Cine actualidad/ “CAZAFANTASMAS: MAS ALLA”
Operación nostalgia
Ghostbusters: Afterlife
USA, 2021
Director: Jason Reitman
Productores: Ivan Reitman,
Gil Kenan
Guión: Jason Reitman (basado en los
personajes creados por Dan Aykroyd y Harold Ramis)
Música: Rob
Simonsen (basada en los temas compuestos por Elmer Bernstein)
Fotografía: Eric
Steelberg
Diseño de Producción: François Audouy
Montaje: Dana
E. Glauberman, Nathan Orloff
Efectos
Especiales: Elia P. Popov
Efectos Visuales:
Aharon Bourland, DNEG
Reparto: McKenna Grace (Phoebe
Spengler), Finn Wolfhard (Trevor Spengler), Carrie Coon (Callie Spengler), Paul
Rudd (Gary Grooberson), Logan Kim (Podcast), Celeste O’Connor (Lucky Domingo), J.K.
Simmons (Ivo Shandor), Olivia Wilde (Gozer), Bookem Woodbine (Sheriff
Domingpo), Bill Murray (Peter Venkman), Dan Aykroyd (Ray Stantz), Ernie Hudson
(Winston Zeddemore), Annie Potts (Janine Melnitz), Sigourney Weaver (Dana
Barrett Venkman)
Duración: 125 min.
Productora: Columbia Pictures – Sony Pictures
Recuerdo como si fuera ayer aquel domingo
9 de Diciembre de 1984. Se estrenaba por
fin la película que más ganas tenía de ver, “Ghostbusters”, una “comedia
sobrenatural” que había dirigido Ivan Reitman, el realizador de “Los
incorregibles albóndigas” y protagonizaban, entre otros, Bill Murray
(“El club de los chalados”), Dan Aykroyd (Elwood Blues en “Granujas a
todo ritmo”) y Sigourney Weaver (la intrépida Ripley de “Alien”). Tras hacer como hora y media de larguísima cola,
pude internarme en el mítico Cine Ideal de Alicante, uno de mis teatros de los
sueños preferidos, y tanto disfruté de aquellos maravillosos ciento veinte minutos
que no pude evitar quedarme en la sala para presenciar los dos siguientes pases
(naturalmente, eran aquellos tiempos gloriosos en los que la sesión era
continua y, por el mismo precio, podías repetir y repetir tantas veces como quisieras). De la película propiamente dicha, me enamoraron
su contagioso sentido del humor, sus inspiradísimos actores, la caracterización
de los personajes (tanto principales como secundarios), los chispeantes
diálogos, la historia que mezclaba el humor con múltiples apariciones de
fantasmas, los fabulosos efectos visuales diseñados por Richard Edlund, la
grandiosa música de Elmer Bernstein y, cómo no, la ambientación en “mi” idealizada
Nueva York, el escenario perfecto para una aventura de esas
características. Desde aquel día, “Los
Cazafantasmas” se convirtió en una de mis películas favoritas, y es raro el
año en que no he vuelto a verla al menos una vez, con lo que la habré disfrutado
en total no menos de ¡treinta veces!.
En 1989, llegaría la anhelada
continuación, “Cazafantasmas 2”, que, por cierto, ilustraba la portada
del primer ejemplar que compré de la que sería mi revista de cine más querida, la
ya extinta “Imágenes de Actualidad”.
El relativo fracaso comercial y crítico (al menos, en comparación con la
primera entrega) de aquella secuela hizo que no se completara la trilogía que
podía haber existido, y, poco a poco, Reitman, Murray, Aykroyd y Harold
Ramis (el tercer “cazafantasmas” original) fueron abandonando la idea de embarcarse
en otra peripecia conjunta, la cual resultaría ya prácticamente imposible a
partir de 2014, año en el que Ramis pasaría a mejor vida. Con todo, las nuevas generaciones de cinéfilos
volvieron a enamorarse de la película gracias a la TV y el video, y, en 2016,
el irreverente Paul Feig presentó su “audaz” versión de “Los Cazafantasmas”,
esta vez con cuatro mujeres, atrevimiento que, a pesar de recuperar el mismo
tipo de humor gamberro de la original, la sucesión de fantasmagóricos villanos,
las localizaciones urbanitas e incluso (forzados) cameos por parte del elenco
de 1984, no convenció a los fans más puristas.
Fue precisamente el notable fiasco de las
Cazafantasmas femeninas lo que movió por fin a Reitman y Aykroyd a resucitar la
franquicia, pero esta vez con el concurso de los actores originales repitiendo
sus roles míticos de los ochenta. Con
todo, esta vez Aykroyd se limitó a elaborar un leve esquema argumental y
Reitman optó por hacerse a un lado, figurando sólo como productor y cediendo el
control a su hijo Jason Reitman (44 años), celebrado director de “Juno”,
“Up In The Air” o “Tully”, quien afirmaba que “desde niño, se había
criado teniendo a los Cazafantasmas muy presentes en su vida…”
Phoebe y Trevor son dos adolescentes hijos
de una madre soltera, Carrie, quien ha tenido que sacarlos adelante ella sola. Cuando Carrie es desahuciada y, al mismo
tiempo, se entera de que ha recibido como herencia de su padre, recientemente
fallecido, la propiedad de una vieja granja en un remoto pueblo de Oklahoma, no
lo duda ni un momento y la familia se traslada a vivir a la pequeña
Summerville. Una vez allí, los muchachos
no tardarán en descubrir que su casi desconocido abuelo no fue otro que el antaño
famoso Egon Spengler, uno de los heroicos “Cazafantasmas” que salvaron Nueva
York hace casi cuarenta años, y que en la propiedad que acaban de heredar se
oculta no sólo un legado de interés científico sino también un terrorífico pandemónium
de viejos enemigos de ascendencia mesopotámica…
La mayoría de críticas de esta nueva “Cazafantasmas:
Más allá” están siendo positivas o muy positivas, y las impresiones de la audiencia
son también en general favorables, llegando muchos a confesar que se han
emocionado con lo que para ellos ha sido un viaje a los momentos más felices de
la niñez. Confieso que yo también
hubiera querido unirme a ese clan mayoritario de espectadores satisfechos, lo
hubiera deseado fervientemente… pero,
desgraciadamente, no me ha sido posible.
Mientras que la “Cazafantasmas” de
1984 era una comedia (con toques sobrenaturales, sí, pero comedia al fin y al
cabo), “Cazafantasmas: Más allá” me ha parecido una película triste. Muy triste.
En su primera mitad, el drama de los niños desarraigados se impone a sus
leves y no siempre logrados toques de humor.
Es cierto que la joven McKenna Grace (15 años, “Yo, Tonya”,
“Ready Player One”, “Maligno”) realiza un grandísimo trabajo y
que su amigo Podcast (Logan Kim) recuerda a ratos al querido Data de “Los
Goonies”, pero las pinceladas de romance a cargo de un Finn Wolfhard
(19 años, “Stranger Things”) poco creíble como enamoradizo chavalín de
15 me sacaron a patadas de la historia.
En cuanto a los adultos, ni Carrie Coon (la Proxima Midnight de “Vengadores:
Infinity War”) ni mucho menos un Paul Rudd que repite exactamente su
mismo registro de científico graciosillo de “Ant Man” me aportaron
prácticamente nada.
ATENCIÓN: SPOILERS HASTA NUEVO AVISO
Sinceramente, a pesar de que en los
trailers sólo aparecían los actores anteriormente citados y la acción se centraba
en el citado pueblecito de Summerville, yo estaba convencido de que, al cabo de
diez o quince minutos, los nuevos protagonistas viajarían a la Ciudad de los Rascacielos
para contactar con los Cazafantasmas originales, que serían quienes ostentaran
el protagonismo a partir de ese momento.
Pero ¡ay!, los minutos pasaban y pasaban y ni Bill Murray ni Ernie Hudson
(el cuarto Ghostbuster en discordia, Winston Zeddemore) hacían acto de
presencia, aunque sí un Dan Aykroyd que se dejaba ver entre sombras durante una
escena que prometía un éxtasis que luego se iría diluyendo en una espera que se
antojaba eterna. Sin embargo, y a pesar
de que ya iba resultando meridianamente claro que “Más allá” no iba a
ser una continuación al uso sino más bien un reinicio, comienzan a repetirse
situaciones de la primera película (Paul Rudd perseguido y a continuación poseído
por un perro demoníaco, al igual que sucediera en 1984 con Rick Moranis/Louis
Tully, y luego tanto él como Carrie Coon convertidos nuevamente en el Maestro
de las Llaves y la Guardiana de la Puerta, ambos “bestializados” tras un “salvaje”
encuentro apasionado) e incluso villanos idénticos (Gozer la Gozeriana, ahora
interpretada por Olivia Wilde, o el adorable Hombre de Malvavisco de los
Marshmallows) o, como mínimo, muy, muy similares (el fantasma ComeHierro, primo
hermano del famosísimo Slimer/Moquete).
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Se trata de una secuela, o de un
reinicio? Si es una secuela, ¿por qué no
salen los Cazafantasmas originales (hasta el mismísimo final, digámoslo ya)? Y, si es un reinicio, ¿a qué viene repetir
los mismos enemigos ya vistos y derrotados en los ochenta? ¿No podían haberse estrujado un poco más la
mollera para crear también antagonistas desconocidos y novedosos? ¿Y dónde ha quedado ese sentido del humor tan
logrado, que mezclaba el slapstick con la comedia inocente aderezada con escatológicos
toques de sal gorda? ¿Qué ha sido de la épica
defensa de la ciudad de Nueva York, metáfora del mundo mundial, ahora
reemplazada por un pueblito perdido en ninguna parte? Y, por el amor de Dios, ¿cómo ha aceptado el
oscarizado J.K. Simmons (el profesor de música de “Whiplash” y carismático
J. Jonah Jameson de “Spiderman”) un papel tan ridículo y prescindible
como el del efímero nigromante Ivo Shandor?
Para cuando, en el ultímisimo momento,
surgen de la nada los largamente esperados Cazafantasmas primigenios, confieso
que ya me daba igual que salieran o que no.
Es decir, yo sabía que salían y quería que salieran, pero,
dado que eran otros personajes quienes habían llevado íntegramente el peso de
la función hasta ese momento, sentí que ya no los necesitaba. Eso sí, la aparición de ese Harold Ramis
revivido gracias al CGI hizo que mis vellos se pusieran de punta, aunque
también, creo, se le hubiera podido sacar más partido a tan emotivo cameo.
FIN DEL SPOILER
De verdad, juro y perjuro que quisiera cambiarme
ahora mismo por esos espectadores que afirman haberse emocionado hasta las lágrimas
o, al menos, haber disfrutado como niños viendo “Cazafantasmas: Más allá”. Yo me sumí en una lánguida depresión de la
que aún no me he repuesto del todo.
Porque yo no quería viajar a un pasado más feliz, no quería sentir
nostalgia de la juventud añorada, sino, simplemente, volver a encontrarme y
volver a divertirme con Venkman, Stantz y Spengler, volver a reir con sus
bromas, volver a disfrutar con un montón de fantasmas cuyas apariciones resultasen
tan aterradoras como tronchantes. Y lo
único que yo obtuve fue una película confusa que no sabe si quiere ir hacia
delante o hacia atrás, que no sabe si homenajear o rehacer los logros pasados,
que no sabe si quiere hacer reir o llorar.
Yo, desde luego, me quedé mucho más cerca del llanto que de la risa que me
esperaba.
Luis Campoy
Lo mejor: la
joven Mackenna Grace y su amigo Podcast, con mucho, lo más destacado de la
función
Lo peor: mi
sensación de tristeza cuando vi que el humor y la fascinación resultaban sustituídos
por la nostalgia; la rabia cuando, en los títulos de crédito, se dice que la
música es obra de un tal Rob Simonsen, sin mencionar que ese señor es un mero
adaptador de las melodías originales de Elmer Bernstein
Calificación: 6 (sobre
10)
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