Llega la semana de la investidura
de Puigdemont y, para eludir las polémicas que suele conllevar últimamente la
gestión política, os propongo un tema de conversación más satisfactorio: nuestro querido Séptimo Arte:
“EL CORREDOR DEL LABERINTO:
LA CURA MORTAL”
La hermana pobre de las últimas
distopías juveniles (las otras serían “Los juegos del hambre” y “Divergente”)
llega a su fin más tarde de lo previsto, a causa de un accidente que mantuvo
postrado varios meses a su protagonista Dylan O’Brien. Tras una primera entrega que me pareció
interesante y original, la segunda incidía en todos los tópicos del género (una
malvada corporación, que, para más inri, se llama “CRUEL”, trata de hallar una
cura para una imparable pandemia que convierte a los humanos en una especie de
zombies, utilizando como conejillos de indias a los jóvenes protagonistas), y
la tercera y última parte no es sino un cierre tan digno como previsible. El director Wes Ball continúa al frente de la
trilogía basada en los libros de James Dashner, y el citado Dylan O’Brien, además
de Kaya Scodelario, Thomas Brodie-Sangster, Patricia Clarkson y Will Poulter
(magnífico en “Detroit”, irrelevante aquí) vuelven a interpretar a los personajes
principales. Lo mejor es el tratamiento
de las relaciones interpersonales, así como el matizado villano al que
interpreta Aidan Gillen (“Meñique” en la serie “Juego de tronos”). No es mucho, pero menos da una piedra…
Calificación: 6,5 (sobre 10)
“EL PASAJERO”
El gran Liam Neeson ya tiene 65
años, pero, en lugar de jubilarse como héroe de acción, continúa protagonizando
thrillers en los que se le exige una excelente forma física. En “El pasajero” (simplista traducción del
original “The Commuter”) interpreta a un ex–policía que se enfrenta a una
oscura organización que retiene secuestrados a su mujer e hijo (espera… ¿de qué me suena esto…?) A pesar de que el realizador catalán Jaume
Collet-Serra se esfuerza bastante a la hora de imprimir una cierta originalidad
a la puesta en escena, el argumento hiper convencional es un lastre
insuperable: desde el principio, uno es
capaz de adivinar quién es el villano, quién va a ser el aliado último del
protagonista y, por supuesto (perdonadme el mini-spoiler) que éste no va a morir. Liam Neeson haciendo de Liam Neeson (lo cual
siempre se agradece), y rodeado de unos desaprovechados Vera Farmiga, Patrick Wilson
(sí, los mismísimos Warren), Sam Neill y Elizabeth McGovern, en una cinta de
105 minutos que ni siquiera me parecieron entretenidos.
Calificación: 6 (sobre 10)
“EL INSTANTE MÁS OSCURO”
Joe Wright, el director de la
deliciosa e inolvidable “Orgullo y prejucio”, convierte en largometraje las difíciles
circunstancias en que el célebre Winston Churchill accedió al poder, justo en
el peor momento posible: el estallido de
la Segunda Guerra Mundial. Británica por
los cuatro costados, “El instante más oscuro” hace de la elegancia y la corrección
sus mejores armas, bañadas por una luz primorosamente capturada por el operador
Bruno Delbonnel. En el lado contrario,
una banda sonora que firma Dario Marianelli que parece compuesta para cualquier
otro film y metida con calzador en éste:
machacona y rimbombante cuando no debe serlo, omnipresente cuando las
imágenes exigían silencio… te saca
literalmente de la película. Por suerte,
la enorme interpretación de Gary Oldman acapara toda la atención del espectador
mientras está en pantalla. Mucho más que
un gran trabajo de maquillaje (que también lo es), su personificación del
premier más famoso es un despliegue de talento, tanto que en ningún momento
vemos a Oldman en su mirada, ademanes y movimientos, sino simplemente a un
Churchill casi perfecto. El Oscar tiene
propietario asegurado.
Calificación: 7,5 (sobre 10)
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