Cine actualidad/ “LOS DOMINGOS”

 


¿Fe o locura?

 

He visto “Los domingos”, la película española que ha sido galardonada con la Concha de Oro en este último festival de San Sebastián.  Después, como hago siempre, he consultado en internet su ficha técnica y artística y he leído algunas opiniones de espectadores y críticos especializados.  La crítica de la revista Fotogramas se titula “Por qué ‘Los domingos’ es la mejor película de terror de 2025”.  He tenido que releerlo dos veces, más que nada para asegurarme de que se alude a la misma película que yo he visto esta tarde.  Ante la duda, creo que lo primero es exponer brevemente el hilo argumental de este aparentemente polémico film.

 

Ainara es una chica vasca de 17 años, huérfana de madre, que estudia en un colegio religioso y canta en el coro del mismo.  Un día, les dice a sus familiares más cercanos (padre, tía y abuela) que está considerando la posibilidad de meterse a monja.

 

Naturalmente, pasan más cosas (no muchas, la verdad), pero éste es el tema alrededor del cual orbita la película.  Detrás de “Los domingos” se halla una mujer, Alauda Ruiz de Azúa (vasca, 47 años) directora y guionista conocida por la película “Cinco lobitos” y la serie “Querer”.  El planteamiento y desarrollo de “Los domingos” me parece magnífico, totalmente objetivo y lo más imparcial posible.  Soy incapaz de deducir si Alauda está a favor o en contra de que la joven protagonista entregue su juventud y, probablemente, el resto de su vida, a un amor etéreo y tal vez no correspondido como es el amor a Cristo.  Por lo tanto, desconozco si el personaje de la tía de la muchacha, a la que da vida una formidable Patricia López Arnaiz, es una heroína o una villana.  Porque esta mujer, en principio sosegada pero después fieramente, se erige como el principal obstáculo entre su sobrina y el “absurdo” objetivo que la mueve.  Y parece que no es la única.  Leo multitud de comentarios que, al igual que la citada Fotogramas, consideran que la trama de la película es similar a la de cualquier película de terror en la que la protagonista es abducida por una peligrosa secta, una hermandad psicopática liderada por monstruos sedientos de sangre y de almas de ingenuas doncellas.  El problema es que, gracias al fabuloso tratamiento de la realizadora, lo que vemos simplemente es a curas y monjas amables y bondadosos que ejercen su fe sin coaccionar o manipular a nadie.  No hay absolutamente ninguna mirada subrepticia, ningún gesto soterrado que nos lleve a pensar que Ainara está siendo engañada o manipulada.  ¿Entonces?  ¿Por qué es tan imposible para esos miles de personas la aceptación de la fe, de la vocación de una chica a la que el mundo superficial y materialista de hoy en día no la llena y no la hace feliz?

 

Creo que el auténtico mensaje de la película es que hay que aprender a respetar.  A respetar y a aceptar lo que para los demás tiene sentido y valor, por mucho que para nosotros parezca incomprensible.  Esto es aplicable a todo, evidentemente.  No sólo se trata de aceptar que una sobrina quiera ser monja, también consiste en que debemos asumir que nuestras ideas no son las únicas válidas, que las ideologías que no nos gustan tienen derecho a existir también.

 

La joven protagonista, la Ainara deseosa de anteponer un “sor” a su nombre, se llama Blanca Soroa y, al igual que su personaje, tiene 17 años.  Me parece fantástica su interpretación.  Patricia López Arnaiz está espléndida, como en ella es habitual, dejando aparte que su rol te cause simpatía o te provoque desprecio.  Y lo que me causó auténtico estupor fue el actor Miguel Garcés, que interpreta al padre de Ainara, y que en todo momento parece el hermano gemelo o al clon (un poco más joven) de José Luis Gil, el añorado Juan Cuesta (“Aquí no hay quien viva”) o Enrique Pastor (“La que se avecina”) de la televisión.

 

Estupenda y naturalista como película (fotografía, sonido, vestuario) y aspirando a un estilo documentalista en su objetivo de imparcialidad, “Los domingos” es de esas películas que, una vez vistas, parece que te obligan a comentarla con alguien, a intercambiar una opinión.  Sólo por eso (aunque no solamente) ya se merece mi aplauso.

 

Luis Campoy

 

Calificación: 8 (sobre 10)


Comentarios