Cine actualidad/ “CREED II”


Boxeo, venganza y paternidad

Sylvester Stallone se inspiró en el oscuro boxeador Chuck Wepner y su combate contra el supercampeón Muhammad Ali en 1975 para crear a uno de los dos personajes que le convertiría en mito:  Rocky Balboa.  Rocky” (1976) se alzó con los Oscar a la Mejor Película y al Mejor Director (John G. Avildsen), y el propio Stallone fue nominado en su doble faceta de actor y guionista.  Si en un principio de lo que se trataba era de glorificar el sempiterno sueño americano (un don nadie es capaz de hacer realidad su fantasía y “casi” vencer al número uno del mundo), las sucesivas secuelas fueron adulterando un poco la perspectiva y, en 1985, “Rocky IV” nos presentaba a un archivillano, Ivan Drago, que no sólo era un boxeador joven, moderno y high-tech sino que, además, encarnaba los “valores” de la moribunda URSS.  Drago viajaba a los Estados Unidos con el propósito de enfrentarse al vigente campeón (Rocky), pero el bueno de Apollo Creed (primero rival y posteriormente amigo entrañable de Balboa) se cruzaba en su camino, y Drago se cabreaba tanto que convertía un inocente combate de exhibición en una matanza en toda regla.  Cuando Apollo Creed perecía en sus brazos, Rocky se juraba así mismo vengar su muerte, y el combate final con el coloso ruso devendría no sólo en una revancha pugilística sino en todo un enfrentamiento entre el Oeste contra el Este, la Democracia contra el Comunismo…  el Bien contra el Mal.

En 2015, un ya maduro Stallone se convirtió por séptima vez en Rocky Balboa, alias “El Potro italiano”, para guiar los pasos de un boxeador joven que, como él en su día, tenía ganas de comerse el mundo pero necesitaba que alguien experimentado le indicara dónde encaminar sus pasos (o, mejor dicho, sus guantazos).  Creed” tuvo un aceptable éxito comercial, y la operación nostalgia supo tocar la fibra tanto de los nuevos espectadores como de los más veteranos:  no en balde la repetición del esquema era tan evidente como arquetípica (el nuevo protagonista, Adonis “Donnie” Creed era hijo del campeonísimo Apollo Creed), y los combates estaban coreografiados con inventiva y espectacularidad.

Han tenido que pasar cuatro años, pero por fin “Creed II” es un hecho, y Adonis ya es un Campeón del mundo que tiene que defender su título.  Lo malo es que a quien tendrá que enfrentarse será nada menos que a un tal Viktor Drago, boxeador ruso hijo de Iván Drago, que (¿hace falta recordarlo?) fue quien mató a su padre, Apollo, treinta años atrás.

Desde luego que “Rocky IV” no puede decirse que fuera una película precisamente magistral, pero sabía jugar sus bazas con muchísima habilidad.  Rocky era más humano y encantador que nunca, Apollo estaba retratado con las dosis exactas de ternura y solemnidad y el villano Drago tenía a su intérprete ideal en la persona de un jovencísimo Dolph Lundgren, malo sin paliativos que andaba pidiendo a gritos la somanta de mamporros que al final acababa recibiendo.  Sin embargo, la corrección política y el buenismo imperante hoy en día parecen haber suavizado bastante los ánimos.  Cuando Drago y Rocky, con tres décadas más a cuestas, vuelven a encontrarse, parece que sean poco menos que viejos amigos, y Balboa ya no recuerda que su añorado Apollo no fue víctima de un accidente sino de un asesino que se ensañó salvajemente con él.  Tampoco Adonis le da mucha importancia al hecho de que su rival en el cuadrilátero sea el hijo de quien masacró a su padre, sino que más bien le mueve su propia paternidad, como si para la generación millennial la venganza ya no tuviese ningún sentido.

Creed II” asume con orgullo su pertenencia a una saga ya veterana, y desde esa perspectiva se conforma con transitar la misma senda y repetir el mismo esquema.  Evidentemente, los combates de boxeo representan la épica y la espectacularidad, pero el director Steven Caple Jr. (que sustituye al original Ryan Coogler, quien ha preferido cambiar a Adonis Creed por “Black Panther”) intenta sobre todo potenciar el elemento humano, otorgando mayor protagonismo a Adonis y su vida familiar y dosificando mucho las apariciones del viejo Rocky.  Un error, desde mi punto de vista, porque, aunque todas las secuencias y todos los diálogos apestan a topicazo de principio a fin, el carisma de Stallone vuelve a brillar, y en esta ocasión con el ilustre añadido de la reincorporación de Dolph Lundgren, con quien ya se había reencontrado en “Los Mercenarios”.  Michael B. Jordan (que acababa de ejercer el rol de villano en la mencionada “Black Panther”) demuestra lo fácilmente que cambia de registro en su segunda personificación del protagonista Adonis Creed, imprimiéndole sobre todo cercanía y humanidad.  Por el contrario, el ¿actor? que da vida a Viktor Drago, un tal Florian Munteanu, es una mole de músculos totalmente inexpresiva, incapaz de mostrar auténticos sentimientos, aunque también hay que reconocer que resulta mucho más creíble que su “madre” en la ficción, Brigitte Nielsen, tan operada que parece recién salida de algún quirófano soviético.  ¡Quién te ha visto y quién te ve, mi pobre Red Sonja!

Luis Campoy

Lo mejor:  las apariciones de Sylvester Stallone, el combate final
Lo peor:  ¿no se les cae la cara de vergüenza cuando, en los títulos de crédito, citan a Ludwig Goransson como autor de la banda sonora, cuando lo único que hace es reutilizar los temas originales de Bill Conti?
El cruce:  Creed” + “Rocky IV” + “Rocky II
Calificación:  7 (sobre 10)

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