La historia de Village People
La pintoresca Gente del Village
El fenómeno de la llamada “música disco” estaba en pleno apogeo. Todos bailábamos al son de Michael Jackson, Tina Charles, Rod Stewart, Barry Manilow y, sobre todo, los Bee Gees, cuya banda sonora para la película “Fiebre del Sábado Noche” se convirtió en el LP más vendido de la historia. Las discotecas de todo el mundo, con la neoyorquina Studio 54 a la cabeza, y los más afamados productores del género se afanaban en la búsqueda de músicos y disc jockeys capaces de revolucionar aquel lucrativo mercado Dos jóvenes franceses, Jacques Morali y Henri Belolo, casi recién aterrizados en los USA, consiguieron que, en muy poco tiempo, su música llenara las pistas de baile y sus melodías fueran tarareadas por millones de personas a las que les era ajeno el acusado componente (homo)sexual del grupo que crearon y que les inmortalizaría. Esta es la historia de sus majestades… los Village People.
El fenómeno de la llamada “música disco” estaba en pleno apogeo. Todos bailábamos al son de Michael Jackson, Tina Charles, Rod Stewart, Barry Manilow y, sobre todo, los Bee Gees, cuya banda sonora para la película “Fiebre del Sábado Noche” se convirtió en el LP más vendido de la historia. Las discotecas de todo el mundo, con la neoyorquina Studio 54 a la cabeza, y los más afamados productores del género se afanaban en la búsqueda de músicos y disc jockeys capaces de revolucionar aquel lucrativo mercado Dos jóvenes franceses, Jacques Morali y Henri Belolo, casi recién aterrizados en los USA, consiguieron que, en muy poco tiempo, su música llenara las pistas de baile y sus melodías fueran tarareadas por millones de personas a las que les era ajeno el acusado componente (homo)sexual del grupo que crearon y que les inmortalizaría. Esta es la historia de sus majestades… los Village People.
Principios de los años 70. Jacques Morali (1947-1991), nacido en el Marruecos
francés, fue víctima de los caprichos de una madre empecinada en que sus hijos
tenían que ser niño y niña a toda costa, de modo que a uno de ellos decidió
vestirlo desde la cuna como a una chica, causándole una lógica confusión
sexual. El pobre Jacques vivió un
pequeño infierno hasta que, en 1971, conoce en París al que sería su mejor
amigo y socio Henri Belolo (n. 1936).
Belolo, nacido en Casablanca, llevaba ya algunos años tratando de
abrirse camino en el mundo de la música, y acababa de abandonar la discográfica
Polydor para crear su propio sello Scorpio.
Morali, enamorado de la música y el baile, tenía varias maquetas con
algunos temas propios que quería grabar en un estudio profesional. Belolo se enamoró de aquellos temas rítmicos
y pegadizos y fue capaz de ver más allá:
Francia se les iba a quedar pequeña y necesitaban ser mucho más
ambiciosos; casi sin pensárselo dos
veces, volaron a los Estados Unidos, la meca de la Disco Music. Primero en Philadelphia, posteriormente en
San Francisco y finalmente en Nueva York, Morali y Belolo comenzarona a abrirse
camino, primero en bares de ambiente gay y, posteriormente, en toda una suite
de Madison Avenue, en pleno Greenwich Village.
Sus primeras clientas de postín fueron las Ritchie Family, cuya carrera
algo alicaída supieron relanzar con éxito.
Entonces entra en escena Victor Willis (n. 1951), un joven cantante que
había estrenado el musical “The Wiz” en Broadway en 1976. Victor y Jacques Morali se conocieron y
enseguida hicieron buenas migas. Ambos
eran ambiciosos y querían llegar a lo más alto, y la excelente voz de Willis
cautivó al francés. Después de grabar
algunas demos de temas como “San Francisco (You’ve Got Me)” e “In Hollywood
(Everybody Is A Star”, compuestas por Morali, este último le dijo a su nuevo
amigo que “había soñado que era la voz principal de su nuevo álbum”. En aquellas primitivas maquetas, Victor Willis
se encargaba tanto de los solos como de los coros, de modo que Henri Belolo recorría
los despachos de varias majors discográficas dejando caer la idea de que estaba
promocionando al grupo que iba a revolucionar las discotecas. El concepto caló hondo en los dirigentes de Casablanca
Records, quienes estuvieron dispuestos a comprar el producto con la condición
de que en las actuaciones en directo existiese un conjunto real que respaldase
la actuación del solista.
Jacques Morali, influenciado por
el ambiente desenfadado y libertino de los bares de temática homosexual que le
eran tan familiares, pensó que un grupo de hombres corrientes tendría poca aceptación,
de modo que se le ocurrió la idea de vestirlos de iconos de macho gay. Así, en su nueva formación habría un policía,
un motorista, un soldado, un albañil, un vaquero e incluso un indio. Con una actuación contratada en el famoso
National Bandstand de Dick Clark, Morali y Belolo lanzaron una campaña
publicitaria destinada a encontrar “cantantes machos que también pudieran
bailar”. Tras no pocos castings, en 1977
se presentó al público Village People, es decir, “Gente del Village”, cuya
alineación original era la siguiente:
Victor Willis (policía, voz solista);
Felipe Rose (indio); Glenn Hughes
(motorista); Alex Briley (soldado); Mark Mussler (muy pronto reemplazado por David
Hodo) (albañil); y Dave Forrest
(sustituído por Randy Jones) (cowboy).
Sus primeros éxitos (las citadas “San Francisco” e “In Hollywood”,
además de “Fire Island” y, sobre todo, “Macho Man”) eran tan bailables como
inequívocamente homófilos. Pero los
ejecutivos de Casablanca comprendieron que se hallaban ante un auténtico filón
y decidieron que sería un error limitar el éxito del grupo a un público
exclusivamente homosexual.
De este modo, se contrató a un par de nuevos
letristas, Phil Hurtt y Peter Whitehead (aunque las canciones las firmaban, a
seis manos, Jacques Morali, Henri Belolo y Victor Willis), y a partir de 1978
empezaron a surgir inmensos éxitos multitudinarios como la archifamosa
“YMCA”. “YMCA” eran las siglas de “Young Men Christian Association”,
Asociación de Jóvenes Cristianos, a los que les hizo maldita la gracia que un
grupo tan sospechososamente inmoral utilizara sus gimnasios como escenario para
un videoclip lleno de bailes demasiado insinuantes. Con todo, la canción
se escuchó de punta a punta del mundo mundial y puedo juraros por Snoopy que los jóvenes alicantinos de finales de los años
setenta no teníamos constancia de que bailábamos música “disco gay”. Tras “YMCA”, los Village People obtuvieron
otros "hits" clamorosos como “In The Navy” (cuyo videoclip se grabó
en instalaciones navales auténticas, razón por la que, posteriormente, la
Armada estadounidense intentó boicotear la canción tras ver los “bailecitos”
del sexteto) y “Go West”, que se erigió muy pronto en himno de la comunidad
homosexual de San Francisco y que, años después, fue versionada por el dúo gay
por excelencia, Pet Shop Boys.
Village People
saboreaban las mieles del éxito y, sin embargo, las ventas de sus sencillos comenzaban
a decaer levemente. A alguien se le ocurrió
la magnífica idea de que su fama podría trascender las fronteras de la música,
y enseguida surgió la figura del productor Alan Carr, que acababa de hacerse de
oro con la versión cinematográfica del musical “Grease”. La película subsiguiente, “Can’t Stop The
Music” (“Que no pare la música”, 1980), nació cuando la música disco languidecía. Además, a Victor Willis le entraron ínfulas
de prima donna y se marchó dando un portazo; su vacío lo llenó un tal Ray Simpson (hermano de Valerie, la mitad del
dúo Ashford & Simpson), pero la nueva formación no estaba lo
suficientemente consolidada cuando el film comenzó su rodaje. Sin embargo, lo peor de todo fue que el guión era un
auténtico disparate, los diálogos peor que ridículos y la dirección, a cargo de
la actriz Nancy Walker (la “chacha” de la serie “El comisario MacMillan y
señora”), un total sinsentido. Con Steve
Guttenberg interpretando al joven compositor Jack Morrell (es decir, la
americanización de Jacques Morali) y Paul Sand haciendo de productor musical
(guiño evidente a Henri Belolo), el reparto de “Que no pare la música” incluía
a la explosiva Valerie Perrine (Ia famosa Eve Teschmacher de “Superman”) y al exjugador
de rugby Bruce Jenner, que hace pocos años se cambió de sexo y ahora se hace
llamar Caitlin Jenner; junto a ellos,
aparecían los Village People interpretándose a sí mismos y destapando, por fin,
sus auténticas esencias: la secuencia de
“YMCA” estaba planificada en un gimnasio poblado por un sinfín de tipos
musculosos y sudorosos ligeros de ropa, y el número final “Can’t Stop The Music”
parecía toda una declaración de principios, con los cantantes manteniendo su característica
indumentaria pero potenciando los tonos rosas y lilas, y contoneando el culo
sin pudor. La película se alzó con el
primer Golden Raspberry (“Razzie” para los amigos) de la Historia, y se dio un
inmenso batacazo en taquilla, tan enorme y rotundo que Village People jamás se
recuperó.
En 1981, el cowboy Randy Jones
dejó el grupo y fue suplido por Jeff Olson.
Los nuevos Village People intentaron cambiar de imagen y sustituyeron sus
disfraces clásicos por un nuevo look de estética new wave, pero el disco
resultante (“Renaissance”, es decir, “Renacimiento”) constituyó otro fracaso
comercial. Para el siguiente álbum de
estudio, “Fox On the Box” (1982), en cuya promoción retornaron, ya para siempre, a la pintoresca indumentaria que les había otorgado la fama, Victor Willis decidió reincorporarse
brevemente, pero las ventas no acompañaron, y cuando en 1985 se editó el último
álbum oficial de la banda, ya no estaban ni Willis ni Ray Simpson (reemplazado
por Miles Jaye) ni David Hodo (al que sustituyó Mark Lee). Desde entonces, y a pesar de que, como digo,
ya no se ha vuelto a grabar material nuevo, Village People se ha obstinado en
subsistir a cualquier precio, en base a pequeñas mini-giras o contadas
actuaciones televisivas aquí y allá, con una formación cambiante en la que cada
cierto tiempo se reincorporan algunos de los miembros primigenios. Ni siquiera la desaparición de su creador y mentor
Jacques Morali (muerto de SIDA en 1991 a los 44 años de edad) y el motorista
original Gleen Hughes (fallecido de cáncer en 2001) ha puesto punto y final a
la actividad de esta pintoresca banda.
Dirigida con mano de hierro por su eterno productor Henri Belolo, Village
People constituye una reminiscencia de una época gloriosa (los años dorados de
la música disco), y, como todas las ilusiones y los sueños, se resiste
vivamente a desaparecer del todo.
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