Aquellos años maravillosos
Stand By Me
USA, 1986
Director: Rob Reiner
Productores: Bruce A. Evans, Raynold Gideon, Andrew
Scheinman
Guión: Raynold Gideon & Bruce A. Evans,
según la novela de Stephen King
Música: Jack Nitzsche
Fotografía: Thomas Del Ruth
Montaje: Robert Leighton
Diseño de
Producción: Dennis Washington
Reparto: Wil Wheaton (Gordie Lachance), River Phoenix (Chris Chambers), Corey
Feldman (Teddy Duchamp), Jerry O’Connell (Vern Tessio), Kiefer Sutherland (Ace
Merrill), Casey Siemaszko (Billy Tessio), John Cusack (Denny Lachance), Marshall
Bell (Padre de Gordie), Frances Lee McCain (Madre de Gordie), Richard Dreyfuss
(Gordie adulto)
Duración: 89 min.
Distribución: Columbia Pictures
Gordie (“Courtney” en
la traducción española) y sus amigos Chris, Teddy y Vern acaban de terminar el
colegio y viven en la pequeña localidad estadounidense de Castle Rock. Transcurre el verano de 1959, en las emisoras
de radio suenan los temas más míticos del rock and roll y un suceso está a
punto de cambiar las vidas de los muchachos para siempre: la aparición del cadáver de un chico,
arrollado por un tren, será el inicio de un viaje inolvidable hacia la aventura
y también la madurez…
Desde que, en 1976,
la adaptación cinematográfica de su novela “Carrie” le aupara a lo más
alto de los altares del éxito, Stephen King se había convertido en el
novelista más cotizado del universo.
Todo el mundo quería adaptar y, sobre todo, disfrutar, nuevas películas
basadas en su peculiar universo de terror y desasosiego. En 1982, King, que pretendía abrirse a otros
géneros menos fantásticos, había publicado “Las cuatro estaciones”, una
colección formada por cuatro novelas cortas (“novella” en inglés, para
diferenciarlo del término habitual, simplemente “novel”), cada una de
ellas ubicada en una estación del año.
Así, los cuatro episodios que la integraban eran: “Rita Hayworth y la
redención de Shawshank” (futuro origen de una gran película de 1994, “Cadena
perpetua”), que se ambientaba en una “primavera eterna”; “Alumno
aventajado”, que tiene lugar en un “verano de corrupción” y sería llevada
al cine por Bryan Singer en 1998; “El cuerpo”, encuadrada en un “otoño
de inocencia” y, finalmente, “El método de respiración”, concebida como
un “cuento de invierno”. En 1983, el escritor
y productor Bruce A. Evans (“Starman”) leyó “Las cuatro
estaciones” y se enamoró inmediatamente de “El cuerpo”, un relato de
nostálgica amistad juvenil en el que adivinó que podía subyacer una hermosa
película al estilo de “American Graffiti” (George Lucas, 1973). Evans contactó con su amigo Raynold Gideon,
actor y guionista con el que había colaborado tanto en “Starman” como en
la anterior “Un hombre, una mujer y un banco”, y ambos se reunieron con
el agente de Stephen King, quien les advirtió que su representado iba a exigir
100.00 dólares más un diez por ciento de los beneficios para permitir que se
hiciera la película, cantidades muy elevadas que les obligarían a buscar el respaldo
de profesionales con cierto renombre. El
primer realizador al que tantearon fue el británico Adrian Lyne, conocido por el
exitoso musical “Flashdance”, aunque, ni con Lyne a bordo, el proyecto
parecía despegar: ningún estudio quería involucrarse y sólo uno que atravesaba
gravísimos problemas económicos, Embassy Pictures, que había conocido
tiempos gloriosos con “El graduado”, “La niebla” o “Aullidos”
pero que últimamente parecía especializado en films de prestigio aunque poco
comerciales, mostró el interés necesario como para poner realmente el proyecto
en marcha. No obstante, Adrian Lyne cambió
repentinamente de opinión y, al finalizar el tortuoso rodaje del que sería uno
de sus mayores éxitos, “Nueve semanas y media”, prefirió tomarse un tiempo
de descanso que dejó a Evans y Gideon compuestos y sin director. Andrew Scheinman, que iba a co-producir
la película junto con ellos, sugirió el nombre del “joven” Rob Reiner
(38 años), hijo del veterano Carl Reiner (“Cliente muerto no paga”) y
que, procedente de la televisión, había realizado dos films para Embassy: “This
Is Spinal Tap” (1984) y “Juegos de amor en la universidad” (1985). Reiner exigió una reescritura del guión que
Evans y Gideon habían pergeñado, colocando al sensible Gordon “Gordie” Lachance,
con quien afirmaba identificarse, como epicentro del relato; huelga decir que, al
igual que en casi toda la producción literaria de Stephen King, Gordie (que,
como dijimos anteriormente, pasó a llamarse “Courtney” en España, tal vez
pensando que “Gordi” sonaría despectivo o “poco digno”), el chico escritor, es
también un trasunto o alter-ego del propio novelista. Otro de los cambios que demandó Reiner fue
con respecto al título, ya que le pareció que “El cuerpo” (o, peor aún,
su otra acepción, “El cadáver”) echaría para atrás a la audiencia, de
modo que, dado que estaba previsto que en la banda sonora del film se
incluyesen famosos éxitos de rock and roll, be-bop y rhythm
& blues de finales de la década de los cincuenta, nada mejor que tomar
prestada la denominación de una maravillosa balada popularizada por Ben E.
King, “Stand By Me”, compuesta por él mismo, Jerry Leiber y Mike
Stoller y que, rechazada por el que era entonces su grupo, The Drifters, le
sirvió como inicio de una exitosa carrera en solitario. Cuando parecía que todo estaba encarrilado y
el rodaje de “Stand By Me” estaba a punto de dar comienzo, se produjo la
quiebra de Embassy Pictures y su venta subsiguiente a Columbia Pictures,
quien, por cierto, a su vez había sido adquirida algunos años antes por The
Coca-Cola Company. La primera intención
de Columbia fue la de cancelar “Stand By Me” debido a su déficit
presupuestario, pero Norman Lear, co-propietario de Embassy, aceptó
poner de su bolsillo los 7,5 millones de dólares (de un total de 8 previstos) que
se necesitaban para llevar la cinta a término, tal era su confianza en la
historia y en el trabajo que Reiner podría desempeñar.
Para que la película funcionase, resultaba trascendental la elección de
los jóvenes protagonistas, la cual se llevó a cabo tras un proceso de casting
al que concurrieron 300 chicos, que luego se redujeron a 70. Wil Wheaton (12
años), visto en casi una decena de ficciones televisivas y brevemente en “Starfighter:
La aventura comienza” fue el elegido para interpretar al narrador Gordie
Lachance. River Phoenix (14
años), conocido también por la televisión (formó parte del elenco de “Siete
novias para siete hermanos”) pero, sobre todo, por “Exploradores” de
Joe Dante, daría vida al líder de la pandilla, Chris Chambers, cuatro años
antes de convertirse en el joven Indiana Jones de “La última cruzada”… y
apenas ocho antes de morir. Corey
Feldman (13 años), el más conocido de los cuatro intérpretes principales,
arrastraba ya una larga trayectoria en la pequeña pantalla y además se había
hecho muy popular merced a “Gremlins” y “Los Goonies”; en “Cuenta
conmigo” da vida al más bien histérico Teddy Duchamp. Por su parte, Jerry O’Connell tenía 11
años cuando incorporó al gordito Vern Tessio, lo cual supondría su debut
artístico. Kiefer Sutherland (18
años), hijo del gran Donald, fue el camorrista Ace Merrill; Casey
Siemaszko (24 años), el lugarteniente de este último y
hermano de Vern, Billy Tessio; Andy Lindberg, el
simpar Davie Hogan, alias “Culograsa”; y Kent W. Luttrell, en una
efímera pero impactante aparición, el difunto Ray Brower, desencadenante de la
acción. Marshall Bell (“Birdy”,
“Peligrosamente juntos”) y Frances Lee McCain (la mamá
de Billy en “Gremlins”) representaron a los padres de Gordie, en tanto
que un jovencísimo John Cusack (19
años) recreó a su hermano fallecido, Denny.
Aunque en un principio se quiso a David Dukes para interpretar a “El
escritor” (es decir, a Gordie adulto), en última instancia se contrató al
popular Richard Dreyfuss (37 años), actor fetiche de
Steven Spielberg en “Tiburón” y “Encuentros en la tercera fase”.
El rodaje de “Cuenta conmigo” tuvo lugar en tiempo récord, entre Junio
y Agosto de 1985, con la pequeña localidad de Brownsville, Oregón, haciendo de
la ficticia Castle Rock, que, según los libros de Stephen King, debería estar
en Maine; agradecidos por el peregrinaje de multitud de fans de la película, cada
23 de Junio se celebra en Brownsville el “Día de Cuenta conmigo”. Pequeñas partes se filmaron en otros puntos de
Oregón así como en California (el Lago Britton y el Parque Estatal McArthur-Burney
Falls), en ambos casos para recrear el bosque, el río y las vías del
ferrocarril. Para asegurarse de la buena
química que tendría que imperar entre los cuatro chicos protagonistas, Rob
Reiner les hizo pasar juntos y aislados dos semanas enteras, en las que
tuvieron que trabajarse a fondo, en forma de juegos, el famoso método interpretativo
“Improvisación para el teatro” de Viola Spolin, hasta asumir y hacer tan
suyos los personajes que llegó un momento en que cada uno de ellos actuaba
simplemente dejándose llevar. No
contento con esto, se cuenta que Reiner los llevó al límite en más de una
ocasión, haciéndoles llorar de tanto gritarles (especialmente a Phoenix), cosa
que acentuó los problemas que ya arrastraba Wheaton, quien, mucho después, se
atrevería a confesar que, en aquellos primeros años de carrera, en realidad no
deseaba ser actor, sino que lo hacía presionado por sus padres.
Thomas
Del Ruth, hijo del director de serie B Roy Del Ruth (“La mujer fantasma”, “El
fantasma de la calle Morgue”), fue el director de fotografía; Robert
Leighton, editor de cabecera de Rob Reiner, firmó el montaje y Jack
Nitszche (nada que ver con el filósofo Friedrich Nietzsche pero sí con mitos de
la música rock como Phil Spector, Neil Young o los Rolling Stones) compuso la
partitura musical, al igual que ya hiciera en “Alguien voló sobre el nido
del cuco”, “Oficial y caballero”, “Starman” o “Nueve
semanas y media”. Y, por lo que
respecta a la potentísima banda sonora, como ya hemos dicho, está llena de
esplendorosos clásicos de los cincuenta, como “Get A Job” de The
Shilhouettes, “Lollipop” de The Chordettes, “Yakety
Yak” de The Coasters o “Everyday”
de Buddy Holly. Por supuesto que en ella
no podía faltar el “Stand By Me” de Ben E. King, y,
aunque en algún momento se consideró la posibilidad de pedirle a Michael Jackson
(con quien Corey Feldman mantenía una cierta amistad) que versionara el tema,
al final se impuso la cordura y la versión que aparece tanto en el film como en
el (maravilloso) trailer es la original.
“Cuenta
conmigo” se estrenó en Estados Unidos el 22 de Agosto de 1986, aunque a
España, sorprendentemente, no llegó hasta un año después, el 3 de Agosto de
1987. Su acogida fue excepcional, tanto a
nivel de taquilla (recaudó 52 millones de dólares, casi 7 veces su presupuesto)
como crítico. En cuanto a galardones,
recibió numerosas nominaciones a premios como los de los Sindicato de
Directores y Guionistas, los Independent Spirit, los Globos de Oro o incluso
los Oscar (al Mejor Guión Adaptado).
Aunque quizá el mejor reconocimiento se lo proporcionó el mismísimo Stephen
King al confesar que lloró de emoción mientras la veía.
Como sucede con todas las grandes
películas de aventuras, cada nuevo visionado de “Cuenta conmigo” nos divierte,
nos entretiene y, sobre todo, nos emociona.
Ya desde los primerísimos acordes de la banda sonora, nos sentimos
transportados a un tiempo más puro y más auténtico, y la narración del Gordie
adulto nos pone en situación: su mejor
amigo de la niñez, Chris Chambers (el personaje a cargo de River Phoenix) acaba
de fallecer cuando trataba de ejercer como líder y sobre todo pacificador, lo
que tan bien se le daba cuando ambos se conocieron. Aunque Gordie refleja el punto de vista del
espectador, Chris representa a ese amigo confidente y protector que todos
quisiéramos haber tenido, siendo la entrañable amistad entre ambos el centro
neurálgico de las otras subtramas. La
realidad es que, lejos de ser una película fácil o complaciente, “Cuenta
conmigo” no duda en desvelar multitud de traumas de la adolescencia, como
el maltrato familiar, el bullying, el desarraigo social o el desprecio de
quienes, sin conocerte, se empeñan en que seas alguien que no eres; no resulta para
nada extraño que el héroe del cuento que improvisa Gordie (el que concierne al
concurso de comedores de tarta) tenga como “héroe” al corpulento y vengativo “Culograsa”
Hogan, un inadaptado como ellos. Pero no
olvidemos que también es la curiosidad ante la muerte (metáfora de la muerte de
su propia ingenuidad al estar a punto de convertirse en adultos) otra de las
motivaciones de los protagonistas; por ello, al conocer otra muerte inesperada,
la de Chris, Gordie/El escritor se rinde a la nostalgia y acaba recitando la
frase que mencionaba al principio, que en su integridad reza así: “Nunca he
vuelto a tener amigos como los que tuve cuando tenía doce años. Dios mío, ¿los tiene alguien?”.
Luis Campoy
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