lunes, 27 de febrero de 2017

Oscars 2017: Música, estrellas y sobres

Esta madrugada he incumplido mi celebrada tradición de trasnochar para presenciar en directo la ceremonia de entrega de los Oscar;  una desavenencia familiar de última hora me ha borrado la necesidad cinéfila de no pegar ojo y pasar el día siguiente arrastrándome como un zombi.  Así pues, lo que voy a referiros ahora es lo que he investigado en todos aquellos medios de comunicación que se han hecho eco de un espectáculo televisivo que (esta vez sí) pasará a los anales de la Historia…..

Nuevamente desde el rejuvenecido Dolby Theatre de Los Angeles (antaño conocido como Kodak Theatre), la octogésimo novena edición de los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematografícas de Norteamérica han tenido como maestro de ceremonias al presentador televisivo (y también actor) Jimmy Kimmell, de quien han brotado la mayoría de las pocas alusiones directas que ha habido hacia el ínclito presidente Trump.  Los demás participantes han sido mucho más comedidos, desechando el ataque verbal directo y apostando por un bucólico mensaje de integración y tolerancia.

Como todo el mundo sabe, “La La Land” (¿alguien sabe por qué en España se ha titulado “La Ciudad de las Estrellas”?) partía como clara y evidente favorita, basándose en sus 14 candidaturas y en los 7 Globos de Oro (récord absoluto) obtenidos el mes pasado.  Sinceramente, “La La Land” se me estaba haciendo un tanto antipática a causa del desmesurado fervor popular con el que se la estaba aupando a lo más alto de los altares.  Sin duda, se trata de una película admirable en cuanto a su puesta en escena, su colorido, sus coreografías y su apuesta por la redención del género musical.  Pero a mí, personalmente, me dejó un tanto frío:  fascinado visualmente pero no emocionado;  admirado por su demoledor arranque y su habilísimo final, pero un tanto defraudado por la poca relevancia de la mayoría de sus canciones.  Pensar que un film de estas características podría llegar a superar en número de estatuíllas a la magistral “Ben-Hur” de William Wyler era una idea que me tenía seriamente atribulado.

La noche comenzó según lo previsto, con el Oscar secundario a la gran Viola Davis por su papel en “Fences” (el cual ya le había valido un Tony teatral), y su equivalente masculino al ascendente Mahershala Ali por “Moonlight”;  categorías supuestamente menores pero de las que depende la estabilidad dramática de cualquier película.  Pronto, conocimos que aunque los Razzies se habían cebado con “Batman vs Superman”, la Academia premiaba a “Escuadrón Suicida) (Mejor Maquillaje);  que el premio a los Mejores Efectos Visuales no era para “Rogue One” sino para “El Libro de la Selva”) (todo queda en Casa Disney);  que era “Animales fantásticos y dónde encontrarlos” quien se imponía a “La La Land” en la terna (y los ternos) del Mejor Vestuario;  o que Hollywood estaba dispuesto a darle una nueva oportunidad al bocazas de Mel Gibson recompensando su sangrienta “Hasta el último hombre” (Sonido y Montaje).

En los apartados estéticos, no había duda:  “La La Land” no iba a tener rival.  Fotografía, Diseño de Producción, Banda Sonora (Justin Hurwitz) y Mejor Canción Original (“City Of Stars”, interpretada en el escenario por John Legend) así lo atestiguaban.  Eso sí, en el apartado literario las que ganaron fueron “Manchester frente al mar” (Guión Original) y la muy reivindicativa “Moonlight” (Guión Adaptado).  “Zootropolis” privó a “Kubo y las dos cuerdas mágicas del reconocimiento como Mejor Película de Animación, y la iraní “El viajante” se impuso a la favorita “Toni Erdmann” como Mejor Película de Habla No Inglesa”.


Poco a poco, la noche entraba en su recta final y sólo iban quedando por repartir los galardones más importantes.  El hermanísimo Casey Affleck se alzaba por encima del estrellado Ryan Gosling en la consecución del Oscar como Mejor Actor protagonista, en tanto que Emma Stone sí lograba evitar que Meryl Streep acaparase un enésimo galardón.  El joven Damien Chazelle (32 años) fue reconocido como Mejor Director, y sólo quedaba por comprobar si, como todo el mundo preveía, su película “La La Land” se coronaba como la mejor de la noche.  

Entonces, subieron al escenario Clyde Barrow y Bonnie Parker, esto es, Warren Beatty y Faye Dunaway, los protagonistas de la inolvidable cinta de Arthur Penn.  La “linda parejita” estaba destinada a poner en escena la mayor pifia de toda la cronología del Tío Oscar.  Según parece, una negligencia de los chicos de Pricewaterhouse, garantes de la integridad de los preciados sobres, entregaron a Beatty el mismo que, minutos atrás, había ensalzado a Emma Stone por “La La Land”.  Dubitativos, los antiguos forajidos se miraron el uno al otro y, al final, ni corto ni perezoso, el ex-semental le cedió el "honor" a la vieja gloria de "Chinatown", la cual le endilgó el séptimo galardón al musical de moda.  Sin embargo, ya en mitad de los discursos de agradecimiento de los productores de "La La Land", un representante de la denostada Academia salió al escenario y destapó el monumental error, con lo cual los responsables de “Moonlight” obtuvieron el premio gordo mientras proclamaban que, a veces, la realidad es más gratificante que los sueños.  Contra todo pronóstíco un final netamente hollywoodiense para una velada en la que todo fue tan políticamente correcto que al señor Trump apenas le pitaron los oídos.

jueves, 9 de febrero de 2017

PÍLDORAS DE CINE (Febrero 2017) (y II)

En estos tiempos turbulentos marcados por la ominosa omnipresencia de Donald Trump, deseoso de amargarnos la vida un día sí y otro también, lo mejor es aislarse durante un ratito en el mundo de la fantasía.  Si no se puede acudir regularmente a la sala de proyección más próxima, lo que el doctor Luis os receta son sus celebérrimas…  ¡PÍLDORAS DE CINE!

VIVIR DE NOCHE
De todos es sabido que Ben Affleck, quien vuelve a estar en la cresta de la ola gracias a su papel del Hombre Murciélago en “Batman v Superman”, está mejor considerado como director que como actor.  Su anterior realización, “Argo”, incluso cosechó una importante remesa de Oscars en 2013, por lo cual las expectativas eran altas de cara a su nueva incursión en el terreno de la dirección.  “Vivir de noche” se basa nuevamente en un libro de Dennis Lehane, inspirador de su debut como realizador, “Adiós, pequeña, adiós”;  en este nuevo relato, ambientado en los violentos años 20, Affleck ha hallado un filón en el que homenajear a sus films favoritos del cine negro.  Las referencias a “Scarface”, “Al rojo vivo” o “El Padrino” pululan a sus anchas durante todo el metraje, lo cual se agradece.  Sin embargo, el Affleck-director comete un irreparable error de casting, al otorgar a su alter ego, el Affleck-actor, el papel protagonista.  Su inexpresividad, todavía más acentuada tras una (innecesaria) operación de cirugía estética, imposibilita que nos creamos del todo la ascensión de ese humilde atracador irlandés que no parará hasta ponerse al frente del crimen organizado de la luminosa Florida.  Por lo demás, y obviando muchos diálogos que me temo que están traducidos muy a la ligera, la fotografía, el vestuario y el diseño de producción son una verdadera delicatesen, y los tiroteos son de lo mejorcito que se ha visto dentro del género gansteril en muchos años.
Calificación:  7 (sobre 10)


MINE
Parece que las hazañas bélicas protagonizadas por soldados que pisan una mina antipersona en pleno desierto, y no pueden retirar el pie so pena de que el aparato estalle, se han puesto de moda en todo el planeta.  Si hace unos meses nos llegaba un corto filmado por el realizador lorquino Bernardo Hernández y protagonizado por Jordi Rebellón y Fernando Guillén Cuervo, ahora es el estadounidense Armie Hammer el encargado de erigirse en sufrido protagonista de este thriller que, de haber durado una hora menos, hubiera resultado muchísimo más interesante.  Pero ¡ay! los directores italianos Fabio Guaglione y Fabio Resinaro fracasan estrepitosamente en su intento de mantener el interés durante 1 hora y 46 minutos a base de rellenar con retazos de culebrón los infinitos vacíos dejados por una anécdota tan impactante como esquemática.  El tráiler me encantó y me dejó alucinado….  pero aquel modélico ejercicio de virtuosismo resumidor naufraga en un mar de despropósitos.  No todo vale para estirar el chicle;  cuando la goma de mascar se expande sin ton ni son, pierde el sabor y el aroma, y lo que más deseas es sacártela de la boca de una vez.  Comparativamente, más satisfactorio resulta el corto de Bernardo que el largo de Guaglione & Resinaro.
Calificación:  5 (sobre 10)

CONTRATIEMPO
Mario Casas es el máximo exponente del star-system made in Spain.  A pesar de que el paso inexorable del tiempo le va alejando del prototipo del galán teenager, los productores deben pensar que  también sus fans crecen y evolucionan de igual manera, y el muchacho enlaza una película con otra sin solución de continuidad.  En esta ocasión, Casas encabeza el reparto de la nueva película de Oriol Paulo, algo así como el hermano pobre de de J.A, Bayona.  Como guionista, Paulo escribió el libreto de “Los ojos de Julia” y la reciente “Secuestro”, y, como realizador, anteriormente había dirigido “El cuerpo”, y a fe mía que todas esas películas parecen, si no hermanas gemelas, sí al menos primas hermanas.  Ese suspense tan toscamente esbozado como hábilmente visualizado;  esos finales de traca (en el buen sentido) que pretenden epatar al espectador…  Vista una película de la factoría, vistas todas (o casi), y las consecuencias acaban siendo muy perjudiciales:  todos los personajes se notan cortados por el mismo patrón, las subtramas son absolutamente predecibles y el golpe de efecto final se ve venir desde muy lejos.  Por lo demás, el envoltorio técnico es irreprochable, los actores secundarios nunca fallan (aquí, el recurrente José Coronado, la guapísima Barbara Lennie y una inesperada Ana Wagener) y el auténtico suspense consiste en tratar de entender los diálogos pronunciados por Mario Casas.

Calificación:  6 (sobre 10)

miércoles, 1 de febrero de 2017

PÍLDORAS DE CINE (Febrero 2017)

Año nuevo, píldoras nuevas.  Por primera vez en lo que llevamos de 2017, nos embarcamos en la fabricación y dispensación de nuestras muy célebres…  ¡PÍLDORAS DE CINE!

LION
En 1986, un niño hindú de apenas 5 años, Sheru (Saroo) se perdió en la estación de tren de su pueblo sito en el condado de Khandwa.  Después de no pocas vicisitudes, acabó en un orfanato de Calcuta, en el que fue adoptado por un matrimonio australiano, los Brierley, quienes se lo llevaron a vivir con ellos a la isla de Tasmania.  Ya con 30 años, Saroo decide conocer la verdad de su origen y se lanza a una búsqueda casi imposible de la familia que quedó atrás en la India…  Con un rosario de buenas intenciones que acaba por desarmar al más pintado, el joven director Garth Davis lleva a la pantalla la odisea autobiográfica de Saroo Brierley, y lo hace bebiendo de dos fuentes temáticas infalibles:  “Oliver Twist” y, cómo no, “Slumdog Millionaire”.  De ésta última sustrae el mismo tono e incluso los mismos perfiles de casting, aunque sin la magia visual del film de Danny Boyle.  Además, la presencia de Dev Patel (el protagonista de “Slumdog…”) es la guinda que le faltaba a este pastel que consta de dos mitades bien diferenciadas (Saroo perdido en India y cobijado en Australia;  Saroo que toma conciencia de sus ancestros y quiere retornar a ellos) de las que, sin duda, el principio es la parte más emotiva y mejor acabada.
Calificación:  7,5 (sobre 10)

MÚLTIPLE
Kevin Wendell es un hombre aquejado de personalidad múltiple, lo que técnicamente se conoce como Trastorno Disociativo de Identidad (DID).  Hasta 23 personalidades diferentes confluyen dentro de él, alternándose en el control de su cuerpo.  Este es el punto de partida de “múltiple”, la nueva propuesta de M. Night Shyamalan, antaño celebradísimo realizador de “El sexto sentido” y cuya carrera había ido cayendo más y más en picado hasta que, hace dos años, lograse un nuevo éxito con “La visita”.  Con “Múltiple” parece estar cosechando otro triunfo, a pesar de que, en mi humilde opinión, lo fía todo al deslumbrante trabajo de su actor protagonista, James McAvoy, ciertamente magistral.  Sin embargo, el desarrollo de la historia no deja de ser tan previsible como el de cualquier thriller psicológico (“Vestida para matar”, “Identidad”, “Mujer blanca soltera busca”) de su misma estirpe, contando además con un final tan decepcionante como increíble resulta el epílogo autorreferencial.  Como he dicho, sólo el trabajo de McAvoy y de la joven Anya Taylor-Joy (“La bruja”) redime el film de la mediocridad.
Calificación:  7 (sobre 10)

LA LUZ ENTRE LOS OCÉANOS
El cine es un arte cambiante, una disciplina cuyos temas y formas varían con el transcurso del tiempo, adecuándose al gusto de los espectadores de cada época.  Si Derek Cianfrance pensaba que su nueva película, “La luz entre los océanos”, podría gozar de un cierto éxito comercial, desde luego se ha llevado el batacazo de su vida.  En la estela de dramones pretéritos como “Imitación a la vida”, “Escrito sobre el viento”  o “Un lugar en el sol”, “La luz entre los océanos” adapta una durísima novela de M. L. Stedman sobre la culpa, el remordimiento y la redención, temas que al parecer no interesan mucho a la audiencia de hoy en día.  Con todo, la fotografía, la música y, sobre todo, el despliegue interpretativo de Michael Fassbender, Alicia Vikander y Rachel Weisz se confabulan para dar lugar a un film que, si eres mínimamente sensible, te conmoverá irremediablemente.

Calificación:  8,5 (sobre 10)