Lorca, que es mi ciudad (en realidad no la he comprado y ni siquiera he nacido en ella, pero es donde vivo) anocheció ayer convertida en un clamor. Gritos, pitos y bocinazos fueron, durante dos horas, la apasionada banda sonora en la que incluso los que detestan el fútbol no tuvieron más remedio que sumergirse, si bien al menos un loco exaltado también se sumergió en la ya famosa Fuente del Ovalo. España, la España futbolística en la que los que cortan el bacalao son los jugadores del Fútbol Club Barcelona, ya está en Cuartos de la Copa del Mundo de Fútbol. Yo ví el partido en casa, en familia, y me sorprendió el hecho de que mis hijos, tan poco futboleros, se contagiaran de la locura roja y salieran al balcón a gritar como posesos "¡Españaaaaaaaaaaaaaaaaaa!". También me sorprendió, ya entrando en materia deportiva, el larguísimo (casi eterno) tiempo que el seleccionador Vicente del Bosque mantuvo en el campo al que, nuevamente, fue el mayor lastre para el equipo, el ex "Niño" Fernando Torres. Que sí, que me parece perfecto que el chaval sea reconocido y amado allende nuestras fronteras, que puedo aceptar que en la Premier League marca tropecientos mil goles y que suyo fue el tanto que nos brindó la Eurocopa. Pero, como he dicho alguna vez, si este tío es bueno, debe ser que yo soy una especie de gafe para sus talentos, porque, siempre que he presenciado un partido suyo, jamás le he visto jugar bien. Todo lo falla, todo lo pifia, estropea las ocasiones cantadas y destruye, por tanto, el buen trabajo que sus compañeros han construído. Y no, no me vale la excusa de que "acaba de salir de una lesión y le falta forma". Yo siempre le he visto jugar así. Y nunca he entendido de dónde leches viene esa consideración que se le tiene, ni mucho menos esos rumores de que el presidente electo del Barça le tiene en su agenda. ¡Por favor! ¡No me dés ese disgusto, Sandro!. Anoche, en la SER, José Ramón de la Morena, entrevistando a Del Bosque, le preguntó por el cambio que desatascó, cambió y resolvió el partido: Torres se marchó, y en su lugar entró Fernando Llorente. De la Morena, no sé si en serio o en broma (aunque, si se lo dijo en serio, me parece que debería ir dejando la dirección deportiva de la emisora), le dijo al míster que "le había sorprendido la sustitución del Niño". ¿Sorprendido? Joder, ¡pero si este hombre no debió permanecer en el terreno de juego ni siquiera un cuarto de hora, o, mejor aún, no debió saltar al campo y tal vez ni siquiera debió ser seleccionado...! Su periplo durante esos sesenta minutos fue tan patético y bochornoso que sus propios compañeros, en cuanto vieron que se marchaba y salía otro en su lugar, se metamorfosearon totalmente y se lanzaron hacia arriba con ilusiones renovadas. No es que su tocayo Llorente tuviese mucho más tino, pero al menos buscó espacios, se posicionó adecuadamente y lo intentó una y otra vez, con audacia y con desparpajo. Debió ser muy duro estar en la piel de Torres y darse cuenta de que, justo cuando se retiró, la España de Del Bosque se pareció a la España de Aragonés, la España que fue capaz de ganar una Eurocopa. Sobre Villa no sé qué más decir, aparte de que me como mis palabras del otro día acerca de que estaba de capa caída desde que fichó por el Barça. Villa es España, Villa es la luz, Villa es el gol y últimamente lo ha vuelto a demostrar, incluso no jugando como "9" sino como extremo izquierdo, en un proceso de reciclaje similar al que realizó Henry en su segunda temporada como azulgrana. Xavi (declarado “Mejor Jugador del Partido” por la FIFA) volvió a estar sublime, sobre todo en la segunda parte, Busquets estuvo magnífico y Piqué no sólo lo bordó sino que mantuvo su fisonomía intacta. Como siempre, los mejores, para mí, fueron los barcelonistas (por algo será)... Iniesta sólo fue Iniesta en la segunda parte, pero, aun así, fue ¡mucho Iniesta!, el madridista Xabi Alonso aguantó lo que pudo y también me pregunto por qué no fue sustituído antes, por ejemplo, por Cesc Fábregas. Es más: dando por buenos al portero y a los cuatro defensas, quisiera saber por qué don Vicente no prueba con un centro del campo con Iniesta, Busquets y Xavi y con una delantera formada por Villa, Llorente y Navas. ¿No merecería la pena siquiera intentarlo el sábado ante Paraguay? A propósito, ¿dónde está ese fanatismo con el que los merengones defienden al "gran" Cristiano Ronaldo como el mejor jugador del mundo? El más orgulloso, puede; el más altanero, también; el más chulo, indudablemente... Pero ¿el mejor? ¿El mejor en qué? ¿En escupirle a un cámara al final del partido...? Joder, con este individuo, con este impresentable, es tan fácil ser Antricristiano...
Un espacio sobre la vida, el cine, el fútbol, la política, los comics y todas esas otras pequeñas cosas que ocupan nuestro tiempo
miércoles, 30 de junio de 2010
martes, 22 de junio de 2010
Vencer sin convencer

- David Villa, flamante jugador azulgrana, sigue siendo el mejor delantero español en estos momentos, a pesar de haber fallado ese penalty que le hubiera permitido empatar con Higuaín como mejor artillero del Mundial.
- Si el nuevo Presidente del Barcelona, Sandro Rosell, se empeña en fichar a Fernando Torres, será su primer gran error y la primera gran decepción que me causará. ¡La de goles hechos que desbarató el madrileño! Lo siento, sé que es el futbolista español con más predicamento en el mundo mundial, pero a mí jamás me ha convencido, y nunca he logrado entender a qué se deben su prestigio y su caché.
- Xavi sigue sin estar en su mejor momento. Ya sé que hay gente impresentable que va diciendo que es porque no siente los colores de la bandera española, pero yo más bien lo atribuyo a un agotamiento físico y psíquico. Propondría dejarlo sin jugar el próximo partido para intentar que se recarguen sus pilas, pero hay que reconocer que, cuando ayer fue sustituído, el equipo dio un bajón de padre y muy señor mío.
- En la segunda parte, coincidiera o no con la salida de Xavi, España se hundió física y anímicamente. O tenían una pésima preparación o se conformaban con el exiguo "2-0" que estaban consiguiendo, o simplemente Xabi Alonso, Busquets y Cesc Fábregas fueron incapaces de lanzar hacia delante a sus compañeros.
Hoy en la radio he escuchado decir a algún valiente lo que yo ya apunté el otro día: esta Selección no es la misma que ganó la Eurocopa. Ayer sólo lo fue en contados momentos del primer tiempo, pero es inevitable reconocer que, tras las innumerables ocasiones falladas (casi todas, por Fernando Torres), ni el más pintado aguanta la concentración, y la patriótica motivación se sacia con la (exigua) renta de dos goles, que luego nos parecerán insuficientes.
Hay que trabajar más en los entrenamientos, señor Del Bosque. Menos novias, menos días de descanso, y más ejercicio específico para recuperar la condicion física. Y si Silva no está en forma y Torres tampoco, pues se recurre a Llorente, o a Pedro, que lo que importan son los goles y no la fama que envuelve a algunos de nuestros seleccionados. El viernes a las 20:30 tenemos la ocasión perfecta para demostrar si seguimos siendo tan buenos como fuimos, o si todo ésto es el enésimo "bluff" de una prensa deportiva ávida de vender periódicos.
lunes, 21 de junio de 2010
Paralizados frente a la tele
Toda España va a quedarse paralizada hoy entre las ocho y las diez de la noche. No porque se vaya a promulgar ninguna Ley que solucione milagrosamente la crisis económica, ni porque a Zapatero le vayan a otorgar el Premio Nobel de la Paz. No, será el fútbol, siempre el fútbol, el acontecimiento que hará que todos los españolitos nos aposentemos (o permanezcamos levantados) frente a los televisores. Si no ganamos a Honduras, estamos acabados. Así de claro, así de crudo, así de simple. De hecho, si se dan determinadas circunstancias en nuestro aparentemente asequible Grupo, necesitaríamos ganar no sólo partido y también el próximo, sino hacerlo por sendas goleadas. Seguro que Del Bosque ya tiene perfilada la alineación, en la que en principio no va a estar Iniesta, aunque me temo que sí el nuevamente lampiño Iker Casillas, para muchos incuestionable, si bien yo pienso que la incuestionabilidad no debería ser inamovible para nadie, sino estar sujeta al estado de forma (física y psíquica) y a los resultados cosechados. Yo ya no me fío mucho de Casillas, uno de los pocos madridistas que me caen bien, y creo que tampoco estaría mal darle un descanso de vez en cuando. Pero bueno, es obvio que Del Bosque, más blanco que el merengue, no se atreverá a sustituirle. Por contra, le costará menos quitar a Busquets (un destructor del juego rival), lo cual tampoco me va a molestar mucho, dado el evidente buen momento por el que atraviesa Xabi Alonso. Ahora bien, apostar de inicio por Fernando Torres, un jugador que sabéis que de nunca me ha gustado (y me lo tendré que comer con patatas si finalmente lo ficha el presidente electo del Barça, Sandro Rosell), que, encima de todo, no está al cien por cien, me parecería un riesgo excesivo. Yo antes sacaría a Navas (en sustitución de Silva, que el otro día estuvo de pena) y a Llorente, éste con evidentes ganas de marcar. En fin, como he dicho al principio, todo el país se paralizará, hipnotizado, ante la caja tonta. ¡Esperemos que sea para bien!
viernes, 18 de junio de 2010
Cine actualidad/ "EL RETRATO DE DORIAN GRAY"
Oscar Wilde, famosísimo escritor y dramaturgo inglés, publicó "El retrato de Dorian Gray" en 1890, cuando todavía no se habían hecho públicas sus tendencias homosexuales, que, en aquella hipócrita y pacata Inglaterra victoriana, acabarían por conducirle a la cárcel. Sin embargo, cuando concibió este relato de crimen y castigo, de culpa y redención, todavía gozaba de un amplio prestigio, y esta especie de revisión británica del mito de Fausto fue muy bien acogida por el público y la crítica.
Dorian Gray es un joven de clase social alta, quien, tras quedarse huérfano muchos años atrás, recibe como herencia de su abuelo su lujosa mansión familiar. Muy pronto conocerá a dos personas que cambiarán su vida: un pintor homosexual que le hará un retrato asombrosamente vívido, y un aristócrata que le arrastrará a una vida hedonista de pasiones y libertinaje sin límite. En un momento de enajenación, Dorian ofrece su alma al Diablo a cambio de que el paso del tiempo y los rastros de su perversidad no se reflejen en su rostro... sino en su retrato...
Creo que todo buen cinéfilo recuerda la versión de esta obra que firmó Albert Lewin en 1945 con Hurd Hatfield en el papel protagonista, una correcta adaptación en blanco y negro que, paradójicamente, no ha sido posteriormente revisitada con ambiciones artísticas ni pretensiones comerciales. Oliver Parker, que en los años 90 ya realizó alguna adaptación de Shakespeare, se atreve ahora a poner nuevamente en imágenes la inmortal obra de Wilde, con una ambientación muy cuidada, algunas licencias en el guión y muchas concesiones al público adolescente, en forma de sustos y golpes de efecto que malogran el clima que hasta entonces había conseguido el realizador. Es una pena que un diseño de producción tan meticuloso y unos vestuarios tan logrados se desvirtúen en aras de una narración repleta de efectismos, sobre todo en la parte final, lo que resta seriedad y madurez a una historia que parece adaptada para el mismo público potencial de la saga "Crepúsculo", lo cual no deja de ser tan lógico (hablando en términos de comercialdiad) como lamentable. El joven Ben Barnes, el Príncipe Caspian de la segunda entrega de "Las Crónicas de Narnia", no lo hace del todo mal en su papel de Dorian Gray, pero le faltan tablas y no consigue expresar la ambigüedad y lascivia de su personaje. Con diferencia, los mejores de la función son Ben Chaplin (el pintor) y, sobre todo, Colin Firth (en el papel que en su día interpretó George Sanders), que deja de lado sus personajes románticos para zambullirse en este mundo dramático y a ratos terrorífico. Por otra parte, la elección de Rebecca Hall como hija de su mentor y la persona que supuestamente posibilitará la redención de Dorian es completamente desacertada, un grave error de casting, casi tan desacertado como la absurda pretensión de que un clásico de la literatura, una obra dura que pretendía condenar la falsedad de las apariencias y el venenoso puritanismo de la sociedad, intente llenar los cines de jóvenes adictos a las emociones fuertes.
Luis Campoy
Lo mejor: la ambientación, Colin Firth
Lo peor: los sustos y golpes de efecto, la presencia de Rebecca Hall
El cruce: "El retrato de Dorian Gray" (1945) + "Asesinato por decreto" + "El hombre lobo" (2010)
Calificación: 7 (sobre 10)
jueves, 17 de junio de 2010
Favoritismos
En su debut en el que iba a ser “su” Mundial, la “Roja” palmó ante la discreta y sosísima Suiza. Tanto hablar y hablar de que periodistas, seleccionadores y jugadores en activo y en pasivo de todo el mundo mundial se rendían al "favoritismo" de España... para ésto. Pero rebobinemos... Hasta que la victoria en la Eurocopa de 2008 cambió la rutina habitual, lo normal era que, sin saber muy bien por qué, llegada una cina mundialista o europeísta como a la que ahora nos enfrentamos, un puñado de locutores televisivos y radiofónicos, además de los habituales plumillas que ejercen de gurús de la prensa deportiva, enervaran al españolito de a pie con falsas expectativas, hinchadas como globos, que no conseguían otra cosa que producir depresiones de caballo a los (muchos) incautos que se creían tan irreflexivas palabras. Vendedores de humo, apóstoles del vacío, esos temerarios oradores conseguían, cada dos años, llenarnos de verde esperanza, crear en nuestras almas la semilla de dulces sueños... tan sólo para provocarnos negras y peludas pesadillas. El triunfo de 2008, cuando el venerable Luis Aragonés era seleccionador, fue recibido por muchos como "Lo hemos conseguido" o como "Pudimos", mientras que otros, más prudentes, pensamos "Si no lo veo, no lo creo". Bien es cierto que durante los años previos y los años siguientes a tal hito, la Selección española, promocionada machaconamente como "La Roja", ha desarrollado un juego vistoso y a veces deslumbrante (calcado, todo hay que decirlo, del que practica el Fútbol Club Barcelona, que parece ser el ejemplo a seguir), y que la inmensa mayoría de sus partidos se han saldado con victorias, pero también es verdad que, en la única gran competición a la concurrimos tras la EuroCopa, la Copa Confederaciones celebrada, también en Sudáfrica, el año pasado, caímos como conejos, y, además, frente a un rival sin entidad como fueron los Estados Unidos. ¿Qué quiere decir todo ésto? Pues, para mí, quiere decir varias cosas. En primer lugar, que Luis Aragonés, el creador (o adaptador) del modelo y aglutinador del núcleo humano que aún perdura, ya no está al mando, y que, tal vez, Vicente Del Bosque carece de los mecanismos de gestión y motivación que el Sabio de Hortaleza tan bien supo utilizar. En segundo lugar, hay que valorar el hecho de que, aunque, como digo, el núcleo de aquel equipo eurocampeón aún persiste, hay algunas sutiles novedades que, muy posiblemente, no hayan terminado todavía de cuajar. En tercer lugar, no hay que olvidar que han pasado dos años, veinticuatro meses, 730 días, y éso en las piernas y en las mentes de determinados jugadores recién salidos de agotadoras competiciones y de dolorosas lesiones, está empezando a notarse. En cuarto y último lugar, y ésto enlaza directamente con el principio de este artículo, parece evidente que tanta palabrería y tanta euforia ha calado hondo en nuestros muchachos, que quizás han acabado por creerse que son muy buenos, muy guapos y juegan muy bien, y que ayer salieron con una letal combinación de responsabilidad, ansiedad y complacencia. Yo, como casi todo el mundo, aguardaba la hora de inicio del partido con vehemente expectación, pero demasiado pronto me dí cuenta de que algo no andaba bien. Voy a tratar de ser objetivo, y éso me va a doler a mí y os va a doler a algunos de vosotros, pero me temo que gran parte de los males que padeció España ayer fueron los mismos que han acongojado al Barça durante este última temporada. A la explosión de talento y el despliegue ofensivo de los nuestros, los contrarios ya saben cómo anteponer un mecanismo castrador y un repliegue defensivo del que Mourinho sería el máximo artífice y adalid. Pero también hay que ser sinceros y reconocer que Xavi (marcado o no) no fue el mismo de hace dos años, que Iniesta jugó con miedo a recaer de sus molestias (y, encima, lo hizo como extremo, cuando donde más juego crea es en el centro del campo), que Puyol y Piqué no consiguieron evitar el tanto de los suizos y que David Villa, desde que se ha asegurado su jubilación fichando por el Barcelona, no da pie con bola. Por contra, Xabi Alonso parece más asentado cada día (¡y además, chuta!) y Jesús Navas, pretendido por Florentino Pérez, es el revulsivo que, al menos, sirve para crear ocasiones y nuevas esperanzas. Fernando Torres no está ni al veinte por ciento, Silva falló todo lo que tocó, Ramos no fue ni su sombra y Casillas... hombre, me parece injusto éso que dice determinada prensa rosiamarilla acerca de que el romance del portero con la televisiva Sara Carbonero ha desestabilizado a nuestros seleccionados, pero ¿acaso no es verdad que Iker lleva meses fallando lo que antes nunca se le hubiera escapado? Lo único bueno es que todavía nos quedan dos oportunidades más (frente a Chile y Honduras) y que seguimos dependiendo de nosotros mismos para pasar a Octavos. Eso sí, hay que aprender bien la lección, dejarse el juego bonito para los partidos amistosos y ser mucho más agresivos y expeditivos, si es que realmente queremos aspirar a algo por méritos propios y no por las desmesuradas expectativas magnificadas por la prensa. Por cierto, a ver si todos esos supuestos periodistas de tres el cuarto se van a enterando de que éso del "favoritismo" de España es una aberración semántica, pues "favoritismo" es simplemente un trato de favor que un poderoso depara a alguien a quien quiere beneficiar, mientras que lo de la Roja (al menos, hasta ayer), como mucho, podría denominarse como "condición o catalogación de favorito". Es casi lo mismo... pero no es igual.
miércoles, 16 de junio de 2010
Cine actualidad/ "JACUZZI AL PASADO"
Lamentablemente, poco o muy poco positivo puedo decir acerca de "Jacuzzi al pasado", una muestra palpable de que hasta los actores que solían elegir mejor las películas en las que participaban también tienen que superar la crisis como sea. John Cusack era, hasta hace un par de años, una garantía incuestionable de calidad; si aceptaba ponerse al frente de un proyecto era simplemente porque éste merecía la pena. Pero la tendencia empezó a cambiar con la mediocre "1408", y se invirtió del todo con los dos títulos que ha estrenado en los últimos meses, "2012" y éste del que hoy hablamos. Cusack, como todo hijo de vecino, tiene que comer, y, como a todo hijo de vecino, le tienta un cheque con muchos ceros, que es lo que Roland Emmerich le debió pagar por "2012", y asímismo lo que han debido ponerle delante de los ojos para meterse en este "Jacuzzi al pasado", y no, evidentemente, un buen guión. Si hace 25 años Marty McFly se subía a un coche de lujo (un DeLorean) y con él viajaba a los años cincuenta, donde conocía a sus padres cuando eran jóvenes, ahora son tres cuarentones más el sobrino de uno de ellos quienes se sumergen en una bañera burbujeante y acaban reviviendo sus experiencias en la década de los ochenta, comprobando por sí mismos que, vista desde la perspectiva de hoy en día, aquella época no fue ni mucho menos mágica, y descubriendo que los cambios que se realizan en el pasado pueden repercutir, y mucho, en el presente. Tengo muy claro que una comedieta como "Jacuzzi al pasado" (de la que, incompresiblemente, Cusack tuvo que sentirse tan seguro que incluso se involucró en ella como productor) no tiene, en el fondo, otra pretensión que repetir el éxito, el pasado verano, de la infinitamente superior "Resacón en Las Vegas", película que, sin ser ni de lejos una obra maestra, al menos tenía ambiciones formales, estaba sorprendentemente bien rodada y se esforzaba por ser transgresora pero en base a un guión bastante sólido. Lo malo es que "Jacuzzi..." está mal y torpemente escrita, sus actores secundarios no tienen ni de lejos el carisma de los de "Resacón..." y, primero y principal, su director, Steve Pink, es un chapucero que tan sólo es capaz de construir un telefilm que sabe a rancio. Mientras me decepcionaba enormemente viendo esta película, me sentí, ciertamente, teleportado a los años ochenta, pero a lo más cutre y hortera de aquella década, a aquellas cintas que veíamos en el video VHS y cuyo visionado no mejoraba ni ajustándoles el tracking. Cuatro risas robadas a golpe de gag rastrero, actores que dan más pena que otra cosa (Rob Corddry, Craig Robinson, y Clark Duke, este último visto también en la reciente "Kick-Ass") y dos resurrecciones de aquellos años que no saben a nada: el inefable Chevy Chase y nada menos que el padre de Marty McFly en "Regreso al futuro", Crispin Glover, ambos absolutamente desaprovechados. Lo siento por John Cusack, que, por cierto, se pasa media película con la mano dentro del bolsillo (tal vez para asegurarse de que no se le escapaban los dólares que invirtió y esperaba recuperar), pero no pienso recomendarle a nadie este tostonazo que, esta vez justamente, no logró atraer a nadie más a la sala de cine la noche que yo cometí el error de ir a verla.
Luis Campoy
Lo mejor: no tengo ganas de perder el tiempo tratando de buscarle algo positivo
Lo peor: el guión, la dirección, los actores secundarios, el humor cutre a lo "Esteso y Pajares"
El cruce: "Regreso al futuro" + "Atrapado en el tiempo" + "Resacón en Las Vegas"
Calificación: 4 (sobre 10)
viernes, 11 de junio de 2010
Cine actualidad/ "KICK-ASS"
Superhéroe de pacotilla
Hacer el bien, luchar contra la injusticia, defender al inocente, desfacer entuertos... Desde mucho antes de que Miguel de Cervantes tratase de desmitificarlo con su magistral "Don Quijote de la Mancha", ya existía el género caballeresco, en el que los heroicos protagonistas enarbolaban ideales prácticamente idénticos a los que acabo de exponer. Pero los héroes que hoy apasionan a miles y miles de jóvenes ya no visten yelmos y armaduras de latón y montan briosos corceles, sino que llevan vistosos y coloridos disfraces de látex o kevlar y, como mucho, conducen cochazos dignos del mismísimo James Bond. Si un adolescente con la cabeza llena de fantasías quisiese trasladar al mundo real sus sueños justicieros, ya no se inspiraría en Don Quijote, Roldán o Tirante el Blanco, sino en Spiderman, Batman o Lobezno. Ese es el planteamiento de partida de "Kick-Ass", un comic demoledor escrito por Mark Millar y dibujado por John Romita. Jr., en el que, al igual que ya hiciera anteriormente en “Wanted”, el guionista da rienda suelta a su imaginación y a su mala leche, construyendo un tebeo para adultos en el que la acción, la violencia y el humor negro campan a sus anchas. Dave Lizewski es un muchacho huérfano de madre e incomprendido por su padre, que se refugia de su frustración leyendo comics de superhéroes. Tan imbuído está en ese mundo de trajes chillones y vigilantes enmascarados, que se compra un disfraz por internet y, sin ninguna habilidad sobrehumana y sin apenas entrenamiento, sale a las calles buscando injusticias que solucionar. Adopta el sobrenombre de "Kick-Ass" (algo así como "El patea-culos") y, a pesar de que su primera aventura le lleva al hospital, enseguida vuelve a las andadas y la casualidad hace que se convierta rápidamente en estrella de YouTube, lo cual, hoy en día, es un pasaporte seguro hacia la Fama... Naturalmente, ésto que he contado es apenas el punto de partida del film y lo único inocente del mismo, pues, a partir del momento en que entran en escena el principal villano de la función (un gangster llamado Frank D'Amico) y otros dos héroes enmascarados que pretenden pararle los pies -la pequeña Hit-Girl ("Chica Golpeadora") y su padre Big Papi ("Big Daddy" en el comic original-, el espectáculo se torna sangriento y ultraviolento... lo cual no es sino un aliciente más de este tipo películas que no están dirigidas a niños ni pretenden ser didácticas ni realistas. De hecho, el comic primigenio es aún más bestia, más transgresor y bastante menos complaciente, pero a alguien se le ha ocurrido que, a la hora de dar el salto al cine, era mejor suavizarlo un poco, no fuera que la calificación moral fuese tan estricta que ni siquiera el público adolescente pudiese acudir a verlo a las salas... Los primeros minutos de "Kick-Ass" son magníficos, con un punto de melodrama adolescente y un sentido del humor hilarante y corrosivo, una fotografía y un colorido espléndidos y una interpretación bastante convincente del joven Aaron Johnson. Pero lo mejor está por venir. La aparición de los adultos Mark Strong (el malo) y Nicolas Cage (el bueno) aún hace que el conjunto mejore, pero es la actriz infantil Chloe Moretz quien concentra los momentos más afortunados, tanto como heroína justiciera en peleas brillantemente coreografiadas como cuando pasa por ser tan sólo una niña (la intérprete tiene doce años) incapaz de vivir una infancia normal.
Pretender que "Kick-Ass" puede ser accesible y agradable para cualquier tipo de espectadores es una utopía, porque no a todo el mundo le gustan las películas de superhéroes ni las comedias adolescentes ni mucho menos los thrillers violentos con niñas repartiendo estopa, así que tal vez hubiera sido de agradecer un poco menos de azúcar y de sexo absurdo en su parte final, y respetar la causticidad y el pesimismo del comic de Mark Millar, un tipo a quien la moralidad y la corrección política le importan más bien poco. Sin embargo, tengo que alabar rendidamente el trabajo del director Matthew Vaughn, no sólo por lo bien que planifica tanto la secuencias cotidianas como las de acción, sino por lo bien que sabe conjugar la comedia, el drama y la acción, algo que, como digo siempre, es muy, muy difícil de equilibrar. Habrá que seguirle la pista a este señor, que, si nada se tuerce, se va a encargar del relanzamiento de los mutantes en "X-Men: First Class".
Luis Campoy
Lo mejor: Chloe Moretz, las escenas de acción, el color, las divertidas dosis de violencia
Lo peor: las divergencias con el comic original, el final excesivamente feliz
El cruce: “Spiderman” + “Batman” + “Kill Bill” + “Wanted”
Calificación: 8,75 (sobre 10)
viernes, 4 de junio de 2010
Spiderman: 600 números
Hace algunos meses ya trazaba un somero boceto acerca de la situación actual de los comics de Spiderman, quien, merced a la intervención del demonio Mefisto, de golpe y porrazo había vuelto a ser un mocetón soltero que casi vive bajo las faldas de su tía y que nuevamente depende de su cámara de fotos para sobrevivir económicamente. Su matrimonio con la supermodelo pelirroja Mary Jane no sólo se ha extinguido, sino que nadie lo recuerda, así como su identidad secreta, que desvelara públicamente en los primeros compases de la Guerra Civil entre superhéroes. Tan radical cambio se debió, editorialmente, al deseo de Marvel Comics de "resetear" una franquicia que arrastraba tras de sí cuatro décadas de historia y cuyo icono ya no era un joven aventurero sino un hombre casado, demasiado apegado a su esposa y cada vez menos divertido. Confieso que yo, fiel y puntual lector de todas las aventuras arácnidas, soy de los pocos que están muy satisfechos con este retorno a un pasado presente que, entre otras cosas, me trae agradables recuerdos de una época en la que Peter Parker era como un amigo más, con casi los mismos problemas con las chicas y el trabajo y un sentido del humor que la edad adulta había acabado por asfixiar.
Pero no vayáis a pensar que, por volver a ser un soltero de oro, las cosas son fáciles y halagüeñas para nuestro héroe. Su mayor y pertinaz enemigo, Norman Osborn, alias el Duende Verde, ya no es un empresario con amnesia y peligrosas crisis de identidad, sino que se ha convertido, tras su actuación al frente de los héroes-villanos Thunderbolts en contra de los invasores Skrull, en el hombre más poderoso de América, probablemente mucho más que un Presidente Obama a quien, como al resto de sus compatriotas, tiene sumido en una telaraña de engaños. Osborn dirige la organización de seguridad conocida como "S.W.O.R.D." (que sustituye a la "S.H.I.E.L.D." del huído Nick Furia), controla en la sombra a los Thunderbolts y ha creado dos formaciones de superhéroes llamadas "Vengadores Oscuros" y "Patrulla-X Oscura", en las que villanos disfrazados fingen ser valerosos y honestos adalides de la Comunidad. Precisamente es el simbionte Veneno, en esta ocasión unido al pérfido Escorpión, quien asume el rol de Spiderman negro en el seno de los Vengadores más oscuros que nunca han pisado los Estados Unidos. Pero la perversidad de Osborn no conoce límites. No sólo conspira en la sombra con los más peligrosos enemigos de la Humanidad (Namor, el Doctor Muerte, el Encapuchado, un revivido Loki ahora con cuerpo de mujer...), sino que pretende convertir a su propio hijo, un también "resucitado" Harry Osborn, en el "Hijo de América", y no tiene escrúpulo alguno en acostarse con la novia de éste, Lilly Hollister (que en sus ratos libres se convierte en el criminal conocido como Amenaza) para dejarla embarazada de un retoño que espera que sea más digno de él y su legado.
Por si faltaba algo, un inocente Peter Parker pilla in fraganti a su venerable Tía May acostada con Jay, el padre del inefable J. Jonah Jameson (a la sazón recién nombrado Alcalde de Nueva York), y la fogosa pareja de ancianos acaba pasando por la vicaría. De resultas de la boda, Peter pasa a convertirse en ¡hermanastro! de uno de sus mayores enemigos de todos los tiempos. Resurrecciones, vueltas atrás, padres que seducen a la novia de sus hijos, tías sexagenarias (¿o serán directamente centenarias?) que se encaman con un tipo que apenas acaban de conocer... Definitivamente, el actual status de Spiderman se aleja mucho del tebeo para niños, y cada vez se parece más a un culebrón de sobremesa. Claro que, bromas aparte, lo esencial sigue vivo en esta serie regular que ya ha superado los 600 episodios: todo gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y que sea así durante 600 números más...
miércoles, 2 de junio de 2010
Cine actualidad/ "LEGIÓN"
Angeles exterminadores
A veces sucede que una película pequeña y barata, de ésas de las que incluso un cinéfilo impenitente, como un servidor, jamás ha oído hablar, se presenta con un trailer impresionante y provoca auténticos deseos de verla. Eso es lo que me ha pasado con "Legión", film que no se avergüenza (sino todo lo contrario) de pertenecer a ese submundo de presupuestos ínfimos, actores semidesconocidos y guiones imposibles que todos conocemos como "Serie B". En "Legión" no aparecen soldados de mala catadura con las camisas verdes desabrochadas hasta la cintura ni cabras saltimbanquis, sino un par de ángeles celestiales que no interpretan exactamente igual las últimas órdenes que Dios les ha dado. Gabriel lidera un ejército de criaturas poseídas por una especie de virus demoníaco y cuya misión es aniquilar a la Humanidad, mientras que Miguel intenta proteger a los humanos y salvaguardar la última esperanza que les queda: el bebé que una camarera que trabaja en un remoto bar de carretera está a punto de dar a luz, justo en las vísperas de Navidad... Naturalmente, si nos ponemos a analizar semejante historia con detalle, si nos paramos a estudiar al milímetro los diálogos y si perdemos el tiempo comentando las monótonas interpretaciones de los actores no iremos a ninguna parte, así que lo mejor es conformarnos con lo que "Legión" nos aporta, que no es poco: entretenimiento de fácil asimilación, tensión constante, un par de buenos sustos, efectos especiales nada desdeñables y un tono que oscila hábilmente entre lo apocalíptico y lo humorístico. Paul Bettany, actor camaleónico que es capaz de todo (era el médico de "Master and Commander", el pirata informático de "Firewall" e incluso el albino de "El Código DaVinci") se convierte en héroe de acción con inusitada soltura, en un registro muy similar al de Michael Biehn en "Terminator" (papel, por cierto, con el que comparte notorias similitudes); Dennis Quaid, que se conserva físicamente muy bien, se pierde en histrionismos inútiles y su habitual doblador español sólo consigue empeorar las cosas; y Kevin Durand, al que acabamos de ver como Little John en el "Robin Hood" de Russell Crowe hace lo que puede embutido en las alas del (arc)ángel Gabriel. El director de este simpático film se llama Scott Stewart y, a juzgar por cómo planifica y por cómo es capaz de controlar el ritmo del relato, creo que, cuando se le pongan a tiro buenos guiones y presupuestos más holgados, merecerá la pena seguirle la pista.
Luis Campoy
Lo mejor: Paul Bettany
Lo peor: Dennis Quaid y su pésimo doblaje
El cruce: "Terminator" + "Asalto a la comisaría del Distrito 13" + "La niebla" + "Constantine" + “Zombieland”
Calificación: 7 (sobre 10)
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