“Los pecadores” es una producción de Warner Bros. que ha sido dirigida por
el afroamericano Ryan Coogler,
conocido por su trilogía de “Creed”,
el heredero de la saga de Rocky, y por su díptico de “Black Panther” para Marvel, películas todas ellas en las que el
protagonismo lo ostentan personas y personajes de color, con el actor Michael B. Jordan apareciendo en todas
ellas. Coogler y Jordan vuelven a unir
fuerzas en “Los pecadores”, donde este
último interpreta a los dos gemelos gracias a las técnicas de duplicación de
imágenes, y vuelve a demostrar la habilidad del director para facturar cine de
evasión con marchamo de calidad, siendo éste, probablemente, su mejor trabajo
hasta la fecha. Por lo que a mi
respecta, tengo que reconocer que la primera mitad de la película me gustó
tanto que incluso me molestó un poco que se produjera el tan cacareado giro
hacia el terror. El mundo del blues de los años treinta, del que se
decía que constituía la “música del Diablo”, con el caso del guitarrista Robert
Johnson siempre presente, está tan bien recreado, fotografiado con tanta
calidad y dotado de una banda sonora tan extraordinaria que los aditivos
vampíricos y sangrientos se me antojaron innecesarios. Se trata de un cocktail evidente entre los sones del club de jazz de “El color púrpura”
y los mordiscos en la yugular de “Abierto
hasta el amanecer”, filmado con proliferación de planos secuencia, con una
estética (fotografía, diseño de producción y vestuario) dignos de Oscar, un
sonido de lo mejor que se ha escuchado en años y una banda sonora espectacular
compuesta por un sueco, Ludwig Goransson,
que es un regalazo para los amantes del mejor blues.
Si somos capaces de
obviar cierta secuencia que traspasa los límites de lo ridículo, en la que
surgen como por arte de magia un puñado de músicos del pasado y del futuro, y
somos un poco benevolentes con la interpretación de Michael B. Jordan, que
necesita del vestuario para matizar la diferencia entre los dos gemelos a los
que da vida, encontraremos en “Los
pecadores” a una película valiente y novedosa sobre la música y el racismo,
sobre la violencia y la redención, sobre la fe y la inmortalidad, con una
puesta en escena alucinante y grandes actores personificando a secundarios
inolvidables con apenas un par de pinceladas.
Muy recomendable si no eres alérgico a la hemoglobina.
Luis Campoy
Calificación: 7,5 (sobre 10)
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