Arrakis, Mon Amour
Dune
USA, 2021
Director: Denis Villeneuve
Productores: Cale Boyter,
Joseph M. Caracciolo Jr., Mary Parent, Denis Villeneuve
Guión: Eric Roth, John Spaiths, Denis Villeneuve
Música: Hans
Zimmer
Fotografía: Greig
Fraser
Montaje: Joe
Walker
Diseño de Producción: Patrice
Vermette
Diseño de Vestuario: Jacqueline
West
Efectos Especiales: Gerd Nefzer
Efectos Visuales: John Nelson, Brian
Connor
Reparto: Timothee Chalamet (Paul Atreides),
Oscar Isaac (Duque Leto Atreides), Rebecca Ferguson (Dama Jessica Atreides), Josh
Brolin (Gurney Halleck), Jason Momoa (Duncan Idaho), Stellan Skarsgärd (Barón
Vladimir Harkonnen), Charlotte Rampling (Reverenda Madre Gaius Helen Mohiam),
Dave Bautista (Glossu “La Bestia” Rabban), Javier Bardem (Stilgar), Zendaya
(Chani), Stephen McKinley Henderson (Thufir Hawat), Chen Chang (Dr. Wellington
Yueh), Sharon Duncan-Brewster (Liet Kynes), David Dastmalchain (Piter de Vries)
Duración: 255 min.
Distribución: Warner Bros. Pictures
Allá por 1979, mi primo se hizo con un
ejemplar del que ya por entonces era un libro de culto: “Dune”, escrito por Frank Herbert en
1965. En las cartas que nos escribimos
durante los siguientes meses, fuimos comentando la novela a medida que él la
iba leyendo, y fue como viajar juntos a un mundo lleno de peligros y personajes
extraordinarios…
A pesar de que
nos hallamos en un futuro ubicado diez mil años después de nuestra época, las estructuras
de la civilización continúan siendo casi feudales. Bajo el dominio del todopoderoso emperador padishah
Shaddam IV, la Humanidad se halla dividida en “casas” integradas por familias
nobles y sus servidores y simpatizantes, siendo la casa Atreides, radicada en
el planeta Caladan, la más popular y querida.
El patriarca de la misma es el duque Leto, cuya esposa y concubina es la
dama Jessica, antigua integrante de la orden de las Bene Gesserit, una
hermandad exclusivamente femenina que se caracteriza por las habilidades psíquicas
que poséen las mujeres que la componen.
En contra de las recomendaciones de la reverenda madre Gaius Helen
Mohiam, líder de las Bene Gesserit, Jessica concibió un hijo varón, Paul
Atreides, que según las profecías está llamado a convertirse en el “Kwisatz
Haderach”, el Elegido dotado de poderes de presciencia o conocimiento del futuro. Cuando Paul tiene 15 años y sus sueños
premonitorios comienzan a ser frecuentes, el Emperador decide que ha llegado el
momento de librarse de los molestos Atreides para siempre, y para ello urde un
plan junto a sus aliados los Harkonnen, titulares hasta entonces de la concesión
de la extracción de la preciada especia melange, que sólo puede obtenerse en el
remoto planeta Arrakis. Los Atreides son
destinados a Arrakis (también conocido con “Dune” a causa de sus inacabables
desiertos), donde no tendrán la protección y defensas que poseían en Caladan y podrán
ser masacrados a placer por los siniestros y ambiciosos Harkonnen…
El éxito
editorial de “Dune”, sobre todo entre los aficionados a la ciencia
ficción, fue tan descomunal que Frank Herbert se vio literalmente “obligado”
a continuar la historia de Paul Atreides y Arrakis a lo largo de otros cinco
libros, publicados entre 1969 y 1985. Tras
su muerte en 1986, su hijo Brian Herbert se asoció con el escritor Kevin
J. Anderson para la prolongación de la franquicia, que en la actualidad consta
de un total de 19 volúmenes.
Ya en 1971 se
produjo el primer intento de llevar “Dune” al cine, con Arthur P. Jacobs
(“El planeta de los simios”, 1968) como productor y David Lean en la
silla de director, si bien la tentativa más recordada fue la que en 1974 quiso
poner en marcha el chileno Alejandro Jodorowsky (“El Topo”) al frente de
un alucinado megaproyecto en el que pretendió involucrar a Orson Welles,
Salvador Dalí, Gloria Swanson, Mick Jagger, Jean Giraud “Moebius”, H.R. Giger y
los mismísimos Pink Floyd como compositores de la banda sonora. Cuando Jodorowsky se vio obligado a
renunciar, fue el italiano Dino De Laurentiis quien en 1976 adquirió los
derechos del libro y 3 años después le ofreció la dirección al triunfante
artífice de “Alien”, Ridley Scott, el cual tampoco logró sacar adelante su
versión. Sin embargo, la hija de Dino,
Raffaella de Laurentiis, no se rindió y fue capaz de llevar a cabo un acuerdo
de cooperación con Universal Pictures, del que en 1984 devino la célebre pero
denostada adaptación que finalmente dirigió el gran David Lynch, más bien
inconexa e incomprensible porque su metraje de ¡ocho horas! acabó reducido a
apenas 137 minutos, lo cual lógicamente la hizo inasumible para todo aquel que
no hubiera leído la novela original de Herbert y motivó su sonado batacazo en
taquilla.
En 2016, y
después de dos olvidables miniseries fechadas en 2000 y 2003, la productora Legendary
Pictures (“300”, “Watchmen”, trilogía de Batman de Christopher
Nolan…) anunció que se planteaba llevar “Dune” de nuevo a la pantalla,
bajo el paraguas de la major Warner Bros. La dirección se le ofreció al canadiense Denis
Villeneuve (nacido en 1967), quien, a pesar de que había comenzado
realizando títulos como “Incendies”, “Prisioneros” o “Sicario”,
posteriormente se había labrado un nombre en la sci-fi con “La
llegada” y “Blade Runner 2049”.
Villeneuve, fan como tantos otros de los ya clásicos libros de Herbert, le
encomendó la redacción del guión al prestigioso Eric Roth (“Forrest
Gump”), tarea a la que contribuyeron Jon Spaihts (“Prometheus”,
“Doctor Strange”) y el propio director.
Al igual que ya
sucediera con la versión de David Lynch, el reparto de esta nueva “Dune”
está plagado de estrellas del cine actual:
Timothee Chalamet (25 años, visto en “Call Me By Your Name”
o “Día de lluvia en Nueva York”) interpreta a Paul Atreides; el
guatemalteco Oscar Isaac (habitual de Disney tras su paso por “X-Men:
Apocalipsis” o la tercera trilogía de “Star Wars”) es el duque Leto; la bellísima Rebecca Ferguson (“Doctor
Sueño”) es Lady Jessica, la madre de Paul;
el hawaiano Jason Momoa (“Aquaman”) es Duncan Idaho y Josh
Brolin (el formidable Thanos de las últimas películas de Los Vengadores
de Marvel) es Gurney Halleck, ambos los dos preceptores del joven Paul; la
ubicua Zendaya (la muy cuestionada MJ de los recientes films de “Spiderman”)
es la guerrera Chani; nuestro Javier Bardem incorpora al líder fremen
Stilgar; el sueco Stellan Skarsgärd (“Mamma Mia!”) y el ex
luchador Dave Bautista (Drax el destructor en “Guardianes de la
Galaxia”) son, respectivamente, el repulsivo barón Harkonnen y su sobrino Glossu
“La Bestia” Rabban; y la veterana Charlotte Rampling (“La caída de
los dioses”, “Portero de noche”) personifica a la reverenda madre
Gaius Helen Mohiam, jefe espiritual de las Bene Gesserit.
El apartado
técnico es también de relumbrón, con el alemán Hans Zimmer (“Gladiator”)
componiendo la banda sonora, Greig Fraser (“Déjame entrar”, “The
Mandalorian”) firmando la fotografía en sustitución del habitual Roger Deakins,
Patrice Vermette al frente del diseño de producción o Jacqueline West
haciéndose cargo del vestuario.
Estaba claro que
el complejo y un tanto farragoso texto de Herbert (algunas ediciones de la
novela fundacional superan las 700 páginas) iba a requerír un generoso metraje
que posibilitara su fidelidad e inteligibilidad, para no recaer en los mismos
defectos que condenaron la adaptación de 1984, por lo que Villeneuve y su
equipo determinaron que se realizarían no una sino dos entregas de “Dune”,
siendo la que por fin se estrena en cines la primera de las dos, condicionada
la segunda a la rentabilidad de la operación.
Cuando estalló la actual pandemia de coronavirus allá por marzo de 2020,
los ejecutivos de Warner Bros. temieron que el público se mostrase renuente a
acudir a las salas, de modo que se pospuso un año su exhibición e incluso se
llegó a pensar en relegarla al streaming de la plataforma HBO Max, algo a lo
que se opuso públicamente el realizador, logrando al final que su obra
recibiese el trato que sin duda se merece.
Y bien, ¿ha merecido la pena la larga espera? Yo afirmo con rotundidad que ¡SÍ!.
Es innegable que
“Dune”, ya desde su génesis literaria, no es una ficción simple y
requiere de un cierto esfuerzo interpretativo para llegar a asimilarla satisfactoriamente,
pero el enorme espectáculo que Denis Villeneuve ha logrado poner en pie se
merece mi aplauso más entusiasta. Para
empezar, la elección del protagonista (un Chalamet encantador y creíble que
deja en evidencia al sosísimo Kyle MacLachlan de la versión de David Lynch) es
un rotundo acierto, así como la de quienes personifican al resto de miembros de
la casa Atreides (Isaac, Ferguson, Momoa, Brolin); excelente la química que se
da entre los binomios Chalamet/Isaac, Chalamet/Brolin y, sobre todo,
Chalamet/Momoa, necesarios para comprender el itinerario sentimental y moral del
héroe. Asímismo, la visualización de los
espacios, los paisajes y la tecnología futurista es exquisita y no rehúye la
belleza, pudiendo afirmar que los primeros 30 ó 40 minutos de película son,
literalmente, MARAVILLOSOS. Por
desgracia, como la propia trama requiere, la acción se precipita con la
traición de los malignos Harkonnen, la luminosidad se diluye y parece que las
tormentas de arena que asolan el planeta Arrakis acabasen por enturbiar el
último tramo del film, donde todo es más oscuro y mucho menos brillante. Tampoco ayudan las poco afortunadas
caracterizaciones de Javier Bardem (rozando la caricatura) y, sobre todo, esa
incomprensible estrella conocida como Zendaya.
Confieso que nunca he alcanzado a comprender a qué se debe la facilidad con la
que la joven californiana de 25 años ha sabido ascender de esta manera en el
escalafón hollywoodiense, pero no me cabe duda de que su forzada inclusión en “Dune”
es un mero reclamo para atraer a un segmento de público juvenil, logrando su pésima
interpretación que cada plano en el que aparece resulte poco menos que un
desperdicio de metraje. Con su pan se la
coman quienes tanto la estiman… Y bueno,
al igual que sucediese en “El Imperio contraataca” o “La Comunidad
del anillo”, el forzoso final abrupto te deja un mal sabor de boca, sabedor
de que faltan varios años para vivir la continuación de una historia obviamente
inconclusa.
Es “Dune”
una película que pide a gritos, necesita y exige ser vista en cine: su extraordinaria puesta en escena, su música
y su apoteósico sonido demandan las prestaciones que sólo confiere una sala en
condiciones. Puede gustar más o menos en
su conjunto, según se la comprenda o se sepa penetrar en su esencia, pero posée
la facultad de fascinar, de maravillar, y esa, amigos, es la esencia de una
obra de arte en movimiento.
Luis Campoy
Lo mejor: la puesta en escena, la mayoría de los
actores, la fascinación que es capaz de ejercer
Lo peor: la certeza de que su narración se queda a
medias, todos los planos en los que aparee Zendaya
El cruce: “Star Wars” + “Dune” (1984) + “Slipstream”
Calificación: 8 (sobre
10)
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