ejemplo de tesón, perseverancia y supervivencia, pero también de que, en Política, la honradez y la sinceridad son sólo vocablos vacíos y el cumplimiento de la palabra dada sólo está sujeto a la conveniencia y la arbitrariedad.  Según este caballero, hacer justamente lo contrario de lo que se anunció y desdecirse de todas y cada una de sus promesas electorales no es mentir, sino simplemente “cambiar de opinión”.  Lo más extraño de todo es que, incomprensiblemente (al menos para mi), los que hoy en día se autodenominan “progresistas” respaldan, apoyan y celebran esta actitud, buscando siempre los tres pies al gato y enarbolando como única bandera el “No pasarán”: todo vale con tal de que no gobiernen “los otros”, es decir, la Derecha.  Coincidiendo con el ascenso del llamado “wokismo” (la radicalización extrema de los dogmas feministas e hiperinclusivos), la Izquierda española se ha escorado aún más a babor y, para sobrevivir, no se inmuta si tiene que apoyarse en los separatistas catalanes y vascos, cuyo axioma es destruir la unidad de la nación, e incluso en los descendientes de la banda terrorista ETA que ni piden ni pedirán perdón por sus crímenes ni realizan ni realizarán una condena expresa de sus anteriores métodos violentos.  Antes de las últimas elecciones celebradas en Julio de este año, Pedro Sánchez prometía que la amnistía que los independentistas reclamaban nunca llegaría porque era ilegal y que un referéndum de autodeterminación para Cataluña no sería posible porque era inconstitucional, pero esta misma semana ha accedido sin inmutarse a ambas exigencias, porque necesita los siete votos del partido del fugado Puigdemont y se justifica hablando de “mejora de la convivencia”.  ¡Y pobre del que se atreva a criticar este proceder!  Será considerado instantáneamente “fascista” y “enemigo del progreso”, además de “cuñado”, “machista” y un sinfín de lindezas por el estilo.  Con todo, en las últimas semanas han ido sucediéndose las manifestaciones en contra del “todo vale”, mayoritariamente pacíficas pero lamentablemente ensombrecidas por la acción de grupúsculos con actitudes de índole ultraderechista.  En fin, todo parece indicar que, la semana que viene, Sánchez será investido Presidente por segunda vez, con el apoyo enfervorizado de unos y el rechazo unánime del resto, y se iniciará una dificilísima legislatura de cuatro años en la que los socios le exigirán cada vez más concesiones y la oposición, que controla el Senado, le pondrá todas las trabas que se le ocurran.  Así será el futuro político que nos aguarda, una delicia y una hermosura, no me cabe ninguna duda.  Palabra de ex-socialista.

martes, 7 de noviembre de 2023

Grandes cómics/ "THE AMAZING SPIDER-MAN 100"


El primer cómic de Spiderman que leí en mi vida fue el número 39 de aquellos libritos en blanco y negro y con viñetas retocadas que editaba la añorada Ediciones Vértice, y que contenía (de ésto no me enteré hasta mucho más tarde) el material original del episodio 90 de la colección matriz The Amazing Spiderman (Noviembre de 1970), guionizado por Stan Lee, dibujado por Gil Kane y entintado por el recientemente fallecido John Romita, Sr. (el dibujante anterior de la serie).  Corría el año 1973 y fue mi vecino Juan Antonio quien me prestó aquel primer tebeo arácnido y, por tanto, quien me ayudó a definirme como persona (y esto no es una exageración).  Poco tiempo después, caería en mis manos la que se convertiría en mi historieta favorita del Hombre Araña, que también publicó Vértice (número 44) y que albergaba un número redondo de la serie americana, nada más y nada menos que el 100 (Septiembre de 1971).  En este sensacional cómic, los artífices eran, también, Stan Lee en la escritura y Gil Kane en los lápices, además de Frank Giacoia en las tintas y John Romita Sr. ocupándose de la portada (de la portada original de los USA, pues hay que recordar que las españolas las dibujaba el gran Rafael López Espí).  El legendario número 100 de El Asombroso Spiderman iniciaba un arco argumental de tres entregas (completado, obviamente, por los dos episodios subsiguientes, el 101 y el 102) en el que pasaban muchísimas cosas interesantes, la más impactante de las cuales ya se anunciaba en el titular de la cubierta, “The Spider Or The Man?” (“¿La araña o el hombre?”), que en la adaptación española todavía era más gráfico y menos sutil: “Spiderman se convierte en araña”.  Tratando de liberarse de la “maldición” de ser Spiderman, que sólo le acarreaba problemas y más problemas, el bueno de Peter Parker, que, no lo olvidemos, era un cerebrito en Química, diseñaba un suero que, cuando lo bebiera, supuestamente le privaría de los poderes arácnidos para siempre.  En el transcurso del episodio, que, no lo olvidemos, había sido escrito por el mismísimo creador del título, Stan “The Man” Lee, aparecían, siquiera en una sola viñeta, la práctica totalidad de los secundarios (Gwen Stacy, la tía May, J. Jonah Jameson, Betty Brant, Ned Leeds, el Capitán Stacy) y villanos (el Buitre, el Lagarto, el Duende Verde, el Doctor Octopus, Kingpin) que habían hecho tan grande a la serie, y la escena final era tan impresionante como inolvidable: ¡como consecuencia del fallido experimento, a Peter le habían brotado cuatro brazos adicionales y, de este modo, Spiderman, ahora sí, era un verdadero hombre araña!.  Los acontecimientos subsiguientes iban in crescendo y la trama se complicaba aún más.  Para poder realizar un nuevo experimento curativo lejos de los ojos de sus semejantes, Peter se refugiaba en un viejo caserón propiedad del doctor Curtis Connors, alter ego del Lagarto, identidad reptilesca que parecía felizmente superada, y, mientras tanto, el “guionista suplente” Roy Thomas, presentaba a un nuevo personaje que acabaría haciéndose muy famoso: Morbius, el Vampiro Viviente.  El origen de Morbius se narraba en paralelo a la historia de mutación de Spiderman: cuando intentaba curarse de un cáncer terminal, el prestigioso científico Michael Morbius terminaba convertido en un vampiro sediento de sangre.  Morbius arribaba a la costa de Southampton (la localidad neoyorkina, no la ciudad inglesa) y buscaba refugio en cierta casa que…  ¡eureka!... resultaba ser la misma en la que se hallaban Spiderman y el doctor Connors trabajando en el nuevo suero.  Como consecuencia de la fuerte impresión que se lleva al tropezarse con el chupasangre, Connors pierde el control y vuelve a transformarse en el Lagarto, por lo que el pobre Spiderman tendrá que hacer frente no a uno sino a dos monstruos…   Si bien el desenlace de la historia es de sobras conocido (¿o acaso el Spiderman que todos conocemos hoy en día sigue conservando los seis brazos?), el desarrollo de la misma roza la excelencia, y no sólo a nivel estrictamente aventurero, sino que los textos descriptivos tienen un tono filosófico revestido de cinismo que resulta cautivador.  El dibujo de Gil Kane (que tenía 45 años en aquel entonces) es sensacional, como de costumbre, y ¿qué decir de la super portada centenaria de Romita, mítica a más no poder, en la que un Spidey en su pose más icónica repta sobre los rostros en negativo de la plana mayor de los personajes de su saga…?  Por algo se me quedó grabada esta aventura para siempre, por eso me parece absolutamente trascendental y por eso he querido compartir esta anécdota con todos vosotros.

lunes, 6 de noviembre de 2023

El disco rojo

Una se llamaba Mónica; la otra, Ana.  El tercero en discordia era un tal Andrés.  O bueno, el discordante quizás era yo...  Se aproximaba la Navidad de 1978 y yo, por tanto, tenía 15 años.  ¡15 años, y yo sentía que tenía 40, o tal vez 60…!  Mónica me gustaba, oh sí, con ese aire sutil a Stockard Channing, la rebelde Rizzo de “Grease”: pelo negro y corto, ojos azules, tez pálida, labios carnosos.  No recuerdo muy bien cómo llegamos a aquel rincón de la playa del Postiguet de Alicante, una noche invernal.  Todo aquel curso estaba siendo nuevo y diferente para mi, adaptándome a un Instituto seglar en el que ya no estaban mis viejos compañeros de toda la EGB, y aquel playeo nocturno me había pillado desprevenido.  Unos días antes, mi vecino Tomás me había prestado el LP de los Beatles “Please Please Me”, y yo me lo grabé en la cara A de una cinta C-90 (en la cara B, metí nada menos que a Elvis Presley, fallecido el año anterior).  La tercera canción del disco beatleiano se titulaba “Anna (Go With Him)” y me tomé la molestia de traducirla para leérsela a Ana, aquella chica de largos cabellos castaños a la que no veía más que como a una amiga, una confidente cuyo nombre coincidía con el de la protagonista de aquel tema que cantaba un John Lennon todavía ingenuo.  Pero en el radiocassette a pilas que alguien se había llevado no sonaban los Beatles, sino Boney M, John Paul Young, Matia Bazar o Grace Jones, y el dueño del aparato presumía de que esas canciones se las había grabado de un disco de vinilo de color rojo que era muy difícil de conseguir.  El ritmo de la música hizo que naciese un baile espontáneo, y el tipo llamado Andrés atinó a mover sus músculos con un gracejo inesperado.  Mónica, “mi” Mónica, babeaba mirándolo, y se sinceró dirigiéndome una de esas frases lapidarias que jamás se olvidan: “Me gustan tu mente y tu inteligencia, pero me gusta más su cuerpo”.  El partido acabó con un marcador inapelable: Físico, 1 – Espíritu, 0.  Justo lo que un soñador imberbe como yo necesitaba.  Mónica y Andrés se besuqueaban sin pudor, pero Ana, lejos de aproximarse, hambrienta asímismo de caricias, se puso en pie y me miró desolada: “A mi también me gusta Andrés”.  El 2-0 subió al marcador.  Yo quise que la tierra me tragara, pero hasta ella me rechazó.  Me volví a casa, abatido y desolado, decepcionado y ninguneado, pero, para mi sorpresa, al correr el tiempo, el mucho tiempo, lo único que recuerdo con nitidez son aquellas canciones fabulosas, cosecha del ‘78, que habían nacido en un vinilo de color rojo: “Rasputin”, “Love Is In The Air”, “Sólo tú”, “La Vie En Rose”…  Los desengaños se pasan, pero la buena música permanece.  Por cierto, el disco en cuestión era tan explosivo que se llamaba “DiscoBoom” (y, efectivamente, la edición original coloreada se agotó tan rápido como una hiperhormonada pasión adolescente).

viernes, 3 de noviembre de 2023

El Cine en Pantalla Grande vol. 2/ "LA PROFECIA"

 666 presagios

 


The Omen

Gran Bretaña/USA, 1973

Director: Richard Donner

Productor: Harvey Bernhard

Guión: David Seltzer

Música: Jerry Goldsmith

Fotografía: Gilbert Taylor

Montaje: Stuart Baird

Dirección Artística: Stuart Freeborn

Reparto: Gregory Peck (Robert Thorn), Lee Remick (Kathy Thorn), Harvey Stephens (Damien Thorn), David Warner (Keith Jennings), Billie Whitelaw (Sra. Baylock), Patrick Troughton (Padre Brennan), Leo McKern (Bugenhagen), Martin Benson (Padre Spiletto), John Stride (Psiquiatra), Holly Palance (Niñera), Sheila Raynor (Sra. Horton)

Duración: 111 min.

Distribución: 20th Century Fox Pictures

 

El terrorífico y multitudinario éxito de “El Exorcista” en 1973 no dejó indiferente a nadie, y menos a los grandes estudios cinematográficos, que se dieron cuenta de que el cine satánico era un filón que había que explotar urgentemente…

 

El día seis de junio, a las seis de la mañana, el hijo de Robert Thorn, el embajador de Estados Unidos en Italia, fallece en el hospital nada más nacer. Un sacerdote le ofrece la posibilidad de adoptar otro bebé recién nacido, al que deberá criar como si fuera el suyo propio, ocultando a su esposa la suplantación.  Cinco años después, Thorn ocupa ahora la embajada de su país en Gran Bretaña, y ya se habla de él como futuro candidato a la Casa Blanca.  Sin embargo, alrededor de él comienzan a sucederse accidentes y muertes inexplicables, y todo parece indicar que su hijo adoptivo, el pequeño Damien, es el centro de todo…

 

Inmediatamente después de que “El Exorcista” se convirtiese en un fenómeno de índole mundial, Warner Bros. puso en marcha el mecanismo para producir otra película similar.  Las líneas maestras de la historia se le ocurrieron al productor Harvey Bernhard (“Goldy el chulo”, “Tres golpes al día”) al imaginar cómo sería el Apocalipsis de San Juan si aconteciese en nuestros días, contratando al escritor David Seltzer para redactar un guión que tardó un año en finalizar y que iba a titularse “Antichrist”.  Sin embargo, Warner se acabó decidiendo por la puesta en marcha de una secuela directa de su gran éxito, “Exorcista II: El hereje” (que, dirigida por John Boorman, no vería la luz hasta 1977), mientras que la cinematografía italiana se adelantó a la estadounidense en la producción y estreno de “L’Anticristo” (1974), que dirigió Alberto de Martino.  No obstante, el guión de Seltzer seguía en circulación y cayó en manos de un tal Richard Donner (1930-2021), realizador que, si bien había debutado en cine en 1961, había desarrollado su carrera básicamente en la televisión, habiendo dirigido episodios de series como “Caravana”, “El hombre del rifle”, “Perry Mason”, “Superagente 86”, “El fugitivo”, “Jim West”, “Cannon”, “Ironside”, “Kojak” o “Las calles de San Francisco”.  Donner, que era amigo de Alan Ladd Jr., uno de los mandamases de 20th Century Fox, logró que, efectivamente, Fox produjese la película, en colaboración con Bernhard, asignándosele un presupuesto ajustado de tres millones de dólares y al también televisivo Mace Neufeld como productor ejecutivo.  Antes de empezar a rodar, se produjeron no pocos desencuentros entre el director Donner y el guionista Seltzer, ya que el primero pretendía imprimir al relato un tono excesivamente ambiguo, sin dejar claro en ningún momento que el niño Damien fuese realmente maligno, mientras que el segundo insistía en que el público tenía que tener meridianamente claro que el crío era el Anticristo, teoría en la que le apoyó Bernhard, finalizando así el debate.  En cualquier caso, el título del futuro film pasó del explícito “Antichrist” al menos evidente “The Omen”, “La Profecía”.

jueves, 2 de noviembre de 2023

Cine actualidad/ "LOS ASESINOS DE LA LUNA"

 


Martin Scorsese está a punto de cumplir ochenta y un años y a estas alturas nadie puede poner en duda su talento y su status de auténtico maestro de maestros.  Su vigésimosexta cinta, “Los asesinos de la luna” se basa en una gran novela de David Grann que narra un suceso tristemente verídico acaecido en los años veinte del siglo pasado, cuando el hallazgo de petróleo un unas tierras propiedad de los indios osage convirtió a estos pieles rojas en desdichado blanco de la codicia de los blancos.  Robert De Niro interpreta a un terrateniente que simula ser amigo de los indios pero en realidad es el instigador del exterminio de los desdichados nuevos ricos para quedarse con sus riquezas, mientras que Leonardo DiCaprio es el sobrino de De Niro, un tipo débil y sumiso incapaz de desobedecer las órdenes de su maquiavélico tío.

 

Los asesinos de la luna” debería ser de visión obligatoria para cualquier buen cinéfilo, pero también para los que dicen que los españoles cometieron un genocidio durante su descubrimiento de América.  Si lo que hizo España fue un genocidio, ¿cómo describir lo que hicieron los anglosajones con los legítimos dueños de Norteamérica?  Nada, nada justifica tanta maldad, tanto salvajismo y tanta atrocidad.  Por el contrario, a los indios osage se les presenta como nobles, sabios y puros, personificando todas las virtudes de esta tribu en el personaje de la esposa de DiCaprio, Molly, a la que interpreta una extraordinaria y magnética Lily Gladstone que se come la pantalla y para la que, desde ya, pido un merecedísimo Oscar.  En el extremo opuesto, me desagradó muchísimo el personaje de DiCaprio (no así su interpretación en sí, en la que vi matices que me recordaron a Jack Nicholson).  En cuanto a De Niro, da gusto volver a verle en plena forma y esforzándose, y su registro me recuerda al que exhibió en “Los Intocables” encarnando a Al Capone, personaje al que se homenajea claramente durante la secuencia de su afeitado.

 

Obviamente, el mayor “pero” que puede ponérsele a “Los asesinos de la luna” es su excesiva y alucinante duración: tres horas y media para contar una historia que podía haberse despachado en mucho menos tiempo.  Obviamente, Scorsese, que es zorro viejo, ha hecho simplemente la película que le ha dado la gana, compensando la parsimonia en el desarrollo de la acción con un despliegue cinematográfico alucinante: la fotografía preciosista y la manera de componer cada plano constituyen, para mi, una auténtica lección de cine, algo por lo que hay que estar eternamente agradecidos al eterno Marty.

Luis Campoy


Lo mejor:  el luminoso despliegue de toda la sabiduría de Scorsese; el estupendo reparto, con mención especial a la "india" Lily Gladstone

Lo peor:  la a todas luces excesiva e innecesaria dirección

Calificación: 8,5 (sobre 10)