Cine actualidad/ "EL EXORCISTA: CREYENTE"


Ya podéis enfrentaros a Satanás, en los cines más "endemoniados", desde la  nueva película de la saga de “El Exorcista”.

 

Lo de “nueva” es un decir, porque ya se sabe que en estos casos lo que se lleva es reutilizar conceptos, ambientes y personajes con total impunidad (para algo se comparten los derechos, ¿no?), y, si no, que se lo digan a los artífices de la última entrega de Indiana Jones.  Volviendo a “El exorcista”, este año se cumplen 50 años del estreno de la película original, y, por si fuera poco, hace apenas unos meses que falleció el director de la misma, William Friedkin, hitos que se han utilizado como coartada para relanzar la franquicia con lo que se pretende que sea una nueva trilogía.  El exorcista: Creyente” es, si no me equivoco, la séptima película de la saga, y pretende erigirse en continuación directa de la segunda, pasando olímpicamente del resto, algo que tampoco era tan complicado puesto que muchas de ellas eran precuelas.  Esto justifica la reaparición de Ellen Burstyn, la sufrida madre de la niña poseída originalmente, que ahora tiene 90 años muy bien llevados (tanto que da que pensar si no le habrá vendido el alma a algún diablillo) y que pretende erigirse ella misma en exorcista, como buena conocedora de la materia.  Los auténticos protagonistas son un padre y una hija de raza negra (Leslie Odom Jr. y Lydia Jewett), que siguen marcados por el trágico fallecimiento de la esposa del primero y madre de la segunda y que, como es lógico, acudirán primero a la medicina tradicional antes de recurrir a los rezos, las biblias y los crucifijos.

 

Como estamos en los tiempos que estamos, la corrección política y la inclusión están a la orden del día, y no sólo los protagonistas son negros (algo que blanquea al Demonio, a quien no se le puede tachar de racista) sino que esta vez quienes combaten al Maligno pertenecen no a una sino a tres religiones: la católica, la protestante y hasta el rito vudú.  Debo reconocer que la escena cumbre del film resulta, involuntariamente, un poco risible y me hizo recordar la paródica “Reposeída”, que en 1990 se burló de todo aquel tinglado echando mano incluso de la Regan original, Linda Blair.

 

Si bien no es del todo desdeñable, “El exorcista: Creyente” se queda a años luz (¿o debería decir a años de oscuridad?) de la película original, y sólo destacaría lo que tiene de novedoso, que es la relación entre el padre y la hija, oscilando el resto entre el homenaje y la repetición, cosa que, por lo esperada, tampoco debe sorprender a nadie.  Lo mejor de todo: el glorioso instante en el que vuelven a sonar las notas del “Tubular Bells” de Mike Oldfield, instante en el que un servidor, como si estuviese mismamente poseído, comenzó a aplaudir en mitad de la sala de cine.


Luis Campoy

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