Recordando a... Supertramp


Desde hace mucho tiempo ya, cada vez que mi cerebro o mi espíritu se hallan necesitados de música, la primera opción que se me ocurre es siempre la misma:  Supertramp.  Pero ¿qué tiene este grupo, hoy casi desconocido para las nuevas generaciones, para seguir resultándome tan adictivo?

Supertramp (algo así como “Supervagabundo”) tuvo su origen en el fracaso de un grupo musical anterior, “The Joint”.  Cuenta la leyenda que un excéntrico millonario holandés, Stanley August Miesegaes, conocido popularmente como “Sam”, estaba empeñado en auspiciar la creación de una banda que fuera capaz de eclipsar a los Beatles o los Rolling Stones, las estrellas del firmamento musical de la época (segunda mitad de los años 60).  Para ello, financió a unos jóvenes músicos londinenses liderados por un tal Rick Davies, a los que dio carta blanca para crear un sonido reconocible y que les catapultase al éxito.  Como The Joint no tuvieron el éxito esperado (bueno, más bien ningún éxito), “Sam” disolvió la banda pero propuso a Davies, al que consideraba realmente talentoso, continuar siendo su pupilo y volver a intentar la formación de un nuevo grupo.  

Rick Davies tenía 25 años y era un apasionado multiinstrumentista (tocaba el piano, la guitarra e incluso la batería) que militó en grupos como Vince And The Vigilantes hasta que, con apenas 18 años, lideró su propia banda de rock, Rick’s Blues (en la que, por cierto, también militaba el futuro cantautor Gilbert O’Sullivan).  Después de un parón debido a una enfermedad paterna, Rick viajó a Alemania al frente de un nuevo conjunto, The Lonely Ones, para ganarse la vida componiendo bandas sonoras de películas independientes.  Fue en el país germano donde conoció a “Sam”, quien le convenció para cambiar el nombre del grupo por el citado The Joint e intentar dar un giro al estilo que habían seguido hasta entonces.  Como dijimos al principio, The Joint palmó pronto, pero, a causa de la insistencia de “Sam”, Davies decidió poner un anuncio en una prestigiosa revista musical británica (“Melody Maker”) solicitando la colaboración de jóvenes artistas interesados en formar una banda.  Uno de los chavales que contestó a aquel anuncio fue el cantante, guitarrista y compositor Roger Hodgson, quien, a pesar de haber tocado en grupos como People Like Us o Argosy (este último, con el mismísimo Elton John cuando aún se hacía llamar Reginald Dwight), sólo tenía 19 añitos.  Davies y Hodgson, junto con otros dos lectores de la revista (el guitarrista Richard Palmer y el percusionista Keith Baker), formaron un cuarteto que se hizo llamar “Daddy”, interpretando canciones escritas por Davies, Hodgson y Palmer.  Después de un tiempo dando tumbos sin concretar la grabación de un disco, y de la marcha de Baker y su sustitución por Robert Millar, se decidieron a cambiar el nombre del grupo y, recordando una novela de W.H. Davies (“The Autobiography Of A Super-Tramp”, es decir, “La autobiografía de un supervagabundo”), bautizaron a la banda con el definitivo “Supertramp”.

Supertramp editó su primer disco en julio de 1970, bajo el título nada original de…  Supertramp”.  Les distribuía A&M Records y su sonido se encuadraba dentro de la corriente del llamado “rock progresivo". Davies cantaba y tocaba el piano, Palmer era el guitarrista titular, Hodgson se vio desplazado a hacer de bajista y el recién llegado Millar se ocupó de la batería.  A pesar de que las ventas del álbum no fueron precisamente millonarias, los chicos se fueron de gira y en 1971 llegó un segundo disco (“Indelibly Stamped”, famoso por su portada con un pecho de mujer cubierto de tatuajes) y una nueva alineación:  Robert Millar y Richard Palmer se marcharon, (con lo que Hodgson pudo ser al fin el guitarrista oficial), y entraron Frank Farrell (bajo), Kevin Currie (percusión) y Dave Winthrop (saxofón y flauta).  Por aquel entonces ya eran evidentes las diferencias entre los dos miembros veteranos del quinteto (Davies y Hodgson, naturalmente), debido al carácter y las ambiciones de cada uno de ellos.  Mientras que Rick era un músico ambicioso en constante evolución decidido a lograr finalmente el éxito superventas que le consagrara, con tendencia hacia el blues y el rhythm and blues, Roger mostraba cada vez con menos tapujos su vena intimista, filosófica y espiritual, si bien disfrazadas de un envoltorio pop y psicodélico;  es decir, lo que en Davies era fruto del trabajo y la disciplina, a Hodgson le fluía de manera espontánea y natural, o, tal vez, influenciado por el uso (nada disimulado) del LSD, sustancia a la que Davies se oponía abiertamente.  Indelibly Stamped” no funcionó mejor que el disco precedente, y ello determinó finalmente el hartazgo de Miesegaes:  “Sam” se cansó de perder dinero y dijo “no” a Supertramp, lo cual determinó, asimismo, la deserción masiva de Farrell, Currie y Winthrop.

Lejos de rendirse, Rick y Roger optaron por reanudar la búsqueda de nuevos compañeros de armas, y en 1974 por fin dan con la tecla (nunca mejor dicho, al tratarse de una formación reconocible por el uso de sus teclados, a los cuales también se estaba aficionando irreversiblemente Roger Hodgson) y editan el primero de sus grandes álbumes: “Crime Of The Century”.  Unos meses antes, se había establecido la que sería la alineación estelar y estable de la banda, con la arribada del saxofonista John Anthony Helliwell, el bajista Dougie Thomson y el batería Bob Siebenberg.  Crime Of The Century” está plagado de canciones potentes y complejas que, extrañamente, resultan más comerciales que nunca, como “Bloody Well Right”, “School” y la pegadiza “Dreamer”, y más de uno piensa que lo de “crimen del siglo” se refiere a la “traición” de “Sam”.

Supertramp empieza a hacerse visible a nivel mundial, y, menos de un año después, se publica el disco que les consagraría:  Crisis? What Crisis?”, con esa portada en la que un tipo se protege del sol bajo una sombrilla, mientras todo a su alrededor es gris y destruido por la contaminación.  La gran mayoría de canciones del nuevo álbum eran descartes de ”Crime Of The Century”, pero, aun así, “Ain’t Nobody But Me”, “Lady”, “Two Of Us” y, sobre todo, “Another Man’s Woman” (que en España fue utilizada como sintonía de “Informe Semanal”) les hacen aún más populares y exitosos.

Para su siguiente trabajo, Supertramp se mudan de Inglaterra a Estados Unidos, y, desde California, componen y producen su emblemático “Even In The Quietest Moments” (en cuya portada aparece un piano en mitad de un paisaje nevado).  El listado de canciones icónicas del grupo se amplía con “From Now On”, el himno “Fool’s Overture” (cómo recuerdo el día en que nuestro profesor de música nos la puso una mañana en clase), el tema que da título al álbum, “Even In The Quietest Moments” (“Incluso en los momentos más tranquilos”) y, obviamente, la superfamosa “Give A Little Bit”, cuya breve inclusión en una escena de la película “Superman” (1978) aupó a Supertramp al Olimpo de las superbandas más conocidas del planeta.


En 1979, no había bicho viviente que no conociera a Supertramp.  La publicación de su sexto álbum de estudio, “Breakfast In America” (o sea, “Desayuno en America”, para los no angloparlantes) constituye un acontecimiento casi sin precedentes, y la carátula con la oronda y sonriente camarera de una cafetería imitando a la Estatua de la Libertad y el skyline de Nueva York reproducido con platos, tazas, saleros y botes de ketchup se hace inmensamente famosa.  A nivel compositivo, la relación cada vez más tensa (ya casi inexistente) entre Davies y Hodgson se exterioriza en canciones como “Goodbye Stranger” (compuesta por Rick), para algunos poco menos que una despedida en toda regla.  No obstante, “The Logical Song” no para de sonar en todas la radios del planeta y “Take The Long Way Home” y, obviamente, la propia “Breakfast In America” logran una gran notoriedad.


El final se acercaba, y, para demorarlo, Supertramp publica en 1980 “Paris”, un doble álbum grabado en vivo durante la macrogira europea de 120 conciertos que culminó en la capital francesa.  De regreso a California, Roger Hodgson se traslada con su familia a una casa en la montaña en la que construye su propio estudio de grabación, con el fin de preparar el que sería su primer disco en solitario, que, de todas formas, tardaría tres años en ver la luz.  Cuando Supertramp entró en el estudio para grabar su álbum “…Famous Last Words” (“Famosas últimas palabras”, 1982), todo el mundo dio por hecho que el título era totalmente literal.  It’s Raining Again”, “Crazy” y “My Kind Of Lady” fueron las canciones más populares , que se dieron a conocer en una nueva gira que culminó en 1983 con el anuncio público de Roger Hodgson de que dejaba para siempre la banda.


Supertramp nunca se ha disuelto formalmente.  Rick Davies, al contrario que Roger, jamás ha querido ir por libre, sino que ha tratado de resucitar el grupo una y otra vez, con las variaciones necesarias en el listado de músicos de acompañamiento.  Eso sí, los discos de estudio (con nuevas canciones escritas por Davies en solitario) cada vez han ido siendo menos exitosos y más esporádicos: “Brother Where You Bound” (1985), “Free As A Bird” (1987), “Some Things Never Change” (1997) y “Slow Motion” (2002), y las giras, más espaciadas y menos multitudinarias.  El éxito de antaño no volvió a repetirse, ni, obviamente, tampoco acompañó a la carrera de Roger Hodgson como solista.


Cuando Roger Hodgson se marchó en 1983, él y Rick llegaron a un acuerdo muy simple:  Davies mantendría el copyright de Supertramp pero, a cambio, no tocaría las canciones compuestas por Roger.  Esto se mantuvo durante un breve período de tiempo, mas la evidencia se impuso por su propio peso:  el público no podía entender un recital de Supertramp en el que no sonasen “Give A Little Bit”, “The Logical Song”, “Dreamer” o “Fool’s Overture”.  Rick se vio obligado a recuperar el repertorio de Roger y éste, cabreado, decidió adoptar como nombre artístico “Supertramp’s Roger Hodgson” (así ha sido anunciado las últimas veces que ha venido a actuar al festival Starlite de Marbella).  Lo cierto y verdad es que las grandes canciones al final son patrimonio de toda la Humanidad, y las de Supertramp, que son muchas y maravillosas, no deberían caer nunca en el olvido.

Comentarios

Boris Estebitan ha dicho que…
Qué espectacular banda es Supertramp, Hodgson qué bien lo hacía con el piano y el teclado, unos genios. Espléndido tu tributo. Saludos desde El Blog de Boris Estebitan.
Isla Mágica Radio ha dicho que…
Bueno, bueno, bueno!!!. Acabo de hacer un SuperMaster sobre Supertramp. De lo que se entera uno leyéndote, Luis.
Magnífico, detallado, cuidado. Se nota que este grupo te gusta de lo lindo. Y es que son buenísimos.

¡¡¡ Enhorabuena !!!

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