Adiós a Gene Hackman
Suelo decir, no sé si
injustamente, que un actor “muere” cuando se retira, cuando deja de actuar, cuando,
aunque vivo físicamente, su legado eclipsa su inactividad. En este sentido, el gran Gene Hackman llevaba “muerto” más de 20 años, habiendo sido su
última película la olvidable (y olvidada) “Bienvenidos
a Mooseport”, de 2004. Dicen que
Hackman decidió retirarse porque los médicos le recomendaron huir del stress
para prolongar su vida, y así ha vivido hasta que, a los 95 años, ha aparecido
muerto en su lujosa mansión de Nuevo Mexico en compañía de su última esposa y
uno de sus perros. Las misteriosas circunstancias
del deceso, que aún están siendo investigadas, han impedido que se hable de lo
estrictamente importante, que es la enorme calidad interpretativa de este
hombre, que nació en 1930 pero no se hizo mínimamente popular hasta 1967, con
su papel de hermano de Warren Beatty en “Bonnie
& Clyde”. Desde entonces, nos ha
regalado actuaciones memorables en “French
Connection”, “La conversación”, “Bajo el fuego”, “No hay salida”, “Arde
Mississippi”, “La tapadera” o “Sin perdón”, que le valió su segundo Oscar. Aunque parece que existe una cierta tendencia
a homenajearle apelando a sus papeles más “serios”, yo confieso que le
recordaré siempre como el abnegado reverendo Scott de “La aventura del Poseidón” (la primera vez que le vi en el cine) y,
por supuesto, el estrambótico Lex Luthor de “Superman” y sus secuelas. Un
grande, grandísimo, del Séptimo Arte que, ahora sí, ya no podrá salir de su retiro
para deleitarnos con una última resurrección.
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