Cine actualidad/ “SIN TIEMPO PARA MORIR”
El espía que las amó
No Time To Die
Reino Unido, 2021
Director: Cary Joji Fukunaga
Productores: Barbara Broccoli,
Michael G. Wilson
Guión: Neal Purvis, Robert Wade, Cary Joji
Fukunaga, Phoebe Waller-Bridge
Música: Hans
Zimmer
Canción: Billie
Eilish
Fotografía: Linus
Sandgren
Montaje: Tom
Cross, Elliot Graham
Diseño de
Producción: Mark Tildesley
Reparto: Daniel Craig (James Bond), Léa
Seydoux (Madeleine Swann), Rami Malek (Lyutsifer Safin), Ralph Fiennes (M), Ben
Whishaw (Q), Lashana Lynch (Nomi, 007), Naomie Harris (Moneypenny), Jeffrey
Wright (Felix Leiter), Ana De Armas (Paloma), Christoph Waltz (Ernst Stavro Blofeld),
Billy Magnussen (Logan Ash), Rory Kinnear (Tanner), David Dencik (Dr. Obruchev),
Dali Benssalah (Primo), Lisa-Dorah Sonnet (Mathilde)
Duración: 163 min.
Distribución: Eon Productions – Metro Goldwyn Mayer
Uno de los escritores españoles más
respetados y leídos de la actualidad, el cartagenero Arturo Pérez-Reverte, tuvo
ocasión de ver la nueva película de James Bond, “Sin tiempo para morir”,
el mismo día que yo, el pasado sábado día 2 de Octubre, y ésto fue lo que dictaminó
sobre ella al día siguiente: “Un James Bond tan equilibrada y políticamente
correcto, tan familiar, tan enamorado y tan moñas que constituye un insulto a
la inteligencia de los espectadores y a la memoria del personaje”-
Sobre si la opinión del padre del Capitán Alatriste coincide o no con la
mía, permitidme que me pronuncie dentro de cinco breves párrafos…
Tras los sucesos acecidos en “Spectre”,
con el diabólicamente brillante Ernst Stavro Blofeld confinado en una prisión
de alta seguridad y su relación con la psiquiatra Madeleine Swann, la hija del
misterioso Mr. White, ya consolidada, James Bond se toma unas vacaciones junto
a su nuevo amor en la idílica villa de Matera, en Italia, sólo para ser víctima
de una serie de intentos de asesinato de los que acaba llegando a la conclusión
de que Madeleine tiene que haber sido partícipe, por lo que decide alejarse de
ella y del mundo durante cinco largos años.
De repente, un día recibe la visita de su viejo amigo el agente de la
CIA Felix Leiter, quien le pone en antecedentes del robo de una peligrosísima
arma biológica llamada Proyecto Heracles, que tras una serie de vicisitudes
acabará cayendo en manos del terrorista Lyutsifer Safin. La reticencia de Bond sobre volver al
servicio activo acaba por despejarse cuando conoce al nuevo agente 007 a quien
el Mi6 ha asentado en su antiguo puesto:
Nomi, una mujer negra de armas tomar.
Decidido por fin a recuperar el tiempo perdido, Bond deberá empezar por entrevistarse
con Blofeld bajo la estrecha vigilancia de la única especialista en psiquiatría
a la que éste ha autorizado a acercarse a él:
Madeleine, la cual ahora tiene una hija que luce unos preciosos ojos
azules…
Basando la imagen de su personaje en los rasgos
de actores como David Niven o Hoagy Carmichael (aunque, años después, reconocería
que el 007 ideal sería el Cary Grant de “Con la muerte en los talones”),
el escritor y ex-espía Ian Fleming creó a James Bond allá por 1952,
siendo la novela “Casino Royale” la primera aventura del agente. Según la descripción realizada por Fleming,
Bond es un oficial del servicio secreto británico (Mi6) al que se le
encomiendan arriesgadas misiones en las que tendrá licencia para matar a sus
enemigos (esa la explicación del doble cero de su número código). Bond es aficionado a los coches más caros
(como el Aston Martin), a los cocktails más selectos (como el mítico Vodka Martini
agitado, no mezclado) y, sobre todo, a las mujeres más bellas y voluptuosas, a las
que seduce con facilidad pero luego trata como a simples objetos de placer,
razón por la que se granjeó una fama de machista sin atisbo alguno de
sensibilidad. La primera (y mejor)
encarnación fímica de Bond, inmortalizada por el escocés Sean Connery a
partir de 1962, mantuvo uno por uno todos estos rasgos a rajatabla, tratando en
vano el australiano George Lazenby de sustituir a Connery en una única
ocasión y siendo el televisivo Roger Moore quien sí lograse asumir con éxito el
relevo, añadiendo su peculiar sentido del humor como toque característico. A Moore le reemplazó Timothy Dalton en
apenas dos películas, y tras él llegó el apolíneo Pierce Brosnan en
1995, llevando al super espía a un siglo XXI en el que Daniel Craig
tomaría el testigo en 2006. En total,
nada menos que 24 películas (25, si incluímos “Nunca digas nunca jamás”,
que se rodó independientemente del canon propiedad de Danjaq y Eon Productions),
estrenadas entre 1962 y 2015.
A pesar de que “Spectre”, la cuarta
intervención de Daniel Craig como James Bond, se concibió en principio como la
despedida del ya maduro actor (tenía 47 años entonces), los productores Michael
G. Wilson y Barbara Broccoli le convencieron, previa generosa subida
salarial, para que se calzara el smoking por quinta y última vez. “No Time To Die” (“Sin tiempo para
morir”) fue escrita por los guionistas habituales de la última etapa
bondiana, Neal Purvis y Robert Wade, e iba a ser dirigida por
Danny Boyle (“Trainspotting”, “Slumdog Millionaire”). La posterior marcha de Boyle obligó a buscar
a otro realizador, recayendo el honor en el japonés-norteamericano Cary Joji
Fukunaga, que había deslumbrado al mundo gracias a la primera temporada de
la serie “True Detective”. Lo
primero que hizo Fukunaga fue meter mano al guión, tarea en la que le ayudaron Scott
Z. Burns y la ascendente Phoebe Waller-Bridge, creadora de exitosas
ficciones televisivas como “Crashing”, “Fleabag” o “Killing
Eve” que actualmente trabaja en la quinta aventura (aún en rodaje) del
arqueólogo favorito del mundo mundial, Indiana Jones.
Llegamos al prometido párrafo en el que
toca comentar la no muy favorable opinión sobre la película emitida por Pérez Reverte,
y para empezar, me permito copiar y pegar lo que yo mismo escribí en mi crítica
de “Casino Royale”, la primera actuación de Craig para la franquicia, en
el ya lejanísimo 2006: «En cuanto a Daniel Craig, no diré que me ha
sorprendido, porque ya me pareció un estupendo actor en “Camino a la perdición”
y “Munich”, pero sí tengo que confesar que no podía esperarme que supiese
construir un personaje tan complejo, tan bueno y tan malo a la vez, tan duro y
tan frágil, tan cruel y tan tierno, tan héroe y tan villano».
Es decir, la “deriva” a la que los actuales desarrolladores de la saga
han venido sometiendo al icónico personaje data de hace ya 15 años, que fue cuando
Bond, cuyo corazón no era tan granítico como podía parecer, se enamoró perdidamente
de la bellísima Vesper Lynd (Eva Green), hallazgo y posterior pérdida que ha
marcado la evolución sentimental del agente, al tiempo que las investigaciones
para desenmarañar la tupida red de organizaciones criminales que acabó
conduciéndole hasta SPECTRE. Tal vez nuestro
admirado novelista cartagenero no se ha dado cuenta hasta ahora de que la “humanización”
o “sensibilización” de James Bond ha venido siendo el rasgo distintivo de este
último quinteto de films que, no por casualidad, han logrado recaudaciones más
elevadas que las de sus predecesores. Es
el signo de los tiempos, nos guste más o menos.
Coincido en que el Bond de 2006-2021 ya no es y no se comporta como el
Bond original, pero es que hoy en día la presión social se va haciendo cada vez
más insostenible hacia un personaje que hizo del machismo y el desprecio hacia
las mujeres su forma de vida.
El Bond de Craig comenzó enamorado de
Vesper, a la que no logró retener a su lado, pero su corazón roto ha terminado
por sucumbir a los encantos de Madeleine Swann, una tierna francesita en la que
se arrepiente de no haber confiado pero que, al reencontrarla, le va a aportar
una razón inesperada para tomar de una vez por todas el camino correcto, aunque
este camino sea el del mayor sacrificio imaginable. “Sin tiempo para morir” trae de vuelta
a los asiduos personajes que ya conocemos (M, Q, Moneypenny, Tanner, Leiter,
Blofeld) e incorpora nuevos villanos como Safin y el traidor Logan Ash, además
de dos mujeres (la 007 sustituta y la intrépida cubana Paloma) a las que un
Bond nuevamente enamorado y, por lo tanto, fiel, ya no fantasea con seducir. El plan de Safin (casi profético por cuanto
se trata de liberar un virus a gran escala) es digno de los grandes malvados
que antaño se enfrentaron a nuestro héroe, aunque algo en la caracterización de
Rami Malek (que va de “El Fantasma de la Opera” a “Deadpool”)
resulta un poco caricaturesco. La relevancia
otorgada no sólo a Safin sino a otros villanos de menor enjundia como Ash, el “mad
doctor” Valdo Obruchev y el “ojito derecho” (nunca mejor dicho) de Safin, Primo
(alias “Cíclope”) le resta protagonismo al Blofeld de Christoph Waltz,
carente del tiempo en pantalla y de la trascendencia que sí tuvo en “Spectre”.
Con grandes escenas de acción (portentoso
el trabajo de especialistas y montadores), especialmente la que precede a los títulos
de crédito que ha diseñado de nuevo Daniel Kleinman, “Sin tiempo para
morir” cuenta con una banda sonora de Hans Zimmer que apenas aporta
novedad alguna y prefiere abonarse al homenaje continuado a los temas de Monty
Norman y John Barry, especialmente el de “007 al Servicio Secreto de su
Majestad”, el único Bond que protagonizó el efímero Lazenby, considerado
uno de los mejores de la serie y cuyo inusual romanticismo ha servido de
inspiración a esta vigesimoquinta entrega.
Tampoco pasará a la historia la canción poco rítmica y algo insípida de Billie
Eilish, a años luz de las que nos obsequiaron Shirley Bassey, Louis
Armstrong, Tina Turner o Adele.
El quinto y último capítulo de la
pentalogía de Daniel Craig se salda con un balance indiscutiblemente positivo y
dejando el listón muy alto. Miedo me da
pensar en el dilema al que se enfrentarán Broccoli y Wilson de cara a la
continuidad de la saga, obligados a ir un paso más allá en entretenimiento y espectacularidad
pero también, tal vez, en cuanto a la temible corrección política: ¿un James Bond negro? ¿un James Bond mujer?
¿un James Bond mujer y negra, como esta Lashana Lynch? ¿un James Bond gay o
transexual?... Lo único cierto es que,
tal como se nos promete al final del film, “James Bond Will Return”, aunque no
sepamos cómo ni cuándo, pero seguro que trayendo consigo un nuevo reseteo para una
de las franquicias más longevas, exitosas y millonarias de la Historia del
Cine.
Luis Campoy
Lo mejor: Daniel Craig, las increíbles secuencias de
acción
Lo peor: la corrección política que ha obligado a
mutar a Bond, la canción de Billie Eilish
El cruce: “Casino Royale” + “007 Al Servicio Secreto
de Su Majestad” + “La espía que me amó”
Calificación: 8 (sobre
10)
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