TV actualidad/ “DEATH NOTE”
Libreto
mortal
Al igual que en el caso de “Los
juegos del hambre”, “Bajo la misma estrella” o “Percy Jackson”, mi mayor fuente
de información, hasta ahora, sobre “Death Note”, el manga creado por Tsugumi
Oba (guión) y Takeshi Obata (dibujo) han sido mis hijos, más afines que yo a ésto
de la “Cultura Millennial”. El caso es
que, desde que vio la luz allá por 2003, “Death Note” no ha hecho sino crecer y
crecer en número (millonario) de adeptos:
del manga se pasó a su versión televisiva (anime), de ésta a un film de
animación de larga duración, y de éste a un par de películas en imagen real, asimismo
realizadas en el país del Sol Naciente.
El fenómeno fan se extendió por todo el orbe, de modo que estaba cantado
que, antes o después, llegaría la inevitable versión norteamericana, que en
esta ocasión ha producido la popular cadena Netflix.
Light es un estudiante idealista
que desea, como tantos otros, mejorar el mundo.
Un día, llega a sus manos un “cuaderno mortal” (“death note”) que,
supuestamente, tiene la propiedad de que, cuando se escribe el nombre de una
persona en sus páginas, ésta muere. En
principio, Light desconfía de las cualidades mágicas del cuaderno, pero la
visita de Ryuk, un shinigami o “dios de la muerte”, le hace cambiar de
opinión. Así, Light comienza a escribir
en la libreta los nombres de los peores criminales, y Ryuk se ocupa de que
aquéllos vayan pereciendo. Hasta que
otro joven, conocido simplemente como L, un famoso e inteligentísimo detective
privado, se propone descubrir el origen de la sospechosa cadena de
muertes. De este modo, los caminos de
Light y L están condenados a cruzarse, y sólo uno de ellos saldrá victorioso
del terrible desafío mental…
Como dije al principio, mi
conocimiento del universo de “Death Note” se limita poco más o menos que a lo
que de mis hijos he escuchado, no habiendo leído el comic ni visto ni un sólo episodio
del serial televisivo. Por lo tanto, mi
actitud ante la película que ha dirigido Adam Wingard (“Tú eres el siguiente”)
era básicamente la misma que la de quienes han visto la reciente “Spiderman
Homecoming” sin conocer el material original.
O sea, que la acción se traslade de Japón a los Estados Unidos, que
Light sea anglosajón y no oriental, que L sea negro o que Misa, la novia del
primero, pase a llamarse “Mia”, en el fondo me da lo mismo. Lo que no me da lo mismo es que, ya desde el arranque,
esta “Death Note”, desprende un tufo insoportable a telefilm cutre para críos
muy poco exigentes. El ambiente
universitario del principio está adocenadamente descrito, sin personalidad
alguna, y el primer encuentro de Light (correcto Nat Wolff) con Ryuk (voz de
Willem Dafoe) oscila peligrosamente entre el terror y la comedia. Digo “peligrosamente” porque, una vez más, la
indefinición se apodera de muchas secuencias, de lo cual se desprende un humor
un tanto bochornoso, de ése que no se había premeditado. Por fortuna la aparición de Mia (Margaret
Qualley) endereza un poco las cosas, y de la interrelación de ella y el reverso
asesino de Light, apodado “Kira”, surgen algunas de las pocas escenas salvables
de todo el metraje. Pero, ¡ay!, cuando
aparece L (indescriptible Keith Stanfield) es como si el cielo se desplomase sobre
nuestras cabezas. Resulta que el mejor
detective del mundo, el muchacho más listo y más despierto, se desplaza a saltitos
como si fuera un chimpancé, y, en lugar de sentarse, se acuclilla como si fuese
a cag… Que sí, que ya he investigado
que, en el manga y el anime, ésa es precisamente la idiosincrasia del personaje,
pero, obviamente, hay cosas que en un medio puede que funcionen, pero en otro
no provocan sino la carcajada y, como consecuencia, el distanciamiento del espectador
medianamente serio.
En medio de este despropósito,
sólo cabe destacar la resolución de las escenas violentas (lo mínimo exigible a
un especialista como Adam Wingard) y la aportación de un excelente Shea Wigham
(el padre de Light), eterno secundario que tal vez en esta ocasión perdure por
más tiempo en nuestra memoria. Y bueno,
también admito que, mientras veía/sufría tan decepcionante adaptación, me
entraron ganas de conocer de primera mano el material original, por lo que no
es imposible que cualquier día de éstos me siente frente a la televisión dispuesto
a tragarme, uno tras otro, los 37 episodios de que constó el famoso anime…
Luis Campoy
Lo mejor: las secuencias de acción
Lo peor:
la caracterización de L, el tono infantiloide, los risibles diálogos
El cruce:
“Destino final” + “Tú eres el siguiente” + “Kick-Ass”
Calificación. 4 (sobre 10)
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