Cine actualidad/ “SPIDERMAN: HOMECOMING”

Poder sin responsabilidad

Debí leer mi primer comic de Spiderman allá por 1974, con apenas 11 añitos, lo cual era una especie de acto prohibido, porque en las portadas de aquellos pequeños tomitos publicados en blanco y negro por Ediciones Vértice se leía un desasosegante “Historias gráficas para adultos”.  Desde entonces, he ido adquiriendo y leyendo todos los comics del Hombre Araña cuando éste ha sido el original Peter Parker, y me enorgullezco al poder decir que Spiderman ha sido y es mi héroe de cabecera.

La primera vez que vi a Spiderman en acción fue en aquellos episodios de la nefasta serie televisiva de los setenta, que en España y en otros países se exhibieron en pantalla grande, para decepción y cabreo de los fans marvelitas de todo el orbe:  villanos de traca, decorados de cartón piedra, efectos especiales de baratillo.  Por eso, la primera película dirigida por Sam Raimi, que se estrenó en el año 2002, constituyó un regalo sin precedentes, ya que nos permitió adentrarnos en el firmamento arácnido no sólo con elevados niveles de producción, sino sobre todo con un respeto reverencial en la forma y en el fondo, siendo perfectamente reconocibles todos los detalles que habían convertido al Lanzarredes en el mejor amigo y vecino de todo el mundo.

15 años después de aquel “Spider-Man” de Sam Raimi (y Tobey Maguire), y tras una fallida reformulación llevada a cabo por Sony, propietaria de los derechos cinematográficos del personaje, entre 2012 y 2014, nos llega ahora “Spiderman:  Homecoming” (Regreso al Hogar), tercera encarnación del héroe en la gran pantalla, una vez concretada su reincorporación en el seno del Universo Cinemático de Marvel.  El Spiderman de ahora (quien ya fuese presentado brevemente en “Capitán América:  Civil War”), que aparenta unos 15 años y todavía está  en el Instituto, pretende recuperar la esencia primigenia de los comics….  o al menos eso es lo que proclaman a los cuatro vientos sus promotores.

Como dije antes, Spiderman ha sido desde siempre no sólo mi personaje favorito de comic, sino también mi héroe….  y la grandeza de un héroe no se mide únicamente a partir de los asombrosos poderes que posée.  Sí, este Spiderman vuelve a ostentar la fuerza proporcional de una araña, a trepar edificios y a lanzar telarañas, pero ¿por qué, por qué es como es y por qué hace lo que hace?  Cualquier aficionado al comic sabe que el origen del Trepamuros no sólo se debió a la picadura de una araña radiactiva, sino, sobre todo y muy especialmente, al terrible sentimiento de culpabilidad adquirido cuando, por una negligencia juvenil, su querido Tío Ben, la figura paterna que hasta entonces le había guiado, fue asesinado.  A la hora de plantearse esta tercera aproximación, alguien dijo que “todo el mundo sabía lo de la picadura de araña y lo de la muerte del Tío Ben, y por lo tanto no era necesario volver a explicarlo”.  Craso error.  Sin ese poderoso acicate, el nuevo Spiderman se convierte en un adolescente atontolinado cuya motivación principal es unirse al equipo de superhéroes conocido como Los Vengadores, el cual lidera el multimillonario Iron Man/Tony Stark, quien además le ha diseñado un sofisticadísimo uniforme.  Alguno pensaréis que no era creíble que un chaval hubiese creado por sí mismo un traje tan chulo como el que ostentaba el Hombre Araña en sus inicios, pero lo cierto es que en aquellos maravillosos comics escritos por Stan Lee y dibujados por Steve Ditko (y posteriormente por John Romita Sr.) se apreciaba, número a número, cómo el traje iba refinándose, puliéndose, al igual que las habilidades del joven protagonista.  Fue también en aquellos esplendorosos años cuando se fue creando la formidable fauna humana que rodea al protagonista, un celebradísimo conjunto de personajes secundarios que dotaban a Peter Parker de tanto o más interés que su alter ego disfrazado.  Ya hemos dicho que en la nueva película que dirige Jon Watts se ha prescindido absolutamente del Tío Ben (ni está ni se le espera y ni siquiera se le menciona), pero también se desvirtúan, uno tras otro y sin dejar títere con cabeza, las esencias de cada personaje.  En los tebeos, la Tía May era una adorable anciana de cabellos plateados que a menudo estaba enferma, lo cual acentuaba el concepto de que incluso un héroe con poderes asombrosos debía supeditar su existencia al cuidado de otra persona;  en esta ocasión, quien encarna a May es una actriz de 52 años y de muy buen ver, Marisa Tomei, cuyas escenas con el joven Tom Holland me dejaron muy mal sabor de boca.  ¿Y qué decir del resto de acompañantes?  Mientras que el Peter Parker original era un chaval tímido y solitario que defendía a celosamente su identidad secreta, el Peter de esta película se hace acompañar de una especie de Sancho Panza de rasgos orientales, Ned Leeds, que a las primeras de cambio descubre que su amigo es Spiderman.  En el comic, Ned Leeds era un periodista del Daily Bugle, casado con la secretaria Betty Brant y que un día se convertiría en el villano conocido como Hobgoblin (“Duende” en español), pero los guionistas de esta película han utilizado únicamente su nombre y su apellido para crear un personaje absoluta y totalmente distinto.  Idéntico estropicio han realizado, por ejemplo, con el primer interés amoroso de Peter, Liz Allan, rubia y de ojos azules y que aquí es Laura Harrier, una preciosa actriz… negra.  No creo que haga falta explicar, a estas alturas de mi vida, que soy de todo menos racista y que considero y defiendo que la igualdad de derechos es el axioma más verdadero que existe, pero ¿por qué diantres tiene que ser tan infiel una adaptación con respecto a su material original?  En este mismo sentido debe entenderse la contratación de la actriz (también negra, o mulata) Zendaya, popular por sus papeles en Disney Channel, y que supuestamente debía interpretar a “Michelle”, un rol que se han sacado de la manga los guionistas pero que al final se revela nada menos que como…  “MJ”.  Por si alguien no lo sabe, MJ son las iniciales de Mary Jane Watson, la pelirroja más famosa de los comics (de Marvel y de cualquier otra editorial), y nuevamente nos hallamos ante otro innecesario corte de mangas racial.  Cuando veo estas tropelías, supongo que basadas en un absurdo propósito de resultar “políticamente correctos”, me pregunto qué será lo siguiente.  Si Liz y MJ son negras y Ned es chino (y Flash Thompson, paradigama del WASP más rancio, corre aquí a cargo de Tony Revolori, joven actor de ascendencia sudamericana) y la Tía May rejuvenece 30 años, ¿pasará mucho tiempo hasta que algún iluminado considere que Pantera Negra debería pasar a ser Pantera Blanca?  ¿O que el Increíble Hulk quedaría más mono con la piel rosa y no verde?  ¿O que Superman debería ser africano y tener 90 años?  Detesto estas variaciones absurdas e innecesarias que son un escupitajo en la cara a la memoria de un tebeo que lleva siendo amado por millones de lectores desde hace más de 50 años y que ahora parece enfocado a agradar únicamente al público desconocedor de toda esta historia (perdón, historieta).  Joder, si quieren que “su” Spiderman se rodée de personajes acordes a la actual pluraridad y multirracialidad del mundo mundial, que se inventen de cero dichos personajes, pero que no alteren la esencia de los que ya existían antes de que la mayoría de ellos (me refiero a los guionistas) nacieran.

Dado que los villanos más famosos de la serie ya habían sido utilizados en las anteriores películas (Duende Verde, Doctor Octopus, Hombre de Arena, Veneno, Lagarto y Electro), se ha echado mano de uno de los enemigos más clásicos del Trepamuros, el Buitre, éso sí, modificando tanto su apariencia física…  como su personalidad y motivaciones.  Si en el comic se trataba de un anciano inventor que se pasaba al crimen robando bancos, ataviado con un traje verde con alas, ahora es una especie de chatarrero que se ha construido una armadura a partir de los desechos que generan las escaramuzas de los superhéroes, y que, por obra y gracia de nuestros inefables guionistas, resulta ser el padre de…  Liz Allan (ya sabéis, la novieta de Peter Parker, como dijimos hace unas líneas).  El personaje está magníficamente interpretado por el gran Michael Keaton, y es un placer deleitarse con sus escenas con Tom Holland, ambos a cara descubierta, pero vuelvo a proclamar ¿por qué coger un personaje existente y modificarlo hasta hacerlo poco menos que irreconocible?

Mentiría si dijese que me aburrí viendo “Spiderman:  Homecoming”, pero confieso que no la disfruté porque, desde el mismísimo comienzo, sentí que ése no era “mi” Spiderman.  Además de los caprichosos cambios que he enumerado, observé que ni una sola vez se cita el famosísimo leit motiv de la saga, “Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”…  y de todos es sabido que, sin responsabilidades, la vida acaba perdiendo su sentido, su razón de ser.

Luis Campoy

Lo mejor:  es entretenida
Lo peor:  desvirtúa la esencia de los personajes originales
El cruce:  “Spiderman” (2002) + “Iron Man” + “Capitán América: Civil War”
Calificación:  6 (sobre 10)

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