¡Lo
nunca visto en el cine de superhéroes!
En los años 70 y 80, mientras la
Distinguida Competencia (DC) reventaba las taquillas de los cines de medio
mundo con las adaptaciones de sus personajes insignia (“Superman”, Richard
Donner, 1978 y “Batman”, Tim Burton, 1989), Marvel Comics estaba prácticamente
en bancarrota y, para sobrevivir, se vio obligada a malvender los derechos de
sus héroes al mejor postor. Fue la era
aciaga de la serie televisiva de “El increíble Hulk”, de “Capitán America” de
Albert Pyun, de “Los Cuatro Fantásticos” producida por Roger Corman (tan mala
que ni llegó a exhibirse) o de aquel “Spider-Man” que también iba a rodar el
citado Albert Pyun pero que por suerte no llegó a concretarse. Fueron los éxitos sucesivos de “X-Men” de
Bryan Singer (producida por 20th Century Fox) y “Spiderman” de Sam Raimi (que
distribuyó Columbia-Sony), amén de sus respectivas secuelas, los que aceleraron
los planes de la todopoderosa Disney para comprar, primero, la editorial
matriz, y, poco después, establecer los pilares de lo que comúnmente se conoce
como MCU (Universo Cinemático de Marvel).
Bajo el paraguas de Disney, Marvel Studios arrancó oficialmente con “Iron
Man” (Jon Favreau, 2008), y poco a poco, el control y los derechos
audiovisuales de los iconos de la Casa de las Ideas fueron retornando y,
sistemáticamente, produciéndose sus respectivos films (una secuela de “Hulk”, “Capitán
América”, “Thor”…), de manera que, hace ahora seis años, pudo llevarse a cabo
la estratosférica reunión que los devotos de la historieta marveliana
llevábamos toda la vida soñando: “Los
Vengadores” (Joss Whedon, 2012).
Al igual que en los tebeos, la
formación conocida como “Los Vengadores” tuvo como razón de ser la defensa de
la Tierra ante amenazas tan descomunales que ningún héroe en solitario podría
ser capaz de afrontarlas, y en su primera alineación estuvieron los citados
Iron Man, Capitán América, Thor y Hulk, a los que se agregaron la Viuda Negra y
Ojo de Halcón. El éxito de crítica y público
incluso superó las expectativas, por lo que poco después llegaba “Vengadores
2: “La era de Ultrón” (confusa y algo
fallida, a pesar de haber sido realizada también por Whedon) y se anunciaba un
gigante, épico y mastodóntico mega crossover, “Vengadores 3”, que contendría
tantos personajes y tantas batallas que finalmente tendría que dividirse en dos
partes. La primera de esas dos entregas,
subtitulada “Infinity War” (“La Guerra del Infinito”) acaba de llegar a
nuestras salas de cine, y lo ha hecho con un (comprensible) récord de
taquilla. Las reacciones de los fans no
se han hecho esperar, y en su inmensa mayoría son entusiastas, habiendo quien
la ha bautizado como “El Imperio Contraataca” de Marvel o como “La mejor
película basada en un comic jamás realizada”…
Como he dicho más de una vez,
cada vez que una película (cualquiera, la que sea) viene precedida del
sambenito de ser “la mejor” en su género y, específicamente, cada vez que “El
Imperio contraataca” (Irwin Kershner, 1980) sirve para establecer una
comparación con cualquier título de nueva elaboración, lo primero que hago es
ponerme a temblar. Porque nunca, nunca,
nunca, ninguna de esas dos aseveraciones acaban siendo verdad. En el caso de “Vengadores: Infinity War”, es
incuestionable que nos hallamos ante la mayor constelación de super héroes
jamás vista (a los ya mencionados hay que añadir al recuperado Spiderman, el
Soldado de Invierno, el Halcón, La Visión, la Bruja Escarlata, Pantera Negra,
el Doctor Extraño y los Guardianes de la Galaxia), todos ellos arropados por
unos efectos especiales de primer nivel y con un sentido del espectáculo ciertamente
incomparable. Ahora bien, en lo que
acabo de decir también se hallan implícitos algunos de los (pequeños) defectos
de la cinta.
Reunir a tantos personajes, la
mayoría de los cuales han gozado ya de sus propias aventuras en solitario, es
sin duda, meritorio y digno de elogio, y los directores del film (los hermanos Anthony
y Joseph Russo) han sabido dotar a las apariciones de cada uno de ellos de la
misma atmósfera y envoltorio que cuando actúan sin compañía. Y aquí está uno de los primeros problemas que
observo en la película: el tono. Por muy encajado que parece el puzzle, las
diferentes texturas de drama y los distintos tonos de humor chirrían en algunos
momentos, máxime cuando nos hallamos ante una historia que la propia Marvel
calificaba como “desgarradora” y que se iba a saldar con no pocas muertes de varios
de los héroes más queridos. Además, para
dar cabida a tantos protagonistas, no había más remedio que restar a unos
tiempo y notoriedad en beneficio de otros, siendo unos favorecidos (Guardianes
de la Galaxia, Thor, Iron Man, Spiderman) y otros bastante perjudicados (Hulk,
Viuda Negra o Capitán América). Es este
último quien, desde mi punto de vista, peor parado sale, máxime cuando los
Hermanos Russo habían sido los artífices de sus dos últimas películas como
cabeza de cartel; el Capitán América de
Chris Evans había sido una sorpresa y un hallazgo, irradiando carisma y
credibilidad, pero las enésimas gracietas de Star-Lord o Drax le roban minutos
en pantalla, quedando reducido a la mínima expresión.
Otro de los aspectos positivos de
“Vengadores: Infinity War” es, naturalmente, su potentísimo villano, el Thanos
al que da vida el muy solicitado Josh Brolin.
Thanos, empeñado en que la única
forma de devolver el equilibrio al Universo es erradicar justamente a la mitad
de su población (incluyendo a la mitad de los héroes conocidos), trata de
conseguir las Gemas del infinito, cuya consecución le haría prácticamente ivencible,
y enfrente “apenas” tendrá a los Vengadores, pero ni siquiera el poder
combinado de todos ellos garantiza que el llamado “Titán loco” vea abortado su
plan. Siendo encomiable la gesticulación
de Brolin (el personaje está creado mediante la técnica de captura de
movimiento) y resultando convincentes sus ampulosos diálogos, me pregunto si no
hubiera sido un poco más creíble tan temible enemigo si el intérprete hubiese
actuado simplemente maquillado, como se hacía antes, cuando los ordenadores aún
no se habían enseñoreado de la industria.
Ahora todo o casi todo es digital aun cuando no tendría por qué serlo, y
la sobredosis de píxeles se hace indigesta en algunos momentos. Por cierto, siendo Thanos, como digo, el “malo”
oficial del film, hay que destacar que en la versión española existe un villano
adicional: el doblador del adolescente
Spider-Man. ¡Por favor, qué doblaje más
chillón y más repipi…!
Aunque parezca por los últimos párrafos
que no he disfrutado la película, tengo que decir que, muy al contrario,
experimenté un deleite comiquero en toda regla:
yo también llevo toda la vida soñando con ver en acción los
espectaculares combates que en las viñetas dibujaron Jack Kirby, John Buscema, George
Perez o Ron Lim, y ¿qué mejor acompañamiento musical que la vibrante música de Alan
“Regreso al futuro” Silvestri? Si sois
amantes de las historietas, dudo que pueda no gustaros esta brillante pieza que
rebosa acción y humor, y cuyo trepidante ritmo hace que apenas se noten las dos
horas y media de duración. En cuanto a los
anunciados y dramáticos fallecimientos de varios personajes… sólo hace falta echarle un vistazo al calendario
de próximos estrenos de Marvel para darnos cuenta de que, en el Noveno Arte, la
muerte tiene las fronteras muy poco delimitadas.
“Vengadores: Infinity War” puede
no ser una obra maestra y no desbancar de su trono a “El Imperio contraataca”,
pero apabulla a base de grandiosidad y entretenimiento, y eso no hay quien se
lo discuta.
Luis Campoy
Lo mejor:
ver a tantos héroes Marvel en una pantalla es una gozo irresistible para
cualquier aficionado al comic
Lo peor:
el exceso de protagonismo conferido a algunos personajes (los Guardianes
de la galaxia, por ejemplo) hace que otros queden en segundo plano (el Capitán
América, sin ir más lejos, el abuso de
los efectos visuales digitales se hace cansino en algún momento
El cruce:
“Los Vengadores” + “Vengadores: La era de Ultrón” + "Guardianes de la Galaxia" + “Capitán América:
Civil War” + “Doctor Strange” + “Black Panther”
Calificación: 8 (sobre 10)
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