Cine actualidad/ "RADICAL"

 


Aprender a enseñar

En el año 2011, cuando un terremoto destrozaba la ciudad de Lorca, otra catástrofe se abatía sobre México, en forma de tráfico de drogas y delincuencia juvenil.  En la pequeña ciudad fronteriza de Matamoros, desde la que puede divisarse, en la distancia, el estado norteamericano de Texas, un profesor llamado Sergio Juárez Correa pone en marcha un nuevo sistema educativo con el que pretende motivar a sus alumnos.  Se trata para ellos de un cambio en la enseñanza que habían recibido hasta entonces, un cambio radical.  Sergio se salta a la torera el programa escolar y empieza prácticamente de cero, enseñando a los chamacos a amar la física y la filosofía, a confiar en sus propias posibilidades como seres humanos y a rebelarse ante el destino aparentemente irreversible que les aguarda, sumidos algunos de ellos desde bien pequeños en bandas criminales de las que, en teoría, no se puede escapar...

 

El conocido actor mexicano Eugenio Derbez (n. 1961) define a su personaje como “el primer super héroe mexicano”, un héroe que no lleva capa ni tiene super poderes pero que logró llevar a cabo una auténtica hazaña con unos alumnos que, gracias a él, progresaron exponencialmente en su educación y en su transformación en personas mejores.  La “hazaña” de Sergio Juárez fue recogida por el periodista Joshua Davis en un artículo publicado en 2013 en la revista Wired y que se tituló “Una forma radical de desatar una generación de genios”.  El artículo llamó la atención de Derbez, que llevaba unos años actuando en películas norteamericanas (como la oscarizada “CODA”), quien contactó con Davis para estudiar la forma de convertirlo en película, contando con Christopher Zalla (“Padre Nuestro”, 2007) como realizador.  El resultado es “Radical”, un film que está cosechando incontables premios internacionales y que, sobre todo, está dejando a la gente con muy buen sabor de boca.  Hombre, no hay que obviar que se perciben a la legua las influencias de “Adiós Mr. Chips”, “Rebelión en las aulas” y, sobre todo, “El club de los poetas muertos”, pero, así y todo, su encaje en ese México deprimido, empobrecido y desangrado por la criminalidad resulta muy de agradecer.  Un poco más insoportable se me hizo la música, que, por muy funcional que sea, no deja de ser un plagio clamorosamente descarado del tema de Hans Zimmer para “Amor a quemarropa” (“True Romance”, 1993).

 

Por lo demás, quiero recomendar sinceramente esta película a todo el mundo: a los profesores que están cansados de enseñar siguiendo un modelo rígido y distanciador;  a los alumnos que consideran que aprender es una obligación forzada y no puede revestir placer alguno;  y a los padres, los “profesores en casa”, que, siguiendo el ejemplo de Sergio Juárez, podrán hallar la manera de comunicarse a otro nivel con sus hijos, experimentando otro tipo de educación en el que la disciplina y la autoridad deben dejar paso a la libertad, la fantasía y, por supuesto, el respeto y el amor.

Luis Campoy

Calificación: 7,5 (sobre 10)

Nota:  Este artículo lo publiqué inicialmente en el número de Abril de 2024 de la revista "La Placeta de Lorca"

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