Hay actividades que unen a las personas.... y no, no me estoy refiriendo a una unión física, marital o copulativa. Hablo de hacer algo a la misma vez, de compartir un momento que puede ser lúdico o simplemente necesario. En este último caso, soy de los que piensan que se puede convertir lo más intrascendente en inolvidable, a poco que uno se esfuerce. De cada nimiedad se puede extraer una gotita de magia, y, para comprobarlo, sólo hay que proponérselo. Cuando yo era pequeño, mis padres me llevaban a la peluquería más renombrada de Alicante, y yo me quedaba muy quietecito mientras mi madre le indicaba al peluquero por dónde debía atacar. Con el paso del tiempo, cuando me tocaba ir a pelarme, empecé a ir en compañía de mi padre, que, al fin y al cabo, era más susceptible de ser arreglado, simultáneamente, por el mismo barbero. Pero un día, coincidí con mi amigo José Luis, y, a partir de ahí, estuvimos un tiempo pelándonos juntos (no la pava, e...