Cine actualidad/ "MAIXABEL"
Perdonar para no olvidar
Maixabel
España, 2021
Director: Iciar Bollaín
Productores: Koldo Zuazua,
Juan Moreno, Guillermo Sempere
Guión: Iciar Bollaín, Isa Campo
Música: Alberto
Iglesias
Fotografía: Javier
Aguirre Erauso
Montaje: Nacho
Ruiz Capillas
Dirección
Artística: Mikel Serrano
Reparto: Blanca Portillo (Maixabel
Lasa), Luis Tosar (Ibon Etxezarreta), Urko Olazábal (Luis Carrasco), María Cerezuela
(María Jáuregui), Tamara Canosa (Esther Pascual), Arantxa Aranguren (Carmen),
Bruno Sevilla (Luichi, marido de María), María Jesús Hoyos (Madre de Ibon), Martxelo
Rubio (amigo de Maixabel), Mikel Bustamante (Patxi Makazaga)
Duración: 115 min.
Distribución: Kowalski Films, Feel Good Media
El 28 de Julio de 2000, el comando Buruntza
de ETA asesinó mediante una de sus más habituales y más cobardes técnicas (el
tiro en la nuca) al entonces Gobernador Civil de Guipúzcoa, el socialista Juan
María Jáuregui. La viuda de Jáuregui,
Maixabel Lasa, encajó el durísimo golpe como mejor pudo y, no limitándose a
llorar su desconsuelo, encabezó diversas iniciativas en favor de las víctimas
de toda aquella locura. Años después,
desarticulado el comando Buruntza, detenidos sus integrantes y recluídos
algunos de ellos en la cárcel de Nanclares de Oca (Alava), Maixabel recibió la
noticia de que Luis Carrasco, uno de los asesinos de su marido, quería reunirse
con ella en la prisión. Poco después,
sería otro de los autores del atentado, Ibon Etxezarreta, quien también
suplicase mantener una reunión con ella, como tardía forma de obtener su tal
vez imposible perdón…
Iciar Bollaín
(54 años) antigua actriz madrileña que sobre todo ha destacado como directora
de films como “Flores de otro mundo” (1999), “Te doy mis ojos”
(2003), “También la lluvia” (2010) o “El olivo” (2016) ha querido
acercarse con “Maixabel”, su nueva propuesta, a las consecuencias de la actividad
ejercida durante tantos años por la banda terrorista ETA, en un momento en el
que “Patria” (primero magnífica novela y después, gran serie distribuída
por HBO) logró revivir el interés mediático por un problema que en realidad
nunca ha finalizado del todo. Porque aun
hoy, y mañana, y pasado mañana, me temo, algunos siguen y seguirán exigiendo la
independencia del Pueblo Vasco y unos pocos consideran y seguirán considerando
que la vía más efectiva para lograrla es la violencia en cualquiera de sus formas,
lo cual convierte a los etarras, a sus ojos, no en villanos sino en auténticos “héroes del
pueblo”.
Precisamente la alternativa que narra “Maixabel”
es la que tuvo lugar en la prisión de Nanclares de Oca, la llamada “vía Nanclares”,
mediante la que algunos de los cien presos de ETA allí encarcelados tuvieron la
oportunidad de desmarcarse, si así lo deseaban, de las directrices de la banda
y sumarse a un proceso individual para exorcizar los fantasmas de la culpa y el
arrepentimiento que tal vez pudieran haberles surgido. La auténtica Maixabel Lasa aceptó participar
en aquella estrategia y acabó por aceptar las disculpas y justificaciones de los asesinos de su esposo, si bien nunca quiso pronunciar la palabra “perdón”, porque, según
dijo, “perdonar tiene un componente religioso y yo soy agnóstica”.
Me atrevo humildemente a contradecir un
poco a la señora Lasa, en el sentido de que no creo que para perdonar haya que
ser religioso. ¿Se puede perdonar? Claro que se puede. ¿Se puede perdonar TODO? Aquí empiezan las dudas y los matices. Para perdonar, pienso que, en primer lugar
debe existir un arrepentimiento sincero por parte del que necesita ser
perdonado. ¿Hay que perdonar a pesar de
que quien nos hizo daño no está arrepentido y, por tanto, estaría dispuesto a
volver a dañarnos a la menor ocasión? Yo
eso no lo tengo tan claro... pero ¿qué
diablos?, ¡no hablamos de mi!. El caso
es que Maixabel Lasa se avino a conversar con los ex-etarras Luis Carrasco e
Ibon Etxezarreta, con el primero en la propia cárcel y con el segundo en la
casa particular de la mediadora Esther Pascual (Tamara Canosa), dado que el
nuevo gobierno presidido por Mariano Rajoy ordenó finiquitar la “vía Nanclares”. Como hemos dicho anteriormente, Maixabel eligió
no limitarse a sentir odio y rencor, sino que, continuando el legado de su
marido, decidió implicarse activamente en asociaciones de víctimas y, merced a
su carácter dialogante, fue profundizando paulatinamente en las claves del
llamado “conflicto vasco”. De hecho,
algo que se le criticó en su momento a Lasa fue que se negó a limitar su
actividad a las víctimas de ETA, sino que consideró que también los torturados
por la Guardia Civil o los asesinados por los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación,
auspiciados en la sombra por el Estado) eran dignos de la misma catalogación de
“víctimas”.
Bollaín y su coguionista Isa Campo
han elegido centrar su historia en los personajes de Maixabel (Blanca Portillo),
Ibon (Luis Tosar) y Luis (Urko Olazábal).
Todos sabemos de qué son capaces tanto Portillo como Tosar, pero, para
mi, la gran sorpresa han sido los secundarios, tanto la gallega Tamara
Canosa, que interpreta a la mediadora gubernamental Esther Pascual, como la
casi recién llegada María Cerezuela (lleva sólo desde 2019 participando
en cine y televisión y aquí encarna a María, la hija de Maixabel y el finado
Juan Mari Jáuregui) y, sobre todo, el excelente Urko Olazábal, que se come la
pantalla a pesar de que, a sus 44 años, es un actor muy poco conocido por haberse
dedicado más a la docencia que a la interpretación. Poco que añadir sobre el inconmensurable Luis
Tosar, uno de los dos o tres mejores actores españoles de la actualidad,
que emociona sobre todo por su complejo viaje espiritual desde el
convencimiento de la lucha armada hasta la necesidad de ser perdonado para
poder seguir viviendo. Blanca
Portillo también está correctísima, aunque, personalmente, no me llegó a
transmitir tanto como me esperaba; pienso que se la ve demasiado predispuesta a
conceder el perdón, tanto que se insinúa un conato de amistad con el etarra Etxezarreta
que no me pareció del todo creíble.
Con una sensacional partitura compuesta
por el gran Alberto Iglesias que por sí misma es capaz de dibujar el
clima preciso de cada escena y hacer aflorar los sentimientos más hondos, “Maixabel”
es una película dolorosa pero también emotiva e incluso esperanzadora, necesaria
y absolutamente recomendable para comprender los roles tanto de las víctimas
como de los verdugos, y darse cuenta de que, al final, los segundos están en
manos de las primeras si quieren continuar con sus vidas, libres de esos
remordimientos que les impiden conciliar el sueño en paz. Sólo me queda anotar una pequeña reflexión a
título personal, y es que sigo esperando ver en la pantalla la historia de alguna
de esas víctimas anónimas que, más allá de un carácter dialogante y compasivo
que no todo el mundo posée, sencillamente perdió a quien más quería, a causa de
una barbarie demente que sigue necesitando de mucha, mucha expiación.
Luis Campoy
Lo mejor: las interpretaciones, la música, el mensaje
acerca del arrepentimiento y el perdón
Lo peor: que todavía no se haya dedicado una película
a tratar el “conflicto vasco” desde la perspectiva única de las víctimas de
ETA, sin tener que ser equidistante y justificar las motivaciones de los
asesinos
El cruce: “Patria” + “La muerte de Mikel”
+ “Pena de muerte”
Calificación: 8 (sobre
10)
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