Libros/ "EL PADRINO"

 


Mi acomodada condición de hijo único me permitía, de niño, tener colmadas (casi) todas mis… llamémoslo… expectativas.  Por eso, se me quedaron tan grabadas las pocas cosas que quise y no pude tener.  Una, fue un disco recopilatorio de Elvis Presley, y la otra, una colección de libros que lanzó la editorial Grijalbo allá por 1977 y cuyo primer volumen era… “El Padrino”.  El caso es que, al final, vi primero la grandiosa película que dirigió Francis Ford Coppola y, un poco después, por fin leí la novela.  De aquella primera lectura conservaba apenas un ligero recuerdo, cada vez más atenuado por el hecho de que “El Padrino”, la película, es una de mis favoritas de siempre y todos los años la veo sistemáticamente una o incluso dos veces.  Hace unas semanas, en mitad de mi plan revisionista de joyas desatendidas de mi biblioteca, saqué de la estantería el voluminoso (547 páginas) best-seller publicado por Mario Puzo en 1969, y, a pesar de que mi costumbre viene siendo leer solamente por las noches, he de reconocer que me lo he ventilado en apenas 18 días.  Volviendo a releer esta novela magistral, durante los primeros días tuve la sensación de que lo que estaba leyendo era la “novelización” de la película de Coppola, dada la casi absoluta fidelidad del film con respecto a su origen literario (de éso ya se encargó el propio Puzo en calidad de co-guionista).  Es decir, después de ver unas cuarenta veces la película, la lectura del libro me hacía pensar que el texto se limitaba a adaptar en palabras el film protagonizado por Marlon Brando, cuando, obviamente, se trataba del caso contrario.  Por otra parte, la traducción de Angel Arnau se me antoja un tanto desfasada, con multitud de locuciones (lógicamente) anticuadas, algo que, por momentos, me desconcentraba.  Todo lo cual no mitiga para nada el impacto que ha vuelto a causarme esta obra descomunal, que, al igual que la famosísima película, arranca durante la boda de Constanzia “Connie” Corleone en la Nueva York de 1945, ocasión en la que su padre, el capo mafioso Don Vito Corleone, no sólo recibe los presentes de los sicarios, policías corruptos, periodistas, congresistas y senadores a los que tiene en nómina, sino que está obligado a cumplir las peticiones de quienes se atreven a demandarle un favor.  Connie es la benjamina y los hijos varones del Don son Fredo, Santino (alias “Sonny”) y Michael, siendo el primero un tipo débil y apocado, el segundo excesivamente cruel y violento y el tercero el “niño bonito”, al que aguarda un porvenir pacífico y legal.  La novela, como sabe todo aquél que haya visto la película, narra desde dentro el funcionamiento de las “familias” que controlaban el crimen organizado en Norteamérica, y se acaba centrando en Michael Corleone, al que un giro del destino convierte en digno heredero de su padre, aunque el precio a pagar sea no sólo su fututo de honestidad sino su propia alma (si es que alguna vez la tuvo).  Una vez asumidas las citadas “lagunas” en la traducción, el lector se queda no sólo enganchado desde el principio hasta el final por la agilidad de la trama, sino que impresiona la (in)moralidad de la que hacen gala casi todos los personajes, convencidos de que el cumplimiento de su peculiar código ético les sitúa por encima del Bien y del Mal, al tiempo que resultan interesantes y aun apasionantes los toques culturales que nos permiten adentrarnos en las ancestrales tradiciones sicilianas.  Por favor, aunque estéis “hartos” de ver la película, leed este libro: es una oferta que no podréis rechazar.


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