Píldoras de cine/ Mayo 2024 (y II)
Ché, boludos, no me digan que lo
mejor para relajar la tensión que agita las canchas de los dos países hermanos
regentados por Pedro “Sánchezstein” y
Javier “Mi Ley” no sería una buena
dosis de nuestras beatíficas ¡PÍLDORAS DE CINE!
“EL ESPECIALISTA”
La nueva película sobre
especialistas de cine (en 1980 se estrenó ”Profesión:
El especialista”, con Peter O’Toole) se basa en una serie televisiva
producida por el mítico Glen A. Larson titulada, como el nuevo film, “The Fall Guy” y conocida en América
latina como “Profesión: Peligro”. “El especialista”
es una especie de consecuencia del fenómeno conocido como “Barbenheimer”, ya que los protagonistas son Ryan Gosling, el Ken de “Barbie”
y Emily Blunt, la esposa del científico
biografiado en “Oppenheimer”. Si en la oscarizada película de Christopher
Nolan la escena cumbre (la explosión de la bomba atómica) estaba narrada,
paradójicamente, utilizando el silencio como ensordecedora arma estética, en la
película que hoy nos ocupa, que ha dirigido David (“John Wick”, “Bullet Train”) Leitch, lo que predomina es el ruido… mucho, mucho ruido. Trepidante juguete de acción que pretende ser
(en vano) una actualización de las viejas comedias románticas de antaño, es tan
aparatosa y sus escenas de acción son tan complejas e inacabables que, o te
acabas enamorando ciegamente de ella, o se te acaba convirtiendo en un
suplicio. A mi me sucedió lo segundo.
Calificación: 6 (sobre 10)
“TAROT”
Lo digo siempre: soy adicto al terror,
o, mejor dicho, soy fan irredento de acercarme al cine para ver cada película
de miedo que se estrena, a ser posible asistiendo al último pase. Era, pues, inevitable, que no me perdiera “Tarot”, la enésima muestra del género
en su variante juvenil, que ya en el título se emparenta inequívocamente con la
(más afortunada) “Ouija”. De verdad que no he encontrado nada especial
en “Tarot” y, en todo caso, sus
únicos logros consisten en haber sabido copiar de aquí y de allá (las
referencias a la citada “Ouija”, a “Insidious” o a “Annabelle” son fácilmente reconocibles). Copian (perdón, escriben) y dirigen Spenser Cohen y Anna Halberg y protagonizan unos poco lucidos Alana Boden, Avantika
Vandanapu y Jacob Batalon, el
orondo Ned Leeds de las últimas películas de “Spider-Man”.
Calificación: 4,5 (sobre 10)
“OOH LA LA!”
Para mi, Christian Clavier es, de un tiempo a esta parte, un gancho
irresistible. Cualquier película en la
que aparece este actor galo de 72 años (“Asterix
y Obelix contra César”, “Los
visitantes”) me resulta una diversión ligera pero infalible, una garantía
de que va a existir un ligero atisbo de humor políticamente incorrecto (la saga
de “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?”)
y, por cierto, la tranquilidad de que el doblaje español va a ser de primer
nivel, no como en el caso de otros films procedentes de diversas nacionalidades
europeas. En “Ooh La La”, Clavier repite por enésima vez su rol de burgués de
clase media presuntuoso y contrario a los cambios, en este caso enfrentado a su
futuro consuegro (Didier Bourdon) en
una absurda diatriba por dilucidar quién tiene los orígenes genéticos más
puros. Diríase que la película, cual si fuese
la adaptación de una obra teatral (no es
el caso, ya que se trata de un guión original escrito por el propio realizador Julien Hervé), consta de tres actos, de
los cuales el central es brillante e hilarante pero el primero y el tercero se
tornan más bien prescindibles. Muy buena
la decoración, correctos los diálogos y un Christian Clavier en su salsa son
los ingredientes básicos de un festival de risotadas no tan memorables como me
esperaba.
Calificación: 6,5 (sobre 10)
“CAÍDA LIBRE”
La exigencia en el deporte de
élite es elevada, pero en ocasiones puede llegar a ser insoportable. Estoy convencido de que el caso real de la ex-seleccionadora
de natación Anna Tarrés es la base y la inspiración para esta inflexible
entrenadora de gimnasia rítmica a la que interpreta Belén Rueda en “Caída libre”. Se trata de una producción de Juan Antonio Bayona en la que el director
de “La sociedad de la nieve” sólo
pone la pasta y ejerce de mecenas para Laura
Jou, que es la directora y autora del guión. La realización y la ambientación son de
primer nivel, no soy yo quien va a discutir eso, pero la historia de la madrastra
malvada (malvada porque sí, porque ser mala mola) y la Blancanieves ucraniana
que tiene que sufrir todo tipo de vejaciones de su adiestradora tiene la misma
estructura narrativa de un telefilm cualquiera de sábado por la tarde, de esos
en los que la villana se cepilla a todo aquel se atreve a toserle… con la única excepción de aquí la tensión se
acaba difuminando y, contra todo pronóstico, no llega a explosionar. Excelente trabajo de Belén Rueda (ese
monólogo en la cafetería), una mujer tanto más admirable cuanto más envejece y
no impide que el paso del tiempo le otorgue la belleza madura que se merece.
Calificación: 6 (sobre 10)
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