Cine actualidad/ “DETROIT”
El
sitio de Algiers
A menudo suelo tratar de explicar
la sutil diferencia entre admirar y amar, que en el mundo del cine se
traduciría en las actitudes diferenciadas que suelen desarrollar los críticos y
los espectadores. Los primeros tienen
como misión analizar y ensalzar las virtudes objetivamente, mientras que los
segundos simplemente tienen que tener claro si algo les gusta o no. La tarea se torna un poco más ardua cuando se
ejerce simultáneamente de analista y de público, aunque con el paso del tiempo
(y el visionado de miles de películas), uno empieza a saber valorar los
aspectos positivos de cualquier film, incluso si esté le ha disgustado
subjetivamente. Viene todo esto a cuento
de las últimas películas de la directora Kathryn Bigelow (nacida en 1951 y ex-mujer
de James Cameron), que, a pesar de haber sido recibidas entusiásticamente por
la crítica, en lo personal no me complacieron en nada o casi nada. Sin ir más lejos, la laureada y aplaudida “En
tierra hostil” se me atragantó de principio a fin y me lo hizo pasar tan “bien”
como si hubiera tenido que deslizarme por una montaña rusa interminable, por
mucho que admirase su categoría cinematográfica y la avalasen todos los Oscars,
Globos de Oro y BAFTAs que se llevó.
Ayer, viendo “Detroit”, la nueva propuesta de la Bigelow, durante un
buen rato estuve convencido de que me iba a pasar lo mismo…. aunque, por fortuna, al cabo de un rato
comprendí que no iba a ser así.
En el verano de 1967, la ciudad
norteamericana de Detroit se vio colapsada por una oleada de disturbios
raciales que pusieron a la indignada población negra en el punto de mira de las
fuerzas de seguridad. En la noche del 25 al 26 de julio, el disparo
de una pistola de fogueo desde una habitación del motel Algiers atrajo
instantáneamente a la policía, el ejército y la guardia nacional, quienes
acordonaron el recinto y se dispusieron a identificar y detener al autor de la
detonación. En el interior del hotel
apenas había siete hombres de color y dos chicas blancas, pero sólo seis de
esas nueve personas saldrían con vida.
Los policías de Detroit ejercieron toda la violencia física y
psicológica imaginable, y sometieron a los presentes a un interrogatorio brutal
e interminable en el que los abusos y vejaciones alcanzaron cotas imposibles de
prever…
Yo dividiría “Detroit” en cuatro
partes perfectamente diferenciadas: la
(larguísima) introducción, en la que se establece el contexto histórico social
y son presentados los personajes principales;
el (excelente) episodio del motel Algiers; el (previsible) juicio que tuvo lugar tiempo
después; y el (innecesario) epílogo que
nos narra lo que les sucedió a los supervivientes tras el simulacro de sumario
que a nadie satisfizo. Los primeros 30 o
35 minutos nos trasladan convincentemente a unos virulentos años sesenta en los
que Martin Luther King todavía no había sido asesinado, pero el tono
documentalista y la algo embarullada presentación de personajes me hicieron
temer lo peor. Mas lo que acontece en el
seno del citado hotel es simplemente sensacional, un prodigio de narración que
adquiere un tono pesadillesco a lo “Funny Games” pero que se beneficia del
hecho de que el espectador es consciente de que lo que está presenciando
aconteció en realidad. Sin embargo, y
cuando el espectador, asqueado e indignado por tanto abuso y tanta injustica,
cree ingenuamente que el poder judicial oficiará de ángel vengador, se da con
un doloroso canto en los dientes: los odiosos
policías resultaron felizmente absueltos, y las vidas de las víctimas quedaron
indeleblemente marcadas por un suceso que, desgraciadamente, se ha venido
repitiendo una y otra vez.
Sin duda nos hallamos en un
momento histórico en el que los sucesos de 1967 vuelven a estar a la orden del
día, pues incluso en la “era Obama” la policía estadounidense ha dado muestras
de que el racismo más irracional continúa tristemente vigente. No parece probable que sea precisamente Donald
Trump quien solucione esta horrible lacra, de modo que “Detroit”, con esa
temática que se antoja intemporal, se erige en firme candidata a acaparar un
buen número de candidaturas a los próximos Oscars. Otro de los alicientes del film es la
actuación de su elenco, un reparto deliberadamente coral en el que los más
conocidos son John Boyega (Finn en “Star Wars”), Will Poulter (visto en las
sagas “Las crónicas de Narnia” y “El corredor del laberinto”) y Anthony Mackie (el
Halcón de “Los Vengadores”); sin
embargo, los que más van a salir beneficiados son los desconocidos Jacob Latimore
y sobre todo Algee Smith, desde ya inolvidable en su papel de cantante de soul
obligado a entonar un emocionante góspel en el escenario menos indicado…
Hubiera ganado, para mí, muchos
enteros si el primer acto hubiese durado tres veces menos y si el epílogo se
hubiese suprimido, concluyendo el film al terminar el juicio; pero, aun así, “Detroit” cumple una misión
histórica y social sin duda necesaria, y lo hace tan bien que uno sale del cine
no complacido ante la gran película que acaba de presenciar, sino profundamente
indignado ante la flagrante violación de los derechos humanos que se cometió… y que, lamentablemente, aún se continúa
cometiendo. El objetivo de formar,
informar y entretener se ha cumplido holgadamente.
Luis Campoy
Lo mejor:
la hora y pico que transcurre dentro del motel, sensacional e insuperable
Lo peor:
el excesivamente largo preámbulo, y el epílogo que rompe el climax
El cruce: “Ragtime” + “Funny Games”
Calificación: 8,5 (sobre 10)
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