Crónicas confinadas (Parte III)
Una de las cosas que más me
desesperan de esta crisis del coronavirus en la que, por estar confinados en
nuestras casas, parece que todos tenemos más necesidad de hablar y más cosas
que decir, es la mentalidad cuadriculada de la gente.
Los (y las) que son de izquierdas
hablan mal de los que son de derechas, los que son de derechas critican a los (y
las) de izquierdas; incluso los medios
de comunicación de una u otra tendencia dejan de lado la imparcialidad y la
objetividad que se les presupone, para interpretar las noticias a su
conveniencia. Lo que no comprendo es que
la mayoría de las personas tengan conceptos tan esquemáticos de la realidad que
les rodea. ¿De verdad los que tanto critican
al Gobierno piensan que Sánchez, Iglesias y compañía lo hacen todo, todo, todo,
pero todo mal? Y en el lado opuesto, los
(y las) que apoyan ciegamente la gestión del Ejecutivo, ¿realmente creen que la
oposición es una especie de bestia inmunda incapaz de hacer nada, nada, nada,
pero nada bien, ni la más mínima cosa?
Si no somos capaces de bajar de
nuestra torre de egocentrismo y pararnos a meditar sobre lo que dicen los
demás, si no aprendemos a respetar en nuestros semejantes incluso aquello que
no nos gusta, creo que seremos dignos merecedores de esa extinción a la que
algunos científicos piensan que estamos abocados.
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