Este humilde Navegante debe confesar que ya se ha balanceado
en las redes arácnidas de “Spiderman:
Cruzando el multiverso”, a la que ya se proclama como “la mejor película de animación de toda la Historia”.
Quienes me conocen saben de sobra que el Hombre Araña, tal
como escribí en un artículo hace ya muchos años, “es mi héroe”. Debutó en
agosto de 1962 en las páginas del cómic estadounidense “Amazing Fantasy”, y, al año siguiente, el mismo en que yo nací, ya
tenía una colección propia, que aún sigue publicándose en nuestros días, además
de un sinfín de series paralelas, limitadas e ilimitadas. Por alguna razón, yo conecté con Spiderman
desde mi más tierna infancia, y sus historias me han seguido cautivando hasta
hace bien poco tiempo, cuando, por razones que no vienen al caso, dejé de
incrementar mis colecciones de tebeos, como siempre se les han llamado aquí en
España. No obstante, como digo,
Spiderman ha sido para mi un héroe, un amigo y casi un hermano, alguien con el
que crecí y cuya personalidad admiré gracias a ese mantra por todos conocido acerca de que “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Pero claro, todo esto que os estoy contando
se refiere al Spiderman “de papel”, al original y genuino Peter Parker, y la
película que ahora estamos comentando, “Cruzando
el multiverso”, es otra historia, una historia diferente protagonizada por un
Spiderman diferente, Miles Morales, nacido en una colección alternativa tras la
muerte de Peter Parker en ese universo, allá por el año 2011. Por tanto, tengo que confesar que, como dice
el dicho, “este no es ‘mi’ Spiderman, que
me lo han cambiao”.
Los méritos de “Spiderman:
Cruzando el multiverso” son evidentes e incuestionables. La realización técnica es simplemente
prodigiosa, se nota a primera vista, y su argumento reúne a todos y cada uno de
los múltiples Spidermans que en todos
estos años han existido en tantas y tantas realidades alternativas, incluyendo
a un Peter Parker maduro que oficia como secundario. Pero, para mi, no deja de ser eso, otra cosa,
una cosa muy meritoria y muy digna de alabanza… estrenada el mismo año en que “Todo a la vez en todas partes” se ha
alzado con el Oscar a la mejor película.
Dicho ésto, poco más tengo que añadir.
Los tiempos cambian, los gustos cambian y otra manera de hacer y
entender el cine y también la vida parece que se está imponiendo. Yo lo siento mucho, pero, a mi, que me dejen
de multiversos y de metaversos y me permitan seguir viviendo en el universo en
el que me he criado y que para mi es el auténtico y el que realmente merece la
pena… dicho con todo respeto a las
nuevas generaciones que se están abriendo camino a codazos.
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