Volver
a terminar
Desde que Arnold Schwarzenegger
pronunció por primera vez su icónica frase “I’ll
be Back” (“Volveré”) en “Terminator” (1984) han pasado nada menos
que 35 años, pero aquella promesa de regresar se ha convertido en una letanía
ineludible que ya ha provocado 5 secuelas.
En todas ellas, el ya septuagenario actor austríaco ha aparecido de una
u otra manera, como protagonista o como secundario o simplemente realizando un
cameo inesperado, haciendo de malo malísimo o de bueno heroico y
entrañable. Muy posiblemente, la consabida
(re)aparición del intérprete de “Conan”
podría considerarse como lo mejor o lo peor de esta añeja franquicia, como el
punto álgido de cada capítulo o como el lastre insoslayable que los condena a
la mediocridad.
“Terminator: Destino oscuro”, al frente de cuya producción vuelve a
estar el creador de la saga, James
Cameron, supone una continuación directa de la última entrega que Cameron
dirigió, “Terminator 2: El juicio final”
(1991). Es decir, los sucesos acaecidos
en “Terminator 3: La rebelión de las
máquinas”, “Terminator Salvation”
y “Terminator: Genysis” NUNCA
existieron, y, para empezar, Sarah Connor (Linda
Hamilton) está vivita y coleando, eso sí, con unas cuantas arrugas de
más. Esta vez Sarah tiene que ayudar a un
cyborg femenino, Grace (Mackenzie Davis)
a proteger a una joven, Daniella Ramos (Natalia
Reyes) de quien, sin ella misma saberlo aún, dependerá el futuro de la Humanidad,
la cual está siendo amenazada por un malvado y aparentemente indestructible robot
también futurista (Gabriel Luna). Para echarles una mano, surgirá de la nada
cierto antiguo terminator con complejo de culpabilidad (Arnold Schwarzenegger)…
Como puede verse, el argumento
descrito es tan (inmensamente) original que podría decirse que “Terminator: Destino oscuro”, más que una
enésima secuela, no es sino un nuevo remake del film de 1984, algo que, por
otra parte, viene siendo consustancial a la totalidad de la saga (con la
excepción, quizás, de “Terminator
Salvation”). De verdad, ¿hacía falta
que James Cameron volviera, con tanto bombo y platillo, para volver a producir
y co-escribir lo mismo que hace más de tres décadas? La sensación de deja-vu hace acto de presencia
desde el inicio, aunque el (evidente) avance los efectos especiales consigue
que algunos momentos se resuelvan de forma ciertamente impactante (esa
violencia explícita que tanto gusta al realizador Tim Miller, quien ya la había ensayado en “Deadpool”). De todas formas,
a poco que nos paremos a analizarlo, todo lo que “Terminator: Destino oscuro” ofrece es un continuo e inacabable
refrito de situaciones ya vistas y conocidas, jalonado con puntuales añadidos
que, si llaman la atención, no es por su desarrollo argumental sino por su indiscutible
poderío tecnológico.
Me pasa que, mientras veía “Terminator: Destino oscuro” en aquella
sala de cine aceptablemente concurrida, la disfruté sin paliativos y gocé tanto
sus escenas de acción como, sobre todo, la sabiduría de Hamilton y la
campechanía de Schwarzenegger... pero,
al ir transcurriendo las horas y posteriormente los días, el recuerdo que se me
ha posado en el cerebro es el de un espectáculo que se difumina en sí mismo y
que es casi imposible de diferenciar de todos los espectáculos similares que le
precedieron. Para finalizar, quiero
reseñar como aspectos positivos, además de la reaparición de los maduros
intérpretes de la primera parte, la selección de la joven Mackenzie Davis (32
años) como cyborg bueno, pero también deplorar la designación de la sosísima Natalia
Reyes para encarnar a la salvadora del género humano; en más de una ocasión, dan ganas de que el
terminator la liquide con tal de quitarnos de en medio a tan poco carismática
heroína.
Luis Campoy
Lo mejor:
Arnold Schwarzenegger y Lindas Hamilton, los efectos visuales
Lo peor:
Natalia Reyes, el constante y mimético deja-vu, el absurdo "destino oscuro" de cierto destacadísimo personaje
El cruce:
“Terminator” + “Terminator 2” + “Terminator 3” + “Terminator 4” + “Terminator 5”
Calificación: 6 (sobre 10)
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