Cine actualidad/ “MOONLIGHT”
En los Oscars de 2016, estalló
una enorme polémica como consecuencia de la nula representación dela gente de color en las candidaturas
principales. Un año después, las
películas con afroamericanos han inundado las carteleras y sobre todo la
mayoría de las entregas de premios. “Figuras
ocultas”, “Fences” y, sobre todo”, “Moonlight” han cosechado montones de
galardones, llegando esta última a proclamarse como la mejor del año.
“Moonlight”, la película, adapta
la obra de teatro de Tarell Alvin McCraney “In moonlight black boys look blue”
(“A la luz de la luna, los chicos negros parecen azules”), que narraba las
vicisitudes de un joven de color llamado Chiron desde que es un niño en un
barrio deprimido de Miami hasta que, ya adulto, se traslada a vivir a Atlanta
dispuesto a emprender una nueva existencia.
El film se desarrolla en tres períodos perfectamente diferenciados, a
los que da título cada uno de los apodos de Chiron en las primeras etapas de su
vida: “Little”, para la parte que narra
su infancia, “Chiron” a secas para el episodio de su adolescencia y “Black”
para el fragmento acerca de su madurez. No
por casualidad, el director Barry Jenkins se esfuerza por comenzar el relato
con un tono casi como de cuento de hadas, con una fotografía luminosa plagada
de brillos y contrastes, y poco a poco va oscureciéndolo paulatinamente, aunque
es cierto que la última parte transcurre casi enteramente de noche, lo cual no
implica forzosamente que el porvenir de Chiron vaya a acabar sumido en la
penumbra.
El arranque de “Moonlight” me
pareció de una pedantería insoportable: una serie de travellings circulares tan
virtuosos como innecesarios se suceden sin ningún otro propósito que el de
explicarnos lo pequeño que es el mundo en el que se va desarrollar la infancia de
nuestro protagonista. Sin embargo, es entonces
cuando más se disfruta la película, que se beneficia de la magnética presencia
del gran Mahershala Ali (visto también la citada “Figuras ocultas”), justísimo
ganador del Oscar como Mejor Actor Secundario por cuanto borda cada una de sus
apariciones, componiendo una especie de carismático mentor del protagonista, a
quien, lógicamente, dan vida tres actores diferentes para cada uno de sus
períodos vitales: Alex Hibbert de niño,
Ashton Sanders de adolescente y Trevante Rhodes cuando ya es un hombre. El tema de la homosexualidad de Chiron (que
sus condiscípulos perciben incluso antes que él mismo) es abordado de manera
natural y cotidiana, como si se tratase simplemente de otro rasgo más (quizás
a consecuencia de la ausencia de su padre y de la creciente adicción a las
drogas de su madre, el pequeño Chiron es sumamente introvertido y poco
comunicativo). Lo cierto es que, a
medida que se va desarrollando el metraje, el tono va alejándose de la fantasía
visual del inicio y desemboca en una secuencia final rodada casi con desgana,
en la que también los diálogos suenan excesivamente familiares. Es aquí donde se echa de menos el espíritu,
pleno de poesía, de “Boyhood”, rodada durante 12 años pero poseedora de un
hálito mucho más uniforme.
A veces sucede que, para tratar
de compensar un error del pasado, se ensalza con exceso a un producto del
presente. Esa es mi opinión acerca de
esta “Moonlight”, interesante sin duda y hermosa en ocasiones, pero a la que me
temo que le viene grande ese Oscar que en principio se atribuyó a “La La Land”. La comunidad afroamericana respira tranquila
y su problemática, si bien no menos traumática, por lo menos ha quedado más
visible y expuesta.
Luis Campoy
Lo mejor: Mahershala Ali, un actorazo como la copa de un pino
Lo peor:
promete más de lo que aporta
El cruce:
“Boyhood” + “Los chicos del barrio”
Calificación: 7 (sobre 10)
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