Peter Pan en blanco y negro
Como ya me ocurriese cuando pasaron a mejor vida Elvis Presley, John Lennon o Freddie Mercury, la muerte de Michael Jackson me dejó conmocionado. Creo que con Michael todos hemos sido un poco injustos; yo, el primero. Mis primeros recuerdos acerca del luego autodenominado “King of Pop” se remontan a la segunda mitad de los años 70, creo que durante el mismo verano en que triunfaba el “YMCA” de los Village People. Por aquel entonces “Jacko” era nada más y nada menos que el benjamín de un grupo de negratas llamado los Jackson Five, y lo cierto es que ya llevaba un montón de años asombrando al mundo con sus piruetas y sus grititos. Niño prodigio a su pesar, el hecho de poseer un evidente don para la música y el baile le esclavizó y le privó de una infancia normal, pero nada de éso parecía importarnos cuando cantábamos y bailábamos su “Blame it on the boogie”: “No le eches la culpa al Sol, no le eches la culpa a la Luna, no le eches la culpa a los buenos momentos; échale la culp