Música/ "OUT OF THE PAST" ("Surgido del pasado")

 


En honor a la verdad, y por desgracia, no puede decirse que Andrés Ruiz sea amigo mío… 


En realidad, Andrés era uno de los mejores amigos de mi primo, y durante nuestra adolescencia tuve la oportunidad de conocerle, de visitarle e incluso de intercambiar con él varias cartas que aún conservo, decoradas con los característicos “pollos” que le valdrían su apodo.  El día en que, hallándome en Cartagena, donde tanto mi primo como él residían, yo acababa de comprarme (en la nunca lo bastante añorada tienda de discos Carrots, claro está) el doble álbum del musical “Evita”, pasé por su casa para enseñárselo, y él, a cambio, no sólo me enseñó sino que hasta me interpretó varias canciones de otro musical que estaba componiendo, basado en la historia del faraón Tutankamon.  Por aquel entonces, teníamos unos catorce o quince años, dieciséis como muy mucho, y al muchacho ya se le adivinaban maneras: dibujaba, componía, cantaba y tocaba la guitarra como los ángeles.  Mas, como he dicho, el nexo de unión entre Andrés y yo era mi primo, y las variopintas vicisitudes que este último ha ido experimentando hicieron que, al igual que sucedió entre ellos dos, nos perdiéramos mutuamente la pista, durante décadas y décadas.  Hace algo más de dos años, quiso el azar (¿qué diablos?, lo quiso mi primo, deseoso de tender puentes y retomar interrumpidas amistades) que yo asimismo reanudase mi aún más exigua relación con su otro gran amigo, Alfonso, del que apenas recordaba que, cuarenta o cuarenta y cinco años atrás, era, al igual que yo, un devoto fan de Spiderman, el Hombre Araña.  Además de los comics, Alfonso era ahora un gran aficionado a la radio y los podcasts, y de esa afición surgió la posibilidad de que yo me iniciara en ese mundo que anhelaba conocer, necesitado como estaba de reverdecer los viejos laureles de mi programa radiofónico “Pantalla Grande”, que hacía ya casi veinte años que había dejado de emitirse pero cuyo vacío nunca pude rellenar del todo.  De ahí surgió “El Navegante de los 7 Mares”, mi podcast actualmente en la plataforma iVoox, para cuya creación Alfonso me instruyó y auspició, llegando a convertirse en mi maestro o, dicho de manera más sutil, mi mentor.  Como ya he comentado, Alfonso realizaba un podcast, que se titulaba “La Isla Mágica” y en el que colaboraba, cómo no, el gran Andrés Ruiz.  Andrés, lejos de abandonar sus aficiones juveniles (recordémoslo, la música y el dibujo) era ahora un artista multidisciplinar que, además, escribía, pintaba cuadros y no sólo componía canciones sino que también las grababa, tocando él mismo la mayoría de los instrumentos.

Andrés no es el único artista de su familia, sino que sus hermanos no le van muy a la zaga.  Moisés es fotógrafo y creador artístico (suyos han sido la mayoría de los carteles promocionales de mi amada Semana Santa de Cartagena de los últimos años) y Jorge, ingeniero de sonido.  A principios de los años setenta, Moisés estudiaba (y vivía) en un Colegio Mayor de Madrid, el Santa María del Espíritu Santo, conocido popularmente como “El Negro”, y tuvo la fortuna de relacionarse con varios compañeros con los que podía compartir su gran pasión de entonces: la música.  Inspirados por los Beatles, King Crimson o Crosby, Stills & Nash, Moisés y sus colegas, el también cartagenero Pepe Soto y el almeriense Rodolfo Miranda, aprovechaban las horas muertas y los ratos libres no sólo para recrear canciones ajenas, sino para grabar, acompañados por guitarras y, en ocasiones, un piano, canciones que Rodolfo componía y los otros coreaban, siempre en un inglés bastante decente.  Como no tenían los conocimientos necesarios para reflejar aquellas melodías en partituras, las registraban en un magnetófono Philips, y, durante las vacaciones en Cartagena, Moisés se llevaba las cintas y se las ponía a su hermano pequeño Andrés, que le tenía, lógicamente, por un auténtico ídolo.  Andrés se quedaba extasiado escuchando aquellas grabaciones, se las ponía incluso cuando Moisés no estaba delante y llegó a aprendérselas de memoria.  Su sueño hubiera sido haber participado, junto a su hermano y sus amigos, en la creación de aquellas canciones que le habían enamorado.  Pero ¡ay! el tiempo pasó, Moisés y sus condiscípulos acabaron sus estudios y se separaron, y las cintas de cassette poco a poco fueron quedando en desuso, abandonadas y relegadas a algún rincón polvoriento de la memoria, aquél en el que, sin premeditación ni alevosía, termina floreciendo el olvido…



El sábado 18 de Marzo de 2017, cuarenta años después de los sucesos que acabo de referir, se presentaba en Cartagena un curioso disco-libro titulado enigmáticamente “Out Of The Past”.  El libro lo componían unas preciosas ilustraciones de Moisés Ruiz, varias fotos en blanco y negro, las letras de las quince canciones que integraban el CD adjunto y un texto explicativo que narraba el proceso de creación de la obra.  Supongo que podría contaros aquí y ahora la realidad aséptica y fría de cómo se gestó este proyecto, pero, si me lo permitís, me voy a ceñir a la versión, mucho más romántica, que Moisés relata en el aludido disco-libro, y es que algunas leyendas mejoran sustantivamente la verdad…


Un día de verano de 2015, Andrés Ruiz tuvo que ir a realizar un inventario de los objetos contenidos en la vieja casa de la playa propiedad de sus tíos que acababan de fallecer, y en un rincón, cubierta de polvo, descubrió una vieja funda de guitarra, que no contenía el instrumento pero que, a cambio, albergaba un tesoro de valor incalculable: notas manuscritas, fotografías en blanco y negro de unos chavales con el pelo largo, poesías o letras de canciones… y una cinta de cassette.  Un tesoro, sí, un tesoro inesperadamente surgido del pasado.  Encontrar un reproductor en el que poder escuchar la cinta no fue una tarea fácil, pero, cuando lo consiguió, el resultado mereció la pena: aquella cinta era LA CINTA, la misma que había llenado de inspiración y fantasía los veranos de su adolescencia...


Tras este idílico y florido relato, del que me reservo su verosimilitud, continuamos, ahora sí, la fehaciente reconstrucción de los acontecimientos que vinieron.  Como ha quedado dicho, Andrés tenía ahora en sus manos, de manera inequívocamente tangible, la cassette que le había inspirado y casi obsesionado y que, de alguna manera, había determinado su propio devenir como artista.  Cualquier otro se habría quedado ahí, en la mera satisfacción del hallazgo, pero para Andrés se desplegó todo un universo de posibilidades ante sus ojos.  ¡Por fin iba a poder realizar su sueño de juventud, por fin podría formar parte de aquella música maravillosa!  Como ejemplo relativamente cercano, tenía el disco “Anthology” de los Beatles (1995), en el que los tres “escarabajos” supervivientes a la muerte de John, es decir, Paul, George y Ringo, utilizaron algunas maquetas caseras grabadas por el autor de “Imagine” para, con sus voces e instrumentos, crear dos nuevas canciones bajo la marca colectiva “The Beatles”.  De este mismo modo, con paciencia y tesón infinitos, Andrés restauró lo mejor que pudo las viejas grabaciones encontradas, algunas de cuyas partes habían enmudecido entre pliegues y siseos, pero ni mucho menos se conformó con eso.  Añadió pistas, interpretando, como en él era habitual, casi todos los instrumentos, y ya sólo le quedaba dar el paso final: reunir a la banda.  Naturalmente, los cartageneros Moisés y Pepe fueron fáciles de movilizar, pero incluso Rodolfo, que ahora era catedrático de Física en la Universidad Autónoma de Madrid, acabó accediendo a enrolarse de nuevo en aquella formación ya mítica.  Rodolfo viajó a Cartagena, se sentó una vez más al lado de Pepe y Moisés, y, con la aportación de Andrés, el motor de aquella resurrección, volvió a cantar sus canciones en tanto que sus compañeros las coreaban y hacían las segundas voces.  El álbum subsiguiente, remezclado, evidentemente, por el tercer pero no menos importante hermano Ruiz, el “pequeño” Jorge, técnico de sonido con sede en Valencia, vio la luz en Diciembre de 2016 con el título anteriormente desvelado de “Out Of The Past” (“Surgido del pasado”).  Desde el pasado se materializaba, efectivamente, el sueño en apariencia imposible de un muchacho que, por fin, podía participar de la magia que desde pequeño le había fascinado.  Moraleja: nunca hay que dejar de soñar, nunca hay que dejar de cantar y componer y nunca, nunca hay que dejar del todo en el pasado a ese chaval presto a ilusionarse que todos llevamos dentro.

 

El disco “Out Of The Past” en Spotify:

https://open.spotify.com/intl-es/album/7yy2himuMD7S723rJCWg6M

El episodio de mi podcast “El Navegante de los 7 Mares” en el que el propio Andrés Ruiz nos contaba su historia:

https://go.ivoox.com/rf/118064666







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