Llega Noviembre y ya han quedado
atrás la polémica Hispanidad, el polémico Halloween importado de los USA e
incluso la polémica “cobra” de Bisbal a Chenoa.
Es un buen momento para hablar de cine, o mejor, para tomar nuestra
habitual ración de cine en píldoras…
“LA NOVIA”
Suelo decir que, para disfrutar
una película, es conveniente saber qué es lo que vas a ver; así, nos ahorraríamos perder el tiempo con
productos que no nos interesan o que simplemente no se adecúan a nuestros
gustos o necesidades. En concreto, si
uno es admirador declarado de la obra de Federico García Lorca y espera una
adaptación canónica y fiel de su gran “Bodas de sangre”… mejor que ni se acerque a ver “La
novia”. Porque lo que hace la película
de Paula Ortiz es aprovechar el hilo argumental de la pieza lorquiana para
crear un espectáculo de pirotecnia audiovisual en la que lo importante no es el
fondo sino la forma. ¡Y qué forma! Vuelvo a insistir en que el séptimo arte es
un compendio de los otros seis, pero lo que realmente le caracteriza es la
imagen. Para muchos creadores, la
película ideal sería aquélla en la que las imágenes lo contasen todo, sin tener
que recurrir a los peajes de las palabras y los diálogos. El film que nos ocupa no es ni mucho menos
ideal, pero sí cumplió (y rebasó) todas mis expectativas. La fotografía, la composición de planos, el
montaje y el sonido me parecieron excepcionales, así como la música del japonés
Shigeru Umebayashi. Inma Cuesta está
apasionada y apasionante, Asier Etxeandía correctito pero desaprovechado, y los
secundarios Luisa Gavasa y Carlos Alvarez-Novoa (fallecido poco después de
finalizar el rodaje) dan lo mejor de sí;
al melenas Alex García le recetamos lo mismo que a Mario Casas: un curso
intensivo de dicción y fonética. El
Teatro Guerra de Lorca acogió la exhibición de esta película rescatada por el
simpar Cine Club Paradiso.
Calificación: 7 (sobre 10)
“DOCTOR STRANGE”
Nunca me gustó el Doctor
Extraño. O sea, el diseño del personaje
me encanta, con esa barbita entrecanosa y esa preciosa capa roja, pero sus
aventuras caleidoscópicas a través de universos lisérgicos y multicolores me
parecían de lo más aburridas. Sin
embargo, hay que reconocer que Disney/Marvel suele saber a la perfección cómo
trasladar a la pantalla sus productos.
“Doctor Strange”, la película, respeta las claves de la historieta pero
le confiere un acabado visual que combina la fantasía de “Más allá de los
sueños” con la imaginería arquitectónica de “Origen”. Supongo que, para no abusar del componente
estrictamente mágico, es por lo que se han metido con calzador tantas escenas
de combate cuerpo a cuerpo; jamás pensé
que unos hechiceros tuvieran que estar tan en forma como para pasarse media
película corriendo de acá para allá. En
la parte interpretativa, hay que reconocer que, con Benedict Cumberbatch al
frente del reparto, la mitad del camino ya está andado. El londinense es sin duda uno de los mejores
actores de la actualidad, y está en un permanente estado de gracia en el que es
capaz de mimetizarse en cada nuevo personaje.
Chapeau! Chiwetel Ejiofor y
Tildas Swinton le acompañan, y Mads “Hannibal” Mikkelsen se esfuerza por hacer
creíble a un villano demasiado esquemático.
A destacar los efectos visuales, un paso más allá en todas las
direcciones, demostrando que todavía es posible la magia en la pantalla (nunca
mejor dicho).
Calificación: 7,5 (sobre 10)
“EL CONTABLE”
Desgraciadamente, los trailers
suelen contar demasiado de una película:
revelan sus mejores momentos, destripan sus diálogos más afortunados y,
lo que es peor, muestran sin tapujos cuál va a ser su tono, su
idiosincrasia. En el caso de “El
contable”, me llevé una grata sorpresa al comprobar que, además de
desarrollarse según los parámetros argumentales recogidos en los avances, se
detenía con la suficiente parsimonia en un aspecto que para mí es muy
interesante: la descripción del
autismo. El protagonista, encarnado por
Ben Affleck, padece un autismo muy acusado, para cuya superación se ha
entregado a las artes intimidatorias de la defensa personal. Al mismo tiempo, la particularidad de sus
pautas cerebrales le lleva a poseer un dominio rocambolesco sobre las
matemáticas. Tan compleja personalidad
de lugar a una película bastante entretenida que, como digo, retrata el
autismo… y la manera en la que NO hay
que afrontarlo. Un hierático Ben
Affleck, aún con más cara de palo que de costumbre, encarna al protagonista,
apoyado por dos secundarios de auténtico lujo:
el siempre magistral J.K. Simmons y una sensible Anna Kendrick, quien
sin embargo resulta poco creíble como interés sentimental del contable asesino.
Calificación: 7 (sobre 10)
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