Peligro inminente

La última astracanada político-judicial que ha conmovido a nuestra sociedad no va a quedar impune, como era de prever. Claro que ¿hasta dónde están dispuestos a llegar algunos en su deseo de deslegitimar al precio que sea al Gobierno legítimamente elegido por la mayoría de los españoles el día 14 de Marzo de 2004?.

El pasado miércoles, el líder de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi, debía comparecer en la Audiencia Nacional para ser juzgado por un delito de enaltecimiento del terrorismo. Sin embargo, de forma sorpresiva, inesperada y escandalosa, el exbatasuno fue puesto en libertad. Indignante, sí. Repugnante, también. Pero ¿es realmente lógica, sensata y consecuente la inmediata reacción del principal partido de la oposición?.

Muchas veces he manifestado una actitud crítica hacia algunas decisiones llevadas a cabo por el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero. En más de una ocasión he expresado mi convicción, nacida en el seno de mi pensamiento liberal, algo zurdo pero siempre pacífico, de que lo mejor para España sería que las elecciones de 2008 las volviese a ganar el Partido Socialista, si bien ninguno de los actuales dirigentes, sin excepción, debería repetir como ministro y mucho menos como máximo mandatario. ¿Qué se le va a hacer? Uno es un idealista de los de utopía en ristre y sueños a flor de piel. Pero yo jamás permitiría que ninguna de las “collejas” que a mí me gustaría repartir a diestro y siniestro (o, mejor dicho, a diestros y siniestros) tuviera las repercusiones cada vez más ominosas que los señores del Partido Popular están sembrando con tanto odio como tenacidad.

Sí, ODIO, odio es la palabra que mejor definiría al conjunto de sentimientos que Rajoy y sus huestes están propagando, semana a semana, día a día, entre sus acólitos y simpatizantes. Vale que el PSOE está haciendo mal muchas cosas. Vale que las últimas decisiones relacionadas con el terrorismo (casos De Juana y Otegi) son realmente bochornosas, cuando no simplemente irritantes. Pero la respuesta de la Derecha española (desde el PP hasta la Iglesia católica, pasando por los medios de comunicación rendidos a la doctrina pseudoneotradicionalista) está alcanzando unas cotas de crispación, arrogancia e irresponsabilidad que van a tener terribles e imprevisibles consecuencias si alguien no hace algo por aplacar un poco los ánimos.

Por obra y gracia de quienes, egoístamente, avariciosamente, injustamente, se consideran dueños y señores de la conciencia patriótica, de la bandera rojigualda y del significado de la españolidad, el fútbol ha quedado relegado a un segundo plano como principal entretenimiento de miles o millones de ciudadanos que ahora prefieren dedicar sus tardes de sábado a acudir a la manifestación semanal que convocan los representantes de un Partido Popular que ha perdido el rumbo mucho más notoriamente que sus rivales al otro lado del espectro ideológico. Porque, si bien es cierto que el PSOE de Zapatero y Rubalcaba ha cometido innumerables errores en su pretensión no siempre defendible de erigirse en defensores de la igualdad, profetas de la tolerancia y vencedores del terrorismo (aunque no parezcan sino títeres o rehenes de este último fenómeno), no es menos cierto que Rajoy, Acebes, Aznar y compañía están tensando tanto y tanto la cuerda de la estabilidad y de la paz que, o mucho me equivoco, o cada día estamos más cerca de que estos valores tan necesarios como delicados, tan valiosos como irrenunciables, acaben rotos, desgarrados, en cada uno de sus filamentos.

Lo peor de todo, y lo digo para quienes sean lo bastante ingenuos como para creerse que los peperos se mueven en aras de inmarcesibles ideales patrióticos y ultracatólicos, es que el fin último que persiguen don Mariano y los suyos no es otro que recuperar el poder a toda costa. De Juana, Otegi, la rendición de Navarra, el Estatut de Cataluña, la enseñanza religiosa, los matrimonios entre personas del mismo sexo y las adopciones por parte de parejas homosexuales no son sino simples argumentos, meras excusas, para desatar una campaña de acoso y derribo a un gobierno democrático y legal. No recuerdo, en toda la historia reciente de nuestra Democracia, un caso semejante de irresponsabilidad, de intolerancia, de desprecio hacia la mayoría de españoles (sí, la mayoría) que no piensan como ellos. ¿Es que no se dan cuenta de lo que están consiguiendo? Nunca como ahora quienes critican a un presidente del Gobierno en activo se habían atrevido a emplear expresiones tan virulentas y soeces; nunca como ahora había sido tan evidente que lo de las “dos Españas” no es ni mucho menos una lacra del pasado; nunca como ahora la gente había estado tan dispuesta a hacer “algo” para impedir que quienes les dirigen finalicen su trayectoria de cuatro años. ¿O sí?. Cada día que pasa, las cosas que escucho y que veo me recuerdan más y más a los sucesos acaecidos en este mismo país en los días previos al llamado “Alzamiento Nacional” de 1936 (por favor, dejémonos de cobardes eufemismos y en lugar de “alzamiento” atrevámonos a decir “golpe de estado”). La discrepancia ha dado paso a la enemistad, y ésta ha abierto las puertas al odio fratricida. En realidad, la oposición no tiene el menor interés por ayudar, por resolver problemas o por respetar la Constitución. En realidad, todo ésto es un juego peligroso, peligrosísimo, que algunos han comenzado pero que nadie sabe cuándo ni dónde acabará. Y, cuando acabe, si acaso acabara como parece que algunos están deseando que acabe, os aseguro que muy pocos recordarán a Carod Rovira, a De Juana y a Otegi.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Una de mis mayores frustraciones de estos últimos meses es que precisamente este artículo no haya recibido ni un solo comentario. Lo digo en serio
Anónimo ha dicho que…
...Esque lo has dicho tú todo.

y mejor explicado además.

Piensa... son palabras (Tus palabras) que no han sido rectificadas, tampoco comentadas, es obvio no hay nada que comentar al respecto. Ha sido todo, o casi todo, dicho por tí. En mi pueblo dicen que "EL QUE CALLA OTORGA".

Es un lamentable espectaculo, que nos dá cada dia la política en nuestro País y que tiene dudosos tintes de que pueda mejorarse, al parecer, los políticos adoran el PODER, y esto les ciega, para poder ver bien el bosque.

SALUDOS AMIGO.
tu incondicional lectora

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