El gran gigante digital
Una de cal y
otra de arena… Así viene siendo la
trayectoria de Steven Spielberg más o menos desde que en 1985 trascendió la
temática puramente fantástico/aventurera para sorprender al mundo con la
estupenda “El color púrpura”. Desde
entonces, suele alternar un film dramático (la cal) con otro más ligero (la
arena), con lo cual pretende complacer a todos sus aficionados, que se cuentan
por millones en todo el mundo…. Si hace
unos meses nos llegaba la estupenda “El puente de los espías”, un aplaudido
thriller rodado a la antigua usanza, ahora se acaba de estrenar entre nosotros
la más liviana “The BFG”, traducida aquí como “Mi amigo el gigante”.
BFG son las
iniciales de Big/Friendly/Giant (el Gran Gigante Amigable), según lo concibió
el gran escritor Roald Dahl (1916-1990) en su libro publicado en 1982. Sea casualidad o no, lo cierto es que en
aquel mismo año se estrenaba la maravillosa “E.T., El ExtraTerrestre”, y su
director Steven Spielberg cuenta que a sus hijos pequeños (los que tuvo con la
actriz Kate Capshaw) solía leerles dicho cuento a la hora de dormir. Como consecuencia de tantas y tantas horas de
lectura, Spielberg acabó por fantasear con la idea de realizar una adaptación de
dicho relato, si bien pensó que la tecnología no estaba lo bastante avanzada
como para poder llevarla a cabo con las suficientes garantías... hasta ahora.
Sophie es una
huérfana de 11 años que vive en el lúgubre orfanato de la señora Clonkers. Una noche, es secuestrada por un “gran
gigante bonachón” que la lleva nada menos que al País de los Gigantes. Allí descubre que no todos aquellos enormes seres
son ni mucho menos tan afables como su nuevo amigo, sino que la mayoría de ellos
son crueles devoradores de niños….
Steven
Spielberg, mi adorado Steven Spielberg, una de las personas a las que más he
admirado en mi vida, cumple este 2016 nada menos que 70 años. En su larga carrera, varias obras maestras,
montones de grandes películas… y unos
pocos tropiezos. Lamentablemente, “Mi
amigo el gigante” pertenece a esta última categoría. Ya desde el primer tráiler que ví, hace
varios meses, obtuve una pésima impresión:
efectos digitales sumamente reconocibles, un tono infantil más bien
exagerado y, sobre todo, unas dosis de sensiblería aún más acusadas que de
costumbre.
Como dije
anteriormente, Spielberg confesó que no se había atrevido antes a poner en
escena “El gran gigante bonachón” (título del libro en su edición española) “porque
la tecnología que necesitaba no había avanzado lo suficiente”. Pensando en esta afirmación y contemplando
los resultados obtenidos en la pantalla, me quedé más bien perplejo. Sin entrar a juzgar (todavía) la fotografía y
plasticidad que atesora el film, lo que más me llamó la atención fue que, tras
cada aparición del simpático gigante, me preguntaba si lo que vendría después
sería igualmente… irreal. Porque el personaje
cuyos gestos replican los del oscarizado Mark Rylance (el villano-pero-menos de
“El puente de los espías”) mediante captura de movimiento, es como un dibujo
animado que aspira a parecer de carne y hueso…
pero se queda a medio camino. ¡Cuánto mejor hubiera sido rodar esta
película a la antigua usanza, como toda la vida, utilizando simples miniaturas y
juegos de perspectiva! Sin embargo, el
resultado es que parece que saltamos de un film de acción real a otro de
dibujos animados al estilo Pixar, para volver a otro realista que luego deviene
nuevamente en un festival de pixels, y así sucesivamente… Con todo, si ya es de por sí discutible el
acabado visual que otorga Spielberg a su criatura, el tono que confiere al
relato es todavía más descorazonador. El
director nacido en Cincinatti se limita a escenificar lo más pueril y
superficial del relato de Dahl, eludiendo cualquier doble lectura y potenciando
los elementos más fáciles de infantilizar.
Eso en sí mismo no tiene por qué ser malo, pero entonces te das cuenta
de que quien firma la película es el autor de “Tiburón”, “En busca del Arca
perdida”, “Parque Jurásico”, “La lista de Schindler” y “Salvar al soldado Ryan”,
y te das cuenta del abismo cualitativo que se abre bajo nuestros pies. Como me decía el otro día un buen amigo, “tal
vez ningún otro director se habría atrevido siquiera a acometer un proyecto
como éste y salir indemne”, a lo que yo le repliqué: “A Steven Spielberg hay que exigirle más,
mucho más”.
Fotografiada
nuevamente por el gran Janusz Kaminski y musicalizada, como casi siempre, por
el venerable John Williams, “Mi amigo el gigante” me pareció larga, lenta y, en
ocasiones, aburrida. La buena
interpretación de Mark Rylance no es suficiente, y, aunque la niña Ruby
Barnhill no es tan insoportable y redicha como había leído por ahí, tampoco
puede decirse que nos hallemos ante una actriz infantil carismática y a la que aguarda
un futuro prometedor. Lo más positivo de
la película es, sin duda, la puesta en escena:
el colorido, la composición de planos y la belleza de algunos
paisajes. Sin embargo, he de confesar
que la escena que más me gustó, la única que captó realmente mi atención, fue
la de la visita de Sophie y el gigante al palacio de Buckingham, donde son
recibidos por la mismísima Reina de Inglaterra, una secuencia totalmente ajena
al firmamento spielbergiano, como también a su estilo y a su trayectoria. Resumiendo:
Spielberg me defraudó, y mucho, y lo que más me satisfizo fue lo menos
parecido a lo que siempre ha sido su cine.
Un patinazo en toda regla, del que espero fervientemente que se
recupere.
Luis Campoy
Lo mejor: la audiencia
real en Buckingham Palace
Lo peor: los decepcionantes
efectos visuales, el tono ñoño y sentimentaloide
El cruce: “James y el
melocotón gigante” + “Warcraft”
Calificación: 5,5
(sobre 10)
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