Libros/ "EL PERFUME"
En el caso de “El perfume”,
al cual hago referencia en el día de hoy, sólo puedo decir que lamento
profundamente no haberme sumergido en él hasta ahora, cuando se han cumplido 38
años de su publicación. Siempre le había
tenido ganas, ha llegado a estar entre mis manos en más de una ocasión, nutría
mi estantería con su fama y su prestigio, pero apenas hace quince días que
comencé su lectura efectiva. “El perfume” (subtitulada innecesariamente
“Historia de un asesino”), relata la
vida de Jean-Baptiste Grenouille, “uno de los hombres más geniales y abominables
de una época en que no escasearon los hombres geniales y abominables”. Grenouille nace en París en 1738 y no
alcanzará la treintena, pero dos cualidades olfativas le distinguen de los
demás mortales: su cuerpo no desprende
ningún tipo de olor, y, sin embargo, él es capaz de percibir, identificar y
retener cualquier olor que exista en varios kilómetros a la redonda. Por otra parte, su fealdad es poco menos que monstruosa, las
enfermedades le han ido dejando desagradables cicatrices y una cojera le
merma. La existencia de Grenouille es de
todo menos fácil, ignorado, despreciado e incluso odiado por sus semejantes,
pero poseedor de una genialidad y ambición que no hacen sino crecer y crecer. Su fascinación por los aromas, especialmente
los humanos, le llevará a cometer una serie de asesinatos de hermosas y
fragantes jovencitas, con la pretensión de licuar y conservar los olores de
cada una de ellas hasta poder obtener el perfume definitivo…
Las primeras páginas de “El
perfume” te conducen a la errónea conclusión de que te enfrentas a una
novela sumamente desagradable, tal es la precisión y verosimilitud con la que
Patrick Süskind logra trasladar el clima miserable de un suburbio parisino de
la Francia dieciochesca. Pero muy
pronto, en apenas unas pocas páginas, la prosa de este superdotado autor (tenía
35 años cuando finalizó la escritura del libro) te envuelve, te hechiza de tal
manera que no puedes despegarte de sus páginas.
Hacía muchos años que no me sucedía algo así con respecto a una novela,
sentir la necesidad arrebatadora de leer y leer y seguir leyendo, sean cuales
sean las posibilidades y las circunstancias.
Aunque parezca increíble, Süskind (y bueno, la traductora Pilar Giralt Gorina) consiguen plasmar
en palabras los hechos, la psicología, la espiritualidad e incluso los olores,
aromas y hedores de la Naturaleza y la Humanidad. Por otra parte, el trabajo documentativo del
autor es para quitarse el sombrero, convirtiendo lo que podía haber sido una descripción
soporífera y una narración farragosa en un placer lector sólo entendible para
quienes son capaces de hallar en la Literatura una de las formas más adictivas
de felicidad.
En 2006 se estrenaba la versión cinematográfica de la novela,
dirigida por el también alemán Tom Tykwer y en la que Ben Whishaw (el último “Q”
de las películas de James Bond) interpretaba a un Grenouille un tanto “suavizado”
y “embellecido”, acompañado de Alan Rickman, Dustin Hoffman o Rachel
Hurd-Wood. Tratándose de una película
básicamente satisfactoria, no es capaz (ni nadie esperaba que lo fuera) de
atrapar toda la esencia del libro, y su parte final (que en la novela incluye
una bacanal maravillosamente explicada literariamente y una epatante conclusión
de cariz antropofágico) coquetea excesivamente con el ridículo, lo cual te deja
un mal sabor de boca que empaña los incuestionables aciertos del resto de su
metraje. Una vez más, y yo así lo asevero,
el libro supera a la película, y, en el caso de “El perfume”, muchísimo más, dado que se trata de uno de los mejores
textos que yo he leído y que fervientemente os recomiendo si no lo conocéis.
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