PÍLDORAS DE CINE: Septiembre 2018 (II)
Estamos a mediados de la primera semana del otoño y el calor
veraniego se resiste a abandonarnos.
Todo está muy calentito, sobre todo en las altas esferas de la
política. Pero no desbarremos como
siempre acabamos haciendo, y lancémonos directos s la degustación de nuestras
afamadas… ¡PILDORAS DE CINE!
“PREDATOR”
Shane Black, el director y
guionista de esta cuarta entrega de “Depredador” (sexta si contamos las dos
partes de “Alien vs. Predator”), participó como actor en la película
fundacional de 1987, y dicen las malas lenguas que también metió en el libreto
que en aquel entonces se atribuyeron los hermanos Jim & John Thomas. El caso es que Black, ascendido a mandamás
creativo de la franquicia, nos presenta una historia que no sólo contiene las
lógicas alusiones a la saga, sino que también es un compendio de sus
inquietudes creativas, reflejadas en sus anteriores trabajos, desde “Arma letal” hasta “Iron Man 3” pasando por “El último boy scout”. De este modo, “Depredador” contiene
abundantes dosis de violencia, carismáticos personajes masculinos y, sobre
todo, diálogos muy currados y divertidos.
El resultado, si obviamos un inicio super cutre que parece copiado de un
telefilm de serie Z y un epílogo irrisorio y ridículo, es un entretenimiento
ligero que se disfruta con tanta facilidad como se olvida. Efectos especiales correctitos, escenas de
acción que no pasan del aprobado y, lo mejor de todo, un uso comiquero y brutal
de la violencia, tan salvaje y tan desmesurada que no te la puedes tomar en
serio. Aunque el plano más impactante y
que este cronista nunca olvidará es aquel en el que, para evitar ser masacrados por el Depredador, dos personajes
se dan muerte el uno al otro, en un acto de valentía y generosidad plasmado con
inusual belleza.
Calificación: 6,5 (sobre 10)
“TODOS LO SABEN”
Que el mundo es un lugar cada vez
más globalizado lo demuestra sobradamente el hecho de que esta película
aparentemente tan española, tan llena de nuestra peculiar idiosincrasia… ha sido escrita y dirigida por un iraní. Asghar Farhadi, el realizador de la
oscarizada “Nader y Simin, una separación”, sabe retratar perfectamente no sólo
la apariencia sino, sobre todo, la trastienda de esos pequeños pueblos tan
característicos de nuestro país, en los que todos los vecinos se conocen entre
sí y un secreto, por más inconfesable que sea, jamás permanece oculto. Tomando como punto de partida una boda y un
secuestro, Farhadi disecciona a todos los miembros de una familia sin tomar
partido por ninguno, desvelando las mezquindades de cada uno y no dejando títere
con cabeza. El reparto está plagado de
buenos actores (Eduard Fernández, Ramón Barea, Bárbara Lennie, Elvira Mínguez),
pero el reclamo es la presencia de Javier Bardem, Penélope Cruz y el argentino
Darín. Contra todo pronóstico, la que
mejor parada sale es Cruz, entregada y valiente hasta lo inimaginable,
convincente y desgarradora en todas sus escenas. Darín aparece demasiado poco y de Bardem lo
mejor que puede decirse es que actúa sin su hipervirilidad y chulería
habituales. Precisamente la ausencia de un
gran duelo interpretativo entre estos dos últimos (su única secuencia conjunta
resulta tristemente sosa e intrascendente) es uno de los pocos defectos
que pueden objetarse a esta interesante y sorprendente película.
Calificación: 8 (sobre 10)
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