Cine actualidad/ “BLADE RUNNER 2049”

Replicando un clásico

Era 1982, el año de “Gandhi”, “La Cosa”, “Acorralado”, “Poltergeist” y, sobre todo, el año de “E.T., El extraterrestre”, que se acabaría convirtiendo en la película más taquillera de la historia del cine (hasta ese momento).  El director de “Alien, el Octavo Pasajero”, Ridley Scott, a quien todavía se le seguía reprochando su pasado publicitario, presentaba en sociedad su nuevo trabajo, titulado “Blade Runner”.  La crítica no fue unánime, pero sus admiradores valoraron en ella su extraordinaria puesta en escena, sustentada en la fotografía, los efectos visuales e incluso el vestuario, así como su argumento que, por un lado, transitaba los caminos de la ciencia ficción más posmoderna y, por otro, actualizaba los tópicos del cine negro, incluyendo una voz en off que convertía al protagonista, Rick Deckard, en un alter ego de Sam Spade o Philip Marlowe.  Treinta y cinco años después y cuando ya “Blade Runner” lleva décadas considerada una obra maestra incontestable del Séptimo Arte, algunos de sus responsables (Ridley Scott, ahora como productor;  el guionista Hampton Fancher;  y el protagonista Harrison Ford) se han reunido para dar luz verde a una continuación que, poco a poco, había ido encandilando a los millones de fans del film original.

Treinta años después de que el agente Deckard desapareciera tras cumplir su misión más arriesgada, los replicantes (androides con apariencia humana, prácticamente indistinguibles) continúan conviviendo con los humanos.  Un nuevo Blade Runner conocido simplemente como K recibe el encargo de investigar la posibilidad de que una replicante hembra lograra quedar embarazada y, por tanto, generar vida propia, y sus pesquisas le pondrán tras la pista del mismísimo Rick Deckard….

Muchas personas opinan que la mera idea de realizar un remake o una secuela de una película considerada “de culto” es, en sí misma, una especie de sacrilegio.  Diríase que piensan que, simplemente por acercarse a la obra original, ésta queda mancillada o adulterada, cuando ésto no es ni mucho menos así.  La mayoría de las nuevas versiones o continuaciones de las grandes obras cinematográficas no llegan a sus predecesoras ni a la suela de los zapatos, pero lo cierto es que el fracaso de la copia no deteriora la calidad del producto primigenio.  En cuanto a “Blade Runner 2049”, no cabe duda de que el reto era especialmente complicado, y prueba de ello es que el mismísimo autor del film de 1982, a pesar de que no ha tenido reparos en dirigir un par de continuaciones (sensiblemente inferiores) de su también celebradísima “Alien”, ha preferido hacerse a un lado y delegar en un nuevo realizador.

El canadiense Denis Villeneuve, que me dejó un tanto confundido con “Prisioneros” pero me impactó con “Sicario” y me maravilló con “La llegada” ha sido el elegido para llevar a la pantalla la esperadísima secuela de “Blade Runner”.  La presencia de Ridley Scott como productor ejecutivo y nuevamente con Hampton Fancher en la escritura del guión aseguraban que el producto resultante iba a mantenerse fiel al espíritu original, como así indudablemente ha sido.  Lo primero que hay que decir es que el aspecto visual de “Blade Runner 2047”, ya entrevisto en sus trailers, es fascinante, alucinante, bellamente sobrecogedor.  La composición de cada plano, la textura y el colorido (atribuíbles al gran Roger Deakins) enlazan en ocasiones  con el magistral trabajo de Jordan Cronenweth, al tiempo que, en otros momentos, se aleja totalmente de él, al ubicar diversas localizaciones en escenarios rurales iluminados con luz supuestamente natural.  Esto, lo reconozco, me descolocó un poco, algo que ya me sucedió en “El caballero oscuro”:  en historias netamente urbanitas y asociadas a la noche y sus neones, la irrupción de secuencias diurnas constituye un (premeditado) punto de ruptura del que me cuesta recuperarme.  Por lo demás, “Blade Runner 2049” establece con “Blade Runner” infinidad de lazos estéticos, musicales y, sobre todo, temáticos.  Los paralelismos son evidentes:  el primer androide al que se nos muestra, en ambas películas, es violento y brutal (en 1982, Leon Kowalski/Brion James, ahora SapperMorton/Dave Bautista;  el creador de los replicantes (anteriormente Eldon Tyrell/Joe Morton, ahora Niander Wallace/Jared Leto) tiene su sede en un edificio decorado e iluminado como si de una iglesia o templo se tratase;  el protagonista se enamora de un ser artificial (primero Rachael/Sean Young, ahora Joi/Ana de Armas);  los replicantes “malvados” lloran mientras ejecutan sus misiones (primero Roy Batty/Rutger Hauer y ahora Luv/Sylvia Hoeks);  el primer creador de replicantes, Tyrell, muere asesinado por Roy cuando éste le hunde los ojos en el cráneo, y el nuevo fabricante, Wallace, es ciego y sus ojos están, por lo tanto, inutilizados);  finalmente, los policías protagonistas de ambos films tienen sueños confusos y no pueden evitar la empatía con los “criminales” que deben retirar.  Naturalmente, la repetición de mecanismos argumentales es algo habitual y consustancial a cualquier secuela, pero tengo la sensación de que “Blade Runner 2049” es una película demasiado buena y válida por sí misma como para estar tan esclavizada al film de 1982, además de que la supeditación a los mismos parámetros hace que algunos momentos resulten un poco fríos, artificiosos.  Algo parecido sucede con la banda sonora compuesta por Hans Zimmer y Benjamin Wallfish, ciertamente estimable pero cuyos acordes y sonoridades son innegablemente deudores del famosísimo score creado por Vangelis.

En absoluto me ha decepcionado “Blade Runner 2049”.  Muy al contrario, me ha parecido un excelente film de ciencia ficción, al que apenas me atrevería a poner unos pocos reparos:  su propia condición de secuela, su (lógica) dependencia de la “Blade Runner” original, le restan algo de valor y se lo otorgan al magistral trabajo de Ridley Scott;  gran parte del relato se centra en la búsqueda de Rick Deckard (Harrison Ford), pero cuando éste por fin aparece, el personaje carece de relevancia y protagonismo, quedando poco menos que en una excusa argumental;  la duración de la película (163 minutos) me parece a todas luces excesiva, existiendo algunos tiempos muertos y escenas que, menos alargadas, hubiesen resultado sustancialmente mejores.  A pesar de todo, y, aunque no logra situarse al mismo nivel de la “Blade Runner” original (algo lógico y normal, que jamás creí posible), “Blade Runner 2049” es una dignísima continuación, un sensacional producto de ficción científica y, por si no lo había dejado claro, una muy buena película.

Luis Campoy

Lo mejor:  el apartado visual, portentoso, mayúsculo, fascinante
Lo peor:  que una película tan buena dependa tanto de un film anterior;  las casi 3 horas de metraje
El cruce:  “Blade Runner” + “El caballero oscuro”

Calificación:  8,5 (sobre 10)

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