Los Oscar más igualitarios
Para entender lo que sucedió
anoche en la gala de entrega de los nonagésimo primeros Premios de la Academia
del Cine norteamericano (comúnmente llamados “Oscars”) hay que remontarse al
año 2015, en el que todos los medios de comunicación se hicieron eco de la casi
inexistente presencia de personas de color entre los nominados. Pero es que el año siguiente volvió a suceder
lo mismo, y las críticas fueron tan feroces que en 2017, quizás por méritos
reales o quizás para compensar, una pequeña película afro como “Moonlight” dio
la campanada al arrebatarle el premio gordo a la favorita “La La Land”. De aquellos
barros provienen, en gran parte, los lodos de una edición en la que palabras
como “diversidad” e “integración” aparecen en todas las crónicas.
Que “Roma” del mexicano Alfonso
Cuarón era la favorita en casi todas las quinielas era un secreto a voces
que todo el mundo conocía, pero, cuando Julia Roberts ha abierto el sobre que
proclamaba a “Green Book” como Mejor Película,
muchos han pensado que nuevamente la Academia estaba pretendiendo congraciarse
con el colectivo afroamericano. “Green Book” es un film delicioso,
entretenido, conmovedor y que promueve un mensaje de tolerancia y respeto
ciertamente necesarios. Pero “Roma” juega en otra liga, es una obra de
arte magistral y superlativa… al menos
en lo estético. He comprobado que la
película de Cuarón puede ser calificada de “poesía sublime”… o de “truño insoportable” según quien la
vea. En mi opinión, sólo los muy, muy
cinéfilos y, especialmente, quienes han (hemos) participado en la elaboración
de una película, serán (seremos) capaces de evaluar como se merece esta
maravilla en blanco y negro. En
cualquier caso, los Oscar como Mejor Director y Mejor Fotografía (ambos para
Cuarón himself) y la guinda de la
coronación como Mejor Película de Habla No Inglesa no constituyen un mal bagaje
para una producción nacida en México (ya sabéis, el país favorito de Donald
Trump) y que, por haber sido auspiciada por la plataforma Netflix, ha tenido
una exhibición prácticamente nula en salas comerciales.
Asímismo, no faltan quienes
atribuyen a esa “espontánea” ola de solidaridad con el en otro tiempo llamado “negro
power” los Oscar correspondientes a Guión Original (también para “Green Book”), Guión Adaptado (que se ha
llevado el ya veterano Spike Lee por
“Infiltrado en el KKKlan”, cuyo título
lo dice todo), el del soberbio Mahershala
Ali (Actor Secundario también por “Green
Book”), el cosechado por la poco conocida Regina King (Actriz Secundaria por “El blues de Beale Street”) más los tres que han engrandecido a la
comiquera “Black Panther” (Banda
Sonora, Diseño de Producción y Vestuario), ambientada en una Africa racial y
colorida. Si a todo esto añadimos que el
auténtico protagonista de la (excelente) “Spiderman:
Un nuevo universo” (Mejor Film de Animación) no es el blanquito Peter Parker
de toda la vida sino el moreno Miles Morales; que la película más galardonada, “Bohemian Rhapsody”, tiene como centro neurálgico
la figura de Freddie Mercury, un hombre homosexual; que el Oscar a la Mejor Actriz Protagonista
se lo ha llevado (justamente) la gran Olivia
Colman por hacer de reina lesbiana;
y que el premio a la Mejor Canción Original (“Shallow”, de “Ha nacido una
estrella”) ha recaído en Lady Gaga,
reconocido icono gay, comprenderemos por qué los Oscar de este año han sido celebrados
mayoritariamente como “igualitarios” e “integradores”.
Personalmente, puede darme algo
de rabia que el fabuloso guión de “La favorita”
(extraordinario film del griego Yorgos
Lanthimos) no haya sido reconocido como se merecía, que la estatuilla en el
apartado de interpretación masculina no haya sido para Christian Bale (“El vicio del
poder”) o incluso Viggo Mortensen
(“Green Book”), quienes, desde mi
punto de vista, brindan mejores interpretaciones que la de Rami Malek en “Bohemian
Rhapsody” o, ya puestos, que el cortometraje español “Madre” de Rodrigo Sorogoyen
se haya tenido que volver de vacío… pero es bien sabido que, en el diluvio
anual del último domingo de febrero, los Oscar nunca llueven a gusto de todos.
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