Una odisea pilosebácea (y II)
Uno de los artículos más exitosos que he publicado en este blog, uno de los más visitados, leídos y comentados, no ha sido una crítica de cine o la enésima loa a mi musical favorito, "Los Miserables". No, en realidad uno de los temas tratados que más ha interesado al personal ha sido el afán de conservar el cabello sano y en su sitio (no en una caja, como me decía mi padre), tal como lo narré bajo el título de "Una odisea pilosebácea". A pesar de que cada vez son más las cabezas completamente rasuradas que campan por ahí, y aunque señores como Pep Guardiola parecen más interesantes con el coco despejado, todos los hombres (y algunas mujeres) luchan con todas sus fuerzas para impedir la victoria irreversible de la alopecia. Por lo que a mí respecta, lo último que os había contado fue que finalmente me resistí a confiar ciegamente mi salud capilar a una marca para mí desconocida (Rougj Hair), por lo que acudí más o menos escépticamente al dermatólogo de la Segurida