Cine actualidad/ "TORO"
Nos guste o no, “Ocho apellidos
vascos” supuso un antes y un después en el hasta entonces maltrecho panorama de
la cinematografía española. Desde el
muchimillonario éxito de la comedia de Emilio Martínez Lázaro, es más que
patente un incremento del interés del público en las producciones patrias, las
cuales ya no sólo se limitan a abordar comedias costumbristas o melodramas
encuadrados en nuestra trilladísima Guerra Civil. Apuestas por el cine de género tan afortunadas
como “La isla mínima”, “El Niño” o la reciente “Cien años de perdón” deben
mucho al film protagonizado por Dani Rovira, que parece que ha animado a las
televisiones a lanzarse con más vehemencia a la producción de películas que
luego, anunciadas a bombo y platillo en la correspondiente cadena de turno, son
estrenadas en olor de multitudes y, con suerte, logran atraer a no pocos
televidentes zombificados, además de a los auténticos cinéfilos ansiosos de
descubrir a los nuevos Almodóvar, Saura o Garci.
Toro es un joven delincuente que,
tras cinco años en la prisión de Málaga, está a punto de cumplir su condena y
tiene el firme propósito de redimirse.
Pero el penúltimo chanchullo de su hermano, López, y la asfixiante presión
en torno a ellos del patriarca mafioso Romano, le harán comprender que cada uno
tiene un destino del que no puede escapar, y el suyo está escrito con sangre…
Tras su celebrado debut con “EVA”,
“Toro” constituye el segundo largometraje del director barcelonés Kike Maíllo,
que, contra pronóstico, ha cambiado las localizaciones catalanas por unos reconocibles
paisajes malagueños. De hecho, Andalucía
y su idiosincrasia particular (ese flamenco y esa Semana Santa siempre
subyacente) aportan un sustrato que contemporiza y define una trama que, sin
tales aditamentos, podría haberse desarrollado en cualquier otro lugar del
mundo. El tema de la pervivencia del
pasado y la irrefrenable recaída hacia la violencia ha servido de base a
innumerables thrillers recientes como “Drive”, “Tokarev” o “The Equalizer”, y
Maíllo se los ha visto todos y no duda en homenajear sus turbulentas imágenes
al son de las marchas semanasanteras arregladas por Joe Crepúsculo.
A pesar de unos errores muy
evidentes (a la consabida pésima dicción de Mario Casas se aúna un trabajo de
maquillaje y peluquería digno de todo tipo de chistes y burlas) y de las obvias
y nada disimuladas referencias a los títulos citados en el párrafo anterior, “Toro”
se beneficia de una puesta en escena realmente notable, y de las excelentes
interpretaciones de Luis Tosar y un José Sacristán sencillamente
impresionante. Incluso Mario Casas, una
vez asumidas sus taras verbales, realiza una interpretación aceptable, sobre
todo en lo puramente físico. Destacar
también la presencia de secundarios a tener en cuenta como Claudia Canal, José
Manuel Poga, Ingrid García Jonsson o el televisivo Alberto López.
En definitiva, una estimable
propuesta que se ve con agrado y que nos demuestra que, cuando queremos,
también sabemos realizar thrillers opresivos y violentos que no tienen nada que
envidiar a los de otras nacionalidades.
Luis Campoy
Lo mejor: José Sacristán, la fotografía, el montaje
Lo peor:
la dicción de Mario Casas (bueno, esto ya no es novedad), los horripilantes
postizos capilares (¡esas patillas pintadas…!)
El cruce: “Drive” +
“Tokarev” + “The Equalizer”
Calificación: 7 (sobre 10)
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