Cine actualidad/ “STAR WARS: EL ASCENSO DE SKYWALKER”

¿Ascenso… o caída?


Desde que, en 2015, Disney estrenase su nueva trilogía de “Star Wars” tras haber comprado los millonarios derechos al creador George Lucas, he venido criticando (bueno, yo y varios millones de seguidores en toda la galaxia) su nula originalidad y su condición no sólo de continuación sino de descarado refrito de los conceptos expuestos por Lucas en las 6 películas precedentes.  No creo que nadie en su sano juicio pueda contradecir esta afirmación básica, que es sobre la que se asientan la mayoría de las críticas negativas que se han vertido en estos cuatro años.  Que sí, que todos sabemos que todo está inventado y que es casi imposible ser o parecer original, pero ¿era necesario que el Episodio VII (“El despertar de la Fuerza”) resultase un “remake” encubierto del Episodio IV (anteriormente, “La Guerra de las Galaxias”;  ahora, “Una nueva esperanza”) y que el Episodio VIII (“Los últimos Jedi”) pareciese, en no pocos momentos, una copia argumental del Episodio V (“El Imperio contraataca”)…?  Sin ir más lejos, la serie de Disney+ “The Mandalorian” transcurre en el mismo universo y, aunque se asienta sobre ambientes y postulados similares, no se limita a reciclar sistemáticamente personajes, esquemas y situaciones, y aún así está siendo bien considerada por la crítica y unánimemente aplaudida por los fans, señal de que hacer algo mínimamente distinto sí es posible.

Los últimos Jedi”, que fue escrita y dirigida por el hoy en boga Rian Johnson (gracias a la muy estimulante “Puñales por la espalda”) intentó, sin mucho éxito, introducir alguna que otra pequeña variación (más humor, una “desmidiclorianización” de la Fuerza…), pero sus audacias y alguna que otra decisión demasiado arriesgada cabrearon mucho a los fans más tradicionalistas, y la recaudación fue sensiblemente inferior a la de la anterior entrega.  Johnson fue apartado de la línea “oficial” de la saga (se rumorea que aún sigue trabajando en una nueva trilogía alejada del eje principal) y la batuta de mando se le entregó a otro “resucitador” de franquicias, Colin Trevorrow, que había orquestado el gran taquillazo que fue “Jurassic World”.  Pero ¡ay! Trevorrow quiso al parecer avanzar en la línea rupturista de “Los últimos Jedi” y su guión asustó tanto a los productores (según se comenta, la protagonista Daisy Ridley lloró al leerlo) que rápidamente le despidieron y acudieron, suculento cheque en ristre, al encuentro del cerebro de la tan discutida “operación retorno”:  el mismísimo J.J. Abrams.  Abrams, que para muchos es el creador de la fabulosa serie de culto “Perdidos” pero, para otros, no deja de ser el tipo que se cargó dicha serie con un final tan decepcionante como absurdo, es experto en reciclar conceptos (su “Super 8” era poco menos que un respetuoso plagio de “Los Goonies”), resetear franquicias (“Star Trek”) y continuar sagas de éxito (“Mission: Impossible 3”), pero ya había demostrado en el Episodio VII que su capacidad de innovación estaba bajo mínimos.

En “El ascenso de Skywalker” seguimos, cómo no, los pasos de Rey (Daisy Ridley), Finn (John Boyega) y Poe (Oscar Isaac), quienes continúan intentando hacer frente a la casi todopoderosa Primera Orden, cuyo nuevo líder es obviamente Kylo Ren (Adam Driver), tras la sorpresiva derrota del temible Snoke.  Pero el pasado no ha muerto del todo, y un par de viejos conocidos reaparecerán de manera imprevista, uno a cada lado de la Fuerza…

A PARTIR DE AHORA, SPOILERS A MOGOLLÓN
Confieso que de la muy denostada “Los últimos Jedi” sólo me gustó realmente su maravillosa apariencia visual, pero el argumento me desagradó ostensiblemente.  No sólo me molestó la ya citada sensación de repetición con respecto a “El Imperio contraataca”, sino que también me cargaron mucho el protagonismo otorgado a nuevos personajes sin gancho ni carisma (Rose Tico, DJ), el “desperdicio” perpetrado con Snoke y el tratamiento que se le depara a Luke Skywalker (Mark Hamill), que primero aparece huraño y egoísta y al final hasta se le elimina innecesariamente como ya había sucedido con su amigo Han Solo (Harrison Ford).  No soy estúpido y entiendo que las sucesivas muertes de Han (en el Episodio VII), Luke (en el Episodio VIII) y ahora de Leia (en el Episodio IX) no pretenden sino dar carpetazo a lo antiguo para que lo nuevo adquiera mayor relevancia, pero opino que eso sólo sirve cuando el relevo generacional merece realmente la pena.  En “El ascenso de Skywalker” toca despedirse para siempre de la pobre Leia Organa, y ya iba siendo hora porque la malograda Carrie Fisher lleva tres años criando malvas, pero es lógico pensar que, de cualquier manera, aunque la actriz continuase con vida, su personaje seguiría el mismo camino de sus amigos caídos.  A cambio, el que vuelve de entre los difuntos es nada menos que el Emperador Sheev Palpatine (Ian McDiarmid), que en 1983 cayó por una turbina del reactor de la segunda Estrella de la Muerte sin que ninguno pensáramos que, treinta y seis años después, íbamos a tenerle de regreso.  J.J. y su co-guionista Chris Terrio no sólo se han sacado de la manga que era Palpatine quien movía los hilos del ridículamente defenestrado Snoke, sino que en realidad fue el padre “midicloriano” de Anakin SkyWalker/Darth Vader y, por si fuera poco, el oscuro abuelo de la heroína Rey.  Estas revelaciones, que acontecen en el tramo final de la película, al parecer intentan atar cabos sueltos (¿qué cabos sueltos?) y cerrar subtramas (¿qué subtramas?) pero su fin último es justificar que Rey es Jedi porque está lejanamente emparentada con los Skywalker, como todo hijo de vecino ya se barruntaba, si bien llegando a esta conclusión a través de un camino mucho más tortuoso de lo previsto.  Vamos, lo contrario de lo que se había sugerido en “Los últimos Jedi”, con el fin de que los fans queden tranquilos y conformes.

Otro de los rumores que se ha pretendido acallar es el de la supuesta homosexualidad de Finn y Poe, entre quienes muchos habían querido intuir un prometedor romance que ahora se ve truncado de golpe al descubrirse que Poe sigue bebiendo los vientos por una antigua novia (Zori Bliss: Keri Russell) y que Finn se encapricha a las primeras de cambio de una valerosa amazona (Jannah: Naomi Ackie).  Eso sí, para quedar bien, en el éxtasis de la victoria se ve cómo dos mujeres de la Resistencia no se resisten a propinarse un beso que sabrá a poco a los que clamaban por más reivindicación e igualdad.

El día 19 de diciembre asistí a un maratón cinematográfico en el que se proyectaron, seguidos, los tres episodios de esta tercera trilogía galáctica, durante el cual pude comprobar que, incomprensiblemente y a pesar de sus defectos, “El despertar de la Fuerza” me gusta más de lo que recordaba, “Los últimos Jedi” contiene algunas de las mejores secuencias de toda la nonalogía…  y es, sin duda, “El ascenso de Skywalker” la cinta que menos aporta en materia argumental, dramática y estilística.  Mentiría si dijera que no disfruté durante buena parte de su metraje, que no admiré las buenas interpretaciones de Daisy Ridley y Adam Driver o que no me ericé de pies a cabeza cuando la fanfarria de John Williams ilustra el ataque final de la “nueva esperanza” encabezada por el también recuperado Lando Calrissian (Billy Dee Williams).  También me gustaron los juegos de luces y sombras entre los que se mueven el pérfido Palpatine y sus acólitos Sith o el visualmente admirable pero temáticamente inane duelo entre Rey y Kylo, pero es imposible no sentir cierto bochorno ante los diálogos simplistas, los previsibles giros argumentales o el modo en que están estirados como chicles los pocos planos inéditos que dejó la finada Carrie Fisher.  Eso por no volver a hablar de esa sensación que ha presidido la saga desde 2015, la de que no estamos asistiendo a un espectáculo novedoso sino que nos están contando lo mismo con otras palabras, la misma historia pero con personajes (no muy) diferentes.  Esto es lo que sucede cuando, en lugar de fabricar un chicle original, se estira y estira la vieja goma de mascar que ya ha perdido buena parte de su sabor.  Por muy querida y muy galáctica que sea.

Luis Campoy

Lo mejor:  las luces y sombras intermitentes de la guarida del malévolo Emperador Palpatine
Lo peor:  la incesante sensación de que lo que vemos es más de lo mismo;  las “sorpresas” argumentales sacadas de una manga poco profunda
El cruce:  imposible concretar el sinfín de referencias e influencias
Calificación:  6,0 (sobre 10)

Comentarios

Alí Reyes ha dicho que…
Pregunta obligada: ¿Vale la pena que yo invierta mi tiempo en ver esta peli?
Luis Campoy ha dicho que…
Yo la vería, aunque luego la criticase. De hecho, ya la he visto dos veces. Lo que importa es saber lo que vas a ver y, como decimos en España, no pedirle peras al olmo.

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