lunes, 16 de noviembre de 2020

Series de Televisión/ "COBRA KAI"



En 1984, el joven Daniel LaRusso (Ralph Macchio) se traslada a vivir junto a su madre a un bloque de apartamentos del barrio de Reseda en Los Angeles (California).  Muy pronto, se enamora de una atractiva compañera de instituto, Ali Mills (Elisabeth Shue), la cual acaba de salir de una tormentosa relación con un chico engreído y pendenciero llamado Johnny Lawrence (William Zabka), quien se niega a consentir que su antigua novia le reemplace por otro.  El comportamiento chulesco y violento de Johnny y sus amigos no consigue desanimar a Daniel, quien, para aprender a defenderse, intenta inscribirse en un dojo de karate denominado Cobra Kai, dirigido por un orgulloso y cruel sensei (instructor), John Kreese (Martin Kove), sólo para descubrir que Johnny y su pandilla son estudiantes aventajados de ese mismo dojo.  Es entonces cuando entra en escena Nariyoshi Miyagi (Noriyuki “Pat” Morita), el conserje del edificio de apartamentos donde vive Daniel, quien, a través de técnicas muy peculiares, consigue iniciar al joven LaRusso en los caminos del karate, adiestrándole en un tiempo récord para que, en el torneo de All Valley, Daniel se proclame campeón a pesar de las malas artes de los alumnos del Cobra Kai.

 

El párrafo anterior, como seguro que habréis reconocido, era un breve resumen de una famosísima y supercomercial película de los años 80, “Karate Kid”, escrita por Robert Mark Kamen, dirigida por John G. Avildsen y musicalizada por Bill Conti, estos dos últimos, realizador y compositor de la celebérrima película de Sylvester Stallone “Rocky”.  No fueron pocos los que, de hecho, vieron en “Karate Kid” una especie de reformulación de “Rocky” dirigida al público juvenil, ya que ambas coincidían en la exaltación del deporte como método de superación personal, además de que, en los dos casos, los protagonistas vivían bonitas historias de amor y se beneficiaban de las enseñanzas de unos tutores tan maduros como carismáticos.  El caso es que “Karate Kid” tuvo dos secuelas más en las que repitió Ralph Macchio, una cuarta entrega en la que el señor Miyagi ahora entrenaba a una karateca femenina e incluso un remake protagonizado por Jackie Chan y Jaden Smith, hijo de Will Smith.

 

En el año 2007, William Zabka apareció en el videoclip de una canción del grupo No More Kings retomando su papel de Johnny Lawrence, y, más adelante, el actor comentaría, medio en broma, medio en serio, que él siempre fue “el auténtico Karate Kid”.  Seis años después, en el episodio número 22 de la octava temporada de la serie “Cómo conocí a vuestra madre”, Ralph Macchio se presentó como invitado sorpresa en la despedida de soltero de Barney Stinson (Neil Patrick Harris), provocando el enfado de Stinson, que sostenía también que Johnny era el elegido para convertirse en Karate Kid y que fueron las “malas artes” de Larusso y Miyagi las que le arrebataron todo lo que le pertenecía, incluyendo tanto el título de campeón de karate como la guapa novia que tenía.  En ese instante, un payaso que formaba parte de la fiesta se quitaba el maquillaje y resultaba ser el mismísimo William Zabka, interpretando nuevamente al inefable Johnny Lawrence.  Tan “entrañable” reencuentro no pasó inadvertido al productor y guionista Jon Hurwitz, un fan más de la saga “Karate Kid” que, durante los cuatro años siguientes, estuvo soñando despierto con la posibilidad de realizar una continuación televisiva de las películas en las que volvieran a participar los recordados protagonistas de las mismas.  Tras considerar la posibilidad de ofrecer la primera temporada de una serie de diez episodios breves (de una media hora de duración) a las principales cadenas norteamericanas, finalmente se decantó por la oferta de la plataforma de videos YouTube, que deseaba dar el salto a un mercado más convencional.  De este modo, el 24 de Abril de 2018 se estrenaba el primer episodio de “Cobra Kai”, oficiando el propio Hurwitz, Josh Heald y Hayden Schlossberg como productores, guionistas y ocasionales directores, y los mismísimos Ralph Macchio y William Zabka como productores ejecutivos junto con Will Smith, cuyo hijo Jaden, como dijimos más arriba, protagonizó el remake de 2010.

 

34 años después de perder el campeonato de karate de All Valley de 1984, Johnny Lawrence, al borde del alcoholismo después de haber fracasado en todas las facetas de su vida, decide volver a poner en marcha el viejo dojo Cobra Kai, en el que seguirá vertiendo algunas de las enseñanzas de su antiguo sensei John Kreese, incluyendo el lema “el enemigo no merece piedad”.  Algunos de los alumnos que se inscriben en el dojo son Miguel Díaz (Xolo Maridueña), Aisha Robinson (Nichole Brown) o Elie Moskowitz (Jacob Bertrand).  En su relación con Miguel, Johnny trata inconscientemente de volcar todo el afecto paterno que su propio hijo Robby Keene (Tanner Buchanan) rechaza, hasta el punto de que el muchacho se niega a utilizar el apellido paterno.  Paralelamente, Daniel LaRusso se ha convertido en un respetado y floreciente empresario del automóvil, dirigiendo su propio concesionario, en el que también trabaja su esposa Amanda (Courtney Henggeler), con la que tiene dos hijos, Samantha (Mary Mouser) y Anthony (Griffin Santopietro).  Cuando Johnny y Daniel se reencuentran accidentalmente, vuelve a surgir entre ellos la rivalidad del pasado, que esta vez afecta también a sus descendientes:  Samantha inicia una relación amorosa con Miguel, sin saber que éste es el pupilo del enemigo de su padre, mientras que Robby le pide a Daniel que le transmita sus conocimientos de karate, omitiendo el pequeño detalle de que es el hijo del mismísimo Johnny Lawrence…

 

Indudablemente, “Cobra Kai” es un regalazo para todos los que llevamos casi cuatro décadas enganchados a “Karate Kid”.  De hecho, a mi me sigue pareciendo poco menos que un milagro la propia existencia de la serie, y que en ella hayan accedido a participar casi todos los actores principales de las viejas películas (con la lógica excepción de Noriyuki “Pat” Morita, fallecido en 2005).  Además, hay que reconocer que el tono (una mezcla bien equilibrada de drama, comedia, romance y deporte) es perfecto para atraer tanto a los espectadores originales de la saga como a las nuevas generaciones que sólo la conocían a través del DVD y la televisión.  Los treinta minutos de duración de cada capítulo se pasan en un suspiro, de modo que siempre te quedas con ganas de más, y el morbo de ver cómo han envejecido los actores que eran jóvenes en los 80 se complementa con el indudable acierto en la elección de sus herederos de la nueva hornada.  Cobra Kai” es una auténtica gozada y lo bueno es que sólo quedan dos meses para volver a gozarla a lo grande, ya que, tras dos temporadas emitiéndose en YouTube, la tercera tanda de episodios se estrena en enero de 2021, nada menos que en Netflix.

martes, 10 de noviembre de 2020

Series de Televisión/ "PATRIA"


 

Cuando se publicó “Patria” (Tusquets Editores, 2016) del escritor donostiarra (residente en Alemania) Fernando Aramburu, todas las críticas que encontré eran favorables, por no decir extraordinariamente positivas.  De su argumento apenas supe que se desarrollaba en el País Vasco durante los “años de plomo”, pero, sin haberlo leído, sí he podido visionar la serie televisiva que lo adapta, de modo que me ceñiré a esta última en mi comentario.


Como quedó dicho al principio, “Patria” transcurre en el País Vasco español, en un pueblo (que bien pudiera ser Hernani), donde el empresario Jesús María “Txato” Lertxundi es extorsionado por la banda terrorista ETA, que le exige el pago forzoso del llamado “impuesto revolucionario”.  Txato empieza pagando, pero finalmente se niega e incluso se plantea trasladar su negocio de transportes a Zaragoza.  El mero hecho de no seguirle la corriente a los terroristas en sus exigencias, convierte a Txato en blanco de los abertzales, y las paredes de su casa y su negocio amanecen cubiertas de pintadas en las que se le llama “Traidor”.  Como consecuencia de ello, la práctica totalidad del pueblo le da la espalda, incluyendo a su mejor amigo Joxian y la mujer de éste, Miren;  todos piensan que alguien que no contribuye a la libertad de Euskal Herria se merece todo lo malo que le pueda pasar.  Una tarde lluviosa, Bittori, la esposa de Txato, escucha tres disparos en la calle, justo cuando su marido se dirigía hacia su coche.  Su esposo yace boca abajo en el suelo, y su sangre, diluída en la lluvia, se extiende por el asfalto…  Décadas después, cuando ETA anuncia el cese de su actividad armada, Bittori, que desde que enviudó se había trasladado a vivir a San Sebastián, decide regresar al pueblo, con al propósito de averiguar quién apretó el gatillo en la muerte de Txato, y obtener del asesino una tardía disculpa.

 

Patria”, la serie, ha sido producida por Alea Media para el gigante HBO, oficiando de showrunner Aitor Gabilondo, artífice de producciones como “El comisario”, “Periodistas”, “El Príncipe”, “Vivir sin permiso”, “La verdad”, “Madres” o “Allí abajo”.  Precisamente fue en esta última serie donde no hace mucho vimos aparecer a las dos grandes protagonistas de “Patria”, Elena Irureta y Ane Gabarain. Irureta, que en “Allí abajo” interpretaba a Rosamari, la madre de Peio (Iker Galartza), da vida en “Patria” a la sufrida Bittori, mientras que Gabarain, que fuese Maritxu, la madre de Iñaki (Jon Apaolaza), incorpora ahora a la “malvada” Miren.  El resto del reparto principal de “Patria” lo integran José Ramón Soroiz como Txato, Iñigo Aranbarri y Susana Abaitua como sus hijos Xabier y Nerea, Mikel Laskurain como Joxian y Jon Olivares, Loreto Mauleón y Eneko Sagardoy como, respectivamente, sus tres hijos Joxe Mari, Arantxa y Gorka.  El guionista principal ha sido el propio Aitor Gabilondo, repartiéndose entre Félix Viscarret y Oscar Pedraza la dirección de los ocho episodios de los que consta la miniserie.

 

Siendo el tema de base ya de por sí complicado (la descripción del llamado “conflicto vasco” de una manera pretendidamente objetiva), la primera polémica que se suscitó en torno a “Patria” estalló cuando HBO decidido difundir un primer cartel promocional en el que, bajo el lema “Todos somos parte de esta historia”, se veían dos imágenes entre las que se pretendía establecer un evidente paralelismo:  por un lado, Bittori llorando desgarrada con su marido asesinado en brazos, y, por otro, Joxe Mari (el hijo terrorista de Miren y Joxian) desnudo y supuestamente torturado en una oscura comisaría.  Hasta el propio autor Fernando Aramburu tuvo que intervenir públicamente para manifestar su desacuerdo con la elección de esas dos fotografías, que, según explicó, no se correspondían con el tono tanto de su novela como de la propia serie.  Para entendernos, un cartel como ese da a entender que vamos a asistir a una especie de guerra en la que, sí, existen dos bandos (los asesinados y los asesinos), pero ambos bandos son tan culpables como víctimas de una realidad dual.  O dicho de otra manera:  si ETA se vio “obligada” a matar a 864 personas fue porque, previamente, el “perverso” Estado español oprimió al pacífico pueblo vasco y sometió a innumerables vejaciones a sus heroicos e inocentes pobladores.

 

Lo cierto es que, lamentablemente, empecé a ver la serie con el poster muy en mente, y ojalá pudiera decir que, una vez finalizados los ocho capítulos, mi impresión preliminar andaba totalmente desencaminada.  O sea, el sentimiento nacionalista de un territorio me parece absolutamente respetable, como prácticamente cualquier filosofía o forma de pensar, pero donde una filosofía gana o pierde su legitimidad es en la manera de llevar a la práctica sus teorías.  Que, durante años, demasiados años, existió una dictadura que pisoteó derechos y libertades aquí y allá y causó el dolor y la frustración de mucha gente, es un hecho tan innegable como reprobable.  Pero que, como respuesta a esa opresión, una parte de la sociedad vasca apoyase, respaldara y vitorease a una banda criminal que asesinó a casi 900 personas entre policías, guardias civiles, militares, políticos, empresarios e inocentes familiares de éstos, no puede dejar de ser sino una vergüenza histórica que no se puede justificar de ninguna manera.  Patria”, en algunos pasajes, intenta parecer “neutral”:  ni los “buenos” (Txato y su familia) son perfectos y angelicales, ni los “malos” (con Joxe Mari obviamente a la cabeza, pero con Miren tanto o más convencida de la justeza de su reivindicación) son demonios que decapitan bebés y ofrecen su sangre a una monstruosa Mari o madre diosa.  En ese pueblo de unos 20.000 habitantes, la inmensa mayoría aceptan como propios los postulados esgrimidos por ETA (España nos oprime, nos roba, nos impide hablar en nuestra lengua nativa, y, por tanto, debemos eliminar a nuestros opresores), y ni siquiera el apocado Joxian se atreve a seguir siendo amigo de Txato, por temor a ser señalado también por sus conciudadanos.  En el primer capítulo, las todavía amigas Miren y Bittori presencian horrorizadas cómo un autobús es incendiado por unos vándalos, pero ¡ay!, la postura de Miren cambia radicalmente cuando ese acto vandálico es reivindicado por ETA y descubre que uno de los vándalos es su propio hijo Joxe Mari;  lo que hubiera podido ser objeto de recriminación o castigo, ahora se torna en motivo de orgullo, porque Joxe Mari se atreve a llevar a la práctica lo que muchos vascos anhelan pero reprimen:  la destrucción del orden (español) establecido.  Los hijos de Txato y Bittori están un poco desdibujados (Xabier sucintamente “enmadrado” y Nerea buscando en el sexo cómo evadirse de su tragedia familiar), pero, por el contrario, los de Miren y Joxian aparecen precisamente caracterizados.  Joxe Mari, violento e impulsivo, se une a ETA para poder dar rienda suelta al odio que lleva dentro;  Gorka, horrorizado ante la violencia ejercida por su hermano y decepcionado por la sumisión de su padre, asume su homosexualidad largamente reprimida y busca cobijo en un hombre más mayor;  y Arantxa, la más honesta de los tres, es castigada primero con un marido “facha” y maltratador y, finalmente, con un ictus que la deja postrada en una silla de ruedas.  La caracterización de algunos personajes “españoles” me parece tan desafortunada como tendenciosa, es decir, para nada neutral.  Los policías que registran la casa de Miren y Joxean se comportan de manera indignante y despreciable;  los  guardias civiles que interceptan el coche en el que Nerea y sus amigas se encaminan al homenaje del etarra fallecido son repugnantes y asquerosos, con abusivo cacheo incluido;  los inspectores que torturan a Joxe Mari no inspiran sino odio y animadversión;  y el marido de Arantxa, Guillermo, segundos después de declararse “español”, abofetea a su esposa de una manera en la que los términos “machista”, “maltratador”, “facha” y “español” van claramente entrelazados.

 

Por lo demás, una vez reiterado mi disgusto y decepción ante esa “equidistancia” que la serie manifiesta aunque sus responsables lo nieguen, reconozco que me ha gustado bastante “Patria”, que, para mi, igual podría llamarse “Matria”, al ser las dos madres enfrentadas las verdaderas y auténticas protagonistas.  En este sentido, tengo que admitir que, si bien Elena Irureta y su Bittori gozan de mi total afecto y apoyo, quien está realmente formidable, espectacular, es Ane Gabarain como Miren, una villana sensiblemente matizada que ejemplifica en una sola persona la compleja ambigüedad moral de toda una sociedad.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Píldoras de Cine: NOVIEMBRE DE 2020

Ya estamos en Noviembre y, si ni siquiera el mejor James Bond de la Historia del Cine ha podido sobrevivir a esta era de coronavirus, ya me contaréis qué posibilidades tenemos el resto de mortales…  Con el toque de queda, el confinamiento perimetral y los bares cerrados, el cine es uno de los pocos alicientes que nos quedan y, al menos mientras se pueda, un servidor sigue frecuentando las salas con el fin de ver lo que se exhibe para luego poder expedir la dosis reglamentaria de PÍLDORAS DE CINE?

 


GREENLAND

¿Gerard Butler en una (nueva) peli de catástrofes?  ¿Será tan mala y tan inane como “Geostorm”?  Pues no, esta “Greenland” (si llegan a traducir “Groenlandia”, seguramente habría sido una ruina comercial, debe haber pensado la Distribuidora española) que ha dirigido Ric Roman Waugh depara no pocas gratificantes sorpresas, en forma de guión bastante bien escrito, con personajes “reales” y situaciones en las que el espectador lo pasa casi tan mal como sus protagonistas.  A Butler le acompañan Morena (“Deadpool”) Baccarin y un recuperado Scott Glenn, y debo admitir que hacía tiempo que no disfrutaba tanto pasándolo tan mal.

Calificación: 7,5 (sobre 10)

 


EMMA

24 años después de la celebrada versión con Gwyneth Paltrow, llega a los cines (al menos a los que están abiertos) una nueva adaptación de la deliciosa novela de Jane Austen.  La historia de la joven Emma Woodhouse es básicamente la misma de siempre, sólo que ahora se acentúa un poco el elemento feminista (el signo de los tiempos).  La imparable Anya Taylor-Joy ostenta el papel protagónico en una producción británica en la que brillan (como suele ser habitual) todos los aspectos estéticos:  fotografía, diseño de producción, vestuario y música alcanzan todos ellos cotas elevadísimas de calidad, y el film, en conjunto, me parece una auténtica exquisitez, una pequeña maravilla francamente recomendable.

Calificación: 8,5 (sobre 10)

 





NO MATARÁS

El joven realizador catalán (38 años) David Victori escribe su particular carta de amor al Cine (al menos, al cine de Martin Scorsese) con “No matarás”, en la que a un sufrido Mario Casas le pasan tal cantidad de cosas (malas) que deja en mantillas al pobre Griffin Dunne de “¡Jo, qué noche!”.  Victori no sólo recupera el tono pesadillesco de aquel film de 1985 (cuando parece que el protagonista ha salido de un lío, se mete en otro mayor, y así hasta el ultimísimo instante), sino que también hace gala de un apabullante despliegue de travellings.  Como el film tiene pocos momentos de quietud y su personaje es eminentemente físico, Casas apenas tiene que sacar a pasear su característica mala dicción, por lo que puede afirmarse que cuaja un buen trabajo interpretativo.   Atención a la joven (y muy peligrosa) Milena Smit, excepcional en su rol de mujer fatal.

Calificación:  7,5 (sobre 10)

 


PINOCHO

Prueba del paso inevitable del tiempo, es que, en apenas 18 años, el inefable Roberto Benigni (“La vida es bella”) ha pasado de ser Pinocho en la versión de 2002 a convertirse en su “padre”, el carpintero Gepetto, en esta nueva adaptación que ha dirigido Matteo Garrone.  Alejándose del largometraje animado de Disney, Garrone echa mano de los elementos más oscuros del cuento original de Carlo Collodi, acentuando la maldad y crueldad de los personajes negativos y visualizando secuencias verdaderamente terroríficas.  Quizás es por ésto por lo que, en una adaptación con una brillante puesta en escena, el espectador más sensible se sentirá precipitado a un abismo de sufrimiento que le impedirá disfrutar lo que hasta ahora habíamos considerado un simple cuento infantil.

Calificación: 7 (sobre 10)