Cine actualidad/ “LA DEUDA”


Cine social y solidario

 

Le tengo cierto cariño indisimulado a los actores que aparecían en la añorada serie “Aquí no hay quien viva”, que comenzó a emitirse hace ya 23 años y que yo, por razones familiares, continúo teniendo bastante presente.  Uno de aquellos intérpretes es Daniel Guzmán, que entonces tenía 30 años y daba vida a Roberto, el eterno enamorado de Lucía, “La Pija”.  Guzmán no se prodigó mucho como actor de cine tras el final de ANHQV, pero nunca ocultó que su ambición era convertirse en director.  Después de tres cortos, debutó como realizador de largometrajes hace ahora diez años con “A cambio de nada”, siendo el film que hoy comentamos, “La deuda”, su tercera incursión en este terreno.

 

Al igual que en “A cambio de nada”, Daniel Guzmán incide en “La deuda” en los temas sociales, centrándose en el fenómeno conocido como “gentrificación” y sus dolorosas secuelas.  La gentrificación, que consiste en la renovación de espacios urbanos mediante el derribo de edificios antiguos y la construcción en su lugar de viviendas de lujo, es la causa de que una anciana de 91 años, Antonia, tenga que abandonar su vivienda de toda la vida, un piso en el casco antiguo de Madrid.  Pero Antonia no vive sola, sino que la acompaña Lucas, un hombre a quien acogió siendo niño y que está dispuesto a hacer cualquier cosa para saldar la deuda que el banco esgrime para desahuciar a la que ha sido como su madre…

 

Sobre “La deuda” se pueden y se deben decir muchas cosas buenas.  Nos la venden como una historia de bondad, la de un hombre empeñado en detener una injusticia a costa de cualquier sacrificio, y, en cuanto a la traslación de la historia a la pantalla, hay que aplaudir el buen pulso de Daniel Guzmán, realizador minimalista que sabe sacar mucho partido de los recursos de que dispone, y que además se permite el lujo de incluir una persecución automovilística más o menos espectacular.  Guzmán, que, además de director es asímismo guionista, demuestra una sensibilidad muy especial también como actor, haciendo de su naturalidad un valor añadido.  Algo parecido se aplica a la anciana Rosario García, que ante todo es auténtica y veraz y a la que dan ganas de abrazar en todo momento.  También están estupendas tanto Susana Abaitua (vista simultáneamente en “Un fantasma en la batalla”) como la televisiva Itziar Ituño.  Con Ituño aplico a rajatabla mis propias teorías con respecto a que no hay que mezclar lo personal con lo profesional; en lo personal, sus actitudes pro-etarras no me gustan, pero como actriz me parece sensacional, que es lo que estamos valorando aquí.  ¿Y qué pinta Luis Tosar?  Parece que debe ser muy amigo de Daniel Guzmán, ya que aparece en todos sus trabajos, aunque aquí su presencia se reduce a una sola escena, eso sí, decisiva para el destino del protagonista.

 

Ahora, si me lo permitís, voy a hablar de algo que me llama mucho la atención, y es la forma en que parece que se pasan por alto los aspectos más cuestionables de la trama.  Es horrible que a una señora de 91 años se la desahucie de su hogar y está muy, muy mal que sea a causa de la codicia de una entidad bancaria.  En la otra parte, está muy bien que el hombre que vive con la anciana esté dispuesto, como digo, a hacer cualquier cosa por ayudarla, por salvarla de un destino tan “horripilante” como una residencia (que es a donde iba a ir si se quedaba sin casa).  Pero es que lo que acaba haciendo este hombre es encadenar una serie de delitos y mentiras, que me parecen perfectamente evitables pero que la película, de alguna manera, pretende convencernos de que son necesarios.  Pues no, lo siento, pero no, no creo que robar y mentir y causar daño a otras personas sean acciones justificables para evitar un desahucio, por muy injusto que sea éste.

 

Luis Campoy

Calificación: 7 (sobre 10)





 

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