Oscars 2006: nunca es tarde para contarla
Sí, amigos no hace mucho tiempo permanecía en vela durante una noche al año, no por motivos de fuerza mayor sino por causas puramente lúdicas, con el fin de asistir a la retransmisión televisiva de la Ceremonia de Entrega de los Premios de la Academia, comúnmente llamados “oscars”. Luego Canal + se hizo con la exclusiva del evento, y, mientras pude, estuve abonado a dicha plataforma, pero los avatares de la vida me hicieron finalmente renunciar a tal privilegio, por lo que, a pesar de ser un acérrimo defensor de la radio, mis noches junto al tío Oscar nunca han vuelto a ser lo mismo. También se da el caso de que hace tres años dejé de realizar mi programa radiofónico “Pantalla Grande”, en el que siempre las doradas estatuíllas tenían una presencia muy especial. Finalmente, debido a una serie de circunstancias que no vienen al caso, la verdad es que no tengo más remedio que renunciar a ver en el cine muchísimas películas que quisiera y debería ver, así que, aunque lo intento, la ilusión y el interés que en mí despiertan los galardones más influyentes del Séptimo Arte ya no son las mismas que hace algún tiempo.
Con respecto a los Oscars de 2006 (sí, los que se entregan en 2007… pero premian las películas estrenadas durante los 365 días del año anterior), lo primero que se me ocurre decir es que se han cumplido la mayoría de los pronósticos, y, no sólo eso, han resultado totalmente previsibles, adivinables, predecibles. Por ejemplo, ¿de verdad uno solo de los periodistas lameculos que la seguían a todas partes llegó a creer durante un solo segundo que Penélope Cruz se haría con el Oscar a la Mejor Actriz por su papel de “Raimunda” en “Volver”? Por favor, si ya el solo nombre del personaje lo que se merecería sería un castigo… Además, todos, todos, todos los que entienden algo del tema daban por hecho que Helen Mirren sería la indiscutible triunfadora por “La Reina” (perdón, “The Queen”, había olvidado lo anglófilos que nos hemos vuelto). Aún recuerdo cuando la ví por primera vez, en la maravillosa “Excalibur”, donde interpretaba a una Morgana que se comía vivos a todos sus compañeros de reparto; fue una de las primeras reinas que interpretó, y la Academia la ha premiado por su (re)encarnación de Isabel II.
Tanto o más cantado que el Premio a la Mejor Actriz protagonista estaba el de Mejor Actor. Aquí sí puede decirse que no había color, o mejor sí: negro, el de la piel del estupendo Forest Whitaker, favoritísimo por su encarnación del terrible Idi Amin Dadá (vaya, los dos Oscars principales de interpretación han considerado las composiciones de intérpretes que dan vida a máximos mandatarios de un país). Tampoco sorprendió a nadie el tardío reconocimiento a un Alan Arkin que hace como mil años fue el primer intérprete del Inspector Clouseau y este año obtuvo su Oscar haciendo de abuelo de la Pequeña Miss Sunshine. También fue laureado, más o menos discutidamente, el orondo talento de Jennifer Hudson (“Dreamgirls”), con lo cual el cupo anual de personas de color quedaba suficientemente completado, máxime cuando entre la Hudson y el Whitaker deben pesar un buen montón de quilates de talento.
Una de las cosas que más me chocó fue el olvido parcial al que fueron sometidas las dos películas por las que el venerable Clint Eastwood competía: no uno, sino dos films nominados (“Banderas de nuestros padres” y “Cartas desde Iwo Jima”), un total de seis candidaturas entre ambos…. ¡y un solo galardón! Pobre hombre, él que tanto se esforzó por narrar la misma historia desde dos perspectivas contrapuestas, la de los americanos y la de los japoneses. Me temo que, dado el éxito, Clint finalmente abortará su anunciado proyecto de volver a contar lo mismo desde el punto de vista de la novia italiana de uno de los marines y de la tía abuela norcoreana del personaje que interpreta Ken Watanabe en “C.D.I.J.”.
Merecidísimo aunque tal vez escaso (en cuanto a premios cosechados) el éxito de la magnífica “Pan’s Labyrinth”, donde “Pan” no significa “pan” sino “Fauno”. Se trata de esa maravillosa obra de Guillermo del Toro ambientada en una pos-Guerra Civil española en la que los buenos son los rojos y los fachas son malísimos, maniqueísmo contra el cual muy probablemente el PP convocará una manifestación un sábado de éstos. Precisamente una de las estatuíllas que más se merecía este estupendo film era el de Mejor Banda Sonora Original para Javier Navarrete, aunque a los señores académicos se les debió ir la olla porque, por segundo año consecutivo, y de nuevo inmerecidamente, laurearon a Gustavo Santaolalla (con la única y aviesa intención de que “Babel”, una de las pelis más nominadas y mejor consideradas, no se fuera de vacío). ¡Menos mal que el premio honorífico a Ennio Morricone contenía tanta buena música que a más de cuatro casi les dejaron de pitar los oídos!.
En otro orden de cosas, reseñar mi total discrepancia ante el hecho de que la plomiza “Happy Feet” le arrebatara el Oscar a la Mejor Película de Animación a la muy superior “Cars”, además de lo cual tampoco se me antojó del todo justo que los efectos visuales de “Piratas del Caribe 2” desbancaran a los de “Superman Returns”, entre otras cosas porque al film de Bryan Singer le hubiera venido que ni pintado el favor de la Academia, ya que no obtuvo el del público ni el de la crítica.
He dejado para el final el sucinto comentario al Oscar más cantado de toda la noche, el de Martin Scorsese como Mejor Director. Que en la entrega de los Premios de la Academia nada se deja a la improvisación todos lo sabíamos, pero qué casualidad que para leer los cinco nominados y entregar la estatuilla subieran al escenario nada menos que Francis Coppola, Steven Spielberg y George Lucas, todos viejos compañeros de la misma quinta que Scorsese, que tuvieron que fingir sorpresa cuando del sobre brotó el nombre de su colega italoamericano. Personalmente, me encanta el triunfo de “Infiltrados”, la mejor película que yo he visto en cines en 2006. Todo un recital de talento, un perfecto ejemplo de cómo conjugar calidad y comercialidad.
Una vez más, la más poderosa industria cinematográfica del mundo paseó su glamour ante las televisiones de todo el planeta, y la calva de Jack Nicholson y el inevitable smoking de Daniel “Bond” Craig y el sugerente vestido rojo de Nicole Kidman y el cabello recogido de Kate Winslet (para mí, la más guapa) ya son historia viva de la celebración eufórica de un arte, el Séptimo, que a pesar de Internet y del top manta sigue haciéndonos soñar… incluso aunque no tengamos acceso a plataformas digitales.
Dedicado muy especialmente a Marisa, mi mejor lectora.
Comentarios
Para mí, se ha hecho necesario tu blogger. Es con lo que me desayuno por las mañanas, junto con mi CAFÉ calentito.
Hasta hoy, deambulaba con un "BRAISTORMING" de ideas con respecto a lo que pudo ser la GALA DE LOS OSCARS, de este año.
Y tú, mi QUERIDO ESCRITOR pones en orden ese "Tormento de Ideas".
Pero este año, ha sido muy especial, porque me has dedicado el "ARTICULO", que es como si me nominaran al OSCARS, y que me lo dieran, me considero "PREMIADA".
MUCHAS GRACIAS, y FELICIDADES de nuevo. Eres inteligente, sabio y con excelente pluma y como siempre te digo, digna de los mejores ESCRITORES de este País.
UN ABRAZO, MI QUERIDO LUIS Y MI ADMIRADO ESCRITOR.
Pero muchas gracias, querida amiga.
Un saludo
F.
Básicamente estamos de acuerdo, sobretodo en lo inmerecido del segundo Oscar (y además consecutivo) a Santaolalla. Yo que estaba viendo los Oscar en directo, como suelo hacer, y comentándolos con unos amigos, me sentí muy decepcionada con los académicos en ese aspecto. Y me alegra saber que no soy la única que lo piensa así.
Premiar "eso" después de darle tan sólo un Oscar honorífico a Morricone (del cual oigo últimamente la maravillosa BSO que compuso para Marco Polo) debería darles vergüenza.
Un saludo!
en tu balcòn sus nidos a colgar
y otra vez con el ala a sus cristales, jugando llamaran...
Pero aquellas que el vuelo refrenaban, tu hermosura y mi dicha al contemplar, aquellas que
aprendieron nuestros nombres, esas...no volverán.
Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde su hermosura sus flores abrirán.
pero aquellas mojadas de Rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
esas, no volverán
Volverán del amor en tus oídos,
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar...como yo te he querido,
Convencete...TODOS TE QUERRÁN.
GUSTAVO ADOLFO BECQUER
un beso.
MARISA
MIL BESOS.
Marisa
http://manuelortegaromero.blogspot.com