El cine en Pantalla Grande vol. 2/ "EL FUERA DE LA LEY"
The Outlaw Josey Wales
USA, 1976
Director: Clint Eastwood
Productor: Robert Daley
Guión: Philip Kaufman & Sonia Chernus,
según la novela de Forrest Carter
Música: Jerry Fielding
Fotografía: Bruce Surtees
Montaje: Ferris Webster
Diseño de
Producción: Tambi Larsen
Reparto: Clint Eastwood (Josey Wales), Chief Dan George (Lone Watie), John
Vernon (Capitán Fletcher), Sondra Locke (Laura Lee), Paula Trueman (Abuela
Sarah), Sam Bottoms (Jamie), Bill McKinney (Capitán Terrill), Geraldine Keams
(Pequeño Rayo de Luna), Will Sampson (Diez Osos), Woodrow Parfrey (Aventurero)
Duración: 135 min.
Distribución: Warner Bros.
Una tarde de domingo de 1976, teniendo yo 13
años, fui con mi padre al cine Carlos III de Alicante para ver una película del
Oeste (¡cuánto le gustaba aquel género a Papá!). Su título era “El fuera de la ley” e iba a ser la primera vez que vería en la
pantalla grande al señor Clint Eastwood…
En las postrimerías de la Guerra Civil
norteamericana, la granja de un antiguo militar secesionista retirado, Josey
Wales, resulta atacada por los Botas Rojas, soldados renegados al servicio del
bando de la Unión. El hijo y la esposa
de Josey son masacrados y éste, buscando venganza, decide unirse a una partida
de rebeldes confederados que se niegan a rendirse a los unionistas al terminar la
contienda. Con todo, finalmente el jefe
del grupo, el Capitán Fletcher, les convence para firmar la rendición, lo cual
en realidad es una
trampa mortal de la que Josey logra escapar, dándose a la fuga y convirtiéndose
en el forajido más famoso del país. En
su recorrido hacia la frontera mexicana, se verá obligado a enfrentarse a vida
o muerte a quienes pretenden cobrar la recompensa que se ha puesto por su
cabeza, en tanto que el grupo de los que han decidido viajar a su lado (un
anciano cherokee, una india deslenguada, una abuela y su nieta e incluso un
perro) no deja de crecer, todo ello mientras Fletcher, su antiguo jefe, se ve
obligado a perseguirle hasta el final…
En
1967, el famoso actor Clint Eastwood,
que había debutado en la TV con su papel en “Rawhide” y luego se había consagrado en Europa gracias a la
“Trilogía del Dólar” (“Por un puñado de
dólares” / “La muerte tenía un precio”
/ “El bueno, el feo y el malo”) creada
por Sergio Leone, constituyó su propia productora cinematográfica, The Malpaso Company, con la que no sólo pretendía tener más control
con respecto a las películas en las que actuaba, sino también subvencionar
otros proyectos que fueran de su interés. Cuatro años después, en 1971, Eastwood se
estrenaba como realizador con el thriller “Escalofrio
en la nohe”, producción de Malpaso en la que se apreciaba claramente la
influencia de su mentor Don Siegel, tras lo cual volvería a dirigir tres films
más, el último en 1975. En ese mismo
año, Malpaso puso en marcha la producción de un nuevo western basado en una novela de un tal Asa Earl Carter titulada “The
Rebel Outlaw: Josey Wales”, en la que se narraban las andanzas de un
forajido ficticio, Josey Wales, que estaba basado en un personaje real, Bill
Wilson (1830-1869), quien recorrió el estado de Missouri buscando venganza
sobre quienes habían asesinado a su familia.
Nada más conocerse el interés de la productora por llevar a la pantalla
el libro, comenzaron a aflorar informaciones sobre su autor, de quien se llegó
a decir que era segregacionista y supremacista y miembro del Ku Klux Klan y
había estado involucrado en un intento de atentado contra el cantante de color
Nat King Cole. Para frenar esta campaña,
la editorial Whippoorwill Publishers republicó la novela cambiándole el título por el de “Gone To Texas” e incluso variando el
nombre del escritor, que ahora pasó a llamarse “Forrest Carter”. Superado
este escollo (o eso pensaron), el guión para la película fue escrito a cuatro
manos por Sonia Chernus, la jefa de
contenidos de Malpaso, y Philip Kaufman
(“Goldstein”, “El intrépido Frank”), que además iba a ser el director del
film. El papel protagonista de Josey
Wales se lo autoadjudicó, cómo no, el propio Clint Eastwood, a pesar de que el
personaje tal como lo describía el libro era bastante más joven que sus 45 años,
teniendo a su socio Robert Daley
como productor “oficial” (aunque todo el mundo sabía que a todos los efectos
oficiaba como tal, Eastwood no figuraría acreditado como productor hasta mucho
después, en “Firefox” de 1982). En su traslación a la pantalla, el título de
la novela, como se ha dicho, “Gone To
Texas”, “El que se fue a Texas”,
pasó a convertirse en “The Outlaw Josey
Wales” (“El forajido Josey Wales”),
aunque en España se prescindió del nombre y apellido del héroe y el resto se
tradujo de manera pedestre: “El fuera de
la ley”. Para representar los
personajes secundarios, se recurrió a actores característicos como John Vernon (viejo conocido de Clint
desde “Harry el sucio”) como
el amigo/enemigo Fletcher; Bill McKinney
(“Defensa”, “El juez de la horca”, “Un
botín de 500.000 dólares”) como el despreciable Terrill; Sam Bottoms (“La última película”, hermano pequeño de los actores Timothy y
Joseph Bottoms) como el joven Jamie; la septuagenaria Paula Trueman (“La leyenda de
la ciudad sin nombre”, “Supergolpe en
Manhattan”) como la abuela Sarah; Sondra
Locke, con quien Eastwood inició una tormentosa relación a pesar de estar
casado con Maggie Johnson, como la nieta de la anterior, Laura Lee; y los
intérpretes indios Chief Dan George (“Pequeño Gran Hombre”) como el adorable cherokee Lone Watie, Geraldine Keams, que debutaba en el
cine con este film, como la dicharachera navajo
Pequeño Rayo de Luna y el maskoki Will Sampson (recién salido de “Alguien voló sobre el nido del cuco”)
como el temido jefe Diez Osos. En
pequeños roles también puede verse a Woodrow
Parfrey, Matt Clark, Richard Farnsworth, John Quade, Royal Dano, Doug McGrath
o John Russell, además de Kyle Eastwood, hijo de Clint que
aparece brevemente como el hijo fallecido de Josey Wales.
El
rodaje de “El fuera de la ley”
comenzó en Octubre de 1975 en Utah, pero Philip Kaufman fue fulminantemente despedido al cabo de apenas 18 días. Ya se barruntaban algunas diferencias entre
él y el protagonista/productor Eastwood (sobre todo, debidas a la contratación
de Sondra Locke, de quien Clint se había encaprichado pero que a todas luces
resultaba demasiado mayor para el papel), pero el estilo excesivamente lento y
meticuloso de Kaufman acabó por exasperar a la estrella del film, que no tardó
mucho en sentarse él mismo en la silla de director. Este suceso, que no era la primera vez que
acontecía, dio origen a la conocida desde entonces como “Norma Eastwood”, por la cual el Sindicato de Directores
estableció que “ningún actor, productor u otra persona involucrada en una
película puede despedir al director y asumir sus funciones y título”
(naturalmente, la norma ha sido violentada innumerables veces desde entonces,
sólo que aumentando la cuantía de las indemnizaciones a los realizadores damnificados). Con el antiguo “Hombre sin nombre” ya al
mando, la filmación prosiguió en diversas localizaciones de Arizona (Old Tucson,
Mescal y Lake Powell), Utah (Kanab Canyon) y California (Oroville), esta vez a
buen ritmo y sin mayores contratiempos.
El director de fotografía fue Bruce
Surtees, hijo de uno de los grandes de Hollywood, Robert L. Surtees (“Las minas del rey Salomón”, “Mogambo”, “Ben-Hur”, “El golpe”) y
que, por su parte, había sido autor de la cinematografía de todos los títulos
en los que había aparecido Eastwood desde “El
seductor” (1971) además de “Lenny”
(1974) o “La noche se mueve”
(1975). En esta ocasión, Eastwood y el
pequeño de los Surtees se permitieron dotar a la fotografía de un toque más o
menos experimental sin abandonar del todo el clasicismo que se les presuponía,
filmando sobre todo al atardecer y potenciando los claroscuros y el
contraste. El veterano Ferris Webster (“El retrato de Dorian Grey”, “Madame Bovary”, “Lili”, “Planeta prohibido”,
“La gata sobre el tejado de zinc”, “La gran evasión”) se ocuparía del
montaje, Tambi Larsen (“Hud”, “Su juego favorito”, “Nevada
Smith”, “El juez de la horca”)
fue la diseñadora de producción y James
Fargo, futuro realizador de “Harry el
ejecutor” o “Duro de pelar”,
ambas con Eastwood como estrella, ejerció como ayudante de dirección. En el apartado musical, el compositor elegido
fue Jerry Fielding (“Grupo salvaje”, “Johnny cogió su fusil”, “Perros
de paja”), quien, además de los temas surgidos de su propia cosecha,
decidió, como no podía ser de otra manera, incorporar melodías de la época, con
especial atención a “Rose of Alabamy”,
la canción que entona el joven Jamie. En
este sentido, es especialmente divertida la secuencia en la que el barquero que
tiene que ayudar a Josey y Jamie a cruzar el río, primero trata de ganárselos
cantando el himno confederado “Dixie”,
pero cuando son sus perseguidores unionistas quienes se suben a la barcaza para
tratar de dar caza a los primeros, les agasaja entonando el “Himno de Batalla de la República”. El típico “chaquetero” de toda la vida,
vamos, sólo que esta vez en clave de sol.
El
sábado 26 de Junio de 1976 tuvo lugar la premiere
mundial de “El fuera de la ley” en el
transcurso de unas jornadas sobre los “Mitos e Imágenes del Lejano Oeste” que
se celebraron en Idaho, con la asistencia de grandes realizadores de westerns clásicos como King Vidor (“Duelo al sol”), William Wyler (“Horizontes de grandeza”) o Howard Hawks (“Rio Bravo”, “El Dorado”), todos ellos rendidos públicamente ante el trabajo
realizado por Eastwood. Con todo, la
cinta no se distribuyó masivamente en salas norteamericanas hasta Julio de ese
mismo año (en España se estrenó el jueves 30 de Septiembre), obteniendo críticas positivas y un espectacular rédito comercial (32
millones de dólares, casi diez veces su presupuesto). A pesar de estos buenos datos económicos, la
eventual secuela, basada también en la continuación escrita por el propio Asa
Earl Carter, “El retorno de Josey Wales”
(publicada en aquel mismo año por Delacorte Pres) finalmente no entró en los
planes de producción de Eastwood y tardó en realizarse nada menos que diez
años, ya con otro actor y realizador, Michael Parks, como protagonista y
obteniendo una paupérrima recepción. A
nivel de premios, “El fuera de la ley”
tuvo que conformarse con una única nominación al Oscar para el compositor Jerry
Fielding, que perdió ante su tocayo Jerry Goldsmith por “La Profecía”. Eso sí, veinte
años después, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos la seleccionó
para su preservación por haber sido “cultural, histórica y estéticamente
significativa”.
Tengo que admitirlo y lo confieso sin pudor: de
todas las películas que ha dirigido Clint Eastwood (incluyendo las
aclamadísimas “Sin perdón”, “Los puentes de Madison” y “Million Dollar Baby”), mi favorita, la
que más me gusta y la que más a menudo me apetece revisar es “El fuera de la ley”. Será porque me trae recuerdos de la niñez,
será porque me evoca aquella jornada en compañía de mi padre o será simplemente
porque me parece un peliculón como la copa de un pino. Diré, para empezar, que ese marco histórico
de los últimos días de la Guerra Civil norteamericana siempre me ha parecido
atractivo, con los nordistas victoriosos y los confederados resistiéndose a
abandonar las rancias tradiciones que conformaban lo que románticamente se ha
dado en llamar “el viejo Sur”. La
película tiene el acierto de presentar a su protagonista no como un cruel
esclavista sino simplemente como un hombre que pretendió aislarse de la contienda pero que se vio obligado a
tomar las armas para hacer justicia al ser desprovisto del amor de sus dos
únicos seres queridos. Ese Josey Wales huraño
y de pocas pero certeras palabras (pronunciadas en la versión española por la
maravillosa voz de Constantino Romero) es capaz de ser más resolutivo que todo
un ejército, pero la violencia que desata a su paso nunca es premeditada y,
cuando mata, lo hace en defensa propia. Las
dosis de humor negro (los escupitajos de ese tabaco que siempre está mascando)
son siempre oportunas y agradecidas, sobre todo cuando el vendedor engañabobos
al que interpreta Woodrow Parfrey pretende colarle su mágico elixir y Josey,
tras endosarle un lapo negruzco en su inmaculada levita blanca, le pregunta si
sirve también como quitamanchas.
Asímismo, me encanta la manera en que se trata al pueblo indio,
confiriendo los mejores diálogos al genial Lone
Watie de Chief Dan George, algo así como una continuación del Viejo Guardapellejos que le había
propiciado al venerable intérprete canadiense su nominación al Oscar como Mejor
Actor Secundario por “Pequeño Gran Hombre”. Los nativos americanos, incluso los más sanguinarios
(el violento pero reflexivo Diez Osos) en realidad no son villanos sino
víctimas, incapaces de comprender cómo han podido consentir el expolio al que
les ha sometido el Hombre Blanco, el hacedor de todos sus males gracias a las
constantes mentiras de su lengua viperina.
En su azarosa huída hacia ninguna parte, Josey Wales no duda en
establecer alianzas con los más débiles y oprimidos (fabulosa esa abuela Sarah),
y, tal vez a causa de esa insólita bondad, cuando los ojos de su mejor amigo/peor
enemigo Fletcher refulgen en la oscuridad de un bar de mala muerte, Josey recibe
el premio de una ignorancia vestida de olvido… y de perdón.
Luis Campoy
Calificación: 8,5 (sobre 10)
Comentarios