Expediente
Vallecas
El 14 de Agosto de 1991, una
joven de 18 años, Estefanía Gutiérrez Lázaro, ingresa en un hospital madrileño
aquejada de violentas convulsiones, falleciendo horas después sin que los
médicos hubieran sido capaces de ayudarla.
Días antes, Estefanía había realizado en compañía de unas amigas del
instituto una sesión de ouija que terminó fatalmente, con la pobre Estefanía
como principal y mayor damnificada. A
estos misteriosos sucesos se los conoce como “Caso Vallecas” o “Expediente
Vallecas”, y han servido de inspiración al director Paco Plaza para la realización
de su nueva película “Verónica”.
Tras varios exitosos
cortometrajes, Paco Plaza (Valencia, 1973) debutó en el terreno del largo con “El
segundo nombre”, constituyendo la trilogía “REC”, que realizó junto a su amigo
Jaume Balagueró, su mayor éxito comercial hasta la fecha. A la hora de trasladar a la pantalla el ”Expediente
Vallecas” lo primero que Plaza y su guionista Fernando Navarro hicieron fue liberarse
del peso de la fidelidad extrema a lo sucedido, así como liberar a la familia
de la innecesaria sobreexposición pública.
De este modo, Estefanía ha pasado a llamarse Verónica, y a tener los
rasgos de la debutante Sandra Escacena, de dieciséis años, desde ya una de las
mayores promesas del cine español.
Si analizamos la película en el
sentido estrictamente argumental, las referencias son tan numerosas (“Ouija”, “Poltergeist”,
“Insidious”, “La centinela”, “Babadook” o la reciente “Siete deseos”) que
erróneamente podríamos pensar que nos hallamos ante un producto carente de la
más mínima originalidad. Por el
contrario, es preciso reseñar que “Verónica” exhibe unas ambiciones
cinematográficas de primer nivel que se traducen en una asombrosa puesta en
escena, empezando por una primorosa fotografía a cargo de Pablo Rosso y un
cuidadísimo diseño de producción que nos traslada infaliblemente a aquellos primeros
años noventa que tan frescos quedan aún en nuestro recuerdo. La ropa, los automóviles, la decoración de
las viviendas y los contenidos televisivos de la época (con especial atención a
ese inolvidable momento “Centella”) están retratados magistralmente, mostrando
un cuidado y mimo poco habituales. Mas donde
brilla especial y esencialmente “Verónica” es en el terreno interpretativo, en
el que el director ha sabido aleccionar a los protagonistas infantiles hacia
una composición naturalista basada en la espontaneidad de no sentirse
dirigidos; Plaza se las ingenió para
ubicar las cámaras fuera de la vista de los pequeños, con lo cual consigue una
veracidad raramente vista en el ámbito de nuestra cinematografía. ¡Chapeau tanto para el realizador como para
el (genial) director de casting!. La citada
Sandra Escacena aprovecha cada plano para lucir su talento natural, recordando
de algún modo a la versión infantil de la que aquí es su madre, Ana Torrent,
inolvidable niña prodigio en “El espíritu de la colmena”, “Cría cuervos”, y “El
nido” y actualmente presente en el serial “Amar es para siempre”.
Enmarcada en un momento de cambio
socio-político en nuestra España pre-olímpica, “Verónica” refleja también los
cambios psicológicos y hormonales que afectan a la joven protagonista, obligada
a afrontar una temprana madurez mientras el más allá trata de entrometerse en
su vida cotidiana, intrusión a la que hará frente hasta el límite de sus
fuerzas. Una heroína de la vida
cotidiana, que no por casualidad escucha incesantemente a la banda de moda en
aquellos años, los Héroes del Silencio del carismático Enrique Bunbury.
Luis Campoy
Lo mejor:
el fabuloso casting y la maravillosa dirección de actores; la fotografía y el diseño de producción,
excelentes
Lo peor:
la historia parece de sobras conocida, de tantas referencias como
contiene
El cruce:
“Ouija” + “Poltergeist” + “Siete deseos” + “La centinela”
Calificación: 8 (sobre 10)
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