Este humilde Navegante debe confesar que ya ha surcado los
cielos a bordo de la Milano, la nave
de los Guardianes de la Galaxia. Estoy
hablando de la tercera aventura cinematográfica de este pintoresco equipo de
superhéroes comiqueros creados por Arnold Drake (al guión) y Gene Colan (a los lápices) en
1969. La primera película marveliana data del año 2014; dirigida
por James Gunn, fue un éxito casi
impensable de público y sobre todo de crítica, éxito que no acabó de repetirse
en el “Volumen 2” de 2017. El tercer
volumen, que acaba de estrenarse, es la despedida por todo lo alto de James
Gunn de Marvel, porque, como todo el
mundo ya sabe, acaba de firmar como director creativo del universo
cinematográfico de DC, es decir, la
Distinguida Competencia.
El resultado final es básicamente positivo, aunque no deja de
parecerme un capricho propio de un enfant
terrible que, antes de hacer la maleta para pasarse al bando rival, ha
querido explayarse a gusto en la creación de nuevos mundos y diseños de
producción policromáticos que básicamente sirven para que los carismáticos
Guardianes, con Chris Pratt, Zoe Saldaña y Dave Bautista a la cabeza, se lo
pasen pipa a costa nuestra. Vamos, que
escuchar a alguien decir que esta saga es mejor que, por ejemplo, la de Los
Vengadores, me parece poco menos que un insulto y una provocación. Ah, cuando vayáis al cine a verla, no
olvidéis que hay no una sino dos escenas post-créditos, que siempre tenéis
mucha prisa por levantaros.
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