martes, 24 de julio de 2018

Cine actualidad/ “MAMMA MIA!: UNA Y OTRA VEZ”


¿Cómo podíamos resistirnos?

Aunque parezca increíble, han transcurrido ya diez años desde el estreno de “Mamma Mia!”…

Confieso que, en principio, estaba muy receloso ante el rodaje de la adaptación del fenómeno teatral basado en las famosísimas canciones de Abba.  ¿Un musical en cuyo reparto ni uno sólo de sus protagonistas (Meryl Streep, Pierce Brosnan, Colin Firth, Stellan Skarsgaard) era cantante…?  Sin embargo, mis temores se disiparon a los pocos minutos de comenzar la película, en la que además de los bellos temas del cuarteto sueco (dignamente interpretados),  percibí un envoltorio simplemente delicioso en el que la ambientación, la fotografía, el sentido del humor y las contagiosas ganas de vivir me cautivaron…  a mí y a muchos millones de espectadores más.

Pues sí, han tenido que pasar nada menos que diez años para que una continuación, que normalmente se hubiera puesto en marcha muchísimo antes, haya visto por fin la luz.  Algunos rumores apuntan a que la protagonista indiscutible, Meryl Streep, se negaba a volver a echarse sobre los hombros el peso de un film tan exigente (no olvidemos que no sólo tenía que actuar sino también cantar, ¡y cómo cantó en la primera entrega!), de modo que todo apuntaba a que habría que planear una continuación sin su presencia.  No obstante, a alguien se le ocurrió la magnífica idea de que “Mamma Mia! 2” podría no sólo ser una secuela, sino también y, al mismo tiempo, una precuela, de modo que, si bien Streep no aparecería, su personaje si tendría protagonismo, encarnado en una versión juvenil por una joven estrella en alza.

“Mamma Mia!: una y otra vez” nos cuenta cómo la joven Sophie (Amanda Seyfried) debe afrontar la ausencia de su madre Donna en un momento muy delicado de su vida:  está a punto de inaugurar la reforma del hotel familiar y, por si fuera poco, acaba de descubrir que está esperando su primer hijo.  Por suerte, podrá volver a contar con el apoyo de su padrastro (Pierce Brosnan) y sus otros dos posibles padres (Colin Firth y Stellan Skarsgaard), así como de las encantadoras amigas de su madre (Julie Walters y Christine Baranski) y hasta de su mismísima (e improbable) abuela (Cher).  Paralelamente, somos testigos de cómo una joven Donna (Lily James) arriba por primera vez a la bellísima isla griega de Kalokairi, donde pronto nacerá la pequeña Sophie, fruto de su breve relación con tres chicos a los que decidirá ocultar su posible paternidad…

Obviamente y, como era previsible, “Mamma Mia!: Una y otra vez” NO es mejor que su predecesora, pero ¿por qué es tan evidentemente inferior?  Para empezar, la ausencia de Meryl Streep se hace insalvable, por mucho que unas entregadas Amanda Seyfried y Lily James se esfuercen por dar lo mejor de sí.  La idea de desdoblar la acción en dos tiempos (presente y pasado) tampoco funciona satisfactoriamente, ya que el espectador a quienes desea ver es a los intérpretes de la primera entrega, más maduros pero igual de encantadores, y los actores jóvenes que recrean sus papeles en los flashbacks no tienen ni de lejos su mismo carisma.  Por otra parte, el nivel de popularidad y calidad de las canciones que nutren la segunda entrega (con las excepciones de “Waterloo”, “One Of Us” y “Fernando”) ha descendido muchos enteros, al igual que la mayoría de las coreografías, que ahora parecen menos inspiradas y acrobáticas.  Finalmente, se ha prescindido de la presencia del simpático conjunto de aldeanos que, a manera de “coro griego” (nunca mejor dicho) aparecían por doquier y en las situaciones más inverosímiles, provocando no pocos momentos hilarantes.

En cuanto a la “sorprendente” participación de la diva Cher (innecesariamente revelada en los trailers), se genera una divertida incoherencia:  la intérprete de “Believe” hace de madre de Meryl Streep, pero sólo tiene tres años más que ésta;  asimismo, el cubano Andy Garcia, quien da vida a Fernando, antiguo novio de la primera, tenía apenas tres años en 1959, cuando supuestamente ambos personajes se enamoraron.  ¿Flagrante error de casting o intento a la desesperada de revitalizar una saga que, sin su genuina protagonista, ha perdido su razón de ser?  Pues obviamente es lo segundo, y de la respuesta del público se derivará el éxito o fracaso de la operación.  De momento, la anquilosada carrera musical de Cher se ha reactivado con la grabación de un disco de versiones de…  Abba.  Al final, todo queda en casa y todos salen ganando.

Luis Campoy

Lo mejor:  hace buena a la primera parte
Lo peor:  a pesar de que es menos de lo mismo (falta la insustituible Streep), es mucho más de  lo mismo…  y las canciones son bastante peores
El cruce:  “Mamma Mia!” + “El Padrino 2” (bueno, tampoco hay que pasarse)
Calificación:  6 (sobre 10)

lunes, 16 de julio de 2018

Cine actualidad/ “EL RASCACIELOS”


Duro de matar... y de quemar

Fue un sábado, allá por Octubre del año 88 del siglo pasado…  En el cine Salzillo de Murcia, hoy reconvertido en sede de la Filmoteca Regional, se exhibía “Jungla de cristal”, una película policíaca que venía avalada principalmente por dos nombres:  el de Bruce Willis, protagonista masculino de la serie televisiva “Luz de luna” y el de John McTiernan, director de “Depredador”.  Con el paso del tiempo, recordaría aquella tarde no sólo como uno de esos momentos cinematográficos maravillosos e inolvidables, sino como toda una clase magistral de cómo construir una trepidante historia de acción mimando, al mismo tiempo, la humanidad de cada personaje, y regalando al mundo tanto un héroe inolvidable como uno de los mejores villanos vistos jamás en una pantalla.

Precisamente cuando “Jungla de cristal” celebra su trigésimo aniversario, se acaba de estrenar uno de sus enésimos hijos apócrifos, “El rascacielos”, cuyas “coincidencias” con el ya clásico film de McTiernan la convierten prácticamente en un intento de remake.  Tenemos, en primer lugar, al héroe, un ex-agente de la ley cuya esposa es una de las rehenes de un grupo de supuestos terroristas cuyas auténticas motivaciones son más bien materialistas.  El escenario en el que se desarrolla la acción es un gigantesco y ultramoderno edificio cuyo propietario es un millonario asiático, pero la alta tecnología quedará convertida en chatarra a causa de una ensordecedora tormenta de tiros y explosiones, a los que se une un pavoroso incendio que deja en pañales al de la no menos recordada “El coloso en llamas”…

Dicen que las comparaciones son odiosas, y en este caso la regla no sufre ninguna excepción.  El protagonista de la nueva aventura, el ex-luchador Dwayne ‘The Rock’ Johnson, a la sazón uno de los dos o tres héroes de acción más queridos por el público actual, cumple satisfactoriamente con su papel de tipo duro e irreductible al tiempo que padre de familia ejemplar.  Todos los títulos en los que aparece Johnson gozan de un éxito automático y asegurado, y eso no puede ser casualidad.  Sin embargo, los aciertos incuestionables se acaban prácticamente ahí.  La relación del protagonista con sus hijos es un festival de tópicos que causa un poco de vergüenza ajena;  ni el villano principal ni ninguno de sus esbirros tienen el más mínimo carisma;  el resto de secundarios son totalmente prescindibles y no aportan nada a la trama;  y, aun tratándose de una película de aventuras y no de un documental con pretensiones de ser realista, lo cierto es que las hazañas y heroicidades del protagonista rayan demasiado alto en el escalafón de lo increíble.  La capacidad de The Rock para saltar a edificios en llamas, sobrevivir a todo tipo de ataques y derrotar él solito a una piara de maleantes armados hasta los dientes es tan contundente que la suspensión de la incredulidad de la que gozan este tipo de productos resulta ampliamente rebasada.

Con todo, el balance final de “El rascacielos” no puede ser muy negativo, en parte por ese innegable carisma que destila Dwayne Johnson, en parte porque los efectos visuales están bastante logrados y, en parte, porque el director Rawson Marshall Thurber no se recrea excesivamente en la violencia, lo cual acercará la película a un público familiar .  En estas jornadas de tanto calor, no se me ocurren sitios mejores para refugiarse que una piscina, una playa o una sala de cine donde poder distraerse con un producto ágil e inofensivo como “El rascacielos”.

Luis Campoy

Lo mejor:  Dwayne Johnson, al que sólo le falta hacer buenas películas para poder equipararse a sus “hermanos mayores” Schwarzenegger y Stallone
Lo peor:  la falta de carisma de los personajes secundarios;  los tópicos familiares de la trama;  el exceso de fantasía en las hazañas superheroicas del protagonista
El cruce:  “Jungla de cristal” + “El coloso en llamas”
Calificación:  6,5 (sobre 10)

lunes, 9 de julio de 2018

Píldoras de Cine: Julio 2018


Julio….  El séptimo mes del año, el mes en que muchos se van a la playa y otros optan por lanzarse a correr delante de un toro…  Mes de vacaciones, mes de calor, mes de refugiarse en una sala bien refrigerada …  Lo empezamos con una ración de breves pero intensas PÍLDORAS DE CINE.

HEREDITARY
Lo he dicho un millón de veces:  odio las etiquetas y me aterroriza el bagaje que arrastran determinadas películas que vienen ensalzadas por la crítica y/o el público.  El exceso de expectativas suele arruinarme el visionado de no pocas cintas, a las que, mientras las estoy viendo, les busco y no les encuentro esos retazos de maravilla y grandiosidad que se les han adjudicado. “Hereditary”, opera prima del antiguo cortometrajista Ari Aster, es, desde luego, una película interesante, y que sabe alejarse con inteligencia de los estándares del género terrorífico que nos está llegando últimamente.  A Aster no le hacen falta los subidones bruscos de sonido, ni cepillarse a una docena de adolescentes en un aparatoso baño de sangre para crear un clima de inquietud y desasosiego.  Es ésta sin duda la mayor virtud del film:  provocar un miedo más profundo y arraigado, que no te deja que olvides fácilmente las imágenes y sobre todo los sucesos contenidos en esta historia que tiene reminiscencias de “La semilla del diablo”, de “La centinela” e incluso de la reciente “Babadook”.  Grandísimas interpretaciones de un recuperado Gabriel Byrne y, sobre todo, de una descomunal Toni Collette (la madre del niño de “El sexto sentido”), y una escena (la del accidente de coche) que pasará a las antologías del género.  Una muy recomendable propuesta dentro de un género al que le hacía falta madurar, aunque pienso que epítetos como “La película más terrorífica desde ‘El exorcista’” o “La mejor película de terror de las últimas décadas” desconcertarán y aun defraudarán a quienes simplemente esperen ese tipo de terror convencional que este film no ofrece.
Calificación:  8,5 (sobre 10)

CON AMOR, SIMON
Simon Spier (Nick Robinson) es un chico estadounidense de buena familia, que va a un buen instituto y tiene un grupo de buenos amigos…  a los que nunca se ha atrevido a revelarles que es gay.  Accidentalmente, su condición sexual es revelada a los ojos de todo el mundo, y Simon deberá averiguar si su familia y amistades son todo lo tolerantes y comprensivos que él necesita…  Una major como 20th Century Fox produce y distribuye esta encantadora película diseñada para gustar a todo tipo de públicos…  si bien uno se pregunta cuál sería el desenlace de la historia si la acción aconteciera no en unos idílicos EEUU sino en Rusia, Irán o Arabia Saudí, por poner tan sólo unos ejemplos…  Lo cierto es que, coincidiendo en no pocos elementos de tono y planteamiento con producciones como “Wonder”, “Con amor, Simon” adapta con acierto la novela de Becky Albertalli y seguramente convencerá a muchos jóvenes de que, aunque sus padres no tengan el magnífico aspecto de Josh Duhamel y Jennifer Garner, serán capaces de comprenderles y aceptarles cuando llegue el momento de salir del armario.  Pasito a pasito se hace camino, y con películas como “Con amor, Simon” se pone la primera piedra para continuar normalizando la situación de un colectivo cada vez más visible.
Calificación:  7 (sobre 10)

SICARIO: EL DÍA DEL SOLDADO
“Sicario” (2015) me encantó, me impactó, me dejó boquiabierto.  Sobre todo por sus tremendas e inolvidables secuencias de apertura y cierre, pero también por su tono que mezclaba el thriller, el western y la denuncia socio-política.  Tres años después, y con un par de bajas de extrema importancia (el director original Denis Villeneuve y la protagonista Emily Blunt), nos llega una secuela centrada en los personajes “secundarios” encarnados por Benicio del Toro y Josh Brolin, que ha dirigido el italiano Stefano Sollima.  “Sicario:  El día del soldado” es más de lo mismo, obvio por tratarse de una secuela perteneciente a lo que se pretende que se convierta en una franquicia, si bien el guionista Taylor Sheridan se vuelve a esforzar por darle sentido y coherencia a esta nueva historia fronteriza que mezcla el narcotráfico con el terrorismo.  Algo más “blandita” que su predecesora, “Sicario:  El día del soldado” contiene también alguna que otra impactante secuencia de acción, pero el cambio tonal experimentado por el personaje de Del Toro le resta sin duda algo de atractivo;  la fiera se ha ablandado, y éso no es bueno para las expectativas del espectador.
Calificación:  7 (sobre 10)

lunes, 2 de julio de 2018

DO SVIDANIYA, ISPANIYA (algo así como "Adiós, España”)


Tras cuatro años memorables en los que cosechamos un gloria internacional inaudita (Eurocopa de Austria/Suiza de 2008;  Mundial de Sudáfrica de 2010;  Eurocopa de Polonia/Ucrania de 2012), nuestra Selección española de fútbol encadena tres fracasos estrepitosos y consecutivos en las siguientes competiciones en las que ha concurrido (Mundial de Brasil 2014;  Eurocopa de Francia 2016;  Mundial de Rusia 2018).  Hace ahora veinticuatro horas que se nos quedó a todos una cara de memos y gilipollas que nos va a costar erradicar, al menos hasta que un nuevo triunfo (cuando quiera que llegue) nos devuelva el buen sabor de boca;  pero ¿realmente lo sucedido ayer en el Estadio Olimpico Luzhniki de Moscú nos pilló a todos por sorpresa…?

Todavía hoy, mi señor padre (nada menos que 92 lúcidos años) sigue insistiendo en que, a pesar de que fue Vicente del Bosque quien se llevó los mayores laureles tras erigirse España en Campeona del Mundo en 2010, el mérito de haber construido un combinado ganador fue del llorado Luis Aragonés (Hortaleza, 1938-Madrid, 2014).  Efectivamente, a Aragonés le cabe el mérito de no sólo haber seleccionado a los hombres adecuados, sino de haber sabido conjuntarlos y aleccionarlos hasta que moralmente se vieron prácticamente obligados a alzarse con la victoria (Xavi Hernández nunca ha ocultado que fue entonces cuando descubrió su auténtico potencial, y el ex-Niño Fernando Torres me temo que nunca ha rayado a un nivel tan alto).  Las buenas maneras y la campechanía de Del Bosque lograron mantener y aun mejorar la herencia recibida, y de este modo se completó el trío de Copas que nos auparon a la cima del Mundo.  Claro que también la caída fue dura y dolorosa….

Los futbolistas sólo son mitos una vez retirados, porque, cuando están en activo, es sorprendente lo fácilmente que se les convierte de héroes a villanos, mayormente cuando la edad les conduce a un comprensible deterioro físico y creativo.  Desde luego, el tiempo no pasa en balde para nadie, y así fue como Xavi Hernández, Xabi Alonso, Carlos Marchena, David Villa, Fernando Torres e incluso quien parecía Santo y Eterno, Iker Casillas, entraron en la decadencia cuyo peaje el tiempo exige a todos, y, tal vez con algo de retraso, también Del Bosque abdicó.  A alguien se le ocurrió que su sucesor ideal podría ser el antiguo guardameta Julen Lopetegui, quien por aquel entonces oficiaba como seleccionador Sub-21, y de este modo comenzó un periplo de dos años que pretendía eclosionar con éxito en el Campeonato del Mundo a celebrar en la Rusia de Putin.

No nos engañemos:  el juego de la España de Lopetegui nunca fue tan bonito, alegre y vistoso como el que diseñaron Aragonés y Del Bosque.  Sin embargo, es cierto que los resultados sí acompañaron, y las derrotas parecían estar conjuradas al tiempo que Isco, De Gea, Carvajal, Asensio o Kepa iban adquiriendo mayor protagonismo en las listas elaboradas por el técnico vasco.  Y aunque en los últimos encuentros amistosos previos al Mundial ya se produjeron diversas señales poco optimistas que ninguno quisimos apreciar, el verdadero terremoto se produjo el martes 12 de Junio de 2018 cuando, ya en Rusia, el Real Madrid emite un comunicado anunciando que Julen Lopetegui será su entrenador en cuanto concluya la cita mundialista.

El inoportuno anuncio del Madrid divide de inmediato a los aficionados:  algunos defendían que el club de Florentino Pérez tenía todo el derecho del mundo a contratar al técnico que consideraban más idóneo, mientras que otros en lo que nos fijamos fue no en el derecho (incuestionable) sino en las formas y, sobre todo, en la (in)oportunidad del momento elegido para lanzar la bomba informativa.  Pero vayamos un poco más lejos:  ¿os imagináis que, en lugar del Madrid, hubiera sido el Barcelona quien hubiera negociado clandestinamente con el seleccionador de España, y proclamado su contratación a escasas horas del inicio de un Campeonato del Mundo?  Obviamente, todos ésos que ahora defienden la “legítima actitud” de la entidad blanca hubieran prorrumpido en un aluvión de críticas que a mí me habrían parecido totalmente razonables y atinadas.  Uno de los que más ofendidos se sintió, como no podía ser de otra manera, fue el recién nombrado Presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, que se enteró prácticamente al mismo tiempo que el resto de los mortales de que su Seleccionador había negociado en secreto con un club que no tuvo la delicadeza de informar a la Federación de la existencia de tal acuerdo.  Ante Rubiales se desplegaban, básicamente, dos posibilidades:  una, mantener a Lopetegui como si nada hubiera pasado, anteponiendo la estabilidad y el sosiego anímico de los futbolistas al lógico ataque de cuernos que tanto le había cabreado;  y dos, cesar de inmediato al traidor, que al fin y al cabo era un empleado desleal en el que ya no podría confiar.  Sorprendentemente (yo, al menos, no me lo esperaba), Lopetegui fue destituido ipso facto y reemplazado por un renuente Fernando Hierro, director deportivo del combinado nacional, que se resistió todo lo que pudo hasta que no le quedó otro remedio que aceptar el marrón.

Como ha quedado dicho anteriormente, el juego desplegado por la España de Lopetegui en los últimos encuentros había sido discreto y regular, por no decir mediocre.  Sin embargo, el partido de debut en el Mundial fue todo un partidazo (3-3 frente a Portugal), y los goles de Diego Costa hicieron que los errores del portero De Gea quedaran en segundo plano.  Sin embargo, las sensaciones ante Irán (0-1) y Marruecos (2-2) fueron eminentemente negativas, y todos los españolitos estuvimos de acuerdo en que “la España de Hierro” precisaba de algunos cambios:  dotar de mayor solidez a la defensa, de más acierto a la delantera y, sobre todo, sentar a De Gea en beneficio de Kepa o incluso de Pepe Reina.  Mas quien estaba al mando sólo quiso o sólo supo complacernos a medias.  Maquilló un poco el centro del campo (Koke por Thiago y Marco Asensio por el heroico Iniesta), pero mantuvo bajo palos al guardameta más cuestionado de nuestra Historia reciente, y en punta a un Costa que pedía a gritos un descanso o, como mínimo, un compañero.  Por si fuera poco, se trataba de enfrentarnos a la selección anfitriona del Campeonato, misión imposible para nosotros desde que el mundo es mundo, y de la conjunción de todos estos factores devino un desastre que tampoco era tan difícil de prever…

Admito que el Fernando Hierro que ha mordido el polvo con la España de 2018 me ha acabado por caer mejor que su versión de hace un par de décadas, cuando se jactaba de no haber leído jamás un libro.  Con todo, su poca experiencia como entrenador, sus decisiones no siempre entendibles y, sobre todo, su excesiva lealtad a los patrones de juego que había visto ejecutar a Lopetegui nos han acabado por condenar a todos.  El partido de ayer fue soporífero y aburrido (posesión tan abrumadora como estéril, pases horizontales o hacia atrás, ausencia de disparos a puerta), no muy diferente de aquéllos en los que el Barça (referente innegable del estilo que en su día forjaron Aragonés y del Bosque) se tropieza una y otra vez ante rivales que aparcan el autobús ante su portería y fían todo a los dos o tres contraataques que pueden armar a lo largo de los noventa minutos.  Para más INRI, no fueron 90 sino 120 los minutos que tuvimos que sufrir, y, después de éstos, la temida tanda de penalties en los que David De Gea pudo haber pasado de Enemigo Público Número Uno a Héroe Nacional….  pero no cayó esa breva.

Conclusión:  nos volvemos para casa en Octavos, con el rabo entre las piernas y la certeza de que, ahora sí, hace falta una auténtica revolución para que esta Selección pueda volver a vencer y convencer.  Lo más lógico y normal es que Fernando Hierro no continúe ni un minuto más como seleccionador (se rumorean nombres como los de Michel, Quique Sánchez Flores o incluso Luis Enrique para sustituirle), y ya sabíamos desde hacía tiempo que Gerard Piqué (¿a quién silbarán a partir de ahora?) y el gran Andrés Iniesta se iban a despedir tras concluir su participación en el campeonato…   y puede que no sean los únicos…  Esperemos que Rubiales tome las decisiones adecuadas y sepa dar con la tecla que no desafine y complazca a todos por igual, porque la decepción masiva que sufrimos ayer demuestra una vez más que, hoy por hoy, el fútbol sigue siendo el Deporte Rey en esta nuestra monárquica España.